Actas del XXIII Congreso Internacional de Lingüística y Filología Románica: Volume I Discursos inaugurales – Conferencias plenarias – Sección 1: Fonética y fonología – Sección 2: Morfología – Índices: Índice de autores, Índice general [Reprint 2015 ed.] 9783110946277, 9783484503946

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Spanish; Castilian Pages 519 [520] Year 2003

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Actas del XXIII Congreso Internacional de Lingüística y Filología Románica: Volume I Discursos inaugurales – Conferencias plenarias – Sección 1: Fonética y fonología – Sección 2: Morfología – Índices: Índice de autores, Índice general [Reprint 2015 ed.]
 9783110946277, 9783484503946

Table of contents :
Discurso inaugural
Discurso inaugural del Presidente de la Société de Linguistique Romane
CONFERENCIAS PLENARIAS
Adición, sustracción y comparación: un análisis composicional de las construcciones aditivo-sustractivas del español
La typologie des langues romanes. État de la question
Dialettologia, linguistica storica e riflessione grammaticale nella romanistica del Duemila. Con esempi dal sardo
Syncope, apocope, diphtongaison et palatalisation en galloroman: problèmes de chronologie relative
Syllabes super-lourdes et isochronie accentuelle dans le parler de Forio d’ischia (Naples)
Condiciones fonéticas de producción y percepción en segmentos consonánticos en la evolución del latín a las lenguas románicas
Estudio acústico prosódico de las pausas llenas del inglés norteamericano y del español hablado en Venezuela
L’évolution du ó accentué dans les dialectes du Nord de la France
Sulla diffusione areale di un fenomeno di variazione morfo-fonetica nei dialetti campani
Anasalidade vocálica no português do Brasil e no português de Portugal
Contribuiçâo para o estudo da variaçâo prosódica do Portugués Europeu
Casos de adaptación fonética de los hispanismos en el hassanía saharaui
Variabilidad acústica y estatus fonológico de la vocal central en las lenguas románicas
Sobre el papel de la entonación en las narraciones orales
Un projet d’Atlas multimédia prosodique de l’espace roman (AMPER)
L’i nasal: une voyelle éphémère en français
Polimorfismo e instabilità strutturale: un esame della dittongazione spontanea dell’area flegrea in ima prospettiva romanza
Um estudo sobre a neologia lexical: o microssistema prefixal intensivo do português contemporêneo do Brasil
Héritage et innovation: de la double morphologie du verbe «d’existence» en ancien français au passé («imparfait») et au futur
Interacción fonológico-morfológica de los artículos definidos en español e italiano
«Cazadotes»: ¿Latino o románico?
Troncation et structures morphosémantiques «aléatoires»
Concurrencia histórica de los derivados en -ción y -miento
Los límites de la morfología y la sintaxis: la prefijación nominal
L’origine delia preposizione articolata nel(lo) in italiano
La tendència expansiva del segment velar deis verbs de la segona conjugació en els dialectes catalans
Morfología histórica: derivados en relación al concepto de «cinco»
Las raíces de las palabras españolas y su categoría
El prefijo anti- en español o la oposición a las soluciones discretas en el análisis de la prefijación
La composizione: una tendenza in espansione nelle lingue romanze
L’assegnazione del genere in italiano
Índice de autores
Índice general

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Actas del XXIII Congreso Internacional de Lingüística y Filología Románica Volumen I

Actas del XXIII Congreso Internacional de Lingüística y Filología Románica Salamanca, 24-30 septiembre 2001

Editadas por Fernando Sánchez Miret

Volumen I Discursos inaugurales Conferencias plenarias Sección 1: Fonética y fonología Sección 2: Morfología índices: índice de autores, índice general

Max Niemeyer Verlag Tübingen 2003

Bibliografische Information Der Deutschen Bibliothek Die Deutsche Bibliothek verzeichnet diese Publikation in der Deutschen Nationalbibliografie; detaillierte bibliografische Daten sind im Internet über http://dnb.ddb.de abrufbar. ISBN 3-484-50394-7 Vol. I

Gesamt-ISBN 3-484-50393-9

© Max Niemeyer Verlag GmbH, Tübingen 2003 http://www.niemeyer.de Das Werk einschließlich aller seiner Teile ist urheberrechtlich geschützt. Jede Verwertung außerhalb der engen Grenzen des Urheberrechtsgesetzes ist ohne Zustimmung des Verlages unzulässig und strafbar. Das gilt insbesondere für Vervielfältigungen, Übersetzungen, Mikroverfilmungen und die Einspeicherung und Verarbeitung in elektronischen Systemen. Gedruckt auf alterungsbeständigem Papier. Printed in Germany. Satz: Fernando Sánchez Miret, Salamanca Druck: AZ Druck und Datentechnik GmbH, Kempten Einband: Norbert Klotz, Jettingen-Scheppach

Presentación

Estas actas del XXIII

Congreso

Internacional

de Lingüística

y Filología

Románica

(ACILFR XXIII),1 celebrado en Salamanca entre el 24 y el 30 de septiembre del año 2001, contienen los textos de cuatro conferencias plenarias, dos mesas redondas y 230 comunicaciones distribuidas en ocho secciones.2 Todo este material se organiza en cinco volúmenes de la siguiente manera: Vol. I:

Discursos inaugurales. Conferencias plenarias. Secciones 1 y 2. índice de autores. índice general. Vol. 1371 : Sección 3 (primera parte). Vol. II/2: Sección 3 (segunda parte). Vol. III: Sección 4. Vol. IV: Secciones 5 y 6. Vol. V: Secciones 7 y 8. Mesas redondas. La distribución de los intereses de los autores es muy desigual. Las secciones mayoritarias son la 3 (Sintaxis, semántica y pragmática) y la 4 (Semántica léxica, lexicología y onomástica), con 84 y 48 comunicaciones respectivamente. Les siguen en aceptación la sección 5 (Edición y crítica textual, con 24 comunicaciones) y la sección 8 (Historia de la lingüística, con 23). A la cola se encuentran la sección 1 (Fonética y fonología, con 13), la 2 (Morfología, con 14), la 6 (Retórica, poética y teoría literaria, con 17) y, por último, la 7 (Lingüística aplicada, con 7). Igualmente se observa una distribución desequilibrada entre los trabajos que se ocupan de una sola lengua y aquellos que se interesan comparativamente por varias lenguas romances. Estos últimos representan aproximadamente el 18%. Por otro lado, las actas contienen 112 textos en castellano, 83 en francés, 24 en italiano, 18 en portugués, 3 en catalán, 2 en rumano y 2 en gallego. Si estos datos significan algo, cada uno podrá hacerse su composición (parcial) de la Romanistica de hoy. Una de tantas visiones posibles es la siguiente: Junto a los temas que se vienen tratando desde el principio y que podríamos agrupar en la Romanistica continua, parecería detectarse una Romanistica submersa (la fonética y morfología históricas, ¿la antigua Roma de la Romanistica ha dejado de ser el centro de la disciplina?)3 y una 1 2

3

Las abreviaturas que se usan en las bibliograflas de los trabajos de estas actas son las del LRL 1,1. Para la organización del congreso se contó con financiación a cargo del Plan Nacional de I+D+I (PGC2000-2673-E), de la Junta de Castilla y León y de la Fundación Duques de Soria. Malkiel llamaba a la gramática histórica y comparada de las lenguas romances la «indisputable core discipline» de la Filología Románica (cf. Yakov Malkiel: «Comparative Romance linguistics». In: Thomas A. Sebeok, ed., Current trends in linguistics, 9: Linguistics in Western Europe. The Hague: Mouton, 1972, 835-925: pág. 835).

VI Romanistica nova (donde apuntan, entre otras líneas de trabajo, la fraseología, el análisis del discurso, el análisis de la conversación y la elaboración y uso de bases de datos de distinto tipo y con diferentes objetivos). Por otro lado, es cierto que en la Romanistica han convivido desde siempre los trabajos sobre lenguas particulares con los trabajos comparativos. Sin embargo, algunos nostálgicos lamentamos que no haya más espíritu panromance y comparativo en la investigación; y el motivo no es sólo el justo reconocimiento de la época dorada de la Romanistica, que Malkiel sitúa entre 1885 y 1915, sino la convicción de que en la perspectiva comparativa se encuentra una de las mejores vías de avance serio para nuestros estudios y el marco en el que la Romanistica puede contribuir y colaborar con otras disciplinas para el mejor conocimiento de ese complejo fenómeno que es el lenguaje. En definitiva, valga lo que valga esta visión, lo importante es la trayectoria de estos veintitrés congresos de la Société de Linguistique Romane (el primero en 1928), cuyas actas se han publicado (con una sola excepción) regularmente a partir del congreso de Lieja de 1951. Con estas actas del congreso de Salamanca damos un paso más en el camino de los estudios románicos. La trayectoria futura depende de nosotros y de las sociedades e instituciones que nos agrupan y, como demuestran muchos de los textos publicados aquí, la tarea no está ni mucho menos agotada, ni siquiera en los campos tan aparentemente trillados de la gramática histórica. Antes de poner el punto final tengo que dar las gracias al Departamento de Lengua Española de la Universidad de Salamanca, especialmente a su director Luis Santos Río, que me ha procurado los medios técnicos necesarios para poder llevar a cabo la edición. Igualmente quiero agradecer la paciencia y la eficaz colaboración de Ulrike Dedner (en el período preparatorio de la edición) y de Cornelia Saier (en la segunda y definitiva fase), ambas de la Editorial Niemeyer. Por otra parte, durante la preparación y la celebración del congreso los organizadores (Carmen Pensado, Emilio Ridruejo y Fernando Sánchez Miret) contamos con el apoyo de los miembros de los Departamentos de Lengua Española, de Filología Francesa y de Filología Moderna (portugués e italiano) de la Universidad de Salamanca y del Departamento de Lengua Española de la Universidad de Valladolid, y también con la paciencia, la buena voluntad y el entusiasmo de los congresistas; a todos ellos deseo manifestarles mi enorme agradecimiento. Después de estar trabajando algo más de un año en la edición de estas actas, las entrego a la imprenta con un inevitable sentimiento de culpa por los errores que habrán quedado, pero, a la vez, con un enorme sentimiento de liberación. En definitiva, lo importante era que las investigaciones que se presentaron en Salamanca salieran lo antes posible a la luz pública en forma impresa, para que puedan cumplir su verdadero fin, que no es otro que el de avivar la discusión y animar la investigación sobre las lenguas romances, que son el objeto de estudio y de comunicación que nos une.

Fernando Sánchez Miret

DISCURSOS INAUGURALES

Carmen Pensado Discurso inaugural

3

Marc Wilmet Discurso inaugural del Presidente de la Société de Linguistique Romane

5

CONFERENCIAS PLENARIAS

José María Brucart Adición, sustracción y comparación: un análisis composicional de las construcciones aditivo-sustractivas del español

11

Maria Iliescu La typologie des langues romanes. État de la question

61

Michele Loporcaro Dialettologia, linguistica storica e riflessione grammaticale nella romanistica del Duemila. Con esempi dal sardo

83

Yves Charles Morin Syncope, apocope, diphtongaison et palatalisation en galloroman: problèmes de chronologie relative

113

SECCIÓN 1

William J. Barry / Michela Russo Syllabes super-lourdes et isochronie accentuelle dans le parler de Forio d'Ischia (Naples)

173

Monts e Batllori / Silvia Llach /Isabel Pujol Condiciones fonéticas de producción y percepción en segmentos consonánticos en la evolución del latín a las lenguas románicas

189

María Alejandra Blondet Serfaty Estudio acústico prosódico de las pausas llenas del inglés norteamericano y del español hablado en Venezuela

203

Louise Hétu L'évolution du ó accentué dans les dialectes du Nord de la France

209

Pietro Maturi / Stephan Schmid Sulla diffusione areale di un fenomeno di variazione morfo-fonetica nei dialetti campani

221

Joäo Antonio de Moraes A nasalidade vocálica no portugués do Brasil e no portugués de Portugal

235

Lurdes de Castro Moutinho / Rosa Lidia Coimbra / Suzana Secca Ruivo / Urbana Pereira Bendiha Contribuiçâo para o estudo da variaçâo prosòdica do Portugués Europeu

245

Dan Munteanu Colón Casos de adaptación fonética de los hispanismos en el hassanía saharaui

253

Dolors Poch-Olivé / Kathy Huet / Bernard Harmegnies Variabilidad acústica y estatus fonológico de la vocal central en las lenguas románicas

263

José Ignacio Puebla Gutiérrez / Francisco José Zamora Salamanca Sobre el papel de la entonación en las narraciones orales

271

Antonio Romano Un projet d'Atlas multimédia prosodique de l'espace roman (AMPER)

279

Rodney Sampson L'i nasal: une voyelle éphémère en français

295

Rosanna Sornicola Polimorfismo e instabilità strutturale: un esame della dittongazione spontanea dell'area flegrea in una prospettiva romanza

SECCIÓN 2

leda Maria Alves Um estudo sobre a neologia lexical: o microssistema préfixai intensivo do portugués contemporáneo do Brasil

317

Paulo de Carvalho Héritage et innovation: de la double morphologie du verbe «d'existence» en ancien français au passé («imparfait») et au futur

329

Carolina González García Interacción fonológico-morfológica de los artículos definidos en español e italiano

343

Gregorio Hinojo Andrés «Cazadotes»: ¿Latino o románico?

357

Jean René Klein Troncation et structures morphosémantiques «aléatoires»

371

Margarita Lliteras Concurrencia histórica de los derivados en -ción y -miento

377

Josefa Martín García Los límites de la morfología y la sintaxis: la prefijación nominal

385

Alberto Nocentini L'origine della preposizione articolata nel (lo) in italiano

395

Maria Pilar Perea La tendència expansiva del segment velar dels verbs de la segona conjugació en els dialectes catalans

403

Isabel Pujol Payet Morfología histórica: derivados en relación al concepto de «cinco»

419

Jan Schroten Las raíces de las palabras españolas y su categoría

431

David Serrano-Dolader El prefijo anti- en español o la oposición a las soluciones discretas en el análisis de la prefijación

445

XI Shigeaki Sugeta La composizione: una tendenza in espansione nelle lingue romanze

459

Anna M. Thornton L'assegnazione del genere in italiano

467

INDICES

índice de autores Indice general

DISCURSOS INA UGURALES

Carmen Pensado

Discurso inaugural

Alteza Real, Excelentísimo Señor Duque de Soria, Excelentísimo Sr. Vicerrector, limo. Sr. Conde de Guadalhorce, lima. Sra. Concejala de Cultura: En nombre del comité de organización, de nuestra Universidad, de los miembros de nuestra Sociedad y de todos los congresistas, quisiera expresarles mi más viva gratitud por honrarnos con su presencia. El generoso apoyo prestado por la Fundación Duques de Soria al hispanismo se hace extensivo a las lenguas romances bajo el patronazgo de Vuestra Alteza Real que, como es sabido, domina varias. Es para mí un honor darles a todos la bienvenida al XXIII Congreso Internacional de Lingüística y Filología Románica. Estas viejas paredes de nuestra Universidad llevan siglos oyendo latín y romance. Aquí elaboró y publicó su Gramática castellana Elio Antonio de Nebrija antes de marchar a la recién fundada Universidad de Alcalá de Henares. Estamos convencidos de que el XXIII Congreso de Lingüística Románica va a aportar nuevos datos, nuevas ideas y viva discusión. Demostrará el vigor y la calidad de la Romanistica actual. Este Congreso no sólo enriquecerá y renovará nuestra ya vieja disciplina, sino también a esta antigua universidad. Esperamos que el Congreso sirva para atraer a otras generaciones a este mundo fascinante e incluso que - en nuestro caso particular - pueda evitar que la historia se repita y ese eventual nuevo Nebrija que siempre esperamos no nos abandone otra vez. Por lo demás, en medio de tanta grandeza, el equipo organizador al que ahora represento es minúsculo y ha cargado con un fardo superior a sus fuerzas. Pido disculpas por esta deficiencia y quiero reconocer públicamente que si este congreso se ha llegado a reunir es gracias a los que hoy felizmente están aquí reunidos: autoridades y congresistas. Gracias a nuestras autoridades por su constante interés y apoyo. A todos los congresistas presentes, por haber luchado victoriosamente contra mil adversidades, llegando al culmen con el peligro totalmente insospechado de una posible crisis mundial. El congreso son ustedes, por lo tanto estamos seguros de que su esfuerzo va a valer la pena. Decía Ortega y Gasset en La Rebelión de las Masas·. El otro carácter aterrador del latín vulgar - junto a su simplicidad - es precisamente su homogeneidad. Los lingüistas, que acaso son, después de los aviadores, los hombres menos dispuestos a asustarse de cosa alguna, no parecen inmutarse ante el hecho de que hablasen lo mismo países tan dispares como Cartago y Galia, Tingitania y Dalmacia, Hispania y Rumania. Yo en cambio, que soy bastante tímido, que tiemblo cuando veo que el viento fatiga unas

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Carmen Pensado cañas, no puedo reprimir ante este hecho un estremecimiento medular. Me parece sencillamente atroz.

Ortega se quedó corto: acabamos de ver que los lingüistas tampoco temen a los aviones. Respecto al latín vulgar, en cambio, se equivoca: ¿quién no temería esa pesadilla a lo Aldous Huxley? Ni nuestro latín ni nosotros mismos hemos sido nunca monolíticos. El romanista, a imagen y semejanza de sus datos es complejo y heterogéneo. Nadie está más lejos del teórico incontaminado del pasado siglo XX. Indudablemente, también nuestras lenguas tienen no poco de simple y homogéneo, pero dudo que les parezca atroz. Vean una prueba, y con esto termino: bienvenidos, bemvindos, bienvenus, benvenuti, bine afi venit, benvinguts. Muchas gracias.

Marc Wilmet Discurso inaugural del Presidente de la Société de Linguistique Romane

Madame, mesdames, messieurs, chers collègues, chers congressistes, chers amis, «Quand on aime, on ne compte pas», dit-on. Or, en ouvrant ès qualités (la préposition, pardonnez-moi, m'oblige à mettre un pluriel!), ès qualités, donc, de président de la Société de linguistique romane ce XXIIIe congrès de notre Association, je ne puis m'empêcher de jeter un coup d'œil en arrière et de calculer, depuis, tenez... le premier congrès auquel j'aie personnellement participé, à Québec, mais dès ce moment sans interruption ni défaillance jusqu'à celui-ci. Trente ans! Trente ans de linguistique et de philologie romanes! Les villes d'accueil me reviennent comme une litanie avec leurs millésimes de grands crus. Souvenez-vous, chacun prenant évidemment son propre train en marche, et pardon auprès des aînés dans les plus anciens wagons: Québec (1971), Naples (1974), Rio de Janeiro (1977), Palma de Mallorca (1980), Aix-en-Provence (1983), Trêves (1986), Santiago de Compostela (1989), Zurich (1992), Palerme (1995), Bruxelles (1998, le dernier congrès du XXe siècle). Aujourd'hui, du passé - lointain ou proche - au présent, Salamanca, inaugurant le XXIe siècle... Demain? L'Assemblée générale en décidera mercredi pour 2004. Lorsque jadis et naguère j'écoutais de la salle l'intervention liminaire de mes illustres prédécesseurs (brève en général, et sur ce plan au moins, rassurez-vous, j'essaierai d'en être digne), il m'est arrivé de penser avec un brin d'irrévérence qu'ils tenaient, toutes proportions gardées, une sorte de «discours sur l'état de l'union». Outre que l'allusion, cette fois-ci, semblerait déplacée, je n'ai moi, heureusement, aucune nouvelle dramatique ni alarmiste à vous transmettre. Et néanmoins, j'entends dire un peu partout que «la philologie en général et la philologie romane en particulier se portent mal». Si je cherchais un effet facile, il me suffirait d'opposer aux Cassandre les foules que drainent nos Congrès et un nombre de communications proposées si élevé qu'il a contraint le Comité scientifique à des choix toujours délicats et, de-ci de-là, inévitablement injustes. Mais je ne voudrais pas esquiver la critique. Des indices un peu inquiétants, c'est vrai, apparaissent. Ainsi, dans mon pays, la Belgique, où la philologie romane, inspirée du modèle allemand, avait pignon sur rue depuis le XIXe siècle, le terme même de «philologie» vient de se trouver rayé d'un coup de plume des programmes (sur décision politique; inspirée par qui? mystère...: un mythique «collège de responsables de l'enseignement universitaire», hydre à mille têtes anonymes), au bénéfice de «Langues et littératures romanes» (malgré le recul de technicité, notez tout de même que l'épithète romanes a survécu, ainsi que la coordination des langues et des littératures). Il est vrai encore, inutile de se voiler la face, que la grammaire historique (phonétique et morphologie

6

Marc Wilmet

surtout), la grammaire comparée, les éditions de textes médiévaux, la dialectologie... accusent un certain recul - relatif, j'insiste (tout est affaire de proportions), et la population, voire la popularité, des différentes sections prévues ici par les organisateurs constitue un bon baromètre, sans exclure tel ou tel effet de mode, des grandes orientations actuelles de nos disciplines. En vedette, la sémantique et la morpho-syntaxe... Alors, plutôt que de déplorer une évolution qui est somme toute synonyme de vie, j'aimerais, l'espace de deux ou trois minutes, vous convier à réfléchir ensemble à ce qu'est (ce que pourrait être, ce que devrait être... je vous laisse le choix) un (je mets des traits d'union) linguiste-philologue-romaniste. Commençons par la fin. ROMANISTE. Le romanisme suppose - lapalissade, je vous l'accorde - une étude qui s'exerce sur une langue romane ou sur un dialecte roman, mais, à mon sens, fut-elle synchronique, une étude n'oubliant pas, et profitant aussi souvent que possible: Primo, de la perspective diachronique: la filiation au latin, oui; aux états de langue antérieurs aussi en ce qu'ils préparent la situation postérieure et - on l'oublie parfois - aux étapes ultérieures en ce qu'elles sélectionnent «par essais et erreurs» les éléments historiquement mis en place (je songe à un aphorisme de Gustave Guillaume - qui l'avait, lui, probablement découvert chez Diderot - et qu'on ne m'accuse pas, de grâce, de je ne sais quel finalisme: «Les lumières de la fin éclairent les ténèbres du commencement»)... Secundo, de la perspective comparatiste. Je me souviens de ma surprise le jour où, jeune linguiste, traitant d'un emploi novateur de l'imparfait français - né vers 1950 - , l'imparfait «ludique» ou «préludique» des enfants qui jouent et se distribuent les rôles: «Toi, tu étais le gendarme et moi le voleur - c'est toujours à l'autre, n'est-ce pas, qu'on réserve la fonction du gendarme, du moins dans l'enfance - j'ai appris que l'italien et l'espagnol avaient largement devancé en l'espèce leur sœur septentrionale: la séquence des emplois à venir ou latents, comme en attente, de l'imparfait devait donc être virtuellement inscrite dans les possibilités du macro-système roman. (Incidemment, je voudrais spécifier qu'à mon humble avis il est préférable que les communications portant sur une langue romane se fassent dans une langue romane [cela nous distingue des romanistes américains, imposant à peu de choses près l'anglais lors de leurs congrès] et que tout Roman natif prenne conscience que la compréhension passive de la langue du voisin ne lui pose jamais - un brin de bonne volonté réciproque n'est certes pas inutile - de problème insurmontable.) PHILOLOGUE. «Restaurons l'unité de la philologie», avait coutume de professer mon vieux maître Albert Henry (par parenthèse, cloué au lit par la maladie, auprès de sa fille, dans les environs de Nancy, il m'a chargé de vous transmettre ses salutations). Cela veut dire, si je ne m'abuse, ne jamais perdre le contact avec les textes, écrits ou oraux d'ailleurs, y retourner inlassablement, mais, oserai-je ajouter, cette discipline philologique nous impose une déontologie: le contrôle des sources, l'esprit critique, l'éclectisme théorique (la non-inféodation servile à des écoles), bref la tolérance intellectuelle; et encore l'information bibliographique, la modestie, la confiance en une science cumulative qui ne se croit pas obligée à chaque génération de brûler ses vaisseaux; la collecte minutieuse des matériaux, le passage prudent de l'expérimentation à la clarification et à l'explication, en un mot l'induction, puis le contrôle empirique. Vaste et beau programme.

Discurso inaugural del Presidente de la Société de Linguistique Romane

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LINGUISTE. La linguistique moderne est la fille cadette de la philologie, une jeune personne certes un peu plus aguichante et délurée. Elle y apporte de nouvelles exigences: la théorisation, l'explicitation des démarches et la modélisation. Ne répugne pas à glisser de l'induction à la déduction ou à sauter d'hypothèses en hypothèses pour s'élever vers les nues ou - c'est le risque - se fracasser au sol. Fabrique au besoin, quand les données concrètes font défaut, des phrases-maquettes, créées in vitro·, les teste, les affuble d'un purgatoire de points d'interrogation et d'un enfer d'astérisques. La linguistique additionne le souci de la cohérence interne à l'exigence de conformité externe. Elle découvre avec ivresse la formalisation. Lorgne en direction de la logique, de la psychologie, de la sociologie... Madame, mesdames, messieurs, chers collègues, chers congressistes, chers amis, ce linguiste-philologue-romaniste idéal dont je viens de brosser le portrait n'existe évidemment pas. L'essentiel est d'en garder l'image à l'esprit. Et vous en croiserez durant cette semaine laborieuse des échantillons diversement dosés au détour des couloirs ou des salles. Les congrès de linguistique et de philologie romanes, voyez-vous, sont un lieu de rencontre idéal pour la confrontation des idées, des programmes, des entreprises, des méthodes, des tempéraments, des personnalités, des générations - pourquoi pas? À l'époque où l'accélération du tempo de la recherche n'avait pas encore multiplié les colloques, symposiums et autres caucus, nous étions heureux de retrouver, de trois ans en trois ans, des visages familiers, blanchissant progressivement sous le harnais. Et si l'un d'eux manquait à bord, comme le chante Brassens, jamais «son trou dans l'eau ne se refermait». J'évoque aujourd'hui en mon for intérieur beaucoup de ces amis disparus, et le tout dernier, votre compatriote, mort en avril au cours d'une rencontre des francistes espagnols, Jesús Lago Garabatos, dont j'avais fait le personnage d'un conte linguistique sous le nom en oxymore de Jésus Caramba, lui qui m'écrivait la veille - exactement la veille - de son départ définitif: «À bientôt, en automne, à Salamanque». C'est l'hiver, Suso... Mais la science, comme le spectacle, continue. Nous allons accomplir notre tâche d'éternels Sisyphes et d'obstinés Prométhées sous l'œil indifférent des dieux. En remerciant chaleureusement les organisateurs (je sais par expérience l'énormité de la tâche, et elle n'est pas finie, croyez-m'en, les chevilles ouvrières du congrès de Bruxelles, mes jeunes collègues Michel, Laurence, Dan, Ivan, Anne-Rosine... que j'aperçois dans le public tiennent à votre disposition un lot de confidences), il ne me reste qu'à vous souhaiter une agréable et fructueuse semaine et, pour mon compte, à prononcer la phrase rituelle: Doy por inaugurado el vigésimo tercer Congreso Internacional de Lingüística y Filología Románica.

CONFERENCIAS PLENARIAS

José María Brucart Adición, sustracción y comparación: un análisis composicional de las construcciones aditivo-sustractivas del español*

0 Introducción Tradicionalmente, el análisis de las oraciones comparativas conforma uno de los capítulos más difíciles de la sintaxis de cualquier lengua. Así, al referirse a las dificultades que plantea tal tipo de construcciones, Hoeksema (1984: 93) concluye: If the realm of language is seen as a cosmos, vast, largely unexplored and sometimes bewildering, then the comparative construction must be a microcosmos, reflecting all the complexity of the whole.

En vista de ello, resultaría pretencioso aspirar a resolver aquí ni siquiera una fracción significativa de los problemas asociados a tal clase de oraciones. Nuestro objetivo será más modesto: trataremos de demostrar que un subtipo de las comparativas (las llamadas comparativas de desigualdad) presenta íntimas similitudes, tanto formales como de contenido, con otro patrón sintáctico desligado tradicionalmente de aquéllas: el que conforman las construcciones aditivas y sustractivas. De hecho, nuestra propuesta implica concebir las comparativas de desigualdad como un caso particular de construcción aditivosustractiva, por lo que otorga a ambos tipos de oración una estructura homologa. Como consecuencia lógica de este enfoque, nos plantearemos si las llamadas oraciones subordinadas comparativas constituyen un patrón sintácticamente homogéneo o si, por el contrario, se trata de una etiqueta nocional que engloba esquemas formalmente distintos. El trabajo aborda centros de interés teóricos y empíricos. Entre los primeros figuran el debate sobre la composicionalidad de la sintaxis, el carácter primitivo o derivado del concepto de «construcción sintáctica» y la caracterización de los núcleos en la sintaxis de Este trabajo constituye una versión levemente modificada de la ponencia que presenté el 30 de septiembre de 2001 en el XXIII Congreso Internacional de Lingüística y Filología Románica, celebrado en la Universidad de Salamanca. Posteriormente, tuve la oportunidad de exponerlo en el Seminari de sintaxi del Grup de gramática teòrica de la UAB (9-11-01) y en el seminario Puntos de vista sobre el léxico, organizado por el Departamento de Filología Española-1 de la Universidad Complutense de Madrid (27-11-01). Deseo agradecer a los organizadores de tales eventos su atención al invitarme, y a Ignacio Bosque, Ángela di Tullio, Gemma Rigau y Avel-lina Sufier sus comentarios, que han permitido mejorar muchos pasajes de la argumentación. También debo gratitud a Roser Gauchola y a Julio Murillo por su ayuda con los datos del francés. Por supuesto que todos los defectos que subsisten en el texto son exclusivamente atribuibles a mí. El trabajo se enmarca en el proyecto de la DGICYT La interpretación y la combinación de los rasgos gramaticales: del léxico al discurso (BFF2000-0430-C02-01).

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José María Brucart

las lenguas naturales. Entre los segundos, la estructura de las construcciones aditivas, sustractivas y comparativas de desigualdad. Los datos estudiados serán los del español, pero en la medida en que la propuesta básica sea acertada, el esquema general del análisis debería poder aplicarse a las otras lenguas románicas, con las variaciones de detalle pertinentes.

1 Las construcciones aditivo-sustractivas

Las construcciones de (1) aparecen habitualmente tratadas de modo disperso en las gramáticas, a pesar de que mantienen entre sí vínculos formales bastante evidentes: (1)

a. b. c. d. e. f.

Compró Compró Compró Compró Compró Compró

más libros. dos libros más. más de dos libros. más libros que «El Decameron». más libros de los que había pensado. más libros que Pedro.

Como puede verse, todas las construcciones de (1) comparten un sintagma complejo en el que se incluye la forma más. No obstante, pese a este rasgo común, la mayoría de las gramáticas y de los estudios gramaticales no dudan en situar las anteriores construcciones en clases gramaticales diferentes. Así, Gutiérrez Ordóñez, uno de los gramáticos del español que con mayor profundidad y penetración las ha estudiado (Gutiérrez Ordóñez 1992a; 1992b; 1994a; 1994b), considera que las oraciones anteriores ejemplifican patrones sintácticos distintos. En primer lugar, establece una dicotomía entre las estructuras comparativas, a las que pertenecerían (le, f) y las pseudocomparativas, en las que se integrarían los ejemplos de (la-d). Dentro de la primera de estas clases, Gutiérrez Ordóñez distingue entre comparativas propias (lf) y comparativas relativas (le), y en la segunda, entre construcciones aditivas (Id) y construcciones de «más» con numerales e indefinidos (la-c). 1 A estas últimas tampoco les otorga un análisis unitario, ya que considera que más es un adyacente del nombre en (la,b), mientras que en (le) lo es del numeral, que a su vez actúa como adyacente del nombre. Finalmente, el mismo autor (Gutiérrez Ordóñez 1994b: §5.3) propone considerar que, en las comparativas, el adverbio intensificador más es el núcleo del término introducido por que y que el núcleo de toda la estructura comparativa es el elemento que determina la clase sintagmática del primer segmento de la comparación (Gutiérrez Ordóñez 1994a: §1.5.4). En vista de la extremada versatilidad sintáctica de que es capaz una forma como más, Gutiérrez Ordóñez comenta en la introducción a su monografía sobre las pseudocomparativas: «Jamás se ha visto empecinamiento igual de la lengua por concentrar 1

Para Sáez del Álamo (1999: §17.1.3.4), que también establece la distinción entre comparativas y pseudocomparativas, tanto (le) como (le) son oraciones comparativas con coda sintagmática numeral.

Adición, sustracción y comparación.

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tantas construcciones en un espacio expresivo tan reducido» (Gutiérrez Ordófiez 1992b: 9). Y en la otra monografía dedicada al tema, que trata de las comparativas, propone un criterio básico para intentar desentrañar tan enmarañada trama: Si las llamadas «oraciones comparativas» han representado un problema inagotable para el gramático se debe, entre otras muchas causas, al hecho de haber encerrado dentro de un mismo saco construcciones de diferente naturaleza. La lengua, que respeta como suyo el principio de diferenciación máxima, a veces se empeña en bailar mil tangos sobre una misma baldosa. (Gutiérrez Ordófiez 1992a: 10).

La idea de que las similitudes formales que presentan las construcciones de (1) son meramente aparentes parece ser compartida por Sáez del Álamo (1999: §17.2.1, n. 68), quien, al referirse al patrón de (Id), señala: «El más de las construcciones aditivas no tiene con el elemento de grado más otra relación que la de la pura homofonía». Este autor considera que, en una oración como Juan es más alto que Luis, «el cuantificador comparativo es un constituyente discontinuo: entre el elemento de grado y la coda se interpone el adjetivo alto, al que el cuantificador comparativo modifica comportándose distribucionalmente como un sintagma adverbial» (Sáez del Álamo 1999: §17.1). La estrategia que pretendemos aplicar en nuestro estudio es justamente la opuesta. Nuestra hipótesis de trabajo es que, más allá de las innegables diferencias que caracterizan a las construcciones de (1), todas ellas son casos particulares de un mismo esquema sintáctico (el aditivo) y que en todos los casos el sintagma complejo que aparece en cursiva en los ejemplos comentados resulta de la expansión de un mismo núcleo: el operador aditivo más. Las diferencias que se aprecian entre las distintas variantes derivan de la diferente caracterización sintáctica y semántica de los respectivos argumentos seleccionados por el operador aditivo.

2

Algunas reflexiones teóricas: construcciones gramaticales y composicionalidad en la sintaxis

Antes de afrontar el análisis del paradigma de (1), conviene comentar algunos de los supuestos teóricos de los que partiremos. En primer lugar, nuestro análisis se alinea con las corrientes de corte formal, como la gramática generativa o la semántica de teoría de modelos montaguiana, que priman el aspecto composicional de las entidades lingüísticas complejas, frente a otras teorías que otorgan el estatuto de primitivo a la noción de construcción. 2 En estas últimas, las construcciones gramaticales se conciben como pares de forma y significado, al modo de las piezas léxicas tradicionales, y no como nociones 2

Entre las teorías que conceden estatuto de primitivo a la noción de construcción gramatical figuran la gramática de construcciones (Fillmore / Kay 1987; Goldberg 1995), la gramática cognitiva (Langacker 1987/1991), la semántica cognitiva (Talmy 2000), la semántica léxico-conceptual (Jackendoff 1997) y la HPSG (Pollard / Sag 1994; Sag / Wasow 1999). Para una colección de trabajos sobre el concepto de construcción gramatical, vid. Shibatani / Thompson (1996). Sobre la oposición entre las teorías formalistas y las funcionalistas, cf. Newmeyer (1998).

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epifenoménicas que resultan de la aplicación de reglas o principios estructurales de carácter universal. Se les atribuye, por lo tanto, una existencia cognitiva real. El criterio fundamental para defender este enfoque de las construcciones gramaticales es el de la irreductibilidad. Como señalan Cuenca / Hilferty (1999: 86), Podemos decir que una construcción es el resultado de relacionar una forma y un significado de manera no completamente arbitraria ni totalmente predecible; con frecuencia, ciertos aspectos de la forma o del significado no se pueden derivar de los componentes de la construcción ni se pueden atribuir a otras construcciones diferentes.

Los mismos autores (Cuenca / Hilferty 1999: 15) presentan de forma bastante gráfica la contraposición entre las dos clases de teorías a las que aludimos: El pensamiento, según los objetivistas, es atomístico, puede ser descompuesto en simples «bloques de construcción» (los símbolos utilizados en el pensamiento), que se combinan en unidades complejas y se definen por principios generales de manipulación simbólica. Para los experiencialistas, el pensamiento tiene propiedades gestálticas y, por lo tanto, no es atomístico; los conceptos tienen una estructura global que es más que la pura suma de la unión de bloques a partir de reglas generales.

Pese a que es innegable la existencia en la lengua de un cierto grado opacidad sintáctica (esto es, de formas complejas que no responden a composicionalidad estricta), pensamos que el enfoque composicional presenta ventajas importantes sobre el construccionista. La más notoria es la que señala Newmeyer (1998: 221): The methodological thrust of focusing on individual constructions runs one the risk of overlooking valid generalizations whose formulation cannot easily be accommodated to a construction-oriented approach.

La idea de que las construcciones (entendiendo como tales las clases de oraciones) son elementos primitivos de la gramática fue implícitamente adoptada por la inmensa mayoría de los gramáticos tradicionales. La terminología que nos ha legado la tradición responde básicamente a tal criterio (la clasificación de las oraciones en clases de construcciones). En los trabajos de orientación generativa, se utilizan frecuentemente las etiquetas correspondientes a las construcciones tradicionales (oraciones relativas, interrogativas, exclamativas, etc.), pero desde los comienzos de la década de 1980 tales conceptos tienen un carácter epifenoménico: es decir, son etiquetas que se usan como mero rótulo descriptivo de estructuras complejas que resultan de la interacción de principios que no están ligados conceptualmente a ninguna construcción gramatical concreta. Una ventaja importante de tal enfoque es, como señala Newmeyer, que permite reflejar regularidades que afectan a construcciones que la tradición gramatical había concebido como no vinculadas. Así, las oraciones de (2), que corresponden a clases tradicionalmente diferentes (relativas, interrogativas parciales, exclamativas parciales y enfáticas contrastivas), ofrecen la particularidad de presentar en la primera posición el complemento directo, una función que no suele ocupar tal posición en las oraciones aseverativas del español: (2)

a. El libro [ que ha escrito ] b. ¿Qué libro ha escrito?

Adición, sustracción y

comparación..

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c. \Qué libro ha escrito! d. UN LIBRO ha escrito, no un artículo. En la medida en que los distintos esquemas constructivos de (2) se conciban como primitivos, se pierde la posibilidad de reflejar los vínculos que mantienen dichas oraciones entre sí. El enfoque composicional, en cambio, parte de la idea de que las oraciones anteriores son el resultado de la aplicación de una serie de principios o reglas, algunos de los cuales pueden coincidir y otros divergir. Así, el principio que obliga a que el sintagma en cursiva de (2) ocupe la primera posición se ha aplicado a todas ellas, pero eso no quiere decir que todos los esquemas anteriores sean totalmente isomórficos. Por ejemplo, mientras que (2a) admite sin problemas un sujeto preverbal, las demás descartan tal posibilidad (excepto, claro está, cuando es precisamente el sujeto el elemento afectado por el traslado), tal como se muestra en (3): (3)

a. b. c. d.

El libro [ que Luis ha escrito ... ] *¿Qué libro Juan ha escrito? *¡Qué libro Juan ha escrito! *UN LIBRO Juan ha escrito.

La gramática tradicional utilizó de manera habitual la noción de construcción con fines fundamentalmente taxonómicos. A la hora de establecer su clasificación, se guió por una mezcla de criterios nocionales y formales, de modo que las llamadas oraciones subordinadas comparativas quedaron caracterizadas por una propiedad semántica (la expresión de una comparación de grado entre propiedades o individuos) y otra formal (la presencia de marcas de subordinación como que, como y de lo que). Bajo este criterio, oraciones como las de (4) deben quedar fuera de la clase, puesto que la primera y la segunda incumplen ambos requisitos y la última no se ajusta al criterio formal: (4)

a. Las conversaciones duraron más. b. Las conversaciones duraron más de los cuatro días previstos. c. Las conversaciones duraron más días de los previstos por la organización.

En cambio, bastaría una pequeña modificación en (4c) para obtener una oración de las consideradas tradicionalmente subordinadas comparativas: (5)

Las conversaciones duraron más días de lo que la organización había previsto.

Por otra parte, es evidente que el patrón formal de las llamadas oraciones subordinadas comparativas no agota todas las posibilidades con que cuenta la lengua para expresar la noción de comparación. En los estudios tipológicos sobre la comparación, como Andersen (1983) y Stassen (1985), se pone de manifiesto que las lenguas naturales cuentan con diversos procedimientos para expresar la idea de comparación (cf. también Moreno Cabrera 1991: §14.4). Entre las diferentes estrategias figuran la coordinación o yuxtaposición (Luis es alto y tú no), la existencia de predicados que incorporan la idea de comparación (Luis sobrepasa a Pedro en dos centímetros) o la de otros patrones sintácticos que no encajan con el esquema de las subordinadas comparativas propiamente dichas {Este pantalón es demasiado largo para mí).

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Puede concluirse, por lo tanto, que las fronteras de lo que tradicionalmente se ha etiquetado como construcciones comparativas son difusas y que su misma definición está sometida a vaivenes que contribuyen a difuminar aún más su propia naturaleza. 3 Así, como ya se ha dicho, Sáez del Álamo considera comparativa una oración como (le), mientras que para Gutiérrez Ordófiez y para la mayor parte de la tradición gramatical no lo sería. Pero no sólo resulta difícil perfilar las fronteras de estas construcciones: la estructura misma de los esquemas de subordinación comparativa resulta opaca, ya que no se dispone de un análisis satisfactorio en términos composicionales de tales oraciones. Tal carencia ha llevado a proponer que las subordinadas comparativas ejemplifican un caso característico de construcción gramatical no susceptible de recibir un enfoque en términos de composicionalidad sintáctica. El análisis que propondremos a continuación tiene como uno de sus objetivos contribuir a una mejor caracterización de las llamadas subordinadas comparativas de desigualdad. También intentaremos mostrar que las oraciones aditivo-sustractivas (y, por ende, las comparativas de desigualdad) admiten un análisis en estrictos términos composicionales. Nuestra argumentación seguirá dos pasos sucesivos: (a) proponer un análisis composicional para las construcciones aditivo-sustractivas y (b) mostrar que tal análisis puede aplicarse con igual provecho a las comparativas de desigualdad. Se trata, en cierta medida, de una estrategia contraria a la que ha sido adoptada comúnmente: la de caracterizar en primer lugar la clase de las comparativas y proceder después a separar de ellas las construcciones aditivo-sustractivas. El uso de la etiqueta pseudocomparativas muestra bien a las claras que el camino más transitado ha sido el opuesto al que nos proponemos recorrer aquí. N o obstante, creemos que la metodología que adoptaremos es la más adecuada, puesto que intenta dilucidar en primer término la estructura de las construcciones más simples y enfrentarse a continuación con las más complejas.

3

L a estructura d e las c o n s t r u c c i o n e s aditivo-sustractivas

3.1

Dos tipos de operadores aditivo-sustractivos

La hipótesis fundamental que vamos a aplicar para analizar todas las construcciones de (1) es la de que el núcleo de todos los sintagmas que aparecen allí en cursiva es la forma más.4 Las propiedades de selección de tal unidad derivan directamente de su función semántica de operador aditivo. 5 N o obstante, deben distinguirse dos variantes lingüísticas de más. La primera corresponde a su valor de operador conjuntivo aditivo, como se muestra en (6): 3

4

5

Martínez (1987: §4.7) señala acertadamente la existencia de zonas borrosas en la clasificación de esta clase de oraciones y aboga por considerar comparativas oraciones como (4c). En lo sucesivo, nuestro estudio se centrará prioritariamente en el estudio de los sintagmas aditivos encabezados por más. En general, su estructura es homologa a la de los correspondientes sintagmas sustractivos que tienen como núcleo a menos. Cuando tal homología no se dé, intentaremos tratar ambos casos por separado. La mayoría de los estudios sobre esta unidad la caracterizan como un cuantificador de grado o de cantidad. En cambio, nuestro análisis no atribuye las propiedades cuantificativas de las

Adición, sustracción y comparación.

(6)

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a. Dos más cuatro son seis. b. Los que nos quedamos más los que se fueron no sumábamos un centenar. c. La sentencia le condenó a pagar diez millones de indemnización más las costas del juicio.

Como puede deducirse de (6a), esta unidad, que muestra las propiedades categoriales de una conjunción copulativa, es el trasunto gramatical del operador aritmético de la suma y conserva de éste la propiedad conmutativa entre sus elementos. Así, en (6) se podría invertir el orden de los miembros: Dos más cuatro son seis, Los que se foieron más los que nos quedamos no sumábamos un centenar, La sentencia le condenó a pagar las costas del juicio más diez millones de indemnización. El operador sustractivo menos también admite este mismo uso como conjunción copulativa, aunque, en virtud de la propiedad no conmutativa de la resta, no admite la permuta de los factores: Dos semanas menos dos días son doce días no equivale, obviamente, a #Dos días menos dos semanas son doce días. El valor aditivo conmutativo correspondiente a la conjunción más no constituye la principal manifestación lingüística del operador aditivo. Los ejemplos de (7) muestran el funcionamiento de la segunda variante de más: la que lo caracteriza como operador adverbial aditivo, cuyo valor es, a diferencia del anterior, no conmutativo o asimétrico: (7)

a. b. c. d. e.

Las conversaciones durarán más. Las conversaciones durarán más días. Las conversaciones durarán dos días más. Las conversaciones durarán más de dos días. Las conversaciones durarán dos días más de los cuatro inicialmente previstos.

El paradigma de (7) parece muy complejo, pero creemos que puede darse cuenta de él de modo relativamente simple. Fijemos nuestra atención inicialmente en (7e). El interés de este ejemplo consiste en que muestra de modo explícito todas las capacidades selectivas de más. Nuestro análisis considera que el núcleo del constituyente en cursiva es más y que tal operador selecciona los sintagmas cuantificativos dos días y los cuatro inicialmente previstos en virtud de su naturaleza de operador aditivo diàdico. Es decir: el operador selecciona dos argumentos que deben expresar sendas magnitudes, de modo idéntico a como sucede en (6). ¿Qué es entonces lo que distingue el más de (7) del de (6)? Desde el punto de vista formal, la diferencia está bastante clara: en (7), una de las magnitudes seleccionadas por más aparece precedida de la marca preposicional de, mientras que la otra carece de ella. En cambio, en los ejemplos de (6) los dos sintagmas cuantificadores aparecen sin preposición introductoria. Este contraste formal refleja diferencias categoriales y semánticas importantes entre uno y otro operador. El de (6) es, como hemos dicho, una conjunción que refleja la propiedad conmutativa de la suma y dispone sus argumentos

construcciones de (1) directamente al operador más, sino a su capacidad de seleccionar dos sintagmas cuantificadores sobre los cuales efectúa la operación aditiva.

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simétricamente.6 En cambio, el más de (7) es un adverbio que presenta sus argumentos asimétricamente, ya que una de las dos magnitudes (la precedida de la marca preposicional) funciona como sumando o base de la suma, frente a la otra, que actúa como sumador o diferencial.7 Independientemente del valor temático que véhicula, del que trataremos en el §3.3, la presencia de una preposición introductora de uno de los argumentos viene dictada por principios de la teoría del caso, ya que de otro modo uno de los sintagmas seleccionados quedaría sin legitimar su marca de caso.8 El contraste entre ambos argumentos tiene que ver con la distinción entre lo dado y lo nuevo o entre el fondo y la figura: en (7e) a una magnitud de cuatro días que se supone conocida, por haber sido mencionada en el discurso previo o por conocimiento compartido de ambos interlocutores, se le añade otra de dos, con lo que se obtiene por adición un total de seis días. Una consecuencia importante de esta asimetría entre los dos argumentos del operador aditivo es que, cuando ambos aparecen expresos, el grado de especificación de la magnitud expresada por el sumando siempre ha de ser más alto que el que corresponde al diferencial, como muestra la desviación de las siguientes oraciones: (8)

a. ?*Las conversaciones durarán dos días más de cuatro. b. ??Las conversaciones durarán algunos días más de dos. c. ?*Las conversaciones durarán estos dos días más de los cuatro convenidos.

En (8a, b), tanto la base como el diferencial aparecen expresados por sintagmas indefinidos, por lo que se incumple la restricción según la cual la base ha de tener un grado de especificación mayor que el diferencial. No obstante, la desviación es menor en el segundo de los ejemplos, ya que el indefinido algunos resulta más impreciso que el numeral. En (8c) tanto la base como el diferencial se expresan por medio de un sintagma definido, lo que conculca igualmente el principio reseñado. De hecho, cuando el diferencial aparece expreso, la única posibilidad de manifestación de la base es por medio de un sintagma definido. No obstante, ni siquiera en tales casos suele ser suficiente la sola expresión de la cantidad: ?Las conversaciones durarán dos días más de los cuatro. Aunque la anterior oración resulta claramente mejor que cualquiera de las variantes de (8), la aceptabilidad mejora considerablemente si a la expresión de la cantidad se le añade algún elemento que explicite el carácter discursivamente dado de tal magnitud (los cuatro previstos, los cuatro que se anunciaron inicialmente, los cuatro de rigor, los cuatro de siempre...). Una característica importante de los sintagmas aditivo-sustractivos es que, como se deduce de (7a-d), tanto la base como el diferencial pueden quedar implícitos. En tal caso, la base se recupera discursivamente y el diferencial se interpreta como una cantidad inespecífica, cuya magnitud se ajusta en proporción a la de la base. Toda la aparente 6

7 8

Como es lógico, las posibilidades conmutativas del más conjuntivo quedan limitadas por factores pragmáticos, tal como sucede en los demás casos de coordinación copulativa: Con su desinterés, todo lo que consiguió fueron tres suspensos más una repetición de curso. Tomamos este último término de Sáez del Álamo (1997). A diferencia de las preposiciones, los adverbios no tienen la capacidad de asignar directamente caso a su argumento interno, como muestra el contraste entre sobre la mesa y encima de la mesa. En este último ejemplo, el adverbio precisa de la marca preposicional de para que quede legitimada la presencia del complemento. Sobre la asignación de caso al otro argumento seleccionado por el operador aditivo, cf. el §3.4.

Adición, sustracción y comparación.

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variedad estructural que muestran las oraciones de (7) puede derivarse de una misma estructura básica. Tomemos (7c), por ejemplo. En esta oración, el sumando no se manifiesta fonéticamente, pero su ausencia no significa que no esté implícito: en efecto, la oración sólo puede ser adecuadamente interpretada si suponemos que el oyente tiene en su mente la información de una cantidad previamente dada de días, a los se le indica que sume otros dos. El caso de (7d) puede parecer distinto, pero intentaremos demostrar que en esencia no lo es. Lo que presenta de particular este ejemplo es una base cuantificacional no definida y un diferencial elíptico. La interpretación se obtiene añadiendo a un lapso de dos días una cantidad residual de tiempo no especificada. De hecho, el diferencial puede aparecer explícito, pero siempre que se respete el principio de que debe representar un grado de explicitud menor que el señalado por la base, lo que sólo cumplen los cuantificadores imprecisos: Las conversaciones durarán {algo /poco / mucho / bastante} más de dos días. El hecho de que la base tenga en este caso interpretación inespecífica podría hacer pensar que no cumple la función de fondo. Pero no es así: en estos casos, la magnitud precedida de la preposición señala una cantidad fijada discursivamente, como en (9a), una cantidad que se considera prototípica (y por tanto identificable para el oyente) como en (9b), o una cantidad muy cercana al resultado final, como en (9c): (9)

a. - Yo creo que el paquete tardará unos diez días en llegar. - Pues yo me temo que tardará bastante más de diez días. b. Me parece que a Luis le va a costar superar esta asignatura más de un curso. c. Han llegado más de veinte cartas de protesta.

Nótese que sólo en el caso de (9c) el diferencial debe representar una cantidad residual respecto del sumando, ya que de lo contrario se incumpliría la máxima griceana de cantidad (Grice 1975). Así, si el número de cartas de protesta que han llegado ha sido de 100, no resulta adecuado emitir (9c). En cambio, en tal situación sería absolutamente normal proferir esa misma oración si tuviera una función correctiva, como la de (9a). La omisión de la base es posible, pero sólo si la magnitud representada por ella ha aparecido en el discurso previo. En cambio, la elisión del diferencial es siempre viable, gracias a que el operador más presenta un requisito de congruencia entre las magnitudes seleccionadas y, en consecuencia, la naturaleza de aquél ha de coincidir con la del sumando. Eso explica que lo que añadamos en (7d) a dos días sea una cierta cantidad no especificada de tiempo. A su vez, una oración como (7a), que presenta elusion del sumando y del diferencial, sólo será interpretable si aquél se identifica contextualmente. Así pues, podemos concluir que, independientemente de que tales elementos aparezcan expresos, en la interpretación de los sintagmas aditivo-sustractivos siempre están presentes la magnitud de la base y la del diferencial.

3.2

El más diàdico y el más de alteridad

En este punto de la argumentación, es importante introducir la distinción entre dos realizaciones sustancialmente distintas del operador adverbial aditivo. Nótese que (10a) admite dos interpretaciones, como muestran las paráfrasis de (10b, c):

20

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(10) a. En 2000, la empresa ganó 300 millones de € y en 2001, 50 más. b. En 2000, la empresa ganó 300 millones de € y en 2001,350. c. En 2000, la empresa ganó 300 millones de € y en 2001, (otros) 50. En (10b) tenemos la interpretación de más como operador aditivo diàdico, de modo que para obtener la cantidad ganada en 2001 hemos de sumar la base, expresada en el primer miembro de la coordinación, con el diferencial. Por el contrario, para obtener la interpretación proposicional de (10c) no hay que proceder a suma alguna. Por lo tanto, más no es aquí un operador diàdico, sino monàdico. Su naturaleza aditiva se ejerce en el dominio del discurso y su omisión no afecta al valor veritativo de la proposición en la que aparece: se trata de un conector que vincula la magnitud a la que acompaña con otra introducida previamente.9 En este uso, que podríamos denominar de alteridad, más se asemeja al adjetivo determinativo otro, como demuestra el hecho de que la versión de (10c) que incluye esta unidad sea paráfrasis de la lectura de alteridad de (10a). La diferencia más apreciable entre otro y el más de alteridad es que el primero añade a su valor aditivo discursivo su carácter de determinante débil, lo que explica el contraste de (11) (11) a. He comprado otro traje. b. He comprado *(un) traje más. En (11b) es necesaria la presencia de un determinante o cuantifícador al frente de la magnitud sobre la que incide el operador de alteridad, mientras que ambas funciones son desempeñadas por otro en (lia). 1 0 Esta diferencia entre ambas unidades explica la posibilidad de concurrencia de ambas en un mismo sintagma: En 2000, la empresa ganó 300 millones y en 2001, otros 50 más.

Frente a más, que admite la interpretación aditiva diàdica o la de alteridad, menos sólo acepta la interpretación sustractiva diàdica. Así, de una oración como En 2000, la empresa ganó 300 millones de € y en 2001, 50 menos sólo cabe deducir que la ganancia en el año 2001 fue de 250 millones.

3.3

La estructura de los sintagmas aditivos

Conviene plantearse cuál es la estructura de los sintagmas encabezados por el operador aditivo diàdico, como el de (7e). A la vista de tal ejemplo, parece lógico proponer un esquema estructural como el de (12):

9

10

En un modelo como el de la semántica de los ficheros de Heim (1982), el operador aditivo monàdico tendría como función el señalar que la magnitud que selecciona es congruente con otra que tiene ya ficha abierta. La operación aditiva se efectuaría, pues, en el ámbito discursivo (el total de beneficios que se menciona en (10c) es de 350 millones de € en el bienio señalado) y no en el de la interpretación proposicional de la oración en la que el operador aparece. Sobre la sintaxis del adjetivo determinativo otro, cf. Eguren / Sánchez (2002)

21

Adición, sustracción y comparación...

(12) La estructura de los sintagmas aditivos diádicos (primera aproximación) SG

SCu

A

dos días

G'

SP

G

más

de

SDet

los

SCu

cuatro previstos Siguiendo a Sáez del Álamo (1997), etiquetamos como sintagma de grado la proyección formada por el operador aditivo y sus argumentos. En (12) hemos utilizado el sistema de proyecciones sintagmáticas habitual en la teoría de rección y ligamiento. Como es sabido, en la formulación más reciente del generativismo (la teoría minimista) se prescinde de la distinción entre núcleos y proyecciones, por lo que si adecuáramos el anterior diagrama a tal supuesto desaparecerían todas las marcas de proyección, de modo que G, G' y SG serían simplemente G, SP se convertiría en Ρ y SCu se reduciría a Cu. Si atendemos a la estructura de (12), podemos concluir que en ese esquema el SQ diferencial está ocupando la posición de especificador del SG, mientras que la base o sumando funciona como complemento del núcleo. Podemos preguntarnos ahora cuál es la función que desempeña la preposición de que precede al SQ sumando. Una posible respuesta es que se trata de una mera marca de caso, inserida con el único objeto de evitar que se conculque el filtro de caso. Pero creemos que la función de tal marca tiene asimismo relación con el valor semántico que adquiere el argumento sobre el que incide: como preposición que expresa origen o fuente, de señala en (12) que el complemento que introduce es el que se toma como base de la operación aditiva que lleva a cabo el operador más. Como señala Rojas (1990: 238) respecto del de que introduce el segundo término de las construcciones comparativas: Decir que de marca un punto de referencia retrospectivo significa señalar que en las comparaciones marcadas con esta preposición, el término de la comparación se entiende como previo: representante de una norma respecto a la cual se mide el objeto comparado.

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Otro aspecto de (12) que conviene comentar es el hecho de que la lectura que recibe el sintagma los cuatro inicialmente previstos es la cuantificacional y no la individuativa. Como tendremos ocasión de mostrar más tarde, la preposición de se usa en español para introducir bases aditivas cuantitativas, mientras que las bases no cuantitativas obtenidas del seno de una proposición se introducen a través de que. Una prueba del carácter obligatoriamente cuantitativo de la base de las aditivas con de se deduce del contraste siguiente: (13) a. Las conversaciones durarán dos días más de los cuatro inicialmente previstos. b. Las conversaciones durarán dos días más de lo inicialmente previsto. c. *Las conversaciones durarán dos días más del inicialmente previsto. Mientras que las bases de los dos primeros ejemplos admiten la interpretación cuantitativa, el SDet en singular sólo acepta la interpretación referencial, por lo que no puede dar lugar a una construcción aditiva.11 Hasta aquí hemos propuesto que la estructura de las construcciones aditivo-sustractivas es la de (12). Sin embargo, la forma que presenta (7b) [Las conversaciones durarán más días] sugiere que tal esquema no refleja la estructura subyacente de estas construcciones, sino un estadio derivado. En efecto, en (7b) el SCu días es la única manifestación fonética de los componentes de la suma. Lo primero que debemos preguntarnos es si tal constituyente representa a la base o al diferencial. La respuesta parece obvia: la existencia de construcciones como Las conversaciones durarán más días de los previstos pone de manifiesto que el SCu días es el representante del diferencial. La interpretación de (7b) avala la misma idea: a una cantidad de tiempo establecida contextualmente debemos añadir otra inespecificada para obtener la duración total. Así pues, en (7b) el diferencial no aparece a la izquierda del operador aditivo, sino a su derecha. Un modo de acomodar todos estos datos a un análisis unitario consiste en suponer que la posición que ocupa el diferencial en (7b) es la básica y que, si se dan ciertas circunstancias, éste asciende a la posición de especificador del SG, como ha sucedido en (12). Tal es el análisis que se propone en Sáez del Álamo (1997) y será el que asumiremos aquí. En consecuencia, la estructura de estas construcciones (12) sería la que aparece expresada en (14):

11

El mismo fenómeno se manifiesta en las llamadas relativas enfáticas. Cuando el elemento enfático aparece en plural, son posibles la interpretación cuantitativa y la cualitativa. Así, en una oración como Es increíble los libros que lee este hombre el sintagma enfático los libros puede interpretarse cuantitativamente (=cuántos libros) o cualitativamente (=qué clase de libros). Pero con el sintagma enfático en singular referido a objetos contables, sólo es posible la lectura cualitativa, de modo que Es increíble el libro que lee este hombre no puede significar , a diferencia de Es increíble el chocolate que come este hombre, que admite ambas lecturas. Como las construcciones aditivas seleccionan bases cuantitativas y no cualitativas, (13c) resulta agramatical.

23

Adición, sustracción y comparación...

(14) La estructura de los sintagmas aditivos (segunda aproximación) SG

Esp

G'

G'

SP

G

SCu

más

días

de

SCu

los cuatro previstos

dos días El diagrama de (14) muestra el diferente comportamiento del SCu que representa al diferencial. Cuando éste no contiene un cuantificador fonéticamente realizado, aparece a la derecha del operador. Pero si incluye un cuantificador léxico, como es el caso del numeral dos en (14), el SCu se desplaza a la posición de especificador del SG, de modo que queda situado a la izquierda del núcleo G. Tal traslado también se lleva a cabo en los casos en que el diferencial contiene un elemento interrogativo o exclamativo: (15) a. ¿Cuántos días más de los cuatro previstos serán necesarios para acabar la obra? b. ¡Cuántos esfuerzos más serán necesarios para llevar a buen puerto las conversaciones! En las oraciones de (15), el elemento interrogativo o exclamativo, que se ha generado en la posición de complemento de G, se ha movido al especificador del SG como paso previo para el traslado de todo el SG al especificador de SC de la oración. El esquema de (14) permite, así pues, dar una estructura común a todas las construcciones recogidas en (7) y tratarlas como un mismo tipo de proyección, independientemente de las diferencias formales que muestran entre sí. Un análisis como el que acabamos de presentar también da cuenta satisfactoriamente de la posibilidad de tener constituyentes complejos en los que se haya aplicado recursivamente la adición. Tal es el caso de (16): (16) Las conversaciones durarán más de dos días más de los cuatro inicialmente previstos.

24

José María Brucart

La interpretación de la anterior oración incluye la suma de tres elementos: a una cantidad dada de cuatro días se le deben sumar dos días y algo más. Los esquemas de (17), reflejan las dos posibles estructuras del sintagma aditivo complejo:12 (17) a. [SG [ESP [SG más de dos días]¡ ] más t¡ [Sp de los cuatro previstos]] b. [SO más [Sp de [ SG [ESP [SCU dos días]¡ ] más t¡ [SP de los cuatro previstos]]]] La propiedad asociativa característica de la suma hace que la interpretación de las dos variantes de (17) sea indistinta. No obstante, ambos esquemas estructurales corresponden a situaciones distintas: en el primer caso, a una base de cuatro días se le suma un diferencial complejo consistente en una base de dos días más un diferencial inespecífico; en el segundo, a una base compleja resultante de la suma de cuatro días y un diferencial de dos se le añade un diferencial inespecífico. Si representamos el diferencial inespecífico por x, podemos expresar las respectivas operaciones aditivas de (17) como en (18): (18) a. [ [ χ + 2 ] + 4 ] b. [ χ + [ 2 + 4 ] ] Pese a que el valor proposicional de las dos estructuras de (17) es el mismo, es posible encontrar contextos que las distinguen nítidamente. Así, si (16) se emitiese como respuesta a una pregunta como ¿Es cierto que las conversaciones

durarán más de los cuatro

días

previstos?, la estructura que debería asignársele sería la de (17a), mientras que el análisis correspondiente sería el de (17b) si se hubiera proferido en réplica a la pregunta ¿Es cierto que las conversaciones

3.4

durarán dos días más de los cuatro

previstos?

El diferencial de las construcciones aditivo-sustractivas

Hasta aquí hemos soslayado plantearnos cómo recibe caso el diferencial. A priori, podrían proponerse dos estrategias de asignación diferentes, según cuál fuera el elemento asignador. En la primera, el SCu diferencial recibiría caso desde el exterior del SG encabezado por más. Así, en una oración como Comió dos empanadillas

más de las que le

correspondían,

el SCu dos empanadillas, situado en la posición de especificador del SG encabezado por más, recibiría caso del verbo de la oración. En tal caso, podría vincularse el ascenso del SCu a la posición de especificador del SG con su necesidad de recibir una marca de caso desde el exterior del sintagma del núcleo que lo selecciona. No obstante, esta explicación topa con múltiples dificultades, la principal de las cuales radica en que, como hemos visto, el ascenso del diferencial a la posición de especificador del SG no siempre se produce. La segunda posibilidad consiste en que sea el propio elemento aditivo el que asigne caso a su primer argumento interno, ya se encuentre éste en la posición de especificador o en la de núcleo. Una ventaja adicional de este análisis es que permite explicar el contraste de (19):

12

En (17) no hemos representado el diferencial implícito del operador aditivo que aparece más a la izquierda. Como es habitual en el modelo de principios y parámetros, t es la huella que indica la posición desde la que se ha efectuado algún movimiento. En el modelo minimista, las huellas se sustituyen por copias del elemento trasladado.

Adición, sustracción y

comparación..

25

(19) a. Contrataron a las diez personas. b. * Contrataron a las diez personas más de las previstas. c. Contrataron (a) diez personas más de las previstas. En (19a) el complemento directo recibe caso acusativo del verbo de la oración. En cambio, la mala formación de (19b) muestra que en las construcciones aditivas el diferencial no puede ser un SDet, como hemos mencionado en §3.1. Un modo de explicar este comportamiento idiosincrásico consiste en suponer que es el operador aditivo la unidad que asigna caso al diferencial y que tal entidad sólo puede atribuir caso partitivo, por lo que queda descartada la presencia de un SDet en tales contextos.13 Una diferencia importante entre el más del español y el plus del francés es que aquél muestra una versatilidad en la asignación de caso de la que éste carece, como muestran las oraciones de (20): (20) a. b. c. d. e.

Il a acheté deux livres de plus. Il a acheté plus de deux livres. *I1 a acheté deux livres de plus des quatre qu'il avait prévu. Il a acheté deux livres de plus que les quatre qu'il avait prévu. Il a acheté deux livres en plus des quatre qu'il avait prévu.

En (20a, b), el operador aditivo aparece con un diferencial y una base explícitos, respectivamente. En el primer caso, el operador debe ir precedido de la preposición de, que es la que dota al complejo de plus de la capacidad de acoger un SCu en la posición de especificador. Por lo tanto, a diferencia de su contrapartida en español, plus no puede asignar caso por sus solos medios, como se pone de manifiesto en el contraste entre plus de souvenirs y más recuerdos. La agramaticalidad de (20c) tiene que ver presumiblemente con la imposibilidad de recurrir por dos veces a la misma preposición para asignar caso. La buena formación de (20d), con una base introducida por que, parece confirmarlo.14 Finalmente, en (20e) la presencia de dos preposiciones (en y de permite la asignación de caso a cada uno de los dos argumentos). Ya se ha indicado que la interpretación que adopta el diferencial en las construcciones aditivas que estamos estudiando es la cuantificacional y no la referencial, lo que explica por ejemplo la agramaticalidad de (19b). No obstante, en circunstancias particulares el diferencial puede aparecer precedido de determinantes y, por consiguiente, tener valor definido, como en (21):

13

14

Sobre la distinción entre los casos estructurales nominativo y acusativo y el caso inherente partitivo, cf. Belletti (1988). Una consecuencia inmediata de la asignación del caso partitivo, según Belletti, es la interpretación indefinida del elemento que recibe tal marca. La restricción de definitud que actúa sobre los sintagmas aditivo-sustractivos es similar a la que afecta a las construcciones partitivas: *Los cuatro libros de los doce que compramos tenían una página en blanco. Resulta interesante constatar que el complejo de más también se usa en español, pero para señalar exceso respecto de una magnitud que se considera suficiente y que ha sido previamente fijada en el discurso. Así, Ha comprado dos entradas de más equivale a Ha comprado dos entradas más de las necesarias. La forma compleja de más es incompatible con la expresión de la base, sea cual sea el elemento que la introduzca: *Ha comprado dos entradas de más {de / que} las necesarias.

José María Brucart

26

(21) a. Esos dos días más serán muy problemáticos. b. Las diez personas más que contrataron resultaron decisivas. (Cf. 19) c. Los dos jugadores menos con que hubo de jugar el equipo en la segunda parte fueron un hándicap insuperable. Los sintagmas aditivos determinados de (21) presentan algunas características que los distinguen de los sintagmas aditivo-sustractivos propiamente dichos. En primer lugar, no es posible incluir en ninguna de las oraciones anteriores el sintagma preposicional que representa la base: (22) a. *Esos dos días más de los cuatro previstos serán muy problemáticos. b. *Las diez personas más que contrataron de las doce resultaron decisivas / *Las diez personas más de las doce que contrataron resultaron decisivas. c. *Los dos jugadores menos de los once con que hubo de jugar el equipo fueron un hándicap insuperable. Por otra parte, la designación del correspondiente sintagma alude estrictamente al diferencial y no incorpora en ningún caso a la base. Así, en (21b) la cualidad de decisivo se atribuye estrictamente a las diez personas adicionales aludidas, no al resto de los contratados. De hecho, en estos ejemplos, más puede ser sustituido por el adjetivo adicional. También es posible la conmutación por de más o de menos, locuciones que como ya hemos dicho no admiten la expresión de la base. Finalmente, los sintagmas de (21) sólo pueden aparecer si en el discurso inmediato se ha hecho mención previa del diferencial en una construcción aditivo-sustractiva canónica. Por todo ello, puede concluirse que los ejemplos de (21) no contienen verdaderos sintagmas aditivo-sustractivos, sino que incluyen sintagmas determinantes que reproducen el diferencial característico de las construcciones mencionadas. Su estructura sería la que se refleja en (23), donde más adquiere el valor de operador monàdico seleccionado por el núcleo del SDet: (23) [sDet esos [SG [esp [scu dos días ]¡ ] más t, ] ] Un modo de explicar la imposibilidad de que a una estructura como la de (23) se le pueda incorporar una base constituida por un SDet consiste en recurrir a una restricción similar a la que en el modelo de rección y ligamiento se conoce como condición de i dentro de i (): el índice referencial del SDet encabezado por el demostrativo debería incluir como un subconjunto propio, en virtud de la operación aditiva efectuada por más, el correspondiente al SDet que expresa la base. Pero eso implicaría que la referencia de este último sintagma aparecería duplicada. Que la agramaticalidad de (22) deriva del carácter determinado de la base lo demuestra la buena formación de (24): (24) a. Esos más de diez días serán muy problemáticos. b. Las más de cien personas que contrataron resultaron decisivas. c. Los menos de diez millones que todavía debe podrá cómodamente.

devolverlos

En estos ejemplos la base es indefinida y el diferencial inespecífico, lo que permite que la referencia del SDet no coincida con la del diferencial: en (24a) se designa un período temporal que incluye como subconjunto propio los diez días aludidos por la base; en (24b)

Adición, sustracción y

comparación..

27

resulta decisivo un conjunto de personas cuya cardinalidad supera las cien mencionadas, y el sujeto de (24c) no designa la cantidad que falta para alcanzar los diez millones, sino esos diez millones menos el diferencial. A la vista de (23), surge la pregunta de por qué no atribuirles a estas construcciones la estructura de (25), en donde el demostrativo se genera dentro del diferencial: (25)

[ S G [ Es p [sDet

esos [scu dos días ] ]¡ ] más t¡ ]

Hay diversos argumentos en favor de (23). En primer lugar, es obvio que (25) conculca el principio que prohibe que el diferencial se exprese en el interior de la construcción aditiva como un SDet. En cambio, (23) respeta tal restricción, ya que el demostrativo selecciona la construcción aditiva y, por lo tanto, no forma parte de ésta. Por otra parte, si la estructura de (25) fuese correcta, la prohibición de que estas construcciones incluyan una base debe ser estipulada, no deducida de algún principio fundamentado. En cambio, si la estructura correspondiente es la de (23), el conflicto de referencia que se produce entre el índice correspondiente al SDet demostrativo y el de la base permite derivar tal incompatibilidad. Finalmente, también pueden aducirse argumentos empíricos para defender la primera estructura sobre la segunda. Nótese el contraste de (26):15 (26) a. ?*Contrataron a las diez personas más. b. Las diez personas más que contrataron resultaron decisivas. En (26a) se manifiesta el efecto de definitud que afecta al diferencial de las construcciones aditivas. En este contexto, la gramaticalidad de (26b) resulta sorprendente si suponemos que el antecedente de la relativa es todo el SDet. Pero, como señala Browning (1987: 130), las relativas especificativas superan sin problemas el efecto de definitud, según se deduce del contraste de (27): (27) a. *Había las dos personas más en la cola. b. Las dos personas más que había en la cola protestaron. Una manera de explicar este comportamiento es suponer que el antecedente de las relativas especificativas no incluye el determinante, de modo que en (27b) tal entidad es dos personas más y no todo el SDet que precede a la relativa.16 Al no estar incluido el determinante en el antecedente de la relativa, no se produciría violación del efecto de definitud en (27b). Esta misma explicación predirla el contraste de (26). Tal enfoque es congruente con la estructura de (23), pero no con la de (24). Una consecuencia interesante del análisis que estamos defendiendo es que predice que puede haber dos niveles distintos a los que vincular una relativa especificativa en estas construcciones. Tal previsión se ve confirmada por la ambigüedad de oraciones como (28): 15

16

La débil fuerza anafórica del artículo no parece bastar para legitimar un SDet que seleccione una construcción aditivo-sustractiva en posición de argumento interno. En cambio, la mayor capacidad anafórica del demostrativo convertiría la anterior oración en gramatical (Contrataron a esas diez personas más). Kayne (1994) propone un análisis en el que el antecedente de la relativa, que no incluye tampoco el determinante, asciende desde el interior de la subordinada al especificador de SC, de modo que en (27b), dos personas más se habría generado como argumento interno del verbo impersonal y luego subiría a dicha posición. Para un análisis similar, cf. Bianchi (1999; 2000).

28

José María Brucart

(28) a. Contrataremos dos personas más que sepan inglés. b. La policía ha detenido a dos sospechosos más que merodeaban por la zona del crimen. La relativa de (28a) lleva el verbo en subjuntivo, por lo que debe considerarse necesariamente especificativa. El antecedente puede ser dos personas o dos personas más, según muestran los esquemas de (29):17 (29) a. [so [ESP [scu dos personas ]¡ ] más [ t¡ que sepan inglés ] ] b. [SG [ESP [scu dos personas ]¡ ] más t¡ ] que sepan inglés ] ] ] La interpretación que corresponde a las dos estructuras anteriores es distinta. En (29a), no es necesario que el resto de las personas contratadas sepan inglés, ya que sólo se atribuye esta cualidad a las dos personas designadas por el diferencial. En cambio, la lectura que se deduce de (29b) asigna el conocimiento del inglés a todas las personas contratadas, dado que el antecedente de la relativa es dos personas más. En (28b) se reproduce la ambigüedad: en un caso sólo dos de los sospechosos han sido detenidos cuando merodeaban por la zona del crimen y en el otro todos los detenidos han sido apresados en tal lugar. Hasta aquí, hemos propuesto un análisis que permite englobar en un mismo complejo estructural (el de las construcciones aditivo-sustractivas) todo el variado elenco de oraciones de (7). El esquema propuesto refleja transparentemente la interpretación semántica de estas oraciones, tanto en su variante aditiva, en la que a una cantidad conocida o identificable (la base) se le añade una segunda magnitud (el diferencial), como en su versión sustractiva (dos días menos de los cuatro previstos),

en la que la operación se lleva

a cabo entre un minuendo conocido o identificable y un sustraendo. En el próximo apartado estudiaremos algunas diferencias en el comportamiento de los cuantificadores que forman parte del diferencial.

4

El ascenso del SCu al especificador del SG en las construcciones aditivas

La relación entre el operador más y el SCu que representa al diferencial es compleja. Ya hemos visto anteriormente que la posición superficial que éste ocupa varía. Los ejemplos de (30) reflejan todavía mayores diferencias:18 17

Supondremos que, en el caso de que el antecedente no incluya al operador aditivo, la relativa queda separada del resto del diferencial por el ascenso del SCu a la posición de especificador del SG. El motivo de que la subordinada, que de hecho forma parte del diferencial, no acompañe al SCu parece estar relacionado con criterios de pesantez estructural. El tipo de extraposición que comentamos es similar al que se produce en otras construcciones de ascenso: ¿Qué dijo Luis que ha provocado tanta polémica? (cf. Luis dijo algo que ha provocado mucha polémica), ¿Cuántas políticos conoces que sepan escribir un buen discurso? (cf. Conozco pocos políticos que sepan escribir un buen discurso). En el análisis de Kayne (1994), el operador aditivo de (29a) se generaría fuera de la subordinada, mientras que el de (29b) procedería del interior de ésta.

Adición, sustracción y

(30) a. b. c. d. e. f. g. h.

comparación.

29

Leyó más libros. Leyó dos libros más. *Leyó más dos libros. Leyó algunos libros más. *Leyó más algunos libros. Leyó {muchos / bastantes / pocos} libros más. *Leyó más {muchos / bastantes / pocos} libros. Leyó {muchos / bastantes / pocos} más libros.

La generalización descriptiva que se deduce de los anteriores datos puede expresarse del modo siguiente: (a) cuando el diferencial no lleva cuantificador léxico, como en (30a), permanece en su posición de complemento del operador aditivo; (b) cuando el diferencial incorpora un cuantificador léxicamente realizado (cf. 30b, d, f), se traslada al especificador del SG, y (c) cuando el cuantificador incluido en el diferencial es mucho, bastante o poco, el cuantificador puede ocupar el especificador del SG y el SN cuantificado puede quedarse en su posición básica, a la derecha del operador aditivo (cf. 30h). Lo primero que hay que explicar es el motivo por el cual se produce el ascenso del SCu diferencial en (30b, d, f). Sáez del Álamo (1997: 165) propone asociar dicho movimiento al rasgo [+ diferencial] que incorporan los operadores más y menos. Tal rasgo debe ser cotejado en la posición de especificador del SG por un SCu para satisfacer los requisitos selectivos del núcleo. Creemos que esta propuesta es en esencia correcta. Recordemos que, en nuestro análisis, más es un operador que selecciona dos magnitudes y las combina para formar un SG. A diferencia del más conmutativo, que es una conjunción coordinante, el más asimétrico trata a las dos magnitudes que combina de modo desigual: la base actúa como fondo u origen y el diferencial como figura o foco. Probablemente, de este carácter focal deriva la obligación de ascender al especificador del SG para legitimar tal proyección. 19 La cuestión que se plantea a continuación es por qué aparentemente no se produce tal ascenso en (30a). La clave de la respuesta a esta pregunta nos la da el comportamiento de 18

19

La agramaticalidad de (30c, e, g) se refiere, naturalmente, a la lectura en la que dos libros, algunos libros y muchos libros, respectivamente, se interpretan como diferencial de la construcción aditiva. Marginalmente, tales oraciones tienen otra lectura, en la que más alude a la reiteración del evento. Que es el operador aditivo-sustractivo el que legitima la aparición del SCu a su izquierda lo demuestran contrastes como dos metros más alto / *dos metros alto. En cambio, como señala Sáez del Álamo (1997: 163, n. 3), en inglés el equivalente de esta última forma es gramatical (two meters tall). También lo es en italiano, con el orden inverso (alto due metri). En francés, en cambio, el sintagma de medida debe ir introducido por una preposición (haut de deux mètres). En español debería usarse un nombre precedido de preposición (dos metros de altura o dos metros de alto). El carácter invariable de alto en el segundo caso ha llevado a clasificar esta forma como sustantivo y no como adjetivo (cf. DCRLC: s. v. alto). Una diferencia interesante entre el español y el inglés es que los predicados con que se combinan tales sintagmas son distintos: mientras que en inglés aparecen típicamente con el verbo copulativo (The wall is one meter high), lo que lleva a pensar que lo que se selecciona es la propiedad, en español aparecen con verbos como tener o medir, que seleccionan directamente la magnitud (El muro {tiene / mide} un metro de altura). Volveremos sobre este contraste en el §7.2. Para una visión panorámica muy completa de los aspectos relacionados con esta cuestión, véase Bosque (1999: §4.2.2.1).

30

José María Brucart

ciertos cuantificadores, como mucho, bastante y poco, que pueden llevar a cabo el ascenso en solitario, como se ve en (3 Oh). Supongamos que el ascenso al especificador del SG es siempre obligatorio, tal como muestran los cuantificadores léxicos, y que, tal como propone Sáez del Álamo (1997: 165, n. 6), en (30a) se ha producido el ascenso de un cuantificador vacío al especificador de SG, según muestra (31): (31) [SG [ESP 0¡ ] más [SCu t¡ [SN libros] ] ]

t

I

De hecho, la presencia de un cuantificador vacío como el que se traslada en (31) ha sido propuesta independientemente. Así, Longobardi (1994) supone que los «plurales escuetos» {bare plurals), como el SN libros del ejemplo que comentamos, siempre van precedidos de un determinante vacío que se legitima habitualmente por rección de un núcleo léxico (como el verbo): Vende libros. En las lenguas románicas, el valor de estos sintagmas es siempre existencial e inespecífico, por lo que el determinante al que alude Longobardi pertenecería a la clase de los cuantificadores o determinantes débiles.20 En el caso que nos ocupa, el cuantificador vacío quedaría regido por más y su ascenso a la posición de especificador del SG se debería a la necesidad de cotejar el rasgo [+ diferencial] del operador aditivo.

4.1

El comportamiento de los cuantificadores imprecisos

Como hemos visto, ciertos cuantificadores léxicos pueden ascender al especificador del SG sin ir acompañados del SN. Se trata de muchos, bastantes y, en menor medida, de pocos.21 Parece que esta clase ha experimentado cambios en la historia del español. Así, el CORDE y el DCRLC dan noticia de construcciones de ascenso del cuantificador en solitario con algún (alguna más venganza, alguna más esperanza, alguna más razón, algunos más detalles, algunos más elementos, algunas más palabras, algunas más razones, algún más fin) y otro (otros más bienes, otros más menesteres, otros más bueyes, otros más planetas, otros más puertos, otros más pueblos). Los testimonios llegan hasta comienzos del siglo XX y todavía hoy aparecen atestiguados algunos casos aislados de ascenso con el cuantificador otros. Así, según datos del CREA, en 1985 aparece usado el sintagma muchos otros más métodos en el diario madrileño ABC y en fecha tan reciente como el 29 de octubre de 1998 un senador mexicano hablaba en la cámara alta de su país de otros más métodos. En cambio, el ascenso de demasiado en solitario no aparece atestiguado ni en el CORDE ni en el DCRLC. 20

21

La distinción entre determinantes fuertes y débiles fue propuesta por Milsark (1977). La frontera entre ambas clases viene marcada por el llamado efecto de definitud: mientras que los determinantes débiles pueden encabezar los sintagmas que aparecen en las construcciones existenciales con haber impersonal (Había {algunos / dos /pocos / muchos / unos / 0} niños en el patio), la presencia de los fuertes da lugar a agramaticalidad (*Había {los /esos /sus} niños en el patio). Muchos hablantes que admiten la extracción en solitario de mucho y bastante rechazan la de poco. N o obstante, el CREA registra múltiples ejemplos de tal construcción: pocos más caballos, pocos más años, pocas más patas de gallo, poca más vida, entre otros.

31

Adición, sustracción y comparación..

De los datos evolutivos que acabamos de mencionar se deduce que, en un primer estadio, el español permitía el ascenso en solitario de los cuantifícadores no numerales. Posteriormente, tal clase ha ido quedado limitada a la de aquellos que, además de contener un operador existencial, añaden una especificación del grado relativo correspondiente a tal cuantificación. Sáez del Álamo (1997: 169-170) caracteriza la clase de los cuantifícadores que pueden experimentar ascenso en solitario a la posición de Especificador del SG como la de aquellos que tienen la posibilidad de funcionar como atributos en español: (32) a. Tres libros son muchos / bastantes / pocos. b. *Tres libros son algunos / numerosos / varios / tres. Para reflejar la diferencia entre las dos clases de cuantifícadores de (32), el autor propone generar los de (32a) en la posición de especificador del SCu, mientras que los de (32b) ocuparían la posición de núcleo, como se muestra en (33):22 SCu

(33) a.

Cu

dos algunos numerosos varios

SCu

SN

libros

libros Los cuantifícadores de (33a) ocupan la posición de núcleo del SCu y, por lo tanto, deben ser extraídos juntamente con su complemento SN, ya que de lo contrario violarían el principio que impide que un núcleo pueda trasladarse a una posición de especificador. En cambio, los de (33b) son proyecciones máximas situadas en el especificador del SCu, por lo que tienen la capacidad de experimentar el ascenso por sí solos. Como se desprende de la representación de (33b), el núcleo de toda la construcción es un elemento vacío. Zamparelli (2000: §6.3.1) justifica tal entidad en los siguientes términos:23

22

23

Al proponer esta distinción, Sáez (1997) adopta una sugerencia de Zamparelli, desarrollada posteriormente en el marco de su teoría de la determinación y la cuantificación de los sintagmas nominales (cf. Zamparelli 2000). Para este autor, frente a los numerales cardinales, que son siempre núcleos de una proyección funcional, los numerales imprecisos o vagos comparten propiedades morfológicas con los adjetivos. De ahí que, siguiendo la sugerencia de Cinque (1994) de generar los adjetivos en la posición de especificador, les atribuya un origen diferente al del resto de los numerales. Zamparelli trata como determinantes las proyecciones cuantificacionales de (33). De ahí su alusión a una posición D°, que sería nuestro Cu.

32

José María Brucart One of the ways to realize spec-head licensing of an empty D° head was the insertion of a quantificational maximal projection in [Spec, D°], [...] The underlying idea is that while a lexically filled head with independent meaning may treat the content of its specifier as a semantic modifier [...] a lexically and semantically empty head draws its meaning entirely from the meaning of its specifier, when present.

A la vista de la estructura de (33b) es posible explicar la subida del cuantificador en solitario: al ser una proyección máxima, el SCu ubicado en el especificador puede moverse al especificador del SG. Lo que ya no resulta tan claro es por qué se da demás la otra opción, en la que el cuantificador arrastra al SN y, por lo tanto, lo que asciende es el SCu más alto. Una cuestión que plantea el contraste entre muchos libros más y muchos más libros es la de si el significado de ambos sintagmas es exactamente el mismo. Una característica notable de los cuantificadores imprecisos es que pueden referir a la cardinalidad objetiva de un conjunto de elementos o bien pueden representar una evaluación (objetiva o cualitativa) de ésta formulada por el hablante. La existencia de esta última posibilidad es lo que explica que no se dé contradicción en oraciones como las de (34): (34) a. Un poco de Magno es mucho. [Anuncio publicitario de una marca de coñac] b. Dos errores en un examen como éste son muchos. c. Treinta años de cárcel para él son todavía pocos si se tiene en cuenta lo que hizo. En las anteriores oraciones, el cuantificador que funciona como atributo refleja una evaluación cualitativa del hablante y, por ello, no se produce contradicción con el que aparece en la posición de sujeto, que describe una cantidad objetiva. La idea que queremos defender aquí es que el ascenso en solitario del cuantificador impreciso corresponde al uso evaluativo, mientras que los casos en que el SN acompaña en su subida a aquél se relacionan con el valor objetivo de estas unidades.24 La existencia de una lectura evaluativa en los cuantificadores imprecisos aproxima a estas unidades a los cuantificadores de grado, que también reflejan la ambigüedad que estamos presentando.25 Una consecuencia lógica del enfoque que estamos proponiendo es que los sustantivos no contables tenderán a favorecer la lectura evaluativa sobre la proporcional y, en consecuencia, aparecerán con mayor frecuencia desligados del cuantificador impreciso en las construcciones aditivo-sustractivas. Así, el CREA proporciona 52 casos de la secuencia mucha más gente frente a sólo 7 de mucha gente más; 5 casos de mucha más agua y ninguno de su versión alternativa mucha agua más\ 2 casos de mucho más alimento y ninguno de mucho alimento más.

24

25

En la bibliografía se suele distinguir entre una interpretación proporcional o fuerte de los cuantificadores imprecisos y otra cardinal o débil (cf. Herburger 2000; Zamparelli 2000: §6.3). No obstante, tal contraste no coincide con el que estamos presentando: lo que denominamos valor objetivo implica siempre una interpretación proporcional, pero el uso evaluativo admitiría ambas lecturas. El hecho de que se atestigüen casos de subida en solitario del cuantificador existencial algún podría explicarse por el valor secundario de cuantificador impreciso que tal unidad puede adoptar en algunos dialectos, en los que toma el valor de .

Adición, sustracción y comparación.

33

Para reflejar la diferencia entre los dos valores que admiten los cuantificadores imprecisos se puede proponer que en su variante proporcional funcionan como el resto de los numerales y, en consecuencia, se generan en la posición de núcleo del SCu. De este modo, a los cuantificadores que aparecen en la lista de (33a) deberían añadírseles los imprecisos proporcionales. Por el contrario, en su variante evaluativa se comportarían como proyecciones máximas que se generan en el especificador del SCu, tal como refleja la estructura de (33b). La subida del diferencial en el primer caso arrastraría al SN, mientras que en el segundo sólo se desplazaría el especificador. Este análisis refleja adecuadamente las propiedades comunes que deben satisfacer los cuantificadores que tienen la capacidad de ascender en solitario en las construcciones aditivo-sustractivas. No obstante, en la lista de (33b) hay dos ausencias notables: la del cuantificador impreciso demasiado y la del cuantificador nulo al que nos referimos en (31). Nos ocuparemos de ambos en los dos apartados siguientes.

4.2

Demasiado y las construcciones aditivo-sustractivas

El cuantificador demasiado cumple en apariencia todos los requisitos para ser uno más de los que admiten lectura evaluativa. Nótese, por ejemplo, que si aplicamos a este cuantificador la prueba de (32), demasiado se alinea con poco, bastante y mucho y contrasta con el resto: Tres libros son demasiados. La pregunta obvia es por qué este cuantificador no funciona como diferencial de las construcciones aditivo-sustractivas. En nuestro idiolecto, las secuencias de (35) son agramaticales: (35) a. ?*Ha leído demasiados libros más. b. *Ha leído demasiados más libros. c. *Ha leído demasiados libros más de los cuatro que le recomendé. Creemos que el motivo de la mala formación de las secuencias anteriores está relacionado con el particularidades léxico-semánticas de demasiado. Por una parte, conviene notar que se trata de un cuantificador morfológicamente complejo, que incluye entre sus formantes al propio operador aditivo precedido de la preposición de. Como la locución de más, demasiado no admite la expresión de la base. Pero además, a diferencia de aquella entidad, demasiado no acepta tampoco la expresión del diferencial, a pesar de que lleva envuelta tal noción: *dos libros demasiados, frente a dos libros de más. Una característica relevante de este cuantificador, que quizás explique su funcionamiento defectivo en las construcciones que estamos estudiando, es que su designación incluye la idea de cantidad excesiva como resultado de la suma de dos componentes cuantitativos que no pueden segregarse: por un lado, la noción de cantidad suficiente y, por otro, la de un diferencial por exceso.26 Así, de una oración como Tres libros son demasiados es imposible deducir si el número de libros que se consideran suficientes es imo o dos. Por ese mismo motivo, tampoco es posible determinar el diferencial entre la magnitud suficiente y la excesiva. Todo ello convierte a

26

Recuérdese que el diferencial de la locución de más remite igualmente a la noción de cantidad excesiva.

34

José María Brucart

demasiado en un candidato poco apto para expresar el diferencial de una construcción aditivo-sustractiva. Los datos del CREA y del CORDE parecen avalar tal incompatibilidad: no hemos obtenido ninguna concordancia en esas bases de datos que correspondiera a la combinación de demasiado (en sus distintas formas flexivas) con más y menos y tampoco hemos hallado dato alguno de la combinación demasiado Ν más tras probar con los nombres cosa, persona, tema y tiempo. En cambio, una consulta similar en el buscador Google (www.google.com) nos ha permitido localizar algunas de las combinaciones referidas. Así, en la página española www.gamespot-es.com/pc.gamespot/deportes/esl/review.asp, en la que se evalúa un videojuego, puede leerse: Los jugadores se representan con demasiados más sprites de los deseadosΡ Por su parte, en la página mexicana www.mediotiempo.com/editorial/ver_mas.php?id_columna=989, perteneciente a un foro de discusión sobre el fútbol de aquel país, un aficionado afirma que En México, aunque usted no lo crea, hay demasiados más jugadores que bien podrían suplir a nuestro Guau en cualquier momento. Lo interesante de los ejemplos anteriores es que atestiguan la subida de demasiado en solitario, como resulta previsible por su carácter de cuantificador impreciso. En el mismo motor de búsqueda hemos encontrado concordancias para los sintagmas demasiadas más ocasiones y demasiadas más cosas. También se registran casos de subida del nombre: demasiadas personas más y demasiados días más. En conclusión: la renuencia de demasiado a aparecer en las construcciones aditivo-sustractivas puede relacionarse con sus especiales características léxico-semánticas. No obstante, los hablantes que admiten su uso en estas oraciones lo identifican como miembro de la clase de los cuantificadores imprecisos, como mucho, poco y bastante.

4.3

La naturaleza del diferencial nulo

La distinción entre dos clases de cuantificadores léxicos, que queda reflejada en las estructuras de (33), plantea la necesidad de decidir a cuál de ellas se vincula el cuantificador vacío que funciona como diferencial en Leyó más libros. Ya hemos señalado en (31) que, en virtud del análisis que aquí se defiende, hay que suponer que el cuantificador vacío asciende a la posición de especificador del SG para cotejar el rasgo léxico [+diferencial] de que está dotado el operador aditivo o sustractivo. Tal ascenso nunca arrastra al SN (*Leyó libros más), lo que lleva a pensar que el cuantificador vacío se ubica siempre en el especificador del SCu y que su valor es el de una proyección máxima. En favor de esta idea puede aducirse el hecho de que este tipo de construcciones son las que reciben siempre interpretación inespecífica, por lo que la oposición entre una lectura fuerte y otra débil nunca se da. Esto establece una diferencia entre el cuantificador nulo y el resto de los cuantificadores imprecisos, que oscilan entre la interpretación proporcional (fuerte) y la evaluativa (débil).

27

El anglicismo sprites refiere a los elementos gráficos de un videojuego.

Adición, sustracción y comparación.

5

Las construcciones aditivo-sustractivas con base no cuantitativa

5.1

Algunas características generales

35

En el grupo de las oraciones consideradas pseudocomparativas figuran las que Gutiérrez Ordófiez (1994b) y Sáez del Álamo (1999) denominan aditivas:28 (36) a. Compró más libros que «El Decameron». b. Juan vio más personas que (a) Luis. (Sáez del Álamo 1999: 1167) c. Pusieron ese film en más cines que (en) el Lido. (Sáez del Álamo 1999: 1168) d. Verá a más personas que a ti. e. Juan compró más que ese libro. (Sáez del Álamo 1999: 1169) Como ya hemos indicado, los dos autores mencionados opinan que las oraciones anteriores no están vinculadas con las comparativas y que su estructura tampoco se identifica con la de las oraciones que hemos estudiado en los apartados precedentes. El análisis que vamos a proponer para ellas las caracteriza como un tipo particular de construcción aditiva: el que denominaremos aditivas de base no cuantitativa. La diferencia fundamental entre las aditivas estudiadas hasta ahora (que denominaremos de base cuantitativa) y las de base no cuantitativa es que, mientras que en las primeras la base expresa una magnitud (cantidad o grado), en las segundas representa primariamente individuos o propiedades. 29 La primera consecuencia de esta divergencia es que las codas de las aditivas de base no cuantificacional pueden incluir sintagmas sin ningún tipo de cuantificación, como nombres propios (36a-c), pronombres personales en singular (36d) y descripciones definidas en singular (36e). Tales sintagmas jamás podrían formar parte de una aditiva de base cuantificacional. En todas las oraciones de (36), las clases de elementos que se suman mantienen entre sí una relación léxica de inclusión. Dicho de otro modo: la clase de individuos expresada por la base es una subclase de la expresada por el diferencial. 30 Ello resulta patente en (36a-d), ya que el diferencial expresa la clase léxica incluyente: «El Quijote» es un libro, Luis es una persona, el Lido es un cine, tú eres una persona. La falta de la relación de inclusión

28

29

30

Como se desprende del uso que venimos haciendo de él a lo largo del trabajo, el término construcción aditiva tiene para nosotros un contenido más general que el que le otorgan los mencionados autores. Las aditivas cuantitativas pueden llevar bases que no incluyan explícitamente la cuantificación, pero deben aludir a una cantidad o grado típicos identificables pragmáticamente (Recibió muchos más aplausos de los esperados; Estuvo más tiempo del habitual·, Es más alto de lo normal) o discursivamente (Donó dos millones más de los prometidos). Así, la base de No compraré más libros de los estrictamente necesarios alude al número de libros que se comprarán, mientras que No compraré más libros que los estrictamente necesarios remite al conjunto concreto de libros que serán adquiridos, como intentaremos explicar en el §5.3. En palabras de Gutiérrez Ordóflez (1994b: 33), diferencial y base deben cumplir en estas construcciones las tres condiciones siguientes: «a) Han de ser isocategoriales; b) Han de desempeñar la misma función sintáctica; c) La designación del segundo término ha de estar incluida en la clase designativa del primero».

36

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entre base y diferencial convierte en agramatical una secuencia como *Compró más yogures que «El Decameron», excepto en el caso de que la base corresponda a una marca de yogures. En (36e) no hay una referencia explícita a la clase de objetos que se suman, pero su naturaleza se deduce por procedimientos contextúales, ya que los rasgos de selección verbal permiten determinar tal clase: la de los objetos comprados. Las construcciones de base no cuantitativa que denotan inclusión sólo pueden ser aditivas, debido a sus especiales restricciones léxico-semánticas: *Juan compró menos que esos libros. En cambio, como veremos en el §5.3, la variante sustractiva es posible cuando la construcción de base cuantitativa no es inclusiva: Juan compró menos libros que esos. Una característica notable del español es que usa el operador aditivo más para la formación de este tipo de construcciones aditivas inclusivas. Otras lenguas románicas recurren a entidades distintas de las del operador aditivo por antonomasia para expresar tal contenido. Así, el francés usa el adjetivo determinativo autre: Il a acheté d'autres livres que «Le Décaméron», Jean a vu d'autres personnes que Louis, Ils ont passé ce film dans d'autres cinémas que le Lido, Il verra d'autres personnes que toi. Algo similar sucede en catalán: Va comprar d'altres llibres, a més d'«El Decornerò»

5.2

La adición o sustracción de grados en las aditivas de base no cuantitativa

Las aditivas de base no cuantitativa también pueden expresar la suma o la sustracción de grados correspondientes a una propiedad: (37) a. Es más que inteligente. b. Está poco menos que desahuciado. La oraciones anteriores presentan particularidades dignas comentario. En (37a) la operación aditiva se efectúa entre grados de propiedades escalares. La base remite al grado típico atribuible a la propiedad señalada, que aparece implicito.32 A tal grado se le une un diferencial inespecífíco o impreciso, de modo que se obtiene un grado de la escala que excede aquel que representa la medida típica. Así, a partir de tal oración son posibles continuaciones como Es inteligentísimo o Es genial. En el primer caso, la adición da como resultado una intensificación de la propiedad aludida en la base. En el segundo, esa misma operación redunda en un cambio cualitativo de la propiedad. Como señala acertadamente Gutiérrez Ordóñez (1994b: §5.8), en estas oraciones no se da la relación de inclusión léxica de la base que caracterizaba a las aditivas estudiadas en el anterior apartado. De ahí que sean posibles las variantes sustractivas, como en (37b), en donde al grado típico asignable a desahuciado se le reduce una cantidad marginal expresada por el cuantificadorpoco.

31

32

Esta última construcción también es posible en español: Compró otros libros, además de «El Decameron». Nótese que en esta oración el operador aditivo es además. A diferencia del francés, ni el español otro ni el catalán altre aceptan un complemento que exprese la base de la operación aditiva (*Compró otros libros que «El Decameron»). N o obstante lo anterior, debe señalarse que en contextos negativos la aparición de tal elemento es posible: No tiene otra fuente de ingresos que su trabajo. Tal como sucede habitualmente con las propiedades escalares: Luis es inteligente.

Adición, sustracción y

comparación..

37

Lo que convierte a estas oraciones en construcciones no cuantitativas es que el grado correspondiente a la base se deduce de la mera expresión de la propiedad. Cuando la base contiene solamente el grado, se recurre a una construcción cuantitativa y, en consecuencia, aquélla va introducida por de: Es más inteligente de lo normal, Está menos desahuciado de lo que muchos creen. Esta última oración corresponde a uno de los dos tipos de estructuras comparativas que estudiaremos en el §6.

5.3

Otras construcciones aditivo-sustractivas de base no cuantitativa: la alternancia entre que y de

Las dos clases de construcciones de base no cuantitativa estudiadas hasta ahora tienen como rasgo común el no admitir versiones cuantitativas: es decir, que ni en los ejemplos de (36) ni en los de (37) es posible conmutar que por de como elemento introductor de la base. No obstante, cuando ésta adquiere una forma compatible con la interpretación cuantitativa, el contraste entre ambas clases es posible. Así, junto a las construcciones de (38), de base no cuantitativa, tenemos las de (39), de base cuantitativa: (38) a. b. c. (39) a. b. c.

Pescó más que dos jargos. (Gutiérrez Ordóñez 1994b: 43) No llevaba más que 10 € en el bolsillo. Tomó más pastillas que las cuatro que le recetaron. Pescó más de dos jargos. (Gutiérrez Ordóñez 1994b: 43) No llevaba más de 10 € en el bolsillo. Tomó más pastillas de las cuatro que le recetaron.

Podría parecer que en (38) se incumple el criterio que estamos defendiendo para las construcciones de base no cuantitativa, puesto que las bases respectivas son sintagmas cuantificados. Pero es importante observar que la operación aditiva no se da sobre cantidades de una misma clase, sino sobre conjuntos distintos (es decir, se suman conjuntos de individuos, por lo que éstos pueden pertenecer a clases diferentes). Así, en (38a) al conjunto de dos jargos pescados se le suma otro, que puede estar formado por ejemplares de especies distintas o de la misma especie, y en (38b) a los 10 € se les suma un conjunto vacío, ya sea de monedas o de objetos de cualquier clase (cf. No llevaba nada más que 10 € en el bolsillo). Hemos denominado a estas construcciones de base no cuantitativa, y no de base no cuantificacional, porque, cuando presentan la base en plural, ésta admite la ambigüedad característica de tal morfema. Así, en (38b), la base 10 € puede interpretarse en la lectura cuantificacional o en la individuativa. En el primer caso, se niega que haya otro conjunto de euros o de monedas en el bolsillo, por lo que la oración es compatible con la presencia de objetos distintos, como un pañuelo; en el segundo, se afirma que el conjunto designado por la base es el único que contiene el bolsillo, por lo que se excluye cualquier otro objeto. En (38c), finalmente, los dos conjuntos de objetos que se suman pertenecen a la misma clase. En contraste con los dos ejemplos anteriores, no se da aquí una relación de inclusión entre una clase designada por la base y otra más general correspondiente al diferencial. La correspondiente construcción sustractiva es viable: Compró menos libros que los cuatro que le encargaste.

38

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Todas las oraciones de (38) cuentan con correlatos en los que la base va introducida por de, como se muestra en (39). Ello se debe a que tal constituyente admite una lectura cuantitativa: en (39a, b) la base contiene un SCu y en (39c) un SDet. Hay que señalar, no obstante, que sólo los SDet encabezados por el artículo admiten en español una interpretación cuantitativa.33 Eso explica el contraste de (40):34 (40) a. b. c. d.

Compré más revistas de las estrictamente necesarias. Compré más revistas que las estrictamente necesarias. *Compré más revistas de esas que tú dices. Compré más revistas que esas que tú dices.

La mala formación de (40c) se debe a la incapacidad del demostrativo para introducir una base cuantitativa. Su sustitución por el artículo convertiría a la oración en gramatical: Compré más revistas de las que tú dices. Como ya se ha señalado anteriormente, mientras que en (40a) el criterio utilizado para determinar las revistas estrictamente necesarias es su número, en (40b) puede ser su número (interpretación cuantifícativa del plural) o su enumeración (interpretación individuativa del plural). La alternancia que estamos discutiendo ha sido objeto de estudio en las mejores gramáticas del español. Bello (1847), al plantearse el criterio que rige la selección de que o de, señala: Después de más, si viene luego un numeral cardinal, colectivo, partitivo o múltiplo, se debe usar de en las oraciones afirmativas; pero en las negativas podemos emplear que o de: «Se perdieron más de trescientos hombres en aquella jornada», «Subió a más de un millón de pesos el costo del muelle», «Se fue a pique más de la mitad de la flota», «Ganóse en aquella especulación más del duplo de los dineros invertidos en ella». Sustitúyase en estos ejemplos no se perdieron, no se gastó, no se fue a pique, no se ganó, y podrá decirse más de o más que. De la misma manera se usa menos, como podemos verlo poniendo menos en lugar de más en los ejemplos anteriores. Creo con todo que aun en oraciones negativas suena mejor la preposición que el conjuntivo. (Bello 1847: §1017)

El anterior pasaje le da pie a Cuervo a escribir la nota 126 a la Gramática de Bello: Se percibe diferencia entre «No se gastaron más de cien pesos» y «No se gastaron más que cien pesos»: lo último me parece significar que se gastaron sólo cien pesos; lo primero que pudo gastarse hasta cien pesos. (Cuervo, nota 126 a Bello 1847)

La afirmación del gramático bogotano deriva, en efecto, de las distintas propiedades de las dos clases de construcciones estudiadas anteriormente. En las aditivo-sustractivas de base cuantitativa, la presencia de la negación, como ha señalado oportunamente Gutiérrez Ordóñez (1994b: 29), implica afirmar algún valor del espectro complementario al 33

34

El artículo muestra en español un valor enfático y cuantitativo del que carece en otras lenguas, como se pone de manifiesto en las exclamativas del tipo ¡Lo fuertes que eran! o en las construcciones impropiamente denominadas relativas enfáticas, como No recuerdo las veces que mencionó eso, en donde el sintagma las veces que mencionó eso equivale a la interrogativa indirecta cuántas veces mencionó eso. Sobre estas construcciones, cf. Alarcos (1962), Bosque (1984), Brucart (1993; 1999), Martínez (1987) y Plann (1982; 1984). Obviamente, la agramaticalidad de (40c) va referida al caso en que el SP de ésas se concibe como base de una construcción aditiva cuantitativa.

Adición, sustraccióny

comparación..

39

representado por el operador aditivo-sustractivo. Si la negación incide sobre más, tales valores son los formados por la igualdad o la inferioridad, de modo que la oración aducida por Cuervo puede enunciarse verídicamente en cualquier situación en la que se gastaran exactamente 100 pesos (igualdad) o algo menos de esa cantidad (inferioridad). En este caso, la negación incide sobre el diferencial y sobre la base, ya que ésta tiene valor intensional. Por el contrario, en la aditiva no cuantitativa la negación sólo afecta al diferencial. Ello se debe a que en la aditiva cuantifícacional se suman intensiones (para obtener la cardinalidad de un conjunto o el grado de una propiedad), mientras que en la no cuantitativa la suma afecta a extensiones (es decir, a dos conjuntos cuyos elementos se reúnen). De ahí que sólo en este último caso sea posible usar una paráfrasis como Se gastaron cien pesos y nada más, en donde el SCu cien pesos queda fuera del alcance de la negación. También en las gramáticas francesas ha sido objeto de discusión la diferencia entre las versiones cuantitativa y no cuantitativa de las construcciones aditivas. Así, al comentar un ejemplo de Littré que plantea tal alternancia (Ce cep portati plus de vingt grappes, c 'est-àdire plus que vingt grappes), Grevisse (1936: §948) señala: Davant un numéral cardinal, on emploie généralment plus de, moins de, mais on peut aussi employer plus que et moins que pour donner au second terme de la comparaison un relief plus accusé ou lui faire prendre une signification mathématique.

La alternancia entre las construcciones de base cuantitativa y no cuantitativa también se rompe cuando el diferencial está constituido por el término de polaridad negativa nada. En tal caso, la única construcción posible es la no cuantitativa y, en consecuencia, la base aparece introducida por que. Así, a la alternancia de (38-39b), ya comentada, se le opone el contraste de (41): (41) a. No llevaba nada más que 10 € en el bolsillo, b. *No llevaba nada más de 10 € en el bolsillo. En cambio, con cuantificadores como mucho, poco o bastante, la alternancia es posible: (42) a. Llevaba { mucho / poco / algo } más que 10 € en el bolsillo, b. Llevaba { mucho / poco / algo } más de 10 € en el bolsillo. Podría pensarse que el diferente comportamiento de nada en estos ejemplos tiene que ver con su naturaleza de término de polaridad negativa, pero las oraciones de (43) muestran que ése no puede ser el motivo, ya que otros términos de polaridad negativa pueden aparecer en el diferencial de las construcciones de base cuantitativa: (43) a. No compraré ni un libro más de los necesarios. b. No se permitió que hablara ningún orador más de los previstos. El motivo de la asimetría de (41) parece radicar más bien en el especial contenido léxico de nada, que no se limita a la expresión de un cierto valor cuantitativo (el que corresponde a un cuantificador existencial negativo), sino que incorpora además un restrictor sobre el dominio de entidades al que cuantifica. Nótese que la diferencia entre nada y nadie radica precisamente en tal restrictor: el primero cuantifica sobre objetos y el segundo sobre personas. De ahí que nunca puedan ir acompañados de un nombre (*nada casa frente a

José María Brucart

40

ninguna casa', *nadie persona frente a ninguna persona). Esto diferencia a ambos cuantifïcadores de mucho, poco o algo, que tienen variantes adjetivas (muchas personas, pocas casas, algunas cosas). Como las aditivas de base cuantitativa suman cantidades o grados de una misma magnitud, pero no pueden expresar la reunión de dos conjuntos de elementos diferentes, el único modo de expresar la reunión de cualquier conjunto con el conjunto vacío es a través de una aditiva de base no cuantitativa. De hecho, hay un contexto en el que la aparición de nada como diferencial de una construcción aditiva de base cuantitativa parece ser posible: cuando la base tiene valor neutro. El CREA registra un ejemplo de García Márquez, extraído de El amor en los tiempos del cólera: No encontró nada más de lo que había entendido en la primera lectura. La misma base de datos atestigua otros ejemplos similares: No pretendo nada más de lo que puedo abarcar (corpus oral, Perú), No están capacitados para desear nada más de lo que tienen (texto de filosofía de bachillerato, España), No queremos nada más de lo que teníamos antes (discurso en el Senado mexicano, 1998).

6

Las construcciones comparativas de desigualdad

La mayoría los gramáticos admiten que las comparativas constituyen uno de los tipos lingüísticos de mayor complejidad de análisis. Al inicio de este trabajo hemos citado unas palabras de Hoeksema (1984) que hablaban de la dificultad de enfrentarse a esta clase de oraciones, pero podrían aducirse muchos más testimonios en el mismo sentido. Gutiérrez Ordóñez (1992a) ha llegado a hablar de «las odiosas comparaciones», aplicándoles metalingüísticamente el conocido proverbio. Pese a la dificultad de abordar su estudio, la bibliografía sobre ellas es muy copiosa. Martínez (1987), Sáez del Álamo (1990; 1992; 1999) y Gutiérrez Ordóñez (1992; 1994a), para el español; Rivara (1990) y Muller (1983), para el francés, y Donati (1996; 2000), para el italiano, constituyen una breve muestra de los trabajos dedicados a esta clase de construcciones en el ámbito románico. También existen obras comparativas para el mismo dominio, como Price (1990). Por lo tanto, cualquier afán de exhaustividad está fuera de lugar aquí. Nos limitaremos a intentar demostrar que las construcciones comparativas se ajustan en lo esencial al patrón de las aditivo-sustractivas.

6.1

Las dos clases de construcciones comparativas de desigualdad

En las comparativas, la magnitud atribuida a uno de los argumentos de la oración se obtiene a partir de otra que se expresa en lo que tradicionalmente se ha llamado segundo término de la comparación (es decir, la base), añadiéndole una cantidad o grado adicional (el diferencial). La noción de comparación deriva del hecho de que la magnitud expresada en el segundo término o base se obtiene del interior de una proposición y por lo tanto se atribuye primariamente a algún otro argumento, a diferencia de las construcciones aditivo-

Adición, sustracción y

comparación.

41

sustractivas que hemos estudiado anteriormente, en las que ambas magnitudes se asignan directamente al mismo argumento: (44) a. Juan compró más periódicos que novelas (compró) María. b. Juan compró más periódicos que María. c. Juan compró más periódicos de los que compró María. Las anteriores oraciones ejemplifican los dos patrones comparativos básicos del español: las llamadas comparativas propias (44a, b), en las que el segundo término de la comparación va introducido por que, y las comparativas relativas (44c), cuya base va precedida de la preposición de. Además de esta diferencia, la propia configuración de las respectivas bases es distinta. En las comparativas propias, el segundo término puede ser una oración en la que el elemento cuantificado aparece desplazado a la izquierda (como es el caso de novelas en (44a)). Pero resulta mucho más habitual omitir todo el material de la base que coincide con el que aparece en la oración principal, de modo que sólo se realizan fonéticamente aquellos elementos que cuentan con una contrapartida funcional léxicamente distinta en la oración principal. Así, por ejemplo, en la versión reducida de (44a) se omite el verbo por identidad con el de la oración matriz, por lo que la base queda configurada únicamente por los dos sintagmas que contienen información no reproducida en la oración principal. En (44b) el criterio aplicado ha sido el mismo, pero el resultado es la aparición de un único sintagma en el segundo término de la comparación. Es importante anotar que el elemento fonéticamente realizado en el segundo término de las comparativas propias no tiene por qué ser el que expresa la magnitud, ya que, de acuerdo con lo que se acaba de decir, tal elemento sólo aparecerá si es distinto de su correlato en la oración principal: en (44a) lo es y, en consecuencia, aparece en la base el sintagma novelas, mientras que en (44b) el segundo término de la comparación no incluye al elemento cuantificado. Esto constituye una de las características descollantes de las construcciones comparativas: su segundo término expresa siempre una magnitud, pero el material que lo compone no incluye siempre el elemento cuantificado. Pese a ello, el valor semántico del segmento que sigue a que es el que corresponde a la expresión de una magnitud, como se deduce de la relación de cuasiparáfrasis que existe entre (44b) y (44c). La oración de (44c) ejemplifica el segundo esquema comparativo: las comparativas relativas. Tradicionalmente, se ha interpretado la subordinada que aparece en la coda como una relativa. Como señalan Martínez (1987) y Gutiérrez Ordóñez (1994a), lo característico de estas construcciones es su valor cuantitativo (es decir, han de pertenecer al paradigma de las llamadas construcciones enfáticas de relativo). La magnitud comparada está representada por el elemento relativizado. Resulta evidente la coincidencia de algunos rasgos de estas construcciones con los de las aditivo-sustractivas de base cuantitativa: en ambos casos el elemento introductor de la base es la preposición de y el valor semántico que recibe el segmento que aparece a continuación es el cuantitativo y en ningún caso el individuativo, por lo que el sintagma introductor de la subordinada no puede ir en singular si designa objetos contables (cf. (13)): (45) a. Compró más libros de los que le habíamos pedido. b. Compró más chocolate del que le habíamos pedido.

42

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c. Comprò más libros de lo que yo hubiera deseado. d. *Compró más libros del que le habíamos pedido. Como ya estudiamos a propósito de las aditivo-sustractivas de base cuantitativa, el contraste anterior responde a la imposibilidad de interpretar el segundo término de (45d) como un sintagma con valor cuantitativo. Nótese, en efecto, que el relativo cuantitativo cuanto puede sustituir al sintagma cuantitativo en los demás ejemplos, pero tal cambio no es viable en (45d):35 (46) a. b. c. d.

Compró más libros de cuantos le habíamos pedido. Compró más chocolate de cuanto le habíamos pedido. Compró más libros de cuanto yo hubiera deseado. *Compró más libros de cuanto le habíamos pedido.

Si en (45d) conmutamos de por que, el resultado es gramatical: Compró más libros que el que le habíamos pedido. En este caso la relativa ya no recibe una lectura cuantitativa, sino la individuativa característica de las aditivas de base no cuantificacional. Los dos esquemas comparativos del español admiten la expresión de un diferencial explícito, como resulta habitual en las construcciones aditivo-sustractivas: (47) a. Juan compró cinco libros más que María. b. Juan compró cinco libros más de los que María le había encargado. Que el llamado segundo término de la comparación actúa en estas oraciones de modo equivalente a la base de una construcción aditivo-sustractiva lo muestra la agramaticalidad de (48), acertadamente recogida por Gutiérrez Ordóñez (1992b: 528): (48) a. * Compró más de cien libros que Andrés. b. Compró más de cien libros más que Andrés. En el marco de la hipótesis aquí esbozada, la agramaticalidad de (48a) queda directamente explicada: en la primera oración aparece duplicada la base. En cambio, (48b) es gramatical porque más de cien libros es el diferencial del segundo más y que Andrés es la base.

6.2

La naturaleza oracional o sintagmática del segundo término de la comparación

Una característica que distingue a los dos tipos de construcciones comparativas es su capacidad de seleccionar codas oracionales o sintagmáticas. En (49) se muestran algunas de las configuraciones que pueden adoptar: (49) a. b. c. d. e. 35

Compró más revistas de las que compraste tú. El asunto es más complejo de lo que tú te crees. Compró más revistas de cuantas compraste tú. Compró más revistas que las que compraste tú. Compró más revistas que libros tienes tú.

Naturalmente, (46d) es gramatical en la lectura en la que cuanto recibe valor neutro: Compró más libros de lo que le habíamos pedido.

Adición, sustracción y comparación...

43

f. Compró más revistas que tú libros. g. Compró más revistas que libros. h. Compró más revistas que tú.

6.2.1 Las codas de las comparativas relativas (49a-b) ejemplifican las construcciones comparativas con coda introducida por de + art + que. Como ya hemos dicho, la coda se interpreta cuantificacionalmente, no referencialmente. De ahí la posibilidad de sustituir la secuencia de + art + que en estos contextos por la correspondiente forma flexionada del relativo cuanto (49c). Por otra parte, la naturaleza relativa de la coda de estas oraciones hace imposible la omisión del verbo, incluso en los casos en los que éste coincide con el de la oración matriz: (50) a. *Compró más revistas en México de las que tú en Argentina, b. *Compró más revistas de las que tú. La coda de la oración de (49d) podría parecer a simple vista una mera variante de las anteriores y, de hecho, como tal se la trata en muchas gramáticas. Sin embargo, como han mostrado Gutiérrez Ordóñez (1994a: 48) y Sáez del Álamo (1999: 1139), presenta diferencias importantes respecto de aquéllas, hasta el punto de que debe ser caracterizada como perteneciente a una comparativa propia. En efecto: la coda de (49d) es un SDet con un núcleo nulo complementado por una subordinada relativa. La prueba de ello es que en este caso, y no en los anteriores, es posible sustituir el artículo por un demostrativo, introducir un numeral entre el artículo y el relativo o, simplemente, eliminar la relativa: (51) a. Compró más revistas que esas que compraste tú. b. Compró más revistas que las cuatro que compraste tú. c. Compró más revistas que ésas. La diferente estructura de las codas que estamos estudiando queda reflejada en (52), donde hemos omitido algunos detalles no relevantes. La primera estructura corresponde a la coda relativa de (49a), y la segunda, a la coda de la comparativa propia de (49d) (52) a. de [ SC [ESP [SO. las que ]¡ ] [ c · compraste t¡ tú ] ] b. que [sDet las [SN 0 Ése que compraste tú ] ] ] La presencia de un núcleo nominal vacío en (52b) queda justificada por oraciones como Se compraron más libros que las novelas que compraste tú. Como ya hemos visto en el §5.1, las aditivas inclusivas sólo aceptan bases introducidas por que, lo que se cumple igualmente en este caso: *Se compraron más libros de las novelas que compraste tú. Eso permite concluir que el único introductor de las codas relativas en español es de. En otras lenguas románicas la situación es distinta. Así, en francés el introductor de estas codas es que: (53) Il travaille plus queje ne faisais à son âge. (Rivara 1990: 21) Es probable que la falta del patrón de las relativas enfáticas en francés sea el motivo de que en tal lengua no se dé la alternancia que presenta el español en ejemplos como el anterior.

44

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Pese a que existe acuerdo en etiquetar como relativa la construcción que forma la coda de (49a, b), Gutiérrez Ordóñez (1994a) y Sáez del Álamo (1999) discrepan respecto de la posibilidad de que el antecedente aparezca repetido en el interior de ésta. El primer autor considera gramatical (54a), mientras que el segundo descarta la buena formación de (54b): (54) a. M e vinieron este año más desgracias de las desgracias que he soportado en toda mi vida. (Gutiérrez Ordóñez 1994a: 38) b. ""Compré más libros de los libros que compraste tú. (Sáez del Álamo 1999: 1133) Nuestra intuición coincide con la de Sáez del Álamo: en nuestro idiolecto, las codas de las anteriores oraciones deberían ser introducidas por que. Esta restricción no puede derivarse de la naturaleza enfática de la relativa que forma la base de esta clase de comparativas, ya que existen en otros contextos construcciones de tal tipo que admiten la aparición de un sustantivo entre el artículo y el que: Es increíble las cosas que dice este hombre. Es posible, en cambio, que la dificultad de insertar el antecedente en la coda tenga que ver con la asimetría de (55): (55) a. Compré más de dos libros. b. Compré más libros de dos. c. Compré más libros de los dos que me recomendaron. d. *Compré más libros de dos libros.

e. * Compré más libros de los dos libros que me recomendaron.

6.2.2

Las codas oracionales de las comparativas propias

Volvamos a los ejemplos de (49). Las comparativas de (49e-h) ejemplifican el resto de los casos en que la coda puede ir introducida por que: la coda de (49e) tiene estatuto oracional, la de (49f) presenta omisión del verbo y realización del sujeto y del objeto directo (es decir, es una construcción de vaciado [gapping]), y en (49g, h) sólo aparece realizado un argumento. En los casos en que se producen omisiones, se aplica el criterio ya referido anteriormente: se elude el material que tiene un correlato léxico idéntico en la oración matriz y se realizan fonéticamente los elementos en los que se da contraste léxico. Trataremos en primer lugar el caso de las codas oracionales, como (49e). Diversos autores han notado el contraste de (56): (56) a. Compró más revistas que libros tienes tú. ( = 49e) b. *Compró más revistas que tú tienes libros. (56a) muestra que las codas oracionales de las comparativas propias del español adoptan la ordenación característica de las construcciones QU: el elemento cuantificado aparece desplazado a la izquierda de la oración, en una posición de foco, y se produce la inversión en el orden sujeto - verbo. Habitualmente, en el modelo de principios y parámetros se ha interpretado el desplazamiento a la izquierda del elemento cuantificado como traslado al especificador de SC desde su posición básica y se ha derivado la inversión del sujeto de la subida del verbo desde el núcleo de Flex al núcleo de C, según el esquema de (57): (57)

[

S C

[ESP [SCU

libros ]¡ ] [ c · [c tieneSv ]

[SFiex

tú tv t¡ ] ] ]

Adición, sustracción y

comparación.

45

Un posible problema para el análisis anterior lo constituye el hecho de que en (57) no hay espacio estructural para acoger al que introductor del segundo término oracional. La hipótesis que parece más plausible es la que considera que tal nexo conjuntivo está ocupando el núcleo del SC, lo que entra en conflicto con la estructura anterior. No obstante, el problema tiene solución si se adopta una estructura enriquecida de la periferia izquierda de la oración, como en Rizzi (1997). Este autor propone deslindar varias proyecciones funcionales dentro de lo que tradicionalmente se ha denominado SC, de modo que puedan acoger los operadores de fuerza (SFu), los tópicos (STop) y los elementos focalizados (SFo). Con una topografía como ésta, no sería problemático añadir el que conjuntivo a todo el material contenido en (57): la primera unidad ocuparía el núcleo del sintagma de fuerza y el elemento cuantifícado ascendería a la posición de especificador del sintagma de foco, en cuyo núcleo se situaría el verbo, lo que provocaría la inversión del sujeto. No parece difícil justificar el ascenso del SCu: se trata del elemento cuantifícado que establece la magnitud de la base, de modo que determina el tipo semántico de la coda en todas las comparativas propias, tanto si aparece realizado explícitamente como si se omite por identidad léxica con su correlato de la oración matriz. Su comportamiento es parangonable al que manifiestan otros operadores que marcan el tipo semántico de la oración, como los relativos, interrogativos y exclamativos, los cuales también experimentan ascenso a la izquierda de la oración. Naturalmente, etiquetar libros en (57) como SCu supone proponer la existencia de un cuantificador nulo que actúa como núcleo que toma de complemento al SN: [Scu 0 [SN libros ] ]. El cuantificador nulo sería la entidad responsable del traslado de todo el sintagma hasta la posición focal que ocupa en la estructura de la coda oracional. Una prueba indirecta de la existencia de tal unidad se deduce de la agramaticalidad de (58): (58) *Juan compró más periódicos que cinco novelas (compró) María. La aparición de un cuantificador explícito en el sintagma que determina la magnitud del segundo término de la comparación provoca la agramaticalidad de la secuencia resultante. Un modo de explicar tal comportamiento consiste en suponer que la presencia del numeral cardinal en el núcleo del SCu impide la del cuantificador vacío que legitima el ascenso de esta proyección a la posición focal que debe ocupar en la coda. Esta restricción sobre el SCu no afecta a otras construcciones aditivas en las que el SCu de la base puede aparecer explícitamente cuantifícado. La focalización del SCu de la coda en las comparativas propias no se da en otras lenguas: en francés, por ejemplo, la focalización de la entidad cuantificada da lugar a una construcción forzada: (59) a. ?Le travail est plus difficile que détaillé est le contrat (Price 1990: 93) b. *Le travail est plus difficile que détaillé n'est le contrat. c. Le travail est plus difficile que le contrat n'est détaillé (ibidem) Resulta interesante constatar la correlación que se establece en (59) entre la ausencia de focalización y la presencia de la negación expletiva oracional. Parece lógico suponer que ambos son mecanismos alternativos de legitimación de la coda oracional y que el ascenso sistemático del elemento cuantifícado a la posición de foco inhabilita la colocación de

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negación expletiva oracional en español, frente a lo que sucede en lenguas como el francés, el italiano y el catalán:36 En la coda de (49f) se ha elidido el verbo y la disposición de sus elementos es la correspondiente a una construcción de vaciado {gapping). No se ha producido, pues, la focalización del SCu discos, seguramente porque la construcción de vaciado impone una ordenación paralelística de los elementos de la coda respecto de los de la oración matriz. Los contrastes de (60) resultan igualmente interesantes a este respecto: (60) a. b. c. d. e. f. g.

Luis leyó más ensayos que María novelas. Luis leyó muchos más ensayos que María novelas. *Luis leyó muchos ensayos más que María novelas. Luis leyó muchos más ensayos que novelas. ?Luis leyó muchos ensayos más que novelas. Luis leyó muchos ensayos más que María. Luis leyó muchos más ensayos que María.

Pese a que el ascenso de muchos ensayos al especificador del SG no rompe el paralelismo lineal con los elementos de la oración vaciada, (60c) presenta una desviación que debe atribuirse a tal traslado, sobre todo a la vista de su contraste con (60b). Por otra parte, cuando la coda está compuesta por un único elemento y ése es el SCu, resulta preferible la versión en la que sólo se produce el ascenso del cuantiñcador del diferencial, como se deduce del contaste de (60d) y (60e). Finalmente, cuando el elemento que forma la coda es distinto del SCu, las dos opciones son igualmente gramaticales.

6.2.3 Las codas sintagmáticas de las comparativas propias Uno de los aspectos más debatidos en el análisis de las oraciones comparativas afecta a la naturaleza de las codas sintagmáticas (esto es, aquellas que están formadas por un solo sintagma no oracional), como las que aparecen en (49g-h), que reproducimos a continuación con su numeración original: (49) g. Compró más revistas que libros. h. Compró más revistas que tú.

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En línea con las propuestas de Laka (1994), se puede interpretar que la negación es un marcador del ámbito focal del SCu. Este experimentaría ascenso hasta la posición de especificador de la proyección que contiene la negación en la forma lógica para legitimar su valor de operador focal sobre la oración en la que aparece. En español, la subida se efectuaría en la sintaxis, lo que hace innecesaria la manifestación fonética del marcador de ámbito negativo. La negación expletiva es también marginalmente posible en español cuando el segundo término de la comparación está formado solamente por un sintagma: ?Compró más revistas que no tú; ?Compró más revistas que no libros. Por el contrario, la aparición de tal marca es imposible si el segundo término contiene un verbo: *Compró más revistas que tu no compraste libros. Belletti (2000) propone vincular la negación expletiva de las comparativas del italiano con una proyección de grado (SG), si bien su análisis es incompatible con el que se defiende aquí.

Adición, sustracción y comparación.

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Dos son, en último término, las posibilidades de analizar la estructura de las anteriores codas: considerarlas como el resultado de un proceso de elipsis a partir de una estructura básica oracional o interpretar que el material léxicamente realizado es el único componente de tales constituyentes. Según la primera opción, la estructura subyacente de (49g-h) seria la que se indica respectivamente en (61a-b), donde se ha colocado en cursiva el material sin realización fonética: (61) a. Compró más revistas que libros compró. b. Compró más revistas que revistas compraste tú. El análisis de elipsis ha sido defendido para el español por Gutiérrez Ordóñez (1994a),37 mientras que Sáez del Álamo (1999) propone considerar los casos que estamos estudiando como ejemplos de coda sintagmática sin elipsis. Para este último autor, el nexo que es coordinante y la coda forma con su correlato un sintagma coordinado. Para apoyar esta idea, se aduce el ejemplo de (62): (62) Más chicos que chicas leyeron ese libro. Como la omisión de una entidad es sólo posible si su correlato está a la izquierda (cf. Luis bebió cerveza y María coca-cola), (62) no puede derivar de una elisión oracional, puesto que en tal caso se conculcaría el principio aludido: (63) Más chicos [ que chicas leyeron ese libro ] leyeron ese libro. (Sáez del Álamo 1999: §17.1.3.1) Otra prueba aducida en favor de la naturaleza coordinada de la coda deriva del hecho de que sea posible extraer un complemento que afecte tanto al correlato como a la coda: (64) ¿De qué actor vio Juan más fotos que retratos? Sáez del Álamo (1999: §17.1.3.2) atribuye el mismo análisis de coda oracional a los casos en que ésta tiene un correlato distinto del elemento léxico relacionado con el diferencial (como en (49h)). Es decir, se supone que coda y correlato están coordinados directamente por que. Frente a los argumentos que acabamos de reproducir anteriormente, la propuesta de considerar coordinados la coda y su correlato tropieza con algunos inconvenientes no menores. Uno de ellos lo aporta el mismo autor y afecta a los fenómenos de concordancia de adjetivos y participios. Si la coda y su correlato estuvieran coordinados, se esperaría una concordancia del adjetivo en masculino en (65a), como muestra por contraste (65b). Pero, como puede verse, uno y otro caso se comportan de modo contrapuesto, en contra de lo previsto:

37

Este autor considera que cuando la construcción comparativa depende de un nombre (una novela más divertida que inspirada) o de un adjetivo (un presidente más preocupado por el dinero que por el bienestar) la coda es sintagmática y, en consecuencia, no elíptica. Además, supone que en estos casos el nombre puede geminar una coda respecto de la cual actúa como correlato: un niño más estudioso que su vecino. En todos los demás casos, supone que la coda es oracional (Gutiérrez Ordóflez 1994a: §1.6).

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(65) a. Muchas más chicas que chicos estaban { dispuestas / *dispuestos } a eso. (Sáezdel Álamo 1999: §17.1.3.1) b. Muchas chicas y chicos estaban { *dispuestas / dispuestos } a eso. Por otra parte, proponer una estructura coordinada para coda y correlato también plantea problemas relacionados con la posibilidad, que en ciertos contextos se trueca en obligatoriedad, de separación de ambos constituyentes (El compró más revistas que tú, pero no *El que tú compró más revistas) o a la eventual presencia de un pronominal vacío como correlato {Compró más revistas que tú, en donde el correlato del pronombre de segunda persona es un pronominal elíptico de tercera persona y, por lo tanto, se coordinaría un elemento elíptico con otro pleno). Finalmente, tampoco resulta obvio cómo se obtiene la interpretación semántica de la coda cuando su correlato no es el elemento asociado con el diferencial. En una oración como El compró más revistas que tú, la coda alude a las revistas compradas por el oyente, no solamente al individuo que las ha comprado. Quizás podría proponerse alguna variante del análisis de estructuras paralelísticas presentado en Goodall (1986), de modo que el predicado compró revistas pudiera atribuirse a coda y correlato, pero tal operación no resulta sencilla, ya que no hay identidad entre lo que se predica de uno y otro argumento: el predicado del correlato debe incluir el diferencial y el operador más (que en el análisis que comentamos no se interpreta como un operador aditivo), mientras que el de la coda debe excluir uno y otro. La postura que adoptaremos en este trabajo coincide en mayor medida con la defendida por Gutiérrez Ordóñez (1994a) que con la de Sáez del Alamo (1999), que acabamos de presentar. Nuestra propuesta será considerar sintagmáticas las codas cuyo correlato es el diferencial de la operación aditiva y oracionales elípticas aquellas cuyo correlato sea algún otro elemento de la oración matriz. Naturalmente, en todos los casos el segundo término o coda funciona como base de la operación aditiva y, por lo tanto, actúa como complemento más externo del operador aditivo-sustractivo. Los esquemas de (66) reflejan la estructura de una coda sintagmática (la correspondiente a (49g)) y de otra oracional (la de (49h)), respectivamente: (66) a. Compró [ SG [ Esp 0 ¡ ] [G· [G· más [SCu t¡ [SN revistas ] ] ] [Sp que [SCu 0 libros ] ] ] b. Compró [ SG [ Esp 0¡ ] [G. [ G . más [SCu t¡ [ SN revistas ] ] ] [SFu que [SFo [ Esp 0 revistas] comprastev [SF túj tv [sv tj tv t¡ ] ] ] ] ] ] En (66a), la base que libros contiene el elemento cuantificado que determina la clase de objetos que se suman. Por lo tanto, tal constituyente se genera directamente como argumento más externo del operador aditivo. Lo hemos etiquetado SP porque en este caso no tiene sentido considerar que como nexo oracional subordinante, dado que el elemento que selecciona es infraoracional. 38 La estructura de (66b) es homologa a la anterior en lo 38

La relación entre los complementadores y las preposiciones ha sido objeto de estudio en la bibliografía reciente. Cf., por ejemplo, Kayne (2000). Al estudiar las comparativas relativas, hemos supuesto que el de introductor de la coda es una preposición que selecciona un SC. Una posibilidad alternativa sería considerarla un complementador que introduce una subordinada en la que el SCu se sitúa en el especificador del sintagma de foco. En tal caso, de sería también una entidad que oscilaría entre los valores de preposición y complementador.

Adición, sustracción y

comparación.

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que respecta a los componentes del SG, pero se diferencia de aquélla en que la base tiene naturaleza oracional. El material que se omite fonéticamente se ha colocado en cursiva. Para dar cobijo estructural a los distintos elementos, hemos usado el sistema enriquecido de proyecciones funcionales del margen izquierdo de la oración propuesto por Rizzi (1997): SFu representa el sintagma de fuerza, que acoge al complementante, y SFo es el sintagma de foco, a cuyo especificador se desplaza el SCu que expresa la clase de elementos que se suman. El verbo asciende hasta el núcleo del SFo, como es habitual en las construcciones que presentan inversión obligatoria del sujeto. Éste, finalmente, ha ascendido desde su posición de argumento externo del SV hasta la de especificador del sintagma flexión, como es característico de los sujetos que reciben caso nominativo por concordancia. Creemos que nuestro análisis evita los inconvenientes de la propuesta de Sáez del Álamo (1999), señalados anteriormente. La diferencia principal entre ambos enfoques radica en que la estructura aditivo-sustractiva que hemos propuesto considera que la coda o base no está coordinada con el diferencial, sino que ambos son seleccionados por el operador aditivo, de modo que el diferencial funciona como especificador del SG y la coda como complemento. Por lo tanto, en nuestro análisis se establece una asimetría importante entre ambos elementos, que explica que cualquier elemento que deba concordar con el SG lo haga con el especificador (esto es, con el diferencial) y no con el complemento, que es exactamente lo que ocurre en (65a). Esa misma asimetría permite explicar la posibilidad de tener un complemento común a coda y base, como se recoge en el esquema de (67 en la siguiente página). Recuérdese, a este respecto, que en (28) hemos estudiado la ambigüedad que plantean las relativas especificativas en función de que complementen solamente al diferencial o a todo el SG. Tampoco plantea ningún problema al análisis aditivo la posibilidad de que el correlato de una coda oracional sea una categoría vacía, como sucede en Compró más revistas que tú\ como la relación entre ambas entidades no se concibe en ningún caso como coordinada, lo lógico es que tal posibilidad exista. Finalmente, por lo que respecta a la interpretación semántica y a la naturaleza léxicosintáctica de las codas oracionales, creemos que nuestro análisis es mucho más transparente que el que propone considerarlas no elípticas. Para empezar, en el análisis aditivosustractivo de las construcciones comparativas de desigualdad, las codas, independientemente de su naturaleza sintagmática u oracional, tienen siempre la misma función respecto del elemento que las selecciona, se ubican siempre en la misma posición y aparecen seleccionadas siempre por la misma entidad: el operador aditivo-sustractivo. En cambio, en el modelo propuesto por Sáez del Álamo (1999), tales constituyentes se ubican en posiciones subyacentes distintas y no queda claro cuál es la entidad léxica responsable de seleccionarlas. De hecho, su naturaleza de elementos coordinados con su correlato funcional llevaría a pensar que el elemento que las legitima es el mismo que selecciona al correlato. Pero tal supuesto resulta problemático, puesto que en tal caso debe explicarse por qué no es gramatical * Compró novelas que tú o * Compró novelas que ensayos. En el análisis que hemos propuesto, tales configuraciones quedan descartadas, por cuanto se supone que es el operador aditivo o sustractivo la entidad que selecciona la coda.

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(67)

SG

Esp

G'

G muchasi

SP

G'

SP de Nicole Kidman

SCu

G

SCu

que 0 retratos

Cu'

más t¡ 0 fotos Cuando la construcción aditiva funciona como complemento de un nombre (una novela más divertida que inspirada) o de un adjetivo (un presidente más preocupado por el dinero que por el bienestar), coincidimos con Gutiérrez Ordófiez (1994a) en analizar la coda como sintagmática, siempre que ésta sea correlato del SCu que funciona como diferencial. Sin embargo, no resulta tan evidente el análisis cuando la coda tiene como correlato al propio nombre o adjetivo que selecciona la construcción comparativa, como en un hombre más rico que Pepe. Como ya se ha señalado en la nota 37, Gutiérrez Ordóñez (1994a: §1.6) supone que en estos casos la coda es sintagmática y que el nombre tiene la capacidad de geminarla. Pero tal propiedad parece estipulativa y un análisis como el que estamos presentando debería deducirla de algún principio más general. Una posibilidad que congenia bastante bien con el tratamiento que hemos otorgado a las codas con correlato distinto del diferencial consistiría en otorgarle a aquélla carácter oracional. De este modo, la estructura anterior sería equivalente a un hombre más rico que rico es Pepe. La aplicación obligatoria de los mecanismos de elipsis en todos los constituyentes repetidos y en la cópula daría como resultado la secuencia reducida. De hecho, la proposicionalidad de la coda de estas construcciones parece adecuada si tenemos en cuenta sintagmas como un hombre más rico que Pepe en sus buenos tiempos, en donde la propiedad que se atribuye a Pepe aparece temporalmente acotada.39 Por otra parte, la 39

Como ya hemos visto, en las comparativas propias sólo es posible la expresión del verbo de las codas oracionales cuando se da contraste entre el SCu y su correlato (una habitación con más discos compactos que libros tienes tú en toda la casa). Por ese motivo, resulta agramatical *un hombre más rico que fiie Pepe. Cuando la operación aditiva consiste en la suma de grados de

Adición, sustracción y comparación..

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existencia de una predicación en esta clase de codas queda atestiguada en ejemplos como Conozco a un hombre más hincha del Barça que Pepe del Madrid, en donde el núcleo del SCu se ha elidido en la coda, pero se ha conservado su complemento porque no es idéntico al del correlato.

6.3

La cuantifícación del diferencial en las comparativas propias

En el §6.2.2 hemos tratado de la prohibición de que al SCu de la coda de una comparativa propia se le asocie cualquier tipo de cuantifícación explícita. En este apartado vamos a tratar de un fenómeno que afecta a la cuantifícación del diferencial de las comparativas propias. Los datos relevantes son los de (68) y (69): (68) a. b. c. d. e. (69) a. b. c. d.

Luis tiene más discos que libros. Luis tiene muchos más discos que libros. ?*Luis tiene muchos discos más que libros. ?*Luis tiene algunos discos más que libros. *Luis tiene veinte discos más que libros. ?Luis tiene muchos discos más que María. Luis tiene muchos más discos que María. Luis tiene algunos discos más que María. Luis tiene veinte discos más que María.

En el contraste de las anteriores oraciones se detectan diversas asimetrías. Nos referiremos en primer lugar a las comparativas propias cuya coda tiene como correlato el diferencial (68a-e). Como se desprende de (68e), estas construcciones no admiten que el diferencial incluya cuantifícación numeral. De hecho, el ascenso de todo el diferencial a la posición de especifícador del SG (como (68c, d)) provoca una cierta degradación en la gramaticalidad de la correspondiente oración. Resulta a este respecto interesante el contraste que se da entre (68b) y (68c): cuando el diferencial incluye un cuantificador impreciso, resulta más aceptable la versión con ascenso en solitario del cuantifícador que aquella en la que se traslada todo el diferencial. Por lo tanto, en estos casos se prefiere la interpretación más débil del cuantifícador (la que hemos denominado evaluativa en el §4.1). Si desplazamos nuestra atención a las oraciones comparativas con coda distinta del diferencial (69a-d), se observa que la mayoría de las anteriores restricciones desaparecen. Así, por ejemplo, la inclusión de un numeral en el diferencial de (69d) no degrada la aceptabilidad de la oración corrrespondiente, lo que contrasta poderosamente con (68e). No obstante, se sigue detectando una preferencia por la interpretación débil de los cuantifícadores imprecisos, lo que explica la ligera desviación de (69a). La explicación del conjunto de fenómenos que acabamos de describir parece estar ligada a una característica de las construcciones aditivo-sustractivas que ya comentamos al analizar las aditivas de base cuantitativa (cf. §3.1) y que se relaciona con la función que desempeñan en estas estructuras diferencial y base. Como allí se dijo, el diferencial actúa propiedades, lo habitual es que la propiedad atribuida al diferencial y a la coda sea la misma, por lo que no es frecuente encontrar ejemplos de este tipo que contengan una coda oracional sin elipsis: ? un recibidor más ancho que largo es el pasillo de tu casa.

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como figura y la base como fondo, por lo que ésta no puede presentar un grado de especificación inferior a la de aquél. Recordemos que una característica distintiva de la coda de las comparativas impropias es su naturaleza inespecífica. Por lo tanto, en (68e) se contraviene el principio anteriormente señalado. Lo mismo sucede en (68c, d), ya que el cuantificador impreciso del diferencial adopta la lectura fuerte (la que implica traslado de todo el SCu al especificador del SG). Cuando la coda no está formada por el SCu correlato del diferencial, la restricción deja de ser operativa, porque no hay una manifestación explícita del carácter inespecífico de aquél. No obstante, sigue habiendo preferencia por las lecturas débiles, cuando ello es posible (cf. el contraste entre (69a) y (69b)).

7

Adjetivos y sintagmas de medida en español

7.1

La cuantificación de los adjetivos

En la nota 19 hemos comentado que la cuantificación de los adjetivos en español atiende a algunas restricciones que merece la pena comentar aquí. Los contrastes de (70) ilustran tal comportamiento: (70) a. b. c. d.

Un edificio {muy / bastante / poco } alto. Un edificio {mucho / bastante / poco } más alto que aquél. *Un edificio { veinte metros / cuatro veces } alto. Un edificio {veinte metros / cuatro veces } más alto que aquél.

Mientras que los cuantificadores imprecisos pueden incidir sobre los adjetivos, la agramaticalidad de (70c) muestra que las propiedades graduables que aquéllos representan no pueden ser cuantificadas directamente por sintagmas nominales de medida. Lo característico de estos últimos es que la cuantificación que contienen no se ejerza directamente sobre la propiedad {alto), sino sobre una unidad de medida {metros) a ella asociada. A diferencia de lenguas como el inglés, donde los sintagmas de medida pueden modificar directamente a los adjetivos {thirty years old, twenty meters high), los adjetivos del español no aceptan tal tipo de especificación.40 En cambio, en las construcciones aditivas que estamos estudiando, el sintagma de medida puede situarse en el especificador del SG y funcionar como diferencial, como se ve en (70d).41 Como señala Bosque (1999: §4.2.2.1), es necesario distinguir varias clases de cuantificadores de los adjetivos. La primera está formada por cuantificadores de grado como absolutamente, completamente o muy. Estos modificadores no incorporan la noción 40

41

No todos los adjetivos admiten en inglés sintagmas de medida. Como indica Zamparelli (2000: §7.2.3.1), los adjetivos escalares negativos (como short) y los connotativos (fat) no aceptan tal cuantificación: *My father is 200 pounds fat. La alternancia que se detecta entre muy en (70a) y mucho en (70b) es una consecuencia más de la asimetría de (70). Como señala Bosque (1999: 230), «los adverbios que actúan como sintagmas de medida no poseen formas apocopadas».

Adición, sustracción y comparación.

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de cantidad diferencial requerida por el especificador de las construcciones aditivas y, en consecuencia, no pueden combinarse con más (*absolutamente más inteligente que Pedro). La segunda serie la componen adverbios que informan de forma imprecisa de la medida o del grado del adjetivo, como sensiblemente, mucho, bastante o algo. En contraste con los anteriores, estos adverbios llevan implícita la idea de grado o cantidad diferencial, por lo que pueden concurrir en las construcciones aditivo-sustractivas (sensiblemente más inteligente que su hermano, mucho más alta que Laura). La tercera y última clase la constituye el grupo formado por sintagmas cuantifícativos de medida como dos metros o veinte años. Los sintagmas de medida pueden combinarse con el operador aditivo o sustractivo porque aluden explícitamente a una magnitud susceptible de ser interpretada como diferencial.42 Así pues, el segundo y el tercer grupo de cuantificadores tienen en común el aportar un diferencial, lo que explica que sean las entidades que concurran en la clase de oraciones que estamos estudiando. Los datos de (70) suscitan inmediatamente dos preguntas: (a) ¿dónde se genera el diferencial en (70d)?, y (b) ¿cuál es el motivo de que en español los adjetivos no acepten sintagmas nominales cuantifícados de medida, a diferencia del inglés? En este apartado nos plantearemos la primera cuestión y pospondremos la segunda para el siguiente.43 Dos son las posibles respuestas a la primera pregunta: o bien se supone que los sintagmas de medida se generan en el especificador de alguna proyección funcional que contenga como complemento al adjetivo y que desde allí ascienden al especificador del SG encabezado por más, o bien se opta por colocarlos directamente en esta última posición. Nuestra propuesta se alinea con la primera opción. En primer lugar, distinguiremos entre los dos clases de adverbios que pueden cuantificar adjetivos: los que incorporan la noción de cantidad o grado diferencial ocuparán el especificador del SG que contiene como complemento el SAdj, mientras que los que no aportan tal contenido supondremos que se generan en el núcleo del SG. De este modo, cuantificadores como mucho, poco o bastante podrán funcionar como especificadores de un SCu (cuando inciden sobre individuos) o como especificadores de un SG (cuando cuantifican sobre propiedades). Finalmente, propondremos que los sintagmas de medida pueden ocupar también la posición de especificador del SG, según el esquema de (71): (71) a. [so [scu bastante ] [ G · 0 [SAdj alto ] ] ] b. [so [SM veinte metros ] [G· 0 [SAdj alto ] ] ] ] A partir de (71a, b) se obtendrían (70b, d) mediante el ascenso de bastante y veinte metros, respectivamente, a la posición de especificador del SG encabezado por más. El objeto de tal traslado es satisfacer el rasgo diferencial que lleva incorporado el operador aditivo. Este enfoque no plantea excesivos problemas por lo que respecta a (71a), pero la estructura de (71b) debe ser justificada, dada la agramaticalidad en español de (70c). El primer aspecto que queremos destacar de la estructura de (71) es el hecho de que el SM está seleccionado por el SG aditivo. En contextos no seleccionados, la concurrencia de un SM y 42 43

Sobre estos sintagmas, cf. Bosque (1998), Martínez (1994b: §3) y Zamparelli (2000: §7). No obstante, hemos de advertir de antemano que, en relación con la segunda pregunta, nos limitaremos a exponer algunas reflexiones sobre la asimetría de (70) con el fin de justificar la estructura que presentaremos a continuación. Un tratamiento exhaustivo de los fenómenos que subyacen tales contrastes (70) rebasan con creces el objetivo y las posibilidades de este trabajo.

54

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un adjetivo no es viable en español, aunque sí que lo es en inglés y en italiano. En el próximo apartado nos plantearemos el origen de tal asimetría.

7.2

Sintagmas de medida y construcciones vectoriales

Zamparelli (2000: §7.2) propone explicar la diferente posición que adoptan los sintagmas de medida en inglés y en italiano a partir de la contrapuesta naturaleza flexiva de los adjetivos en una y otra lengua: (72) a. Ing. The man was two meters tall, b. It. L'uomo era alto due metri. La idea de este autor es que, a partir de una estructura en la que el SM se genera a la izquierda del adjetivo, esta última entidad debe ascender en italiano al núcleo de una proyección de concordancia inmediatamente superior para cotejar sus rasgos de género y número, lo que genera el orden de (72b). La falta de tales morfemas flexivos en los adjetivos del inglés hace innecesario tal traslado, por lo que el orden superficial es el mismo que el subyacente: (73) [sconc alto, [so [SM due metri ] [G· t¡ [SAdj t¡ ] ] ] ] En (73) el adjetivo ha ascendido desde su posición inicial de núcleo del SAdj al núcleo del SConc, previo paso por el núcleo del SG cuyo especificador ocupa el SM. Zamparelli (2000: §7.2.1) menciona que en español las construcciones equivalentes a (72) presentan una configuración diferente, pero no se plantea el motivo por el que esta lengua rechaza la estructura de (72b), a pesar de que en ella, como en italiano, el adjetivo mantiene concordancia con el sustantivo: (74) Un hombre *(de) dos metros de alto. Por lo tanto, como señala Bosque (1999: §4.2.2.1, n. 22), el análisis de Zamparelli para el italiano no puede ampliarse al español, al menos en sus mismos términos. Nuestra opinión es que el origen de la asimetría que estamos estudiando es léxico y deriva de una diferencia en los rasgos de los adjetivos en las lenguas respectivas. Pero antes de tratar este punto, volvamos sobre los contextos que legitiman la presencia de sintagmas de medida a la izquierda del núcleo que los selecciona en español: (75) a. b. c. d. e.

*veinte metros alto veinte metros más alto que ese edificio veinte metros antes del cruce veinte metros a la derecha de ese edificio veinte metros mar adentro

El contraste entre (75a) y (75b) ya nos resulta conocido: los contextos comparativos legitiman la aparición de los sintagmas de medida, a diferencia de los adjetivos en grado positivo. El caso de (75c) se suele asimilar al contraste anterior, por cuanto podemos suponer que el adverbio antes es un comparativo léxico (equivalente a más acá en su valor espacial y a más pronto en su interpretación temporal). Pero los casos de (75d, e) ya no son

Adición, sustracción y

comparación...

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tan fácilmente asimilables a construcciones comparativas: se trata de sintagmas que expresan un desplazamiento a partir de un punto de origen. Adaptando la terminología que propone aplicar Bull (1960) a los sintagmas temporales, podemos denominar vectoriales a estas construcciones, puesto que cumplen perfectamente la definición que otorga al término «vector» el diccionario de la RAE: «magnitud en la que, además de la cuantía, hay que considerar el punto de aplicación, la dirección y el sentido». Así, en (75d), a la derecha expresa la dirección y el sentido, de ese edificio indica el punto de aplicación u origen y veinte metros es el tensor, ya que señala la cuantía del desplazamiento. Las construcciones aditivo-sustractivas que hemos estudiado son un caso particular de construcción vectorial: la base representa el origen, el operador aditivo-sustractivo indica la dirección y el diferencial es el tensor. Las comparativas de desigualdad legitiman la aparición de los sintagmas de medida, puesto que la función de éstos es actuar como tensores escalares en una construcción vectorial: definen la distancia a través de la repetición de un intervalo que se toma como unidad de cómputo. En este enfoque, la agramaticalidad de (75a) debe atribuirse al hecho de que tal sintagma no tiene valor vectorial: no aparecen expresados sintácticamente ni el origen ni la dirección del movimiento, lo que imposibilita la correcta interpretación del SM. Tampoco son fórmulas vectoriales correctas *veinte metros enfrente del edificio o *dos metros tan alto como tu hermano, porque falta la indicación de la dirección del vector, ni *diez metros hasta la casa, por omisión del origen. El mecanismo que utiliza el español para transformar (75a) en una construcción vectorial bien formada consiste en anteponer al adjetivo una preposición, lo que provoca la inmovilización de los rasgos flexivos de aquél. Que esa preposición sea de no resulta sorprendente, dado que se trata de la marca de origen por antonomasia.44 Resulta a este respecto interesante la definición que ofrece el Petit Robert del sustantivo haut (esto es, del elemento que, combinado con la preposición de, permite la expresión del SM, como en La tour Eiffel a 320 m de haut): «Dimension dans le sens vertical, de la base au sommet». A nuestro modo de ver, el motivo de la buena formación de las construcciones de (72) radica en que en inglés y en italiano, algunos adjetivos tienen asignado léxicamente un rasgo [+ vectorial] que legitima la aparición de un SM en su proyección sintáctica. Se trata siempre de adjetivos que llevan implícito un punto de origen bien determinado a partir del cual debe aplicarse el sintagma de medida. Así, por ejemplo, el diccionario COBUILD del inglés, define las dos primeras acepciones de high incluyendo el origen y la dirección del vector: 1. Something that is high extends a fairly long way from the bottom to the top when it is upright. 2. You use high to say what size something is when it is measured from the bottom to the top.

El motivo por el cual los adjetivos escalares negativos (como short) y los connotativos (como fat) no admiten la concurrencia de sintagmas de medida se debe a que en ellos no es posible establecer un punto de origen a partir del cual pueda aplicarse el diferencial. 44

Creemos que la función que desempeña la preposición de que aparece entre paréntesis en (74) es completamente distinta, ya que parece tratarse de la marca de caso genitivo que introduce el complemento del nombre: una travesía de veinte kilómetros mar adentro, un muro de veinte metros de alto.

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Que el fenómeno que estamos estudiando tiene connotaciones léxicas se pone de manifiesto en la considerable variación que su plasmación presenta en las lenguas románicas. Así, en francés junto al patrón 320 m de haut encontramos igualmente haut de 320 m: Une tour haute de 320 m, donde el SM es complemento del adjetivo. Nótese que la única diferencia entre la anterior construcción y su correspondiente versión italiana es la presencia de la preposición ante el SM. También en español se dan algunas alternancias en las oraciones que incluyen sintagmas de medida, aunque en ellas no concurren adjetivos, sino sustantivos: cf. por ejemplo Tiene una altura de 320 m frente a Tiene 320 m de altura. En cambio, parece que el español no asigna léxicamente el rasgo [+ vectorial] a los adjetivos y, en consecuencia, las construcciones en las que éstos se combinan con sintagmas de medida deben incorporar un operador independiente que legitime la presencia del SM. No obstante, parece haber alguna excepción: en una oración como La falda le quedaba cinco centímetros corta, el adjetivo tiene valor vectorial, ya que su sola presencia legitima la aparición de un SM. Este ejemplo es interesante porque, a pesar de que la construcción lleva implícita la idea de una base u origen, ésta no puede expresarse explícitamente a menos que se incluya el operador aditivo: La falda le quedaba cinco centímetros *(más) corta de lo conveniente,45

8

La composicionalidad de las comparativas

En este trabajo hemos presentado un análisis composicional de las construcciones aditivosustractivas, una clase compleja que incluye como subgrupo las oraciones comparativas de desigualdad. En la bibliografía reciente, las comparativas se han aducido como ejemplo de construcción no susceptible de análisis composicional. La siguiente cita, tomada de Cuenca / Hilferty (1999: 68), recoge los argumentos de quienes defienden tal idea (conservamos la numeración original de los ejemplos): Adentrándonos aún más en la idea de la semántica no composicional, consideremos una estructura corriente como la construcción comparativa (1): (1) Mari Loli es más alta que Enriqueta Lógicamente, se desprende de tal oración que: (2) Enriqueta es más baja que Mari Loli Por tanto, tenemos una relación de inversión entre las dos oraciones, por la que (1) implica (2) y (2) implica (1): Si Mari Loli es más alta que Enriqueta, Enriqueta es más baja que Mari Loli. Sin embargo, esta propiedad de inversión no se hereda de ninguna de las palabras individuales de las oraciones en cuestión. Si la semántica fuese totalmente composicional, es decir, una simple suma de significados individuales, se esperaría que la relación de implicación que se da 45

En el CREA aparece un ejemplo con el mismo adjetivo, referido a la práctica del golf: Desde pasarse cuatro metros hasta quedarse dos metros corto, todo es posible (La Vanguardia, 17—61994).

Adición, sustracción y comparación.

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entre ambas oraciones fuera graduatile, y no taxativa, puesto que los adjetivos alto y bajo manifiestan una relación de antonimia graduable (más alto, un poco bajo, mediano, etcétera). Pero no es así. En consecuencia, es necesario reconocer que el significado del todo - sea un sintagma o sea una oración - no es el mero conjunto de las palabras que lo integra. (Cuenca / Hilferty 1999: 68)

Dejando de lado lo que nos parece una interpretación extremadamente reduccionista de la noción de composicionalidad, que no es en absoluto equivalente ni a la «simple suma» de elementos individuales ni al «mero conjunto de palabras» a los que se alude, intentaremos demostrar que el análisis que hemos propuesto puede derivar sin problema alguno las implicaciones que se mencionan en la cita anterior. Según nuestro análisis, la altura de Mari Loli se calcula en la oración (1) de la cita anterior sumando a la altura de Enriqueta un diferencial cuyo valor no aparece especificado en la oración, pero que no puede ser nulo. Por lo tanto, tenemos la fórmula de (76), donde A representa la altura, DIF el diferencial y ML y E refieren a Mari Loli y a Enriqueta, respectivamente: (76) AML = A e + DIF A partir de (76) podemos despejar la incógnita AE, de modo que obtenemos (77): (77) A e = A m l - D I F Y dado que las dos fórmulas anteriores son equivalentes, podemos vincularlas por medio del símbolo de equivalencia lógica: (78) (Aml = A e + DIF) (A e = Ami, - DIF) Es decir, que si la altura de Mari Loli es la de Enriqueta más un diferencial, la de Enriqueta será necesariamente la de Mari Loli menos ese mismo diferencial. De lo cual se deduce, necesariamente, que Mari Loli es más alta que Enriqueta (76) y que Enriqueta es más baja que Mari Loli (77). Naturalmente, si se parte de la idea de que el núcleo de las anteriores oraciones es el adjetivo y que el adverbio más es meramente un adyacente de aquél, resulta mucho más difícil derivar las relaciones de significado que acabamos de formalizar. De ahí la importancia que para el desarrollo de la semántica composicional adquiere la creciente importancia otorgada en el modelo de principios y parámetros a las proyecciones funcionales.

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Conclusiones

En este epígrafe, nos limitaremos a reflejar algunas de las conclusiones principales del estudio: 1. El complejo paradigma de las construcciones que hemos estudiado puede reducirse a un esquema básico de carácter estrictamente composicional: el de una construcción aditiva o sustractiva encabezada por el correspondiente operador (más o menos).

58

José Maria Brucart

2. En la interpretación de estas construcciones siempre hay una base (sumando o minuendo) y un diferencial (sumador o sustraendo). Estos son los elementos primitivos que selecciona el operador aditivo-sustractivo. 3. La lengua trata de modo asimétrico a la base y al diferencial. El primero puede recuperarse contextualmente, mientras que el segundo siempre está presente en la construcción, ya sea de modo explícito (dos libros más) o implícito (más libros). 4. Las oraciones tradicionalmente llamadas comparativas de desigualdad son un caso particular de construcción aditivo-sustractiva. El segundo término de la comparación desempeña la función de base de la adición o sustracción. 5. Frente a lo que parece sugerir la etiqueta de «comparativas», en tales construcciones el diferencial es un elemento primitivo y no derivado. Por lo tanto, en estas oraciones no se compara la magnitud de A con la de Β y de la operación se deduce el diferencial, sino que, tomada la magnitud de Β y sumado o restado el diferencial, se obtiene la magnitud de A. 6. La particularidad que presentan las oraciones comparativas respecto de otras construcciones aditivas no comparativas consiste en que la base de comparación tiene habitualmente carácter proposicional.

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Maria

Iliescu

La typologie des langues romanes. État de la question

1

Introduction

1.1

But de ce rapport

Le but de ce rapport est de donner un aperçu succinct sur les travaux de typologie linguistique, concernant les langues romanes depuis la deuxième moitié du XXe s. jusqu'aujourd'hui. Je m'excuse dès maintenant des lacunes de mon exposé, qui, étant donné le temps que j'ai à ma disposition, sont inévitables. Bien que la typologie se trouve sans doute aujourd'hui au centre des préoccupations linguistiques, le sens même du terme typologie est loin d'être univoque et les directions de recherches sont multiples. A cet égard je voudrais citer un compte rendu récent du livre Approaches to language typology (Shibatani / Bynon 1995) dû à Steele (1997), qui se plaint que «the promised underlying unity is at best a chimera» étant donné les grandes différences géographiques, conceptuelles et individuelles. Ineichen (1995: 1043) souligne d'un autre côté les difficultés d'écrire une histoire de la typologie syntaxique «étant donné que la délimitation du domaine est tout aussi floue (unscharf) que les formes méthodologiques qui dépendent des conceptions des différentes écoles linguistiques». A cause de cette situation je commence par jeter un coup d'œil schématique sur l'histoire de la typologie linguistique et par rappeler quelques notions fondamentales de ce domaine.

1.2

Histoire de la typologie linguistique

L'histoire de la typologie linguistique comprend trois époques: L' époque ancienne commence d'un côté avec l'illuminisme français et les descriptions à tendances raisonnées et générales des langues de ce temps, de l'autre avec les idées d'Adam Smith (1761) (cf. Coseriu 1970) et d'Adelung (cf. Coseriu 1972) pour culminer avec Humboldt (cf. Coseriu 1972) et les frères Friedrich et August Wilhelm Schlegel (1808). Dans la synthèse de A. W. Schlegel (1808) se retrouvent les idées de ses prédécesseurs ainsi que la classification en langues sans aucune structure grammaticale, langues qui emploient des affixes et langues à inflexion qui est entrée dans le trésor du savoir commun linguistique avec la terminologie donnée par Humboldt: langues isolantes, agglutinantes et flexionnelles. (C'est Humboldt qui a ajouté les langues polysynthétiques.) Quant au terme typologie il est dû à Otto von der Gabelentz.

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Cette période, à laquelle je donnerais volontiers le nom de l'époque de Schlegel' prend fin au commencement du XXe siècle. Dans cette première période les langues romanes avaient été conçues comme formant un bloc, une unité, ce qui s'explique par la perspective généalogique. Pourtant A.W. Schlegel était déjà arrivé à la conclusion que les langues néolatines appartiennent à un type mitigé, pour reprendre l'expression de Tesnière (1959), flexionnel et isolant, synthétique et analytique en même temps. La deuxième période est une époque de transition, notable entre autres par les travaux et les idées de Sapir (1921), qui avait repris les préoccupations typologiques de ses prédécesseurs, en cherchant de mettre en relation les différents types dont il était question en les nuançant par des critères supplémentaires (Ineichen 1979: 68). Il s'était déjà rendu compte que le français se différencie des autres langues romanes et présente un caractère avec prépondérance analytique. C'est dans la même époque que dans le cadre de l'Ecole de Prague se développe l'analyse de la perspective fonctionnelle de la proposition autour des notions thème et rhème, qui se trouve à la base de la typologie pragmatique discursive. Dans la troisième époque, de laquelle nous allons nous occuper ici, et qui commence environs vers la moitié du XXe siècle, on peut distinguer deux directions de recherche, dont la première est caractérisée en termes négatifs par le manque de perspective syntaxique, tandis que la seconde est caractérisée par la dominance de la syntaxe.

1.3

Notions fondamentales

Quant aux notions fondamentales de notre domaine je recours à Γ article «Réflexions fondamentales sur le thème Romanistique, typologie linguistique et recherche des universaux» du regretté Klaus Heger (1989). En partant à son tour de la contribution de Hansjakob Seiler au XIVe Congrès International des Linguistes de Berlin 1987 (Language typology in the UNITYP model), Heger fait une différenciation nette entre la typologie et la recherche des universaux en précisant que la typologie linguistique est un procédé inductif qui mène des structures linguistiques (language structures) de différentes langues Li jusque Ln aux invariantes continues et d'ici aux fonctions... tandis que la recherche des universaux est un procédé déductif qui part des concepts universaux (universal concepts) et qui pour servir comme tertia comparationis reflètent les fonctions trouvées. La typologie impliquerait une recherche onomasiologique, les universaux une recherche sémasiologique. D'un côté il ne faut pas confondre la typologie et la recherche des universaux, qui sont deux notions complémentaires, de l'autre, il ne faut pas mettre le signe d'égalité entre la typologie linguistique et la classification des langues. Les problèmes de la requête des universaux (inclusivement le rapport entre GGT et typologie linguistique) ainsi que ceux de la classification seront exclus de ma présentation.

La typologie des langues romanes. État de la question

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Environs depuis les années quatre-vingt dix la typologie est définie, au moins par une grande partie de la recherche européenne et américaine (cf. le UNITYP de Cologne, L'EUROTYP et le Stanford Project of Language) d'une façon beaucoup plus large, mais moins précise. On la conçoit dorénavant comme: '«l'étude des régularités, des modèles et des limites des variations interlinguistiques». Sa tâche est de déterminer l'étendue de la variabilité des langues individuelles en la ramenant aux principes sous-jacents qui, eux, sont universaux. Dix années après l'article de Heger, Lazard (1998: 11-13) revient plus explicitement sur le problème onomasiologique, c'est à dire sur le concept dans la recherche typologique: La comparaison, qui fonde ce travail, exige qu'on s'appuie sur le sens. Mais l'univers du sens est un espace amorphe ou qui, en tout cas, semble tel, tant qu'il n'est pas structuré par l'expression langagière: les manifestations du sens semblent aussi libres, fuyantes, imprévisibles, que ne sont concrets, définis, descriptibles, les aspects de la forme (Benveniste 1966). Tel est donc le dilemme: d'un côté des données formelles nettes et bien structurées, mais indéfiniment variées, de l'autre un contenu sans structure propre, qui se prête à des découpages arbitraires. Les premières sont en principe incomparables, les secondes irrémédiablement flou [sic!].

L'issue de cette difficulté, toujours d'après Lazard est de comparer les «domaines de grammaticalisation où sont préférentiellement élaborées des catégories grammaticales». (Par exemple l'ensemble des notions concernant ce qu'on appelle le temps, l'aspect et le mode, ou, encore dans le domaine nominal, de celles du nombre, du sexe ou du genre et de la définitude). Dans l'article cité plus haut Heger justifie aussi une typologie des langues romanes, bien qu'il s'agisse d'une typologie dans le cadre d'un groupe génétiquement unitaire: la romanistique est en effet un domaine privilégié et unique pour les recherches typologiques synchroniques et diachroniques: d'un côté on connaît le point de départ, le latin, d'un autre on a comme objet d'étude non seulement les langues romanes et leurs variétés mais aussi les langues créoles, aboutissement du contact entre des langues romanes et des langues non indo-européennes. C'est un champ expérimental idéal pour étudier la complémentarité de la typologie linguistique et de la requête des universaux. «Si donc la romanistique n'avait pas existé, il aurait fallu l'inventer sur place» (Heger 1989: 269). Dans le contexte de la comparaison typologique des langues apparentées se pose toute une série de problèmes comme: quel est le degré de variabilité structurale auquel peuvent aboutir des langues qui ont une origine commune? Y a-t-il des voies de développement préférées, ou même nécessaires? Qu'en est-il de la cohérence interne des changements individuels? etc. (Bossong 1998b: 1004).

2 L'époque moderne de la recherche typologique Dans l'époque moderne, comme nous venons déjà de le mentionner, on distingue des recherches typologiques non syntaxiques et dans une plus grande mesure des recherches de nature syntaxique.

64 2.1

Maria Iliescu

Les méthodes non syntaxiques

Dans la première catégorie deux méthodes concrètes de recherche ont eu un écho dans le domaine des langues romanes: la méthode de Skalicka (1966) et celle de Coseriu (1970; 1972; 1979; 1988a-d).

2.1.1 Vladimir Skalicka D' après Vladimir Skalicka, adepte de l'École de Prague toute langue est constituée par un ensemble de traits (phonétiques, morphologiques, syntaxiques et dérivationnels) qui se combinent mutuellement pour former sa structure. D'après lui il y a cinq types qui sont censés dominer plus ou moins explicitement l'organisation des différentes langues du monde. L'on constate divers degrés d'approximation aux différents types (cf. Ineichen 1993: 74): flexionnel, agglutinant, isolant, polysynthétique, introflexionnel. Pour Skalicka le type n'est qu'un modèle auquel ne s'identifie aucune langue réelle. Selon lui les langues doivent être décrites de manière de pouvoir constater le type dominant et en même temps les autres types présents. La tâche du typologue est donc de déterminer le pourcentage des différents types présents dans la même langue. Les langues se différentient entre elles selon le pourcentage des types présents dans leur structure. Cette typologie tient au fond encore à la première époque, tout au plus à la deuxième des recherches typologiques. En ce qui concerne les langues romanes Skalicka s'est occupé surtout du français comme représentant du type isolé (cf. les observations critiques de Geckeler 1984). Les autres langues romanes ne sont mentionnées qu' en tant qu'exemples. Dans la linguistique romane la typologie de Skaliôka est connue surtout grâce à plusieurs articles de Horst Geckeler. Les études dans lesquelles il a appliqué cette méthode à l'espagnol (Geckeler 1985b) et à l'italien (Geckeler 1989), ont montré qu 'elle se prête mal, étant trop peu raffinée, à la caractérisation de langues individuelles dans le cadre d'un groupement généalogique comme celui du roman. Geckeler (1989: 82) constate que selon le système de Skaliôka l'italien représente surtout le type flexionnel, suivi du type isolant et moins le type agglutinant, polysynthétique et introflexe. Quant à l'espagnol, il se comporte en grandes lignes «weitgehend» comme l'italien, un résultat qui est trop vague pour les exigences de la recherche typologique actuelle.

2.1.2

Coseriu

La typologie structurale, intégrale, de Coseriu différencie dans chaque langue trois niveaux hiérarchiques: la norme, le système et le type: plusieurs normes peuvent correspondre à un système et plusieurs systèmes à un seul type. Les langues romanes représentent les diverses réalisations du même type: le type roman. Celui-ci contient les principes techniques généraux des langues néolatines et représente leur cohérence et leur homogénéité fonctionnelle. La typologie de Coseriu a une dimension généalogique dans le sens que le type roman est conçu soit comme l'effet de la situation génétique, soit comme le déclencheur des caractéristiques panromanes (cf. Jacob sous presse: 4.3.).

La typologie des langues romanes. État de la question

65

Les paramètres d'analyse sont Γ axe paradigmatique et l'axe syntagmatique. Ce qu'on entend par analytique et synthétique n'est autre chose qu'une détermination paradigmatique interne patris/patri, altus/altior ou bien une détermination syntagmatique externe de patrem/ad patrem, altus/ magis altus. Les langues romanes, le mot et la phrase romane, respectivement la morphologie et la syntaxe suivent le principe de la détermination matérielle interne pour les fonctions internes et le principe de la détermination matérielle externe pour les fonctions et relations externes, ce qui a comme suite que ces langues ne sont ni totalement synthétiques ni totalement analytiques. C'est ainsi par exemple que dans le système verbal les temps absolus sont marqués par déterminations internes, tandis que les temps relationnels sont marqués par détermination externe (périphrastique). Quant au français, il occupe une place tout à fait excentrique du point de vue typologique. A l'autre pôle se trouve le roumain. (Coseriu 1988d: 208-224). La construction typologique de Coseriu est attrayante et claire et l'exemple qu'il donne est convaincant. Mais comment faire pour suivre son chemin? La difficulté est de savoir comment choisir les caractéristiques, dont l'ensemble constitue le système d'une langue pour arriver du niveau du système à celui du type. A la différence de la méthode de Skalicka le type n'est pas donné d'avance. Il faut le chercher de manière inductive. Man weiß also was für Prinzipien man suchen muss, nicht aber welche Prinzipien, denn diese müssen eben jeweils entdeckt werden. (Coseriu 1988b: 171) «On sait quelle sorte de principes il faut chercher, mais on ne sait pas quels sont ces principes, car ces principes doivent être découverts, il faut les chercher.»

Nous devons à Geckeler (1988) aussi une excellente comparaison critique de la typologie de Skalicka et de celle de Coseriu. A juste titre Geckeler considère que la deuxième est plus prétentieuse, plus raffinée et plus abstraite, que la première. En diachronie la théorie de Coseriu a été appliquée par Eckert (1986) dans son livre sur l'évolution du français.

2.2

Les méthodes syntaxiques

Dans les recherches syntaxiques de l'époque moderne on peut distinguer trois directions: la typologie des corrélations, la typologie sérielle et la typologie fonctionnelle. La typologie pragmatique discursive est incluse dans la seconde. Il n'est pas toujours facile de faire une distinction nette entre les trois directions qui s'entrecroisent plus d'une fois et dont les amorces se trouvent dans la majorité des cas dans l'époque antérieure.

2.2.1 Typologie corrélative D'après Ineichen (1995: 1045) la typologie corrélative fête son anniversaire en 1958, date de la parution de trois articles importants du point de vue théorique: Γ article de Jakobson sur les implications, l'article de Benveniste sur la proposition relative et celui de Martinet sur l'ergatif (Benveniste 1957-1958; Martinet 1958; Jakobson 1958).

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Maria Iliescu

Le problème de la corrélation, l'existence d'une liaison entre différents domaines de la langue (ordre des mots et morphologie, phonétique et morphologie, etc.) avait préoccupé déjà G. v. d. Gabelentz. Dans l'époque moderne le problème théorique des corrélations a été développé surtout par W. Lehmann (1978; 1990), Vennemann (1974; 1975) et par Hawkins (1983). Greenberg, dont le nom est lié à la typologie sérielle, n'est pas étranger non plus à la notion de corrélation. Le point de départ de ce dernier est de nombreuses implications binaires: la séquence VO et la morphologie prépositive, la suite verbe auxiliaire verbe lexical, la postposition des déterminations nominales (cf. 2.2.2.) Quant à la linguistique romane, ce sont surtout les travaux du regretté Karl-Hermann Körner (1983; 1987; 1988) qui vont dans cette direction. Körner distingue deux types de langues romanes: d'un côté le français, l'italien septentrional, l'occitan et peut être le catalan; de l'autre l'espagnol, le portugais, le gascon, l'italien méridional, le sarde et le roumain. Les corrélations qui sont à la base de cette répartition sont les suivantes: 1. une langue sans pronom sujet obligatoire ne peut être une langue intégralement SVO; 2. une langue dont les verbes intransitifs présentent la suite SV et VS tend vers la catégorie verbale de l'aspect; 3. les langues qui marquent l'objet permettent le changement de place entre sujet et objet; 4. les langues qui ont développé le réfléchi passif ne peuvent pas être des langues cent pour cent S; 5. les langues qui présentent la construction mihi est présentent aussi la séquence VO; 6. Les langues avec redondance de morphèmes négatifs ne se caractérisent pas par prominence du sujet; 7. dans les langues où les formes entre nom et verbe, comme par ex. le gérondif et l'infinitif, tendent à former des prédicats, le sujet peut suivre après le verbe. Une corrélation typologique entre ordre des mots et le développement des pronoms clitiques a été élaborée par Vanelli / Renzi / Benincà (1985).

2.2.2 Typologie sérielle La méthode syntaxique sérielle de Greenberg ('1963; 2 1966), la plus en vogue aujourd'hui, consiste dans l'analyse de l'ordre des mots, plus précisément l'analyse des séquences des unités pertinentes du point de vue des fonctions syntaxiques fondamentales (SVO). Elle est connue sous le nom de typologie sérielle ou positionnelle. Les amorces de la méthode se trouvent en Europe déjà au commencement du XXe siècle, chez Bally ( 4 1965) qui parle de séquences anticipatrices et progressives ou bien chez Tesnière (1959) qui note la différence entre langues centrifuges et centripètes. (Cf. Jacob sous presse: 2.4.; Herman 1954 s'était préoccupé déjà de l'ordre des mots dans les plus anciens textes français). Greenberg, considéré comme le vrai initiateur de la typologie sérielle, travaille beaucoup avec la notion de corrélation, bien qu'il la nomme harmonie. Il constate qu'entre la suite VO, l'expression des cas par prépositions, l'anticipation des auxiliaires et la postposition des déterminations adnominales d'un côté, et la suite OV, l'expression des cas par désinences, la postposition des auxiliaires et la préposition des déterminations nominales d'un autre côté il y a un rapport d'exclusion. Bien que Greenberg n'ait inclus qu'un seul représentant des langues romanes - à savoir l'italien - dans ses comparaisons, le résultat de ses recherches est extrêmement important pour la linguistique romane. Il s'agit de la

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La typologie des langues romanes. État de la question

constatation d'ordre diachronique que dans l'évolution du latin aux langues romanes il y a eu un changement important dans l'ordre des éléments fonctionnels. Du type latin SOV les langues romanes sont passées en grandes lignes au type SVO. Le français se trouve à Γ avant-garde de ce mouvement. D'après Bossong (2001) la typologie pragmatique, qui s'intéresse à l'organisation du discours (cf. 1.1.) et à la dynamique communicative, dont les amorces se trouvent déjà chez Hockett (1958), Halliday (1970), Danes (1974), n'est qu'une autre facette de la linguistique positionnelle. Il propose de distinguer d'un côté les principes de linéarisation séquentielle (= sérielle) et de l'autre la linéarisation pragmatique. La première est liée à la dimension casuelle de la phrase (relations prédicat-actants), la deuxième à la dimension pragmatique, c'est-à-dire à l'articulation thémato-rhématique du discours. Dorénavant le principe sériel qui présente le grand avantage d'être concret et qui offre ainsi la possibilité d'être appliqué sans difficulté, est adopté comme une des caractéristiques les plus importantes dans la description des langues romanes, sans qu'importe s'il s'agit de travaux consacrés à une seule langue ou à plusieurs langues romanes. Un très grand nombre d'études a été consacré à ce sujet. Je ne m'arrête ici que sur deux des contributions qui discutent les langues romanes dans leur ensemble. L'article de Lorenzo Renzi (1989: Comment peuvent

être caractérisées

les

langues

romanes du point de vue typologique) est important par ses implications théoriques. En appliquant le critère sériel Renzi arrive à découvrir 14 caractéristiques présentes dans toutes les langues romanes, inclusivement le français. 1. Prépositions et non pas postpositions; 2. l'auxiliaire se trouve devant le verbe lexical; 3.1e pronom interrogatif se trouve devant le verbe; 4. l'adjectif attributif a la tendance de suivre son déterminé; 5. le complément du nom au génitif suit son déterminé; 6. les démonstratifs et les numéraux précèdent le déterminé; 7. l'adverbe se trouve devant l'adjectif qu'il modifie; 8. la séquence adjectif particule comparative - le deuxième terme de la comparaison; 9. le nom commun déterminé se trouve devant le nom propre déterminant (Place Vendôme); 10. la proposition relative suit le nom déterminé; 11.1a personne est exprimée par le verbe; 12. temps et mode sont exprimés par le verbe; 13. il y a concordance entre sujet et verbe et entre l'adjectif et le nom; 14. le nom et le pronom marquent nombre et genre. L'auteur montre aussi à l'aide d'exemples concrets comment la méthode sérielle peut être complétée par des recherches diachroniques, diatopiques, et diastratiques, comme le demande la nouvelle définition élargie de la typologie. L'exemple concret est ici le français populaire qui, à la différence du français normé, montre des ressemblances avec des dialectes de l'Italie septentrionale. Le deuxième article appartient à Anna Sôrés et a paru dans la Revue Romane en 1995: l'approche théorique est celle de la typologie sérielle, le domaine étudié est la morphosyntaxe nominale; le but: «savoir dans quelle mesure [la parenté génétique] suppose en même temps ime homogénéité structurelle». L'auteur considère le type comme une construction, un modèle capable de décrire la structure de surface (Sôrés 1995: 43). Étant donné que c'est le linguiste qui choisit le niveau à analyser et que c'est lui qui prend la décision sur le nombre des critères à examiner, le type doit être conçu comme arbitraire. Anna Sôrés met ici le doigt sur la plaie: le problème le plus épineux de toute recherche typologique ou classificatoire est de trouver un moyen de surpasser cette arbitrariété.

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Maria Iliescu

Dans son étude l'auteur compare neuf langues romanes (le français, l'occitan languedocien, le catalan, l'espagnol européen, le portugais européen, l'italien standard, le roumain, le sarde et le rhéto-roman) en se basant d'un côté sur la typologie sérielle (regens post/ante rectum), de l'autre sur les marques des cas. Elle arrive à la conclusion qu'il existe un type roman primaire et un type roman secondaire. Le premier est constitué par les traits avec réponse positive aux critères donnés [SVO, NGén, NAdj, DémN, NumN, AdjCompX, NRel, Aux, VAdv, Adv.Adj., OSV] tandis que le type secondaire est constitué par les traits avec réponse ambiguë aux mêmes critères: +/- [NegV, Vpers, PrepAcc, Pass, Oi-Od, pron SOV, PlurSuff, Part.accordé, ArtPart, ibi/inde]. Les langues qui peuvent être décrites par l'ensemble des deux sous-systèmes sont uniquement les langues romanes: c'est la preuve de l'existence d'un type roman.

2.2.3 Typologie fonctionnelle L'intérêt de la typologie fonctionnelle s'oriente vers (je cite d'après Daniel Jacob sous presse: 1.4.) «les distributions et les contraintes dans l'emploi des moyens d'expression et vers l'organisation de certains domaines fonctionnels». Dans l'approche fonctionnelle (cf. Comrie 21989; Croft 1990) l'accent tombe surtout sur les explications des données typologiques et/ou diachroniques (cf. Jacob sous presse: 8). On cherche les réponses surtout dans des faits de nature universelle: soit dans des principes sémiotiques (iconicité, marcage) de la Natürlichkeit morphologique et syntactique (cf. Dressler 1987), soit dans des structures cognitives comme la prototypicalité, les contiguïtés métonymiques et les similarités métaphoriques, soit enfin dans la pragmatique communicative et discursive synchronique et diachronique (cf. p. ex. Lüdtke 1980). Dans le contexte de la fonctionnalité l'ancien concept de grammaticalisation (Meillet 1912) gagne une grande importance (Hopper / Traugott 1993; Chr. Lehmann 1995). Chez beaucoup de linguistes de l'école américaine les explications sont d'ordre plus général - tendance à l'économie, besoins d'expressivité, nécessité d'assurer pleinement la communication - , connues aux européens déjà par Benveniste, Martinet, Vendryes et Meillet etc. (Lazard 1998: 5). Il est à retenir dans cette troisième direction de recherche syntaxique la typologie n'est plus conçue comme complémentaire aux recherches des universaux (cf. supra 1.2.) mais plutôt comme un niveau immédiatement inférieur à cellesci.

2.3

Problèmes centraux de la recherche typologique romane

Dans le cadre des recherches modernes plusieurs problèmes concernant les caractéristiques des langues européennes reviennent dans la littérature linguistique visant la typologie des langues romanes. Une grande partie est en même temps liée directement ou indirectement à la typologie sérielles et/ou à la typologie corrélative et/ou fonctionnelle.

La typologie des langues romanes. État de la question

2.3.1

69

Synthéticité et analyticité

Un problème qui date déjà de la première période des recherches typologiques et universelles est le caractère synthétique et analytique des langues. L'exemple du futur roman avec son va et vient entre formes synthétiques et analytiques, la formation des adverbes en -mente etc. (cf. Kuen 1952 et Fleischmann 1982) se prête à une nouvelle interprétation cyclique comme celle de Schwegler (1990). L'idée d'un caractère exclusivement synthétique ou analytique ainsi que celle du passage total à l'analyse déjà pendant le latin vulgaire peuvent être considérées comme dépassées. Aujourd'hui, toujours sur le plan universel, on différencie les langues accusatives des langues ergatives.

2.3.2 Le marcage de l'objet direct Un thème central des études romanes comparatives actuelles est le marcage de l'objet direct. Il fait partie des critères dans le cadre des descriptions corrélatives, comme par exemple celle de Körner (1987), dont il a été question plus haut. Il considère que le MOD est en distribution complémentaire avec l'existence de l'article partitif: l'espagnol et le roumain marquent l'objet direct et n'ont pas d'articles partitifs; le français et l'italien standard ont un article partitif mais ne marquent pas l'objet. Roegiest (1979; 1990), Pensado (1995a; 1995b), Bossong (1998a) et beaucoup d'autres romanistes se sont occupés de ce problème, lié aux catégories importantes de l'animation, de l'humanitude (Croft 1990: 111) et de l'agentivité. L'organisation hiérarchique des traits caractérisants ouvre le chemin à la conception de la prototypicalité des catégories grammaticales. D'autres éléments impliqués dans cette problématique sont la définitude et la topicalité de l'objet. Une des discussions en cours se préoccupe du motif pour lequel on a eu recours au marcage de l'objet direct. Est-ce pour la désambiguïsation syntaxique du sujet, est-ce, dans le cas de l'espagnol par analogie avec le datif (analogie de l'objet animé de l'interaction et le patient animé), par individuation (cf. Laca 1995) ou bien à cause de l'évolution diachronique géolinguistique différente (cf. Pensado 1995a)? Zamboni (1993) présuppose une corrélation entre le marcage du COD, l'évolution des pronoms clitiques sujet et l'emploi de l'auxiliaire être au parfait composé.

2.3.3

L'actance

D'autres problèmes qui se trouvent au centre de l'intérêt sont par exemple l'actance, c'est à dire la relation entre le verbe et ses actants (Feuillet 1998; Lazard 1994) et les rôles casuels, l'expression de la modalité, la deixis sous ses différentes formes et la prominence du sujet. Un des thèmes les plus discutés est la détermination (cf. Bally 41965; Seiler 1978: 77-100; Wilmet 1986). Elle peut être spécifiante (référentielle), caractérisante (relationnelle) ou bien quantifiante. En ce qui concerne la position il peut s'agir de pré- et/ou de postdétermination, (p. ex. Baldinger 1968; Geisler 1982; Jacob 1990; Wandruszka 1980). Raible (1982: 233) arrive à la conclusion qu'en principe la détermination caractérisante est placée à la droite, celle spécifiante à la gauche du determinatimi.

María Iliescu

70 2.4

Traits, critères et caractérisations

Étant donné que «la typologie linguistique est un procédé inductif» qui commence par la description des structures linguistiques de différentes langues le problème pratique essentiel est, comme nous l'avons précisé au commencement de cet esquisse, de trouver les traits pertinents de ces structures. La première chose à faire, selon Lazard (1998: 8) «est de décrire et d'identifier aussi précisément que possible les unités de chaque langue». C'est ainsi que les travaux qui s'occupent de traits spécifiques des différentes langues font implicitement partie de la recherche typologique sans qu'on l'affirme explicitement. Le nombre des travaux est évidemment très grand même dans le cadre de la linguistique romane seule. Il s'agit de contributions verticales qui sont consacrées à la caractérisation d'une seule langue romane par plusieurs traits, d'autres horizontales qui s'occupent d'un seul trait dans deux ou plusieurs langues romanes et de contributions générales, dont le nombre est beaucoup plus réduit, qui analysent plusieurs traits dans toutes, ou seulement, dans beaucoup de langues romanes.

2.4.1

Contributions générales

2.4.1.1

Iliescu / Mourin (1991)

L'arrière-garde des travaux typologiques non syntaxiques est le livre La typologie verbale romane Étude synchronique élaboré par Louis Mourin et moi-même et paru en 1991. L'idée des auteurs était 1) de faire une analyse globale de la morphologie verbale romane, en d'autres mots, de prendre en considération tous les éléments de la structure verbale morphologique pour ne pas être dans la situation de choisir des traits d'une façon subjective. 2) de trouver ainsi le prototype roman et d'analyser la distance de chaque idiome du prototype et 3) de comparer l'état synchronique avec les états diachroniques. (Malheureusement le deuxième volume qui devait contenir la partie historique n'a pas pu être réalisé). Ont été examinés 18 idiomes romans et les éléments paradigmatiques suivants: les suffixes d'élargissements, la distinction en conjugaison (en tenant compte de l'évolution des voyelles thématiques), les suffixes temporels et modaux et les désinences des formes régulières et irrégulières. Le minimum de distance du prototype est atteint avec 24 points. Avec 21 point le catalan est la langue la plus proche au prototype. Suivent le gascon et le frioulan avec 19 points. Les langues les plus éloignées sont le français avec 10 points et le franco-provençal avec 9,50.

2.4.1.2

Bossong (1998b)

Il convient d'accorder une place à part dans les recherches typologiques modernes sur les langues romanes à 1' article de Bossong (1998b) «Typologie des langues romanes». Le but de l'auteur est de trouver «le type roman» à l'aide de critères valables aussi pour d'autres groupes de langues et d'orienter sa recherche de manière diachronique, tenant compte en diachronie à un bout du latin et à l'autre bout des langues créoles. Si on envisage la complémentarité des recherches typologiques et des recherches des universaux sur un seul

La typologie des langues romanes. État de la question

71

axe, les conclusions de l'article de Bossong se trouvent à la fin des premières et au commencement des secondes. Par typologie l'auteur comprend «le domaine de la diversité des langues, la variabilité des structures linguistiques» (Bossong 1998b: 1003). Deux idées fondamentales sont exposées dans la première partie de l'article (Bossong 1998b: 1004—1005): La première est une mise à point de la relation typologie - diachronie. En fait il est impossible de faire abstraction de la dimension temporelle du langage, à n'importe quel niveau de l'analyse. Ceci est particulièrement important pour la typologie dont le domaine est la variabilité des structures linguistiques... [Mais] La typologie ne vise pas la diachronie sous la perspective de la contingence, mais des régularités qui la sous-tendent et dont les événements historiques individuels sont des manifestations concrètes. (Bossong 1998b: 1004)

Une deuxième idée qui, comme on le verra infra, s'impose de plus en plus dans la recherche typologique contemporaine européenne est que les langues romanes ne constituent pas seulement une unité génétique, mais aussi une alliance linguistique (Sprachbund) due au contact prolongé entre elles et surtout à leur contact permanent avec le latin qui est en même temps leur langue-mère. Le roumain fait bande à part. La deuxième partie de l'article de Bossong (1998b: 1016), consacrée à l'analyse typologique proprement dite, c'est à dire à l'analyse des catégories qui caractérisent les langues romanes. D'après l'auteur il faut tenir compte de l'aspect configurationnel, en d'autres termes de la configuration catégorielle (du sens) ainsi que de l'aspect concrétionnel, en d'autres termes de la concrétion formelle (de la forme). Le premier aspect se fonde sur la relation fondamentale entre référence et prédication, le second sur l'analyse du type positionnel des langues romanes dans les structures standard et dans les structures discursives. En diachronie l'auteur arrive à la conclusion que: «il y a une ligne d'évolution potentiellement universelle menant du type latin à celui des langues créoles». Trois facteurs essentiels, déterminent la dérive des langues romanes en ce qui concerne le type positionnel: primo le déclin de la grammémique, déclin qui va de paire avec l'ascension de la position comme moyen d'expression des relations grammaticales; secundo le renversement de l'orientation linéaire, c'est à dire le passage de la centripétalité du latin à la centrifiigalité des langues néolatines et créoles; tertio l'avènement de la prédominance catégorique, qui déclenche le passage du type VSO (à prédominance thétique) au type SVO, à prédomniance catégorique. La phrase finale de l'article est inattendue et, avouons-le, un peu décevante si on ne se rend pas compte qu'elle constitue, comme nous venons de le dire supra, la transition vers le corollaire de la typologie, la requête des universaux, qui se réalise sous la forme de catégories des langues individuelles. La voici: «Somme toute, les langues néolatines [...] qui se trouvent actuellement dans une phase de stabilité relative [...] représentent un type plutôt [...]» (Bossong 1998b: 1016).

2.4.1.3

Oesterreicher (1996a; 1996b)

Un travail général d'un autre type est celui que nous devons à Wulf Oesterreicher, qui dans sa contribution au deuxième volume du LRL offre une excellente vue d'ensemble des traits morpho-syntaxiques et syntaxiques qui présentent un intérêt pour la caractérisation individuelle et comparée des langues romanes. En d'autres termes il s'agit de traits qui sont

72

Maria Iliescu

pertinents pour la description des systèmes des différentes langues et qui permettent les généralisations fonctionnelles qui donnent l'accès au type.

2.4.2

Contributions partielles verticales

Je ne traite pas les caractérisations des manuels, comme par exemple celui de Bec (1970) ou de Renzi / Salvi (1994).

2.4.2.1

L'italien

L'italien a été caractérisé dans la troisième étape des recherches typologiques par Segre (1963) et par Ineichen (1993). Selon Segre c'est une langue qui est restée fortement innovatrice quand elle se trouvait dans la phase préromane, mais qui a cessé de se renouveler quand elle est devenue romane. Ceci est valable pour tous les domaines de la langue en dehors de la syntaxe. En synchronie l'italien comme langue fondamentalement latino-romane a dans son organisation typologique une forte disposition pour des faits linguistiques contrastants. Ces observations vont de paire avec l'opinion de Körner (1987: 155-166) que l'italien est une langue inconsistante du point de vue typologique et aussi avec la place moyenne qu'il occupe (14 points sur 24) sur l'échelle vers le prototype roman dans la typologie morphologique verbale.

2.4.2.2

Le français

La caractérisation typologique du français est due aussi à Ineichen (1984). Elle se base sur plusieurs traits sériels et ceux tirés de l'examen de la structure de la syllabe et du mot. La conclusion: un certain nombre de traits caractéristiques confère au français une place à part dans le cadre des langues romanes. Grâce à un changement de structure par rapport à l'ancien français, le français moderne comporte des traits qui ne sont plus à proprement parler romans. Mais de façon paradoxe, ceci ne dérange pas sa romanité foncière. (Ineichen 1984: 119)

La distance du français par rapport aux autres langues romanes est confirmée aussi par sa place sur l'échelle vers le prototype verbal roman: avec le franco-provençal, il occupe la dernière place avec 10 points sur 24. Il faut ajouter que dans la typologie générale du français contemporain on tient aujourd'hui compte du code parlé dont les caractéristiques se retrouvent partiellement dans les variétés de l'italien septentrional (Renzi 1989). La structure morpho-syntaxique de l'ancien français montre encore de grandes ressemblances avec le roumain (Iliescu 1978), bien qu'en synchronie on situe les deux langues aux pôles opposés.

La typologie des langues romanes. État de la question

2.4.2.3

73

Le roumain

Moi-même j'ai récemment élaboré une typologie du roumain (Iliescu sous presse). Spécifique pour le roumain est son caractère de compromis qui se manifeste par la coexistence de traits qui dans les autres langues se trouvent dans des systèmes différents et mêmes à des moments différents de leur évolution. Pour ne donner que quelques exemples: encore aujourd'hui en roumain contemporain on trouve l'un à côté de l'autre, le datif synthétique et le datif analytique, les déterminants déictiques peuvent se trouver en pré- ou postposition, le changement de fonction des adjectifs démonstratifs qui se sont transformés avec le temps en articles se déroule encore aujourd'hui devant nos yeux par l'existence de ce qu'on appelle article démonstratif, l'opposition entre animé et inanimé est plus forte que dans les autres langues romanes: elle se manifeste par la survivance du neutre (toujours inanimé), la différence de marcage du génitif-dativ des noms propres (par préposition) et des noms communs (par postposition), la conservation et le développement ultérieur du vocatif, et le marcage de l'objet direct (à la différence des autres langues romanes qui présentent cette caractéristique) par la préposition pe < (SU)PER. Le roumain occupe avec 13 points une place proche de l'italien (avec 14 points), sur l'échelle vers le prototype roman. Le temps ne me permets pas d'énumérer d'autres caractéristiques de cette langue, qui est une clef importante pour comprendre l'évolution typologique du latin aux langues romanes, trop souvent ignorée par les romanistes.

3

Projets

Ce coup d'œil extrêmement succinct jeté sur l'état actuel, mieux dit sur l'époque moderne de la typologie linguistique ne saurait être complète sans les différents projets qui coexistent aujourd'hui et où il s'agit de travail en équipe: L'UNITYP (Universalienforschung und Typologie) de Cologne travaille sur diverses dimensions du fonctionnement des langues, le groupe RIVALC de Paris fait les recherches actantielles ('Recherches interlinguistiques sur les variations d'actance et leurs corrélats), un autre groupe de chercheurs de Saint-Petersburg s'occupe des catégories verbales (sur toutes les écoles typologiques actuelles, voir Shibatani / Bynon 1995). Une entreprise qui intéresse beaucoup les langues romanes est le projet de perspective européenne: EURO-TYP (= Typologie des langues en Europe). Il s'agit d'un projet de cinq ans (1900-1994) sous la direction de Ekkehard König (FU Berlin) qui s'est proposé d'élaborer neuf volumes dédiés aux plus importants problèmes de la caractérisation des langues de l'Europe: l'ordre des constituants dans la phrase, actance et valence, les constructions adverbiales, les compléments circonstanciels, temps et aspect, les clitiques, les systèmes prosodiques du mot, l'organisation pragmatique du discours, subordination et complémentation et la structure du groupe nominal dans les langues de l'Europe. Ce sont seulement les trois derniers volumes cités dont on attend encore la parution. Le point de départ est l'idée, mentionné dans l'article de Bossong, que les langues de l'Europe forment une sorte de Sprachbund, non importe qu'il s'agisse de langues indoeuropéennes ou non indo-européennes, dû au contact culturel au long des siècles.

74

Maria Iliescu

Dans ce contexte on peut sans doute affirmer que les langues romanes forment un Sprachbund dans un Sprachbund, car il est évident qu'elles se ressemblent plus entre elles, qu'elles ne ressemblent aux langues germaniques, aux langues slaves ou aux langues finoougriennes. L'approche méthodologique comparative et fonctionnaliste est typologique dans le sens qu'elle se propose d'identifier les traits qui caractérisent certains groupes de langues et surtout de trouver des traits qui caractérisent l'ensemble des langues européennes. Un des buts du projet est de donner des explications aux phénomènes constatés, soit par évolution diachronique, soit par typological drift, soit enfin par contacts entre langues. On a vu dans le cadre de la présentation de la typologie fonctionnelle (2.2.3.) que la recherche des explications est un des desiderata de la linguistique typologique et syntaxique moderne. Un avant goût des travaux énumérés, pour ceux qui jusqu'à présent n'ont pas eu la possibilité de les lire, est le volume édité par le regretté Johannes Bechert, Giuliano Bernini et par Claude Buridant: Toward a Typology of European Languages, Série Empirical Approaches to Language Typology 8 édité par Georg Bossong et Bernard Comrie. L'introduction à l'article dédié aux compléments de l'adjectif écrit par László Dezsö contient quelques observations, on pourrait dire des avertissements, auxquelles je voudrais me rallier. Dans la recherche il ne faut pas tomber d'un extrême à l'autre, ici dans le sens qu'il ne faut pas limiter les recherches aux langues bien connues et soigneusement analysées, comme l'anglais, mais qu'il ne faut non plus s'aventurer dans des phénomènes non familiers de langues qu'on ne connaît pas. C'est un danger. Permettez-moi de concrétiser les avertissements de Dezsö par les constatations au sujet d'une langue qui n'est ni exotique ni lointaine, par contre bien romane: le roumain. Une grande partie des exemples que se trouvent dans les différents travaux typologiques qui tiennent compte du roumain sont ou bien erronés, ou bien non adéquats du point de vue des variétés diamésiques, diastratiques ou diaphasiques. L'intérêt croissant pour la typologie se manifeste actuellement aussi par la parution de revues spécialisées, dont je ne cite que deux: STUF Sprachtypologie und Universalienforschung édité par Th. Stolz et Linguistic Typology, la revue de l'Association for Linguistic Typology, édité par. Frans Plank. Il me semble que ce qu'il faut actuellement ce sont des descriptions verticales exactes de chaque langue européenne, d'après des paradigmes unitaires, si possible par des personnes qui ont compétence de native speaker ou des savants spécialisés dans la langue donnée. C'est en d'autres mots ce que Lazard (1998: 10-11) recommandait pour le travail typologique: Nous pouvons modestement essayer, par l'analyse et la comparaison de parties choisies des systèmes linguistiques, d'apercevoir des types de relations qui les transcendent, puis, peut-être, des relations de relations qui transcendent ceux-ci, et ainsi de suite, édifiant peu à peu des systèmes de plus en plus abstraits, mais sans jamais perdre le contact avec les données langagières, qui constituent le seul observable.

4

Conclusion

Je finirai avec Bernard Pottier (Bechert / Bernini / Buridant 1990: VIII):

La typologje des langues romanes. État de la question

75

La typologie apparaît aujourd'hui comme un thème de coalescence pour les intérêts actuels orientés vers une meilleure connaissance des mécanismes mentaux révélés par beaucoup de langues du monde et comme réalisations qui peuvent atteindre une grande spécificité. La typologie linguistique thème de coalescence conçue comme «l'étude des régularités, des modèles et des limites des variations interlinguistiques» (König 1998: V) s'est donc adaptée à la globalisation. Mais c'est une globalisation sans chômage. Bien au contraire spécialistes en linguistique théorique et spécialistes en descriptions synchroniques et diachroniques des langues, nous tous nous avons devant nous un vaste champ de travail: l'investigation des signifiés et à travers ceux-ci l'investigation des signifiants des variantes romanes dans le cadre de la typologie des langues européennes et des langues du monde.

Bibliographie

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Michele

Loporcaro

Dialettologia, linguistica storica e riflessione grammaticale nella romanistica del Duemila. Con esempi dal sardo*

1

Introduzione

E' oggi sensazione diffusa tra molti romanisti che la maggior parte del lavoro descrittivo, in ambiti centrali come fonetica e fonologia, morfologia e sintassi, sia alle nostre spalle. Che restino invece, come compiti per il futuro della romanistica, da un lato l'approfondimento speculativo sul materiale primario già noto (sotto l'egida di discipline di taglio teorico come tipologia o sintassi formale), dall'altro l'esplorazione di campi in precedenza non considerati centrali, e oggettivamente di confine (rispetto ad altre discipline), quali la pragmatica o la sociolinguistica. Con questo spirito un amico e collega romanista, presentando qualche tempo fa una bella tesi di dottorato d'argomento pragmatico, la lodava come esempio di una linguistica romanza comparata di tipo nuovo, che ha smesso finalmente di occuparsi di temi polverosi quali, ad esempio, «lo sviluppo della seconda coniugazione dal latino alle lingue romanze». Ebbene, proprio di seconda coniugazione parlerò oggi, fra le altre cose. Questo perché l'effetto déjà vu (quello che dice, in questo caso specifico, «che cosa possiamo aggiungere ancora, sulla seconda coniugazione romanza, che non si sappia già a memoria?») è nemico del progresso in ogni campo del sapere. Come tutti i déjà vu, del resto, anche quello in linguistica romanza è illusorio. Per dimostrarlo ho scelto un ambito geolinguistico ottimamente indagato, quello del sardo, e temi tratti da ambiti centrali della struttura linguistica (fonologia e morfologia), avendo cura che essi possano parere i più noti, i più vieti, i più triti possibile: per la fonologia la metafonesi e per la morfologia, appunto, lo sviluppo della seconda coniugazione. Sui due fronti non ho certo l'ambizione di proporre imo status quaestionis, dato il molto che se ne è scritto. Semplicemente vorrei dare un'idea, attingendo a miei lavori in corso, di come problemi di linguistica, diacronica e sincronica, possano oggi esser visti sotto una luce nuova combinando lo studio empirico sul campo - che vada a caccia di dati primari ancora in buona parte da scoprire e da descrivere - con una riflessione grammaticale (almeno sperabilmente) avvertita ed aggiornata. Esprimo la mia gratitudine al comitato organizzatore per l'onore che mi è stato fatto, con l'invito a tenere questa relazione plenaria e con la presentazione da parte dal prof. Coseriu, alla cui memoria mi è caro qui rendere omaggio. Grazie inoltre a G. Gasea Queirazza, M. Gulina e L. Pescia per osservazioni e commenti alla presentazione orale e ad una prima versione dello scritto. Grazie anche a tutti coloro che, a Bonorva e in altri paesi della Sardegna, si sono prestati arisponderealle mie domande.

84 2

Michele Loporcaro L a metafonia nel sardo logudorese

Cominciamo dalla fonologia, considerando come prima illustrazione della metafonia nel sardo logudorese i dati in (l): 1 (1)

a.

bomu bemizi



φ Φ

b.

boma bendzo



In sardo, è noto, la quantità vocalica latina si è neutralizzata senza dar luogo ad opposizioni di timbro. Le vocali medie, lunghe e brevi, confluiscono in due soli fonemi, la cui realizzazione è condizionata dal contesto: medio-alta davanti a vocale finale alta (la), medio-bassa altrove. Altrove non vuol dire soltanto davanti a vocale non alta, come in (lb), ma anche laddove il condizionamento metafonetico non può esplicarsi a priori, data l'assenza di una sillaba più a destra, nei monosillabi tonici (2a) e negli ossitoni (2b): (2)

a. mé/*-é té/*-é ré/*-é ré/*-é pé/*-é





b. su ggaffé/*-é su ggattó/*-ó su γοπιο/*-ό



Questi ultimi in sardo sono poco numerosi e tutti di prestito. Ossitoni e monosillabi tonici forniscono comunque un'indicazione univoca. Vi ricorre sempre la vocale medio-bassa, il che dimostra che è questa la variante non condizionata, da assumere dunque come forma soggiacente nel sistema pentavocalico (3a), cui corrispondono le realizzazioni fonetiche (3b): 2 (3)

a. Ν Id

/u/ h/ /a/

1

2

b. [i] te] [ε]

[u] [o] [o] [a]

Della metafonia nel sardo ho trattato più in dettaglio in Loporcaro (1997). Tutte le forme logudoresi, in (1) e nel seguito, citate senza esplicita indicazione geografica né di fonte bibliografica, sono della parlata di Bonorva (SS). I dati sono riportati in trascrizione IPA semplificata: si usa la ripetizione del simbolo consonantico per notare la geminazione e l'accento acuto per notare l'accento tonico, segnato solo sulle parole non parossitone. Riportando dati da altra fonte, li si adatta alla trascrizione IPA (tranne all'interno di citazioni). Questa conclusione è obbligata in modelli teorici come quello della Fonologia Naturale (Stampe 1979), per cui i segmenti fonologici soggiacenti debbono essere pienamente specificati. In modelli teorici più astrattisti è possibile postulare /E 0 / soggiacenti, non specificati per il tratto [±teso], sui quali opera una regola di ridondanza [-alto, -basso] [-teso], tale da derivare per default [ε d] medio-basse alla superficie dovunque la metafonia non si applichi. Quale che sia l'opzione analitica prescelta, resta esclusa la postulazione di /e o/ medio-alte soggiacenti.

Dialettologia,

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85

Aggiungiamo ancora che la metafonia si applica regolarmente anche quando la vocale alta seguente è in sillaba intema anziché finale (4a) e si applica inoltre davanti a semivocale (4b) o semiconsonante (4c) alta, a contatto o a distanza:3 péssiYe bbéltula ó:mine kólvula móssiya





b. mejvu feu neula dojvi 9°Ì





c. le:ßja ej:a isto:rja isko:ßjana



La metafonia del sardo logudorese presenta tutte le caratteristiche di un processo pienamente allofonico e come tale è infatti descritta negli studi sul sardo (cf. Wagner 1941: 11 ss; Contini 1987: 439s, ecc.) come in quelli dialettologici comparativi (cf. Savoia / Maiden 1997: 15s). Questa descrizione ha delle implicazioni. Dal punto di vista dell'analisi sincronica, la bibliografia recente in fonologia teorica non vi si è particolarmente dedicata, evidentemente perché il fenomeno appare di banale semplicità.4 Quanto alla diacronia, la metafonia logudorese è additata come unico esempio romanzo di una metafonia rimasta allo stato originario, di contro ai processi metafonetici che troviamo un po' ovunque nella Romània, dal Portogallo alla Romania, e che sono invece morfologizzati e/o lessicalizzati (ossia, non più fonologicamente automatici).5 Anche in ambito sardo la metafonia ha cessato di essere trasparente nelle varietà campidanesi per effetto dell'innalzamento delle vocali medie finali (cf. Piras 1994: 208-217; Virdis 1978: 26; 1988: 900):6 (5)

be:ni ollu o:ru

< <
· [-iöi]

infinito III persona

Dunque, in base al quadro in (16) possiamo ritenere che viga nel sardo una implicazione biunivoca tale che, per ogni verbo, ad un infinito in -are, -ere ed -ire (18a) corrispondano alla II, III e VI persona del presente indicativo e alla II dell'imperativo forme con VT, rispettivamente, -a, -e ed -i (18b). E viceversa, che le desinenze -at, -et, -it implichino di necessità le corrispondenti desinenze infinitivali. Questo tipo d'implicazioni è di rilevanza centrale per l'assetto della classe flessiva. Quest'ultima, detta «coniugazione» nel caso del verbo, «dictates the phonological form of the verb» (Aronoff 1994: 127), ossia la concreta realizzazione di tutte le sue forme flesse. Nelle lingue romanze, l'infinito è stato per lunga tradizione assunto ad esponente della classe flessiva, da cui questa è - almeno in larga misura - predicibile: esso è, in altre parole, un indicatore univoco («predictor», Aronoff 1994: 126). Nel sardo, stando a quel che appare in (16) e (18), questa situazione sembra vigere in modo particolarmente evidente, come confermano tutte le trattazioni disponibili. In Blasco Ferrer (1986: 130s) troviamo ad es. riportata per le coniugazioni diverse dalla prima la flessione del presente di timere (tim-o, -es, -et ecc.) e quella del presente di dormire (dorm-o, -is, -it ecc.), senza ulteriori annotazioni. Questo trattamento delle coniugazioni del verbo sardo ricorre costantemente in opere dedicate alle lingue romanze, al sardo in generale o a sue varietà specifiche, come anche in lavori non focalizzati sulla morfologia (v. ad es. i paradigmi riportati in Jones 1993: 81) o in grammatiche opera di non specialisti (ad es. Corda 1994: 66ss). Anche l'ottima grammatica nuorese di Pittau (1972: 109-110) trattando le coniugazioni regolari adduce un solo esempio per la II: fákere (III pers.faket). Sui dati di Pittau si basano Iliescu / Mourin (1991: 133), donde la conclusione: Le sarde distingue nettement les trois conjugaisons par les voyelles thématiques atones des personnes 2, 3 et 6 de l'indicatif et 2 de l'impératif.

L'ispezione della bibliografia ci conferma dunque nella conclusione che l'integrazione della II MC sia meno spinta in sardo che in italiano, che vi siano meno sovrapposizioni flessive fra le coniugazioni II e III e, al loro interno, meno suddivisioni in sottoclassi.

22

Come si mostra in (18b), la vocale di uscita delle persone del presente diverse dalla I (l'unica con uscita vocalica già in latino) è epitetica, copia della vocale precedente e pertanto analizzabile come puramente fonetica ancora nello stadio attuale. All'epitesi consegue la lenizione della I\1 divenuta intervocalica, che comporta un ulteriore scostamento della realizzazione fonetica dalla forma soggiacente.

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3.1

95

Sviluppo della II coniugazione in sardo: l'opinione vulgata

Questo assetto sincronico è il prodotto di vicende diacroniche ben note, illustrate in particolare nell'esemplare trattazione di Wagner (1938-1939). La III coniugazione non ha acquisito una sottoclasse ad ampliamento suffissale in -isco («Il n'y a pas de suffixe d'élargissement», Iliescu / Mourin 1991: 534). Come in ibero-romanzo e diversamente da gallo e italo-romanzo (ital. finisco, fr. je finis), in sardo il suffisso lat. -(E)SCO è rimasto confinato nell'ambito della derivazione, entro lessemi verbali (ormai rari) di significato incoativo: log. abbréskere , si zaßeskere > > >

/déker/ /rúer/ —> /déket/ /rúet/ -»

[dé:yere] [rú:ere] [de:yeöe] [rù:eôe]



La ricostruzione dello sviluppo diacronico della II coniugazione romanza (d'ora in poi per brevità CR) sintetizzata in (19) è generalmente accettata.25 Essa è il presupposto del quadro 23 24

25

Su -ESC- nel sardo v. Lausberg (1971: 253-254); Blasco Ferrer (1984: 103). Come si vede in (19a), la vocale finale originaria nella desinenza infinitivale nella II coniugazione è stata rianalizzata come vocale epitetica, in quanto sempre identica alla vocale precedente, come nelle desinenze di II e di III singolare (v. n. 22). Ne è prova il comportamento in sandhi, per cui gli infiniti della II coniugazione si differenziano da quelli delle altre coniugazioni: kk a:d a mie ttottu di contro a / a: *beni:re > bénnere rifatto su ténnere < TENERE APERlRE > *aßeri:re > aßerrere rifatto su offérrere < OFFERRE(RE) Rispetto però ai cambi di coniugazione attestati da tante varietà romanze, questo presenta una peculiarità: modificando la forma dell'infinito questi verbi, provenienti dalla IV CL, non hanno alterato la VT originaria nella flessione del presente e dell'imperativo. Il metaplasmo che ne è risultato, e dunque il conguaglio col paradigma modello dell'analogia, è soltanto parziale: mentre [scil. per il verbo ténnere] la 2.a e 3.a ps. sg. e la 3.a pl. sono dappertutto: ténnefe, ténneáe, ténnene, le forme corrispondenti di bénnere sono: bénnifi, bénniái, bénnini (Wagner 1938-1939: 137s). Anche per questo aspetto l'interpretazione del Wagner è invalsa e si riflette nella prassi descrittiva delle grammatiche sarde. Così Pittau (1972: 118), dopo aver citato fra gli irregolari di II coniugazione i verbi nuoresi appèrrere, bénnere, copèrrere, fèrrere , iscopèrrere , osserva: Questi verbi conservano traccia della IV coniugazione latina cui appartenevano, nella 2° persona singolare e nella 3a singolare e plurale del presente indicativo ed inoltre nella Ia [scil. ] dell'imperativo, che hanno come vocale caratteristica della desinenza i invece di e: appéris Φ fakes. la IV. Così è in tarantino, dove molti verbi hanno doppio infinito: alcuni provengono dalla IV CL (sarve.Ts/sérvsrs , partera!partera ecc.), altri dalla III CL (nasse:ra/nâssara ), altri ancora dalla II CL (vadexa!vé:dara , fate:ra/fé:tara ). In ogni caso, l'oscillazione non riguarda qui tutti i verbi: ad es. putéiro ha solo infinito rizoatono mentre véngara ha solo infinito rizotonico (cf. Subak 1899: 12). Per i dialetti della Sicilia nord-orientale, Leone (1980: 30) descrive la sistematica compresenza di kániri/karini (dalla III CL), járdiri/jardiri (dalla II CL), séntirí/sintiirí (dalla IV CL). Pur nella situazione dialettale sfrangiatissima, nessun caso consta in cui vi sia completa fusione di II e III CL con perdita di una delle originarie desinenze infinitivali, com'è invece accaduto compattamente nell'intero dominio sardo.

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nella romanistica

del

Duemila..

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Poco prima (Pittali 1972: 115), appèrrere è dato come paradigma di coniugazione di questa classe d'irregolari e si aggiunge: Nel medesimo modo si coniugano i verbi kèrrere «stacciare» (da lat. CERNERE), copèrrere «coprire», firrere «ferire», mòrrere «morire», scopèrrere «scoprire», stèrrere «distendere».

L'elenco continua coi verbi kérrere (I pers. kerjo, II keres), párrere (I pers. parjo, II pares) che però hanno VT -e- e non -/-. Come si vede, dunque, i verbi del tipo (20) confluiscono in un unico elenco indifferenziato di verbi irregolari indipendentemente dalla diversità della VT. Il denominatore comune, in questo elenco, è costituito dal fatto di presentare allomorfla radicale. Se confrontiamo il continuatore di VENIRE, uno dei verbi toccati dal metaplasmo di coniugazione, con quello di FINIRE, restato alla III CR, osserviamo che mentre in quest'ultimo si ha un'unica forma radicale costante nell'intero paradigma (fin-), nel primo alternano tre diversi allomorfi della radice. Oltre a bénn(-ere) (= T), si ha un allomorfo Ti, ricorrente alla I persona del presente (bendz(-o)) nonché nel congiuntivo, ed infine un allomorfo T2, ricorrente altrove (ben-(is), II pers.):26 (22) a. b.

I Ti

II

III

IV T2

V Τ

VI

infinito τ

finire bénnere

L'allomorfia è insorta come risultato di mutamenti, fonetici o analogici, che si sono applicati regolarmente nel sardo: il tema T j si differenzia dagli altri per gli effetti fonetici di -J- etimologico (VENIO > bendzo, VENIAT > bendzat ecc.); si noti invece il livellamento prodottosi nel continuatore di FINIO (I pers. fino, III cong. fìnat), sul quale torneremo al §3.4. Quanto al tema dell'infinito nel paradigma (22b), esso presenta la geminazione di -n-, frequente nei proparossitoni ed attestata ab antiquo in tutto il dominio sardo (benner CSP: 205 come tenner CSP: 38, CSMB: 21 ,ponner CSP: 347, CSMB: 166 ecc.).27 Per il verbo nuor. appèrrere (log. afiérrere/abbérrere) vale, sincrónicamente, lo stesso schema di allomorfia (22b) determinato, quanto al tema Ti, dal mantenimento di -j- (nuor. apperjo I sing.). Per l'infinito il medesimo risultato sincronico (geminata all'uscita della radice) è il prodotto di un altro mutamento: passando alla II CR, il verbo si è conformato al modello offerto dai verbi di III CL con r all'uscita del tema, che hanno subito una sincope attestata in sardo antico: a. log. kerre < QUAERERE (cf. Wagner 1941: 20s). Questi mutamenti convergono a determinare lo schema di allomorfia radicale in (22b), che si è ora esemplificato in riferimento al nuorese ma che si osserva generalmente nell'intero dominio logudorese: cf. ad es. bonorv. bénnere (I bendzo, II bémizi), abbérrcre (I abbeldzo, II abbéirìzi), ecc. Se è però vero che i verbi in (21) presentano in molti casi anche un'irregolarità radicale di questo tipo, ciò non può far passare inosservata la differenza di flessione che li distingue dallo schema della II coniugazione in (16). La sede appropriata per segnalare questa

26

27

La schematizzazione in (22) s'ispira alla recente trattazione dell'allomorfia radicale del verbo italiano di Pirrelli / Battista (2000). In alcuni dialetti, il tema con geminazione si è esteso dall'infinito alle persone del presente diverse dalla I ed al resto del paradigma (Wagner 1938-1939: 137).

98

Michele

Loporcaro

differenza non è l'elenco dei verbi irregolari, bensì lo schema generale delle classi flessive del verbo. Lo schema (16), dal quale siamo partiti, va dunque integrato come in (23): (23) sardo logudorese I macroclasse I coniug. kantárre inf.

kanto I kántaza II kántada III kantáimazo IV kantáióeze ν kántana VI kanta II V kanta:9e

II macroclasse II coniug. Ha prénnere IIb márrere

moldzo prenno prénneze mónizi prénneôe móaiòi prenníimazo moriimozo prenni:öeze moriiöeze prénnene móiini moiri prenne prenniiöe mori:öe

III coniug. finiire

fi:no firnizi fimiöi finiimozo finiiöeze firnini fisoi finiiöe

indicativo presente

imperativo

La II coniugazione, accanto ad una maggioranza di verbi con infinito in -ere e presente con VT -ε- che chiameremo d'ora in avanti sottoclasse Ila, contempla anche un'altra sottoclasse, IIb, con infinito in -ere e VT -/- anziché -e- al presente indicativo e all'imperativo. La desinenza -ere della II coniugazione ha dunque perso il suo potere di indicatore univoco di classe flessiva, cosicché i rapporti implicativi visti in (18) cessano di essere biunivoci: 28 (24)

3.3

-ere

-ire

-et

-it

NI

Mutamento analogico, classe flessiva e allomorfia radicale

Corretto il quadro sincronico, il prossimo e ultimo passo consiste nell'accertare qual sia il percorso diacronico che ha condotto all'instaurazione di questo stato di cose. La risposta offerta dal Wagner e correntemente accettata è già stata esposta al §3.1: si ebbe dapprima una totale confluenza di II e III CL in un unico schema flessivo, con VT -e-. La sottoclasse IIb sarebbe insorta successivamente, come prodotto secondario del metaplasmo incompleto che portò nella II CR verbi originari della III (< IV CL) per attrazione analogica esercitata da altri verbi, foneticamente simili, appartenenti invece ab initio alla II CR come ténnere. L'elenco sopra fornito (§3.2) di verbi appartenenti alla sottoclasse IIb in nuorese sembra in effetti confermare la presenza di una fitta rete di contatti analogici: si hanno 6 verbi uscenti in -érrere, uno in -órrere, uno in -ennere ed è dunque riconoscibile un unico schema che consiste di vocale tonica + sonorante geminata + desinenza. 28

Lo schema in (24) va in realtà ulteriormente complicato, in quanto vi sono in questa varietà logudorese anche verbi con infinito -iare e VT -e- (v. Loporcaro 2002).

Dialettologia,

linguistica storica e riflessione grammaticale nella romanistica del Duemila..

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Tuttavia, che a questa rete di analogie si debba la prima instaurazione di un paradigma flessivo (quello della sottoclasse IIb) in precedenza inesistente è ipotesi che non regge ad una più attenta verifica, per ragioni sia generali e teoriche che particolari ed empiriche. Vediamo anzitutto le prime. Nello sviluppo in diacronia del sistema verbale romanzo l'analogia ha piuttosto determinato la riduzione delle distinzioni di classi flessive ereditate dal latino: si pensi al caso sopra menzionato degli infiniti di II coniugazione del sardo, del portoghese o dello spagnolo, ovvero, più in generale, alla confluenza proto-romanza dell'intera serie di desinenze di modo finito delle CL II e III, in cui ad es. la V persona in -ÍTIS lascia traccia in pochi verbi irregolari (it. dite, fate, ir. dites, faites), mentre il paradigma regolare estende -ËTIS all'intera II CR.29 Per l'italiano su base toscana, si può ricordare la I plurale del presente in -iamo, estesasi fra Due e Trecento a tutte le coniugazioni, e la III plurale della II MC in -orto (vedono, rifatto su leggono). L'intero processo diacronico di formazione della II MC in fase romanza è il frutto di un complesso di mutamenti analogici convergenti all'effetto di una semplificazione del sistema: questa tendenza a una riduzione di relazioni multiple (ternarie, ecc.) a relazioni binarie [ossia, dal sistema di coniugazioni latino alle due MC italiane, M.L.] sembra essere tipica di una evoluzione diacronica da sistemi altamente flessivi [...] a sistemi dalla morfologia meno ricca [... ] come quella dal latino alle lingue romanze (Dressier / Thornton 1991: 17).

La linea di tendenza generale è dunque opposta rispetto a quanto ipotizzato dal Wagner nel caso specifico: l'analogia, frutto della pressione di un paradigma preesistente, non porta di norma all'instaurazione di classi flessive nuove, ma, al contrario, ne riduce il numero. Esattamente l'inverso vale per l'allomorfia radicale, che è stata invece incrementata dai mutamenti analogici nell'evoluzione del sistema verbale dal latino al romanzo. Anche questo è un fatto riconosciuto, direi «da manuale», come mostra la citazione seguente, dal manuale di Maiden (1998a: 143): Una delle principali innovazioni morfologiche delle lingue romanze è l'introduzione di modelli di allomorfia tematica nel presente, con una significativa rottura della precedente relazione di uno a uno tra la forma e il significato.

In linea di principio, quindi, sarebbe a priori più economico se potessimo individuare per la sottoclasse flessiva lib del sardo (cf. (23)) un fondamento diacronico ereditario, indipendente dal mutamento analogico cui la riconduce il Wagner. A quest'indicazione generale se ne assomma una specifica, che è possibile evincere dai concreti dati empirici in discussione. Il terzo dei verbi citati dal Wagner (in (20)) come nucleo della sottoclasse caratterizzata da metaplasmo incompleto è il verbo morrere. Esso ci conduce su di un terreno minato, quello dei verbi della III CL in -io, i quali lungo l'intera storia documentata 29

Fa eccezione, in Sardegna, il dialetto di Urzulei, in cui secondo la descrizione di Wagner (1938— 1939: 141-142) -ÌTIS non solo è sopravvissuto (fa-.yiöis) ma si è esteso ai danni di -ITIS: (abérriôis). Non è chiaro, dal passo del Wagner, se questa sopravvivenza ed estensione debba intendersi come la formazione di una sottoclasse distinta, come qui proponiamo, ovvero se ad Urzulei questa desinenza avesse del tutto scalzato gli originari -Ens e -ITIS. Stando ai più recenti rilievi di Blasco Ferrer (1988: 118, 126), comunque, ad Urzulei è oggi generalizzato il tipo flessivo campidanese (timéisi, drommisi), con livellamento anche della V persona di (faéis(i)).

100

Michele

Loporcaro

del latino mostrano una flessione oscillante, tendendo a confluire nella IV CL.30 Le lingue romanze continuano sia MÔRÉRE che MÖRIRE (REW: 5681.1-2). Ovviamente, se per il sardo si dovesse partire da quest'ultimo, allora la vicenda di questo verbo sarebbe del tutto analoga a quella di APERIRE e VENIRE. Tuttavia, il REW rubrica il verbo sardo sotto 5681.1 MÔRËRE col pg. e a. sp. morrer e con alcune forme italo-romanze, contro il resto della Romania. Lo stesso fa Wagner (1938-1939: 139; 1941: 20; DES II: 128), che indica costantemente l'etimo MÔRËRE, confermato del resto dal fatto che, sin dai testi antichi, l'infinito di questo verbo è sempre morre: a. log. eppus co aet morre CSP: 252, si [...] aen morre StatSS I: 75 (27r) (cf. DES II: 128).31 Nondimeno, questa fondamentale differenza fra bénncre e mórrere è trascurata dal Wagner (1938-1939: 137-138) nell'illustrazione della nascita di quella che abbiamo chiamato la sottoclasse IIb, in cui i due verbi sono invece accomunati, come se anche mórrere provenisse dalla IV CL: Così téimere trascinò dietro a sé bénnere apérrcre [...], kopérrere, [...] log. mórrere.

[...]. Ugualmente offenere

ha attratto: nuor.

Una sola pagina separa questo passo da quello in cui, al paragrafo sull'infinito, si menziona a. log. morre insieme ad altri verbi di II CR, presupponendo dunque MÔRËRE. Fra i due passi vi è nondimeno una contraddizione insanabile. Si noti inoltre che anche la menzione di offérrere tra i modelli dell'analogia è incompatibile col quadro generale delineato dal Wagner stesso. Se si dovesse partire anche qui da un metaplasmo in -IRE, non attestato ma suggerito dalla comparazione romanza (it. offrire, ir. offrir), allora questo verbo andrebbe annoverato fra quelli che hanno subito l'attrazione analogica. Se invece si parte da ÔFFËRRE (REW: 6043), sempre rimasto alla III CL (poi II CR), allora il caso è parallelo a quello di mórrere: abbiamo un altro verbo flesso secondo IIb che non proviene dalla IV CL. Il manipolo si può facilmente ampliare: fra gli esempi visti finora vi rientra nuor. istèrrere (II istérris, III istérrit; Pittau 1972: 115), dato che per STËRNËRE (REW: 8248) né il latino né la comparazione romanza offrono alcun motivo di postulare un allotropo in -IRE.

30

E' questo un fatto ben noto dalle grammatiche storiche latine - cf. ad es. Leumann (1977: 5 6 7 570) - più volte tematizzato negli studi recenti di morfologia teorica (cf. Carstairs-McCarthy 1994: 753). Per il nostro verbo, la duplicità è antica, poiché un moriri secondo la IV coniugazione è documentato sin dal latino arcaico (Plaut, asin. 121, Enn. ann. 392 morïmur, cf. ThLL VIII: 1492); si ha ancora, classicamente, mortemque timens cupidusque moriri garantito dalla clausola esametrica in Ov. met. XIV 215. Le forme romanze continuano dunque le due flessioni, ovviamente all'attivo, non nella forma deponente originaria (ad es. moriam, Itala psalm. 117,17).

31

Nel logudorese moderno mórrere si osserva la sincope e la successiva rideterminazione analogica della desinenza di cui si è detto al §3.2 commentando lo schema di allomorfia radicale in (22b) (cf. Wagner 1941: 20s). Va detto per completezza che in antico si registrano forme di perfetto secondo il modello della III CR: cf. moribit CSNT: 15.2, 15.3 ecc. (cf. Merci 1992: 234). Il fatto non è probante, perché si tratta di verbo originariamente deponente e privo dunque di un perfetto sintetico originario, del tipo mantenutosi nelle forme a. log. come battussi < ADDUXI CSNT: 305, kervit < *QUAERUIT CSNT: 293 ecc. Per morre un perfetto è stato formato con l'unico schema produttivo che il sardo antico conoscesse, quello del perfetto debole, che distingue solo due serie di desinenze: -a(v)i per la I coniugazione, -ivi per le altre (Wagner 1938-1939: 11-12).

Dialettologia,

linguistica storica e riflessione grammaticale

nella romanistica

del

Duemila.

101

La contraddizione fra i due passi del Wagner è agevolmente risolvibile a vantaggio di appoggiato da STERNERE, OFFERRE e, vedremo, non pochi altri verbi. Questo dato empirico conduce di necessità a rivedere la spiegazione vulgata circa l'insorgere della sottoclasse flessiva IIb. MÓRÉRE,

3.4

Valore distintivo delPallomorfia radicale entro la II macroclasse

Procediamo a questa revisione, considerando dapprima il paradigma delPallomorfia radicale, cruciale per la spiegazione del Wagner in (21). Nella somiglianza fra i paradigmi ha infatti il suo fondamento l'attrazione analogica che ha portato al metaplasmo parziale, alla quale sarebbe da ricondurre la nascita della sottoclasse IIb. Partiamo dalla constatazione che la I persona del verbo mórrere suona in nuorese morjo (Pittau 1972: 115) (di qui, per evoluzione fonetica regolare log. com. mordzo, bonorv. moldzo). Il verbo conserva dunque l'allomorfia radicale determinata dagli esiti di -I- alla I singolare del presente indicativo, che contribuisce a definire un paradigma del tipo visto sopra in (22b). L'esistenza di questo tipo di allomorfia è tratto comune alle lingue romanze. Essa è stata più volte descritta anche per il sardo, così come si è pure segnalato che molti paradigmi tendono a livellare questa allomorfia. Quel che sembra invece non esser stato fin qui messo in luce è la reale natura del rapporto in cui stanno in sardo allomorfia radicale (o meglio, il suo mantenimento o la sua eliminazione) e classe flessiva. Su scala romanza, in generale, mantenimento ed estensione analogica delPallomorfia radicale caratterizzano le coniugazioni diverse dalla I, ovvero la II MC: cf. ad es. ital. salire, salgo come valere, valgo. La I coniugazione non è toccata da questo complesso di mutamenti analogici e, al contrario, livella l'allomorfia dove sviluppatasi in origine (non già per effetto di -J- etimologico, assente nei verbi in -ÄRE, bensì per la dittongazione della vocale radicale sotto accento). Come nota Maiden (1992) si è così determinato un sistema in cui la presenza di allomorfia radicale (in sé tratto d'irregolarità, determinato fonologicamente in diacronia) è stata rifunzionalizzata sul piano morfologico come (co-)signans dell'appartenenza del verbo alla II MC.32 Una tale rifunzionalizzazione si osserva anche nel sardo; ha proceduto però secondo linee ben diverse. Anche qui la I coniugazione non presenta mai allomorfia radicale: non ve n'erano i presupposti, essendo la dittongazione sconosciuta al sardo. Tuttavia, l'allomorfia non caratterizza la II MC bensì, all'interno di questa, esclusivamente la II CR, opponendola alla III, dove invece si è prodotto un sistematico livellamento. Certo, la presenza di allomorfia non è condizione necessaria per l'appartenenza alla II CR, nella quale si annoverano anche verbi originariamente di III CL che non l'hanno acquisita (25a) e verbi originariamente di II CL che l'hanno perduta (25b):

32

II riconoscimento di questo fatto presuppone una visione del segno linguistico per cui il significato non si riduce all'aspetto semantico. Parte del «significato» (ma si potrebbe dire, con termine saussuriano più generale, del «valore») delle forme morfologiche è di co-segnalare l'appartenenza ad un determinato paradigma, in opposizione ad altri. Su questa linea, pur con sfumature diverse, si collocano Aronoff (1994); Carstairs-McCarthy (1994); Maiden (1998b).

102

Michele

(25) a. rúere

< RUERE

suìiyere b . bìετε pjá:yere

TUO

I, πίεζε II I, suiiyeze

< SUBJICERE suìiyo

< viDËRE

bio

< PLACËRE

pjaiyo

I, bíeze

II



II

II

I, pjá:yeze

Loporcaro

L'allomorfia è però condizione sufficiente·, se un verbo la presenta avrà necessariamente, in logudorese come in nuorese, infinito in -ετε e non in -i:re.33 (26) a. II coniugazione: párrere baldzo

, I paìdzo < PAREO; bádεrε , I (lett. smarrirsi),

,

I m ilmarro·, iskme

I

gwawo·,

, I

s

ilmar-

isko.

Il modello costituito da (26a), dove l'allomorfia è etimologica, è espansivo. L'hanno infatti acquisita molti altri verbi provenienti dalla III CL e dunque sprovvisti di -I- etimologico:34 ( 2 7 ) kérrere

< QUAERERE

gúiyere

keldzo

< DUCERE (X IUGUM) gutto

I, keireze I, gúiycze

II II



Per inciso, i dati ora discussi portano ad affinare il quadro sincronico dell'allomorfia fornito sopra al §3.2. Oltre al paradigma del tipo (22b), qui ripetuto in (28c), se ne ha un altro in cui gli allomorfi alternanti sono soltanto due (gli esempi sono in veste fonetica qui logudorese, mentre lì era questione del nuorese, ma la sostanza morfologica non cambia): (28) a. b. c.

I

II

III

IV

VI

infinito

Τ Ti Ti

T2

fìni'.re

τ τ

ς)ύ:γετε

coniugazione III CR II CR

bέπnεrε

Entrambi i paradigmi con allomorfia (28b-c) implicano flessione secondo la II CR, mentre la III CR presenta invariabilmente lo schema (28a), senza alternanza.35 Ciò vale sia per i verbi originari (dalla IV CL: così ad es. anche la reliquia iskwe < lat. SCIRE ha una I 33

34

35

Per il nuorese, nota a proposito della III CR Pittau (1972: 118): «i verbi di questa coniugazione sono tutti regolari». La medesima espansività si riscontra in nuorese (p. es. keijo da QUAERO «secondo APERIO», Wagner 1938-1939: 154; Pittau 1972: 115) ed in generale in tutto il dominio sardo, anche se i singoli verbi originariamente di III CL toccati dall'analogia possono variare di dialetto in dialetto. L'unica, parziale eccezione che mi risulta per il logudorese di Bonorva è ferire, che alla I sing, fa feldzo di contro ai regolari fé:rizi II, fénidi III. Questo verbo ha però anche un infinito di II CR: cf. log. com. fêrrere (DES I: 513; REW: 3253), passato alla II coniugazione e divenuto omofono di férrere (< FERRE, DES I: 512; REW: 3258). Wagner (1938-1939: 154), riportando nuor. ferjo, log. ferdzo, osserva: «Ma nel log. sett, anche fe\ro [= fem, M.L.] secondo l'infinito». Il quadro sincronico messo a fuoco in (26a-b) autorizza l'ipotesi - da verificare sul campo - che il livellamento alla I singolare si riscontri nei dialetti che mantengono l'infinito in i ire.

Dialettologia,

linguistica storica e riflessione grammaticale

nella romanistica del Duemila...

103

persona innovativa, riformata analogicamente), sia per quelli confluitivi per prestito (come l'italianismo gwari:rc) o per metaplasmo. Nelle trattazioni di morfologia diacronica del sardo, constatata la riduzione dell'allomorfia in alcuni paradigmi, si tende a ricondurla al modello della III CL: «La semplificazione di /-yo/ in /-o/ nella IIa coniugazione si addice alla fusione totale di questa classe nella IIIa» (Blasco Ferrer 1984: 101) [s'intende, rispettivamente, II e III CL, M.L.]. In realtà, la deriva diacronica della morfologia verbale del sardo va in direzione opposta: nessun verbo della III CR ha mantenuto allomorfia radicale, anche se tutti ne presentavano regolarmente il presupposto (per la presenza di -I-). D'altro canto, entro la II CR l'allomorfia ha teso ad espandersi (come s'è visto in (27)), toccando anche verbi originari della III CL: non sembra dunque che quest'ultima possa aver costituito modello per la perdita, altrove, dell'allomorfia (così sempre Blasco Ferrer 1984: 101 a proposito di DORMIO > log.

3.5

drommó).

Da VENIRE a bénnere: il perché del mutamento analogico

Il quadro ora tracciato ha un'implicazione decisiva per la questione dell'origine diacronica della sottoclasse flessiva IIb. Quanto all'esempio da cui siamo partiti, quello del log. mórrere (che appartiene al tipo (28c)), l'allomorfia radicale è ulteriore indizio a favore dell'etimo di III CL, contro l'ipotesi di un originario metaplasmo in -IRE. A rigore si potrebbe obiettare che questo verbo, pur muovendo da MORIRE, potesse acquisire l'allomorfia anche se (ri)confluito secondariamente nella II CR. Ma a parte la diseconomicità di quest'ipotesi si osserva, più in generale, che fra i verbi originari della IV CL che tendono a passare alla II CR anziché restare nella III CR un nucleo consistente è proprio costituito da quelli che mantengono l'allomorfo radicale da -J- alla I singolare. Lo si è visto al §3.2, elencando i verbi nuoresi della sottoclasse IIb, che alla I singolare fanno apperjo, koperjo (log. aßeidzo; koßenizo; ecc.; ν. Wagner 1938-1939: 154; Pittau 1972: 115). Che si tratti di pura coincidenza, a questo punto, sembra da escludere. Possiamo quindi correggere l'ipotesi di mutamento analogico di VENIRE in bénnere emessa dal Wagner (cf. sopra, (21)), scindendola nettamente dalla questione dell'origine della sottoclasse IIb. Nell'attrazione entro la II CR di un tale verbo, l'allomorfia radicale avrà giocato un ruolo decisivo: ( 2 9 ) téndzo

:

ténnere

= béndzo

:

χ

( χ = bénnere


neir, puis noir, comme nous verrons plus tard. Les sources de Straka sont plus difficiles à établir. Celui-ci renvoie parfois explicitement aux travaux de Krepinsky (1913; 1931) et au manuel de Meyer-Lübke (H908, dont les dernières éditions sont probablement 4/5 1934). Il peut accepter ou réfuter les analyses de ce dernier; souvent, il adopte des solutions divergentes sans nécessairement expliquer pourquoi il écarte alors les solutions antérieures, ni mentionner d'autres sources; certaines de ses propositions pourraient donc être originales.

1

La diphtongaison romane: [ε] et [o] dans friente et conte

C'est probablement à Krepinsky (1931), par l'intermédiaire de Straka (1953), que l'on doit l'illustration la plus connue et la plus influente de la chronologie relative pour rendre compte des irrégularités apparentes de la diphtongaison romane dans les proparoxytons. Si le [ε] roman se diphtongue dans FRÈMITÙM4 > a. fr. friente, mais non le [o] roman dans CÔMITËM > a. fr. conte, c'est - comme il vient d'être dit - que la diphtongaison du [ε] s'est 4

Le nom friente est pratiquement toujours féminin en a. fr. (sauf chez Marie de France, cf. FEW: 3.774) et pourrait provenir d'un étymon °FRÉMÎTÀM; Wartburg, cependant, estime que le changement de genre résulte d'une analogie récente sur le modèle de noms abstraits comme crainte.

116

Yves Charles Morin

produite avant la syncope dans le contexte m-t et celle du [o] après, comme il apparaît aussi dans le tableau 2a, qui de plus met en évidence que le [ε] roman ne s'est pas diphtongué au cours de l'évolution de g ë n ï t û m > a. fr. gent, cette fois parce que la syncope dans le contexte n-t était plus ancienne et avait fermé la syllabe avant que la diphtongaison ne soit active; celle-ci s'est appliquée au [o] roman de "iôuënèm (lat. classique iûuënëm) > a. fr. jue(f)ne, qui se trouvait alors en syllabe ouverte, parce que la syncope a été plus tardive dans le contexte v-n. étymon syncope 1 diphtongaison de [ε] syncope 2a diphtongaison de [o] syncope 2b

gênItOm [^eneto] [^εηίο]

FRËMÏTÎM ['fremeto]

CÔMÏTËM t'komete]

[Ίτίεηιβίο] ['friemto]

['komte]

°IÔUËNËM [Novene]

['d3uovene] ['d3uovne]

ancien français friente conte jue(f)ne gent Tableau 2a. Syncope et diphtongaison romane (selon Krepinsky) Cette chronologie se retrouve dans les manuels de Fouché ( Ί 9 5 8 ; 2 1 9 6 9 : 468), Edouard/ Jean Bourciez (1967: §141 Rem. I; mais elle n'était pas dans l'édition de Edouard Bourciez 9 1958), Lanly ( Ί 9 7 1 ; 3 1978: 123), De la Chaussée (4974; 3 1989: 183), Pierret ( Ί 9 8 1 ; 3 1994: 147-149), Zink ( Ί 9 8 6 ; 3 1991: 40, 181) et Joly (1995: 41, 79). Meyer-Lübke (M 908; 4/51934: §211, p. 185) en donne une explication différente. La diphtongaison se serait produite également dans les deux mots issus de FRËMÏTÛM et cômïtëm, mais aurait régressé dans le deuxième, comme je l'ai fait paraître dans le tableau 2b. Ce dernier ne discute pas explicitement des évolutions de GËNÏTÛM et de °IÔUËNËM. Il aurait probablement aussi admis une syncope ancienne pour le premier. Quant à °iôuënëm, on peut aussi supposer une syncope plus tardive, permettant à la différentiation de la diphtongue [ua] > [ue] d'être assez avancée pour bloquer la régression. étymon syncope 1 diphtongaison de [ε, o] syncope 2a régression différenciation syncope 2b

GËNÏTÛM ['d3eneto] ['d3ento] -

frémïtCm ['fremeto] -

['ίπεπιείο] ['frísmto]

CÔMÏTËM ['kometo] -

['kuometo] ['kuomto] ['komto]

"IÔUÉNËM ['d30vene] -

['d3uovene]

['d3uevene] ['d3uèvne]

ancien français gent conte jue(f)ne friente Tableau 2b. Syncope et diphtongaison romane (selon Meyer-Lübke) Il n'y a rien d'improbable dans l'analyse de Meyer-Lübke, la régression de la diphtongue [uo] > [o] est un changement historique possible, parfois proposé pour les parlers italiens, où elle serait beaucoup plus fréquente que la régression [ie] > [ε] (en particulier, dans les

Syncope, apocope, diphtongaison et palatalisation

en gaìloroman.

117

dialectes toscans). Elle pourrait avoir été favorisée en français lorsque suit une consonne nasale dans la même syllabe. Straka n'a aucune objection empirique: «Cette explication [de Meyer-Liibke] ne nous satisfait pas» (Straka 1953: 255), il préfère tout simplement la solution de Krepinsky. De toute façon, les bases empiriques sur lesquelles s'appuie cette chronologie sont très réduites. Il n'y a apparemment que deux formes pertinentes pour l'absence de diphtongaison du [d] roman devant -mVtV: CÔMÏTËM (FEW: 4.486) et DÖMiTÄM > a. fr. donte (cf. FEW: 3.132b, qui analyse les masculins du type rdonte et rdonf, comme des formes refaites sur le féminin). Pour la dernière, l'absence de diphtongaison pourrait résulter d'une analogie avec la voyelle atone du verbe donter < DÔMÏTÂRÊ. Quant à la première, le FEW note également des formes avec les diphtongues [ue] et [ua] issues de [uo]: a. fr. quente (Abbeville 1270, Boca 93), quante BenSMaureH., qui pourraient être aussi bien phonétiques que refaites par analogie sur la forme cuens du cas-sujet. Philipon (1914: 542) remarque aussi que «l'entrave n'empêche pas la diphtongaison: coente et à la protonique coentesse I 21 [1292], cuente I 22 [1293]». La banque des chartes de Dees (1980) contient aussi une forme cuente (1279, Franche-Comté). L'interprétation de ces données dépend aussi fondamentalement des hypothèses admises pour la diphtongaison du [a] ouvert devant consonne nasale. Il est vraisemblable que cette diphtongaison est un phénomène surtout picard et lorrain, marginalement normand (ALF: carte 147, bon). L'atlas de Dees (1980: cartes 120, 121) montre que les graphies du lexème r bon dans les chartes du XIIIe siècle sont très variables dans le domaine d'oïl, et que les formes diphtonguées, surtout écrites boin(s) au masculin et boine(s) au féminin, ne sont fréquentes de manière significative que dans les régions où elles apparaissent aussi dans l'ALF. On n'observe par contre pratiquement aucune variation régionale pour les graphies médiévales du lexème rcomte, qui s'écrit presque toujours cuens au cas-sujet, rarement coens, quens, coins ou coeins.5 Les graphies corns et cons sont exceptionnelles, contrairement aux graphies bon(s) pour rbon. Il est donc possible que la graphie, et probablement aussi la prononciation, de rcomte a été «institutionnalisée» très tôt à partir d'usages régionaux qu'il est encore difficile de préciser, tant pour le cas-sujet que pour le cas-régime. On ne peut assurer la justesse de la chronologie relative de la diphtongaison de [ε] et de [o] sur des bases empiriques aussi tenues (cf. aussi Spore 1972: 128).

2

Syncope et sonorisation: le cas de code et dete

On admet souvent, après Neumann (1890: 559-563), que la syncope de la pénultième atone se produit plus tôt dans les proparoxytons ayant une syllabe finale en a.6 Ceci permet 5

6

Le cas-régime est presque exclusivement écrit conte(s) ou comte(s). Cette information n'apparaît pas dans l'atlas de Dees (1980), cependant, qui ne mentionne pas les mots dont les graphies sont trop uniformes pour permettre la localisation des textes littéraires. Meyer-Liibke ( 4/5 1934: §123) rappelle qu'il avait fait «[eine] ausgesprochene Vermutung» au même effet dans sa Grammaire des langues romanes (Meyer-Lübke 1890: §336).

Yves Charles Morin

118

d'expliquer pourquoi la sonorisation de -τ- > [d] s'observe dans cübitüm > a. fr. code, mais non dans débita > a. fr. dete, comme il apparaît dans le tableau 3. La syncope (2b) a mis en contact le [t] < -τ- avec le [v] < -B- dans le continuateur de dëbïtâ, bloquant ainsi l'action de la sonorisation, qui n'est devenue active qu'après. La syncope (2c), plus tardive, affecte CÜBITÜM, alors que la sonorisation responsable du passage -T- > [d] s'était déjà produite; cf. Meyer-Lübke (1890: §336), Bourciez (Ί899; 81937: §15 Hist., §141 2° Hist.), Straka (1953: 280; 1956:251). étymon

syncope 2b sonorisation (emprunt) syncope 2c diphtongaison française ancien français

formes héréditaires DËBlTÂ

CÜBÍTÜM

['deveta] f'devta]

['koveto]

-

emprunts DËBlTÛM, DËBITÂ

-

['kovedo] ['kovdo]

['debeto, 'debeta] ['depto, 'depta]



code dete Tableau 3. Syncope et sonorisation

dete (masc., fém.)

Les données anciennes et modernes, cependant, connaissent beaucoup d'exceptions à cette généralisation, que l'on peut, il est vrai, expliquer comme le résultat de réfections analogiques ou savantes. L'ancien français sarge/serge, par exemple, au lieu de *sarche attendu < SËRlCÀM/ °SARÏCÀM (FEW: 11.51 lb—513b), serait venu par l'intermédiaire de l'occitan, où la sonorisation serait régulière, selon Meyer-Lübke (1890: §336); cette hypothèse, cependant, n'est pas retenue par le FEW. Meyer-Lübke propose de voir dans la variante coûte de coude une forme refaite sur le pluriel CÜBlTÄ de CÜBlTÜM. Bourciez (81937: §122 2° Rem. il) souligne que de nombreuses formes verbales, telles que (il) venge < UÏNDÏCÀT, ont pu être refaites à partir de radicaux atones, dans ce cas vengier < UÎNDlCÂRË, où la syncope aurait été plus tardive en position prétonique (étape 2c, ou plus tard). Wüest (1979: 140) préfère cependant y voir un effet de la variabilité d'application de deux changements contemporains. La chronologie présentée dans le tableau 3 se retrouve dans les manuels de La Chaussée (Ί974: 107-108; 31989: 111), Pierret (Ί981; 31994: 147-149) et Joly (1995: 41). C'est probablement sous l'influence de Straka (1953: 280w2), qui l'avait repris à Meyer-Lübke (1890: §336; 4/51934: §123), que Jean Bourciez fera intervenir l'analogie du pluriel pour la variante coûte de coude (cf. Edouard/ Jean Bourciez 1967: §141 Rem. II - précision absente de Bourciez 91958). Pope (Ί934; 21952: §353), par contre, offre une explication totalement différente, indépendante de la chronologie relative examinée ici. Zink (Ί986; 31991: 39—40, 182) prend des distances et suggère après Wüest (1979: 140) que la variation coûte ~ coude refléterait un conflit entre deux changements phonétiques contemporains ayant donné naissance à deux formes concurrentes; une position qu'adopte à son tour Andrieux-Reix (1993: 186). Laborderie (1994: 43, 45) présente ensemble la solution de Meyer-Lübke et celle de Zink, sans souligner qu'elles renvoient à des conceptions opposées sur les relations entre ces changements.

Syncope, apocope, diphtongaison et palatalisation en galloroman...

119

Wiiest ne précise, ni le type de variation impliquée, ni son extension lexicale.7 Il pourrait s'agir d'une distribution géographique. En effet au début du XXE siècle, les formes du type r coute sont très localisées en galloroman septentrional (ALF: carte 330) et n'apparaissent que dans quelques régions (dont certaines ne connaissent pas le dévoisement des obstruantes en finale de mot). Leur distribution ancienne devait être le nord de la Normandie, la Picardie, et une grande partie de l'est du domaine d'oïl (y compris la Bourgogne et la Franche-Comté). Au contraire, pour les régions plus à l'ouest, Chauveau (1984: 131-132) souligne le voisement des continuateurs de -τ- et -c- dans GÄBÄTÄM, °LENDITÉM (lat. classique LËNDËM), °PÜLLITRÄ (lat. classique PÛLLÏTËR), SÂLÏCËM > r jade/jéde, lende, poudre, sauze/saude avec une sonore, contrairement aux formes standard jatte, lente, poutre et sausse avec une sourde. Le voisement du continuateur de -Cdans PÔLLÎCËM, PÛLÏCËM, RÛMÎCËM > rpouze, puze, ronze/ronde (correspondant à pouce, puce et ronce dans la langue standard) est aussi spécifique à cette région, mais s'observe sur un territoire plus petit (surtout en Vendée, dans le Poitou et en Charente). Ces différences pourraient provenir, comme le suggère Chauveau (1984: 131), après d'autres, de chronologies relatives distinctes pour la syncope et la sonorisation selon les régions. Il est également possible, cependant, que les distributions médiévales et modernes proviennent d'une normalisation régionale relativement récente, et qu'à l'origine il n'y avait pas de zones aussi tranchées, mais un territoire beaucoup plus vaste où les usages étaient assez partagés. C'est ce que suggèrent les deux attestations isolées de la variante r poudre de poutre, une au nord du Cotentin (pt. 393)8 et l'autre dans la Somme (pt. 279), très éloignées des régions de l'Ouest où ce type est bien implanté (ALF: carte 1080). De la même manière, le type rjade de jatte appartient à la norme régionale de la Nièvre, loin également des régions de l'Ouest où ce type domine (ALF: carte 715). Les données disponibles sont nettement insuffisantes pour choisir parmi les nombreuses hypothèses qui ont été évoquées ici. On ne peut tout simplement pas conclure sur la foi des données connues que la présence d'un a dans une syllabe finale ait favorisé la syncope de la pénultième atone (cf. aussi Wiiest 1979: 140, selon qui la «loi de Neumann» aurait autant d'exceptions que d'exemples). Ce qui semble relativement certain, cependant, c'est que l'exemple DËBITÂ > a. fr. dete souvent opposé à CÜBÍTÜM > a. fr. code pour illustrer cette chronologie (p. ex. Straka 1956: 251) n'est pas pertinent. Quelle que soit l'évolution héréditaire de DËBÏTÛM, DËBÏTÂ, celle-ci a vite été contrariée par l'emploi de ce terme dans les actes légaux et commerciaux, où sa prononciation s'est modelée sur le latin des clercs et peut-être même sur l'italien des banquiers lombards. Les continuateurs paroxytoniques, masculin de DËBÏTÛM et féminin de DËBÏTÂ, ne connaissent jamais que la consonne sourde -t-, ainsi: dete et non *dede.9

7

8 9

Les travaux de Pensado Ruiz ( 1 9 8 4 : 2 9 4 — 3 0 3 ) et de Ranson ( 1 9 9 9 ) font apparaître l'importante de la variation lexicale pour la sonorisation en espagnol. Le type rpoudre n'apparaît cependant pas dans l'enquête plus récente de l'ALN (carte 955). Cf. aussi Hasselrot ( 1 9 3 9 : 4 0 - 4 2 ) pour l'évolution particulière de DËBITÎJM et CÖMPÜTÜM en francoprovençal.

120 3

Yves Charles Morin

Diphtongaison française, dégémination, apocope

étymon

PÏLÛM /'pelo/

dipht. française dégémination apocope a. fr. primitif

['pedo] ['peilo]

ËCCÏLLÛM /et'tsello/ [et'tsëllo] -

TËLÂM /'tela/

ËCCÏLLÂM /et'tsella/ [et'tsëlla]

['teda] ['teila]

-

[peil]

[e'tselo] [e'tsel]





peil

icel

teile

icele

[e'tsela]

Tableau 4a. Diphtongaison française, dégémination et apocope Le tableau 4a présente la chronologie, la plus souvent implicite, entre la diphtongaison française, la dégémination et l'apocope. La diphtongaison affecte les voyelles allophoniquement longues en syllabe ouverte, comme dans PÏLÛM ['pe:lo] > a. fr. peil et TËLÂM ['te:la] > teile , mais non celles qui étaient allophoniquement brèves en syllabe fermée (en particulier devant une consonne géminée), comme dans ËCCÏLLÛM [et'tsëllo] > icel ou ËCCILLÂM [et'tsëlla] > icele . Sous la rubrique «dégémination», il faut comprendre la réduction des groupes consonantiques pour les analyses qui supposent que celle-ci se fait directement (comme Zink 31991: 124) sans passer par une étape intermédiaire où les deux consonnes en contact se seraient assimilées pour former une consonne géminée, p. ex. RÜPTÄM > fropta] > ['rofta] > ['rotta] > a. fr. rote ['rots] ou CÛBÏTÛM > ['kobeto] > ['kovedo] > ['kovdo] > ['koddo] > a. fr. code. L'argument invoqué pour établir cette chronologie est le suivant: si la diphtongaison française s'était produite après la dégémination, elle se serait étendue aux voyelles anciennement suivies de consonnes géminées: /et'tsello/ [et'tsëllo] > */et'tselo/ [e'tse:lo] > *[e'tseilo] (cf. p. ex. Zink 31991: 154). Cet argument présuppose qu'après la dégémination (ou après la simplification des groupes consonantiques), les voyelles antérieurement brèves deviennent automatiquement longues et acquièrent la même durée que les voyelles dans les syllabes ouvertes primitives. Le même raisonnement justifie la chronologie qui place la diphtongaison française avant l'apocope. Dans le cas contraire, SÂLËM et VALLËM, par exemple, n'auraient jamais pu devenir respectivement sel et va/; ces deux mots seraient passés par une étape intermédiaire [sai] et [val] dont les terminaisons [-al] devenues identiques (en supposant que la géminée ne peut se maintenir en finale absolue) auraient évolué de la même manière. L'argumentation traditionnelle est un peu moins précise, et prend plutôt la forme suivante: «toutes les diphtongaisons ont eu lieu avant que les syllabes accentuées, primitivement libres, ne soient devenues entravées par la chute des voyelles finales» (Straka 1953: 291, qui renvoie a Schwan / Behrens 31897; 101914: §35 Rem.).10 L ' argument implicite est

10

La remarque de Schwan / Behrens ( 3 1897;

101914:

§35) porte en fait sur un problème beaucoup

plus important, concernant le développement des diphtongues dans les syllabes fermées de certains

monosyllabes: RËM > rien, MËL > miel, CÖR > euer , TRËS > treis , TRÄ(N)s > a. fr. tres.

Rien n'interdirait, sur ce modèle, la diphtongaison des continuateurs de SÂLËM et

Syncope, apocope, diphtongaison et palatalisation en galloroman.

121

probablement que les voyelles primitivement longues deviendraient automatiquement brèves dans les syllabes devenues fermées à la suite de l'apocope, ce qui interdirait leur diphtongaison ultérieure. étymon

dégémination apocope dipht. française

PILÜM

ËCCÏLLÛM

TËLÂM

ËCCÏLLÂM

/'pelo/ ['pedo]

/et'tsello/ [et'tsëllo] [e'tsëlo] [e'tsël]

/'tela/ ['te:la]

/et'tsella/ [et'tsëlla] [e'tsëla]

-

[pe:l] [peil]



-

C'teila]



a. fr. primitif peil icel teile icele Tableau 4b. Dégémination/apocope et diphtongaison française Ces arguments ne sont pas fondés, comme le montre le schéma d'évolution du tableau 4b. Il suffit de supposer que les différences de durée allophonique se maintiennent après la dégémination (ou la simplification des groupes consonantiques) et après l'apocope. La différence entre [-'e:lo] : [-'ello], qu'on peut analyser comme une opposition phonologique de durée consonantique /-'elo/ et /-'ello/ (à laquelle se superposent des différences allophoniques de durée vocalique) devient une opposition de durée vocalique, d'abord après l'apocope. Ce problème est totalement occulté dans les travaux de Straka et l'ensemble des manuels, à l'exception de celui de Fouché. Ce dernier propose qu'un e ait été rajouté après r et / finals dans les polysyllabes: «cïcer, mülier, piper, marmor, sülfur sont devenus dans le latin parlé dans la Gaule du Nord * cïcere, pïpere, màrmore, sulfure, et parallèlement on a eu: insîmul > *insimuler> (Fouché 11961 ; 21966: 654). Il hésite cependant pour les monosyllabes: «En face de très, *dôs, tra(n)s, il n'est pas nécessaire de recourir pour le français à des types latins *fëla [sic], *mële, *cöre, *sale comme pour l'ital.fiele, miele, cuore, sale ou le roum.fiere, miere, sare» (Fouché '1958; 21969: 236 REM. I); «en italien [...] fiele, miele et cuore [...] remontent à des latins *féle, *mële, *cöre. [...] Des formes de ce genre ont-elles aussi existé dans le latin parlé en Gaule? C'est possible [...] La chute de e final en français ne permet pas cependant de trancher la question de fait, ni de dire si on a eu à l'origine des formes latines avec ou sans e final» (Fouché 1 1961 ; 21966: 656). Pour rendre compte des diphtongaisons dans les monosyllabes sans ajouter de voyelles finales, Paris (1881: 36-37) avait été amené à définir un nouveau concept. C'est à lui que l'on doit la définition des voyelles «libres» et «entravées» - explicitement distinguées des voyelles en syllabes ouvertes et fermées. Cette définition permet de regrouper la diphtongaison des voyelles en syllabe ouverte et celle qui affecte les voyelles en syllabe fermée dans les monosyllabes: «les voyelles de par, mei, sit sont traitées comme celles de pâtre, gelu, siti, et non comme celles de parte, veste, arista: cependant elles sont dans des syllabes fermées comme les secondes et non ouvertes comme les premières» (Paris 1881: 37«1). La terminologie de Paris semble avoir été scrupuleusement respectée dans les éditions du manuels de Darmesteter ('1891; 51902: §43). Souvent, cependant, il s'est introduit une confusion malheureuse entre les termes «voyelle/syllabe libre» et «syllabe ouverte» d'une part et «voyelle/syllabe entravée» et «syllabe fermée» d'autre part - même dans les dictionnaires de linguistique (Marouzeau 31961; Dubois et coll. 1973). La généralisation de Straka voulant que les syllabes «primitivement libres [deviennent] entravées par la chute des voyelles finales» n'a de sens que si «libre» et «entravée» ont respectivement le sens de «ouverte» ou «fermée». Ailleurs, cependant, lorsqu'il décrit les diphtongaisons (y compris celles des voyelles de MËL OU de CÖR) en «syllabe libre» (Straka 1953: 252; 1956: 250; 1959: 294), il parle alors de «voyelles libres» selon la terminologie de Paris. VALLËM

122

Yves Charles Morin

[-'e:lo] : [-'êlo] après la dégémination, puis [-'e:l] : [-'ël] après l'apocope. Il s'agit d'un cas classique de transphonologisation des oppositions (cf. Hagège/ Haudricourt 1978). La diphtongaison peut aussi bien affecter des voyelles allophoniquement longues (avant dégémination et apocope) que des voyelles phonologiquement longues (après dégémination et/ou apocope). L'idée que la diphtongaison, au moins celle du [o] roman, ait pu se produire après la dégémination et l'apocope a été avancée très tôt par Nyrop (Ί899; 31914: §181); ce dernier ne comprenait pas qu'on puisse avoir des assonances ou des rimes en ancien français telles que jor : flor , boche : ore , secors : dolors , etc., où o serait une graphie archaïque, à la fois pour la monophtongue [ö] (ou peut-être déjà [Ü]) dans jor, boche, secors, et pour les diphtongues [eu] ou [ou] dans flor, ore, dolors. Il trouvait plus vraisemblable que ces o graphiques notaient indifféremment une monophtongue brève [ö] dans les mots où elle est devenue [u] dans la langue moderne, comme dans DlÜRNÜM > jorn [dgörn] ~ jor [d3Ör] et sa contrepartie longue [o:] dans les mots où est devenue [ce], comme dans FLÔRËM > flor [flo:r]. Ce ne serait qu'après cette étape que la voyelle longue se serait diphtonguée selon le modèle admis: [o:] > [ou] > [eu]. Que l'on puisse expliquer autrement les faits relevés par Nyrop n'est pas pertinent (Gossen 1951: 63; Wiiest 1979: 205); la logique de l'argumentation montre que les discussions de chronologie relative n'auraient jamais dû ignorer la possibilité d'une diphtongaison française postérieure à la dégémination et/ou l'apocope. Haudricourt / Juilland ('1949; 2 1970: 42-57)" reprennent la problématique et proposent que toutes les diphtongaisons (romanes et françaises) se produisent après la dégémination (mais ne discutent pas explicitement leur relation avec l'apocope). Pour ces auteurs, cependant, la transphonologisation /-'elo/ : /-'ello/ > /-'e:lo/ : /-'ëlo/ n'est pas le résultat de la dégémination (solution adoptée dans la discussion précédente des étapes du tableau 4b), mais celui d'une opération plus abstraite amenant les locuteurs à réinterpréter différemment les mêmes distinctions phonétiques [-'e:lo] : [-'ello], d'abord comme des distinctions phonologiques de durée consonantique, puis de durée vocalique (pour les voyelles accentuées). Ce changement d'interprétation ne s'accompagne d'aucun changement audible après les voyelles accentuées; ce n'est qu'après les voyelles non accentuées, qui ne connaissaient pas de distinctions de durée vocalique, que les consonnes géminées se simplifient.12

11

12

Ce travail développe une portion d'une thèse qu'Haudricourt avait soutenue en 1947, mais qui avait alors été refusée (Haudricourt 1972: 17«lb). Les auteurs attribuent ce changement de perception au bilinguisme francique-roman des élites dont l'usage allait devenir la norme. Les auteurs veulent expliquer pourquoi dans de nombreux parlers francoprovençaux modernes (nous verrons que ceci est aussi vrai de certains parlers provençaux alpins, cf. plus loin la note 24), les consonnes connaissent un allongement allophonique après une voyelle brève accentuée. On pourrait cependant rendre compte des mêmes faits sans faire intervenir de changements dans les stratégies mentales de perception. On peut très bien admettre que la dégémination a commencé à se faire sentir d'abord après les voyelles non accentuées étape à laquelle certains parlers francoprovençaux et provençaux se sont arrêtés - , avant de se généraliser. A partir du moment où la gémination ne s'observe qu'après les voyelles brèves accentuées, le changement phonologique proposé par Haudricourt et Juilland est automatique et ne dépend plus des stratégies perceptives spécifiques d'individus bilingues.

Syncope, apocope, diphtongaison et palatalisation

en galloroman.

123

Martinet (1952), même s'il renvoie au travail de Haudricourt et Juilland, n'adopte pas leur thèse d'une distinction phonologique de durée antérieure à la diphtongaison.13 Selon ce dernier, les oppositions de durée des consonnes ne peuvent se transmuer spontanément qu'en oppositions de mode d'articulation de ces mêmes consonnes. C'est parce qu'il existait antérieurement une diphtongaison en syllabe ouverte dans le galloroman septentrional que, dans la perspective fonctionnelle qu'il adopte, la dégémination simple est possible sans risque de confusion lexicale. D'un point de vue fonctionnel, il est compréhensible qu'une distinction entre -n- et -nn- se conserve dans un état de langue où leur confusion pourrait aboutir à des conflits homonymiques, ou, de façon plus générale, à la confusion de deux types phonologiquement distincts. Dans une langue où pena et penna coexistent, nous devons nous attendre, si la gémination se trouve éliminée, à ce que -nn- ne se confonde pas avec -n-, mais prenne une articulation spécifique, par exemple [ji], de telle sorte que pena et penna demeurent distincts sous les formes pena et pepa. Mais si, avant l'élimination des géminées, les voyelles en syllabe ouverte commencent à se diphtonguer, si, par exemple, e, en cette position, passe à ei, pena deviendra peina et penna pourra passer à pena sans mettre en danger le fonctionnement normal de la langue. (Martinet 1952; 1955: 279)

Sans le dire ouvertement, Martinet conteste donc l'hypothèse d'Haudricourt qu'une opposition phonologique de durée consonantique puisse se transmuer directement en opposition phonologique de durée vocalique. C'est qu'en effet, Haudricourt et Juilland ne tiennent pas compte de l'ensemble des effets des lénitions qui se sont produits pendant ou avant la dégémination, et se contentent dire, par exemple, que: L'apparition des nouvelles corrélations de longueur vocalique dans les parlers galloromans septentrionaux a donné libre cours à la tendance des géminées à la simplification: les oppositions du type ata : atta ou ala : alla se sont transphonologisées en ata : äta ou ala : ala par l'intermédiaire de ätta : äta ou alla : ala, les anciennes oppositions consonne simple : consonne géminée étant ainsi préservées sous la nouvelle forme voyelle longue : voyelle brève. (Haudricourt / Juilland 1 1949; 2 1970: 58)

Or s'il est possible d'imaginer que l'opposition ala : alla puisse prendre la forme ['a:la] : ['ala] dans les parlers galloromans septentrionaux (en admettant que les diphtongaisons ou les changements de timbre des voyelles ne se produisent qu'ensuite), l'opposition ata : atta ne pouvait que devenir ['a:öa] : ['äta], avec une voyelle longue devant une fricative sonore (qui finira par s'amuïr), et une voyelle brève devant une obstruante sourde, puisque c'est dans ce contexte que les lénitions des obstruantes allaient se produire. Le résultat final n'allait donc pas nécessairement produire une opposition phonologique de longueur, comme le disent Haudricourt et Juilland, la durée vocalique demeurant une propriété allophonique conditionnée par le voisement de l'obstruante suivante, plutôt que par sa durée avant les lénitions. Si j'interprète Martinet correctement, la dégémination des consonnes latines a eu un impact majeur sur l'évolution des langues romanes qui la connaissent en provoquant une série de lénitions consonantiques. Elle n'aurait cependant pas eu d'effet significatif sur la formation d'oppositions de durée vocalique. De plus, la diphtongaison apparaîtrait avant la 13

II concède qu'une durée distinctive a pu se développer pour la voyelle a > e, comme dans MÀRËM > mer, sans entrer dans les détails cependant (Martinet 1952; 1955: 279«54).

Yves Charles Morin

124

dégémination (et par suite avant l'ensemble des lénitions qui, dans l'analyse de Martinet, sont déclenchées par la dégémination), donc à un moment où la durée vocalique est seulement allophonique. A v a n t d'examiner la contribution de Wüest (1979: 156-161) à ce débat, j'aimerais ajouter quelques éléments au dossier en examinant certains cas où le schéma d'évolution proposé par Haudricourt semble transparaître dans la distribution des durées vocaliques - pas nécessairement distinctives - dans les parlers romans du nord de l'Italie et de l'est du domaine galloroman. E f f e t s théoriques des lénitions ( t y p e I )

E f f e t s théoriques de l'apocope

-ita

-itta

-ida

(-idda)

-ito

-itto

-ido

(-iddo)

-i:da

-ïta

-i:öa

-ïda

-i:d/-i:t

-ït

-i:ô

-ïd/-ït

ö > 0

z~d

ö > 0 ~ z/s ~ d/t

-ila

-illa

-ilo

-ilio

-i:la

-ila

-i:l

-ïl

Tableau 5a. Dégémination/apocope et durée (lénitions restreintes) E f f e t s théoriques des lénitions ( t y p e I I )

E f f e t s théoriques de l'apocope

-ita

-itta

-ida

(-idda)

-ito

-itto

-ido

(-iddo)

-i:öa

-ïta

-i:öa

-ïda

-i:ö

-ït

-i:ö

-ïd/-ït

ö>0

- d

δ ( > θ) > 0

-isa

-issa

-iso

-isso

-i:za

-ïsa

-i:z/-i:s

-ïs

-ila

-illa

-ilo

-ilio

-i:la

-ïla

-i:l

-ïl

Tableau 5b. Dégémination/apocope et durée (lénitions étendues) Dans les tableaux 5a et 5b, la voyelle i est utilisée comme archétype des voyelles accentuées, la voyelle o comme archétype des posttoniques non basses, et les consonnes t, d, l comme archétypes, respectivement, des obstruantes sourdes, des obstruantes sonores et des sonantes (on a aussi distingué la fricative s des autres obstruantes pour les parlers connaissant les lénitions étendues). Les formes proto-romanes avant les lénitions sont en italique et les résultats théoriques des transphonologisations en romain. Les schémas ö > ... servent seulement à rappeler la diversité et la variabilité de l'évolution des fricatives issues des lénitions (régression vers l'occlusive sonore d'origine, représentée par le type ö > d, amuïssement complet, représenté par le type ö > 0 , etc.). On n'a pas essayé de rendre l'évolution générale des sonantes, qui ne se limite pas aux dégéminations du type -II- : -l- > -/- : -l- noté ici, mais qui implique aussi diverses transphonologisations: -II- : -/- > Haudricourt / Juilland21970: 62-68).

-/(- : -/-,

-/- : -r-,

-r- : -/-,

etc.

(cf.

L e s tableaux 5a et 5b indiquent quelle serait l'évolution théorique des différentes terminaisons paroxytoniques après les lénitions consonantiques et l ' a p o c o p e si celles-ci avaient conservé la distribution des durées vocaliques héritées de l'allongement en syllabe ouverte. L e tableau 5a vaut pour les parlers connaissant les lénitions restreintes (du type -t- > [d], c'est-à-dire où les obstruantes sourdes sont simplement sonorisées, c o m m e dans une grande partie des parlers occitans), et le tableau 5b pour les parlers avec les lénitions générales (du

Syncope, apocope, diphtongaison et palatalisation en galloroman.

125

type -t- > [Ö], c'est-à-dire où les occlusives sourdes sont devenues des fricatives, souvent effacées par la suite, comme dans les parlers galloromans septentrionaux). On voit qu'après les lénitions, la durée des voyelles suivies d'une obstruante est largement prévisible: la voyelle est le plus souvent brève devant une sourde et longue devant une sonore. Il ne peut y avoir de voyelle longue devant les obstruantes sourdes qu'avec celles qui ont échappé aux lénitions - ce qui arrive dans certains parlers après les diphtongues -AU-. Il ne peut y avoir de voyelle brève devant les obstruantes sonores que si celles-ci étaient antérieurement géminées. Un bon exemple de la distribution attendue apparaît en crémonais (Heilmann / Oneda 1976; Repetti 1992: 180). La distribution des durées vocaliques est essentiellement réglée par la structure syllabique avant les lénitions: voyelle brève devant une ancienne géminée, longue devant une ancienne consonne simple. Seul le comportement de la consonne [m] fait exception dans ce parler; celle-ci entraîne toujours la brévité de la voyelle précédente (on observe aussi, irrégulièrement, des voyelles hautes brèves devant [n], comme LÜNÄM > ['löna] ).14 crémonais syllabes romanes ouvertes devant obstruantes et lénitions > [la:k] > ['bra:ga] LÄCÜM

BRÂCÀM > [kry:t] > ['pla:ga] CRÜDÜM PLÄGÄM > [na:s] NÄSÜM germ.°BRASA> ['bra:za] > ['pe:za] MË(N)SËM > [me:s] PË(N)SÂM > [ri'poxs] > ['ko:za] REPAUSCAUSAM syllabes romanes ouvertes devant obstruantes sans lénition °AU(Ï)COM > [ode]

°AU(I)CÄM > ['o:ka] syllabes romanes ouvertes devant sonantes > [pa:l] > ['pa:la] PÄLÜM

PÄLÄM > [ka:r] > ['ka:ra] [ma:n] > ['la:na] MÄNÜM LÄNÄM > [fam] > ['ama] FÀMËM ÄMÄT syllabes romanes fermées devant obstruantes sourdes > [säk] > ['väka] SACCÜM

UACCÄ > [gras] > ['grasa] CRASSÜM CRASSÄM > ['pesa] BRACCHKIM > [bräs] °PËTIÀM syllabes romanes fermées devant obstruantes sonores > [fret] > ['ròba] FRLGLDUM

°RAUBA > [güp] > ['güba] °GÜBBÜM

°GÜBBÄM > [mes] > ['mëza] MËDÏÛM MËDÏÂM 14

Comme dans beaucoup de parlers nord-italiens et provençaux, les voyelles accentuées du crémonais sont longues en syllabe fermée devant une sonante, p. ex. [sa:lt] , , [sa:rjk] , [la:rga] , et très souvent devant [s], p. ex. ['kre:spa] , mais masc. [kresp] ~ [krep]. Je n'examinerai pas ce problème ici. Lorsque je parle de la distribution des durées vocaliques héritées de l'allongement en syllabe ouverte, cette formule oppose les syllabes ouvertes aux syllabes fermées par des consonnes géminées (ou par des suites de consonnes qui leur auraient donné naissance, si l'on n'admet pas l'étape de gémination avant la simplification).

Yves Charles Morin

126 RÄDIÜM > [ras] PËIÔR > [pes] syllabes romanes fermées UALLËM > [val] CARRÜM > [kär] ANNUM > [an]

devant sonantes

"SPÄLLÄM

TËRRÀM

CANNÄM

> > >

FLAMMÄM

>

['spala] f'fregdo] > ital.freddo. La syncope dans ce mot n'est pas pan-romane, d'autres résultats proviennent d'une forme où le -G- s'est amuï: FRIGÏDÛM > ['friido] > esp. frío. Le frioulan frêd [frei] pourrait avoir été refait sur son féminin frede ['frede], ou devoir son allongement à la monophtongaison de la diphtongue ancienne ei dans la forme °freid < ['freído] < °FR!G(I)DOM (Faggin 1985 note vuêt [vue:t] , fém. vuede ['vuede] en Goricie, avec une voyelle longue au masculin correspondant à la diphtongue ei de la koinè: vueit [vueit], fém. vueide ['vueide]; on prendra garde cependant que Benincà 1989: 566b précise que «la fascia goriziana [...] non ha opposizioni di lunghezza vocalica»). Les formes freit, fém. freide, du galloroman remontent probablement à un étymon du type ['frejjo, 'frejja] < °FR1G(Ï)DÛM, -ÄM, dont la diphtongue [ei] a aussi été conservée dans le provençal nord-alpin du Val Germanasque ([freit], fém. ['freido]) et dans le provençal sud-alpin de La Brique ([fre:id], probablement fém. °['freida]). La monophtongue issue de [ei] est régulièrement devenue longue en wallon, indépendamment de la durée héritée de l'allongement en syllabe ouverte, d'où [fra:], fém. [frat], à Liège. Une autre obstruante sonore géminée s'est formée dans l'évolution de RIGÏDÛM, -ÄM > a. fr. reit, reide , qui aurait dû évoluer comme °FR!GÏDÙM, mais dont la forme héréditaire a souvent été remplacée par réfection sur le féminin, ou par ré-emprunt au latin médiéval. Des obstruantes sonores géminées peuvent aussi se former lorsque la syncope se produit après la sonorisation des obstruantes intervocaliques, comme dans °uöclTÜM, -ÄM > a. fr. vuit, vuide ou dans les cardinaux douze, treize et seize, p. ex. DÛÔDËCIM > °['doddze]. Elles peuvent aussi apparaître dans certains emprunts au germanique, p. ex. germ. °RAUBA semble être devenu °['robba] dans certains pariere du nord de l'Italie. Selon Martinet (1982) le développement de nombreuses obstruantes sonores géminées en galloroman septentrional expliquerait la forme spécifique qu'aurait prise les lénitions dans les parlers d'oïl (sa thèse développée en 1952 ne vaudrait donc que pour les autres langues romanes connaissant des lénitions, et plus particulièrement pour l'occitan).

Syncope, apocope, diphtongaison et palatalisation en galloroman.

127

phonologique fonctionnel d'opposition de durée. Elles ont néanmoins souvent résisté aux tendances uniformisatrices de l'analogie distributionnelle. On trouve donc difficilement des paires minimales permettant d'établir une distinction phonologique. Cela peut expliquer pourquoi les études structurales comparatives, comme celles de Leonard (1970; 1972) et de Saunders (1976), qui mettent bien en évidence la parenté structurale des parlers galloromans, rhétoromans et gallo-italiens pour la durée vocalique, ne font pas ressortir cette particularité du développement devant les anciennes obstruantes sonores géminées. Dans certains parlers, les différences de durée ont eu tendance à disparaître dans les paroxytons, probablement plus pour des raisons rythmiques que fonctionnelles. Ainsi dans le provençal sud-alpin de Breil et de La Brigue (Dalbera 1994), qui ne connaît pas le dévoisement des obstruantes en finale, la distribution originale ne s'est conservée que dans les oxytons,16 régulièrement devant les obstruantes, et en partie seulement ailleurs (les différences de durée ont été nivelées devant [R] et [m] et il n'est pas exclu, bien que peu probable, que les différences devant les autres sonantes ne soient pas des développements récents). Les enquêteurs perçoivent une nette différence de la durée des voyelles selon qu'elles sont devant une obstruante finale sourde ou sonore, sauf précisément dans le continuateur de MËDKJM,17 dont l'étymon roman avait probablement une obstruante sonore géminée. Dans les paroxytons, par contre, ils ne relèvent aucune différence de durée (les différences objectives ne dépassant donc probablement pas les seuils attendus de la variation allophonique contextuelle). provençal sud-alpin (Breil, La Brigue) syllabes romanes ouvertes devant obstruantes et lénifions ÄMICOM > [a'mi:g] ÄMICÄM > [a'mïga] NÄSÜM > [na:z] -ÖSÄM > [-'üza] syllabes romanes ouvertes devant sonantes FLÔRËM > [ju:]

HÖRÄM > ['uia] SÂLËM > [sa:]

ÄLÄM > ['aia] MÄNÜM > [ma:q, maâi)] LÄNÄM > ['läna] FÀMËM > [fam] PLÛMÀM > ['tjyma] syllabes romanes fermées devant obstruantes sourdes SICCÛM > [sëk]

SÏCCÀM > ['sëka] ÖSSÜM > [5s]

GRÖSSÄM > ['gr5sa] BRACCHÏÛM > [bräs] PLÂTËÂM > ['tjasa] syllabes romanes fermées devant obstruantes sonores MÉDÏOM > [mëd3]/[me:d3] SËDËCÏM > [se:z] syllabes romanes fermées devant sonantes FËRRÙM

>

[ÎE:R]

TËRRÂM

>

['teRa]

GALLÜM

>

[gal]

GALLI

>

['gali]

On exclut cependant les continuateurs apocopés des cardinaux en -DËCIM, comme SËDËCÏM > [se:z], dont l'évolution pourrait être analogique. Dalbera (1994: 126) donne comme règle générale que les voyelles accentuées du provençal de Breil et de La Brigue sont longues devant les obstruantes sonores. Il note le continuateur de MËDIOM avec une longue dans le corps du texte, mais ajoute en note: «Nous conservons un doute en ce qui concerne la quantité vocalique devant [d.3]. Peut-être la voyelle est-elle brève?».

Yves Charles Morin

128 ANNÜM > ? -AMMÜM

[an]

CANNÄM > FLAMMÄM >

['Jäma]

Le même nivellement des durées dans les paroxytons s'observe en frioulan, comme il apparaît dans les exemples suivants: Frioulan syllabes romanes ouvertes devant obstruantes et lénifions FMTOM > finît [fî'ni:t] FLNLTÄM > finide [fi'nïde] NlDÜM > nid [ni:t]

NÜDÄM > nude ['nüde] CÔTËM > côt [ko:t]

CÖDÄM > code ['k5de]

syllabes romanes ouvertes devant obstruantes sans lénition °Ay(Í)cüM > ôc [o:k]

°AU(Ï)CÂM > oche ['o:ce, 'öce] CAUSÄM chosse [ cöse] syllabes romanes ouvertes devant sonantes > châr [ca:r] CÄRÄM CÄRÜM chare ['care] > ôr [o:r]

HÖRÄM ÖRÜM ore ['ore]

> sâl [sa:l]

ÄLÄM SÂLËM ale ['ale]

> LÄNÄM MÄNÜM > man [mär)] lane ['lane]

FÂMËM fan, fam [fäq, fäm] RÄMÄM rame främe] syllabes romanes fermées devant obstruantes sourdes SCRIPTUM > ícriY [skrît] SCRLPTÄM > scrite ['skrite] RÜPTÜM > rot [rät]

RÜPTÄM > rote ['rote]

syllabes romanes fermées devant obstruantes sonores MËDKJM mieg [mietj] MËDLÂM miege ['mied3e] °GÜBBÄM gobe ['gäbe] syllabes romanes fermées devant sonantes CARRUM > char [car, ca:r]19 TËRRÂM tiere ['tiere]

TÜRRÉM > tôr [to:r]

BÜRRÄM bore ['bore]

UALLËM > val [val]

"SPÀLLÀM spale ['späle] ANNÜM > an [äg]

CANNÀM chañe ['cäne] ? -AMMÜM FLAMMÄM flame [ fläme] Devant les continuateurs de -LÄ- : -LLÄ-, le nivellement est une véritable neutralisation. Aucune différence de prononciation n'a été rapportée, par exemple, entre les terminaisons de baie et sale , formes ayant les mêmes radicaux que les oxytons bal et sâl , dont les terminaisons sont distinctes. Devant les obstruantes, le nivellement n'exclut pas des différences allophoniques de durée. Les études instrumentales de Baroni / Vanelli (2000) - portant sur des mots fictifs, cependant - montrent que les voyelles suivies d'une obstruante sont phonétiquement plus longues dans les paroxytons lorsque l'obstruante est sonore que lorsqu'elle est sourde. Il s'agit certainement d'une 18

19

L'évolution RÈPAUSARË > riposâ [ripo'za:] , cependant, connaît le voisement, ce qui pourrait aussi expliquer la durée dans le dérivé ripôs. La distinction de durée devant [r] final, châr [ca:r] et char [cär] ne s'observe que dans les régions hautes du domaine frioulan (Benincà 1989: 567a); dans la koinè, en particulier, elle a été neutralisée en faveur de la longue.

Syncope, apocope, diphtongaison et palatalisation

en

galloroman.

129

propriété générale de la langue (valable pour les «vrais» mots, pas seulement les mots fictifs), de telle sorte que rote ['rote] a probablement une voyelle accentuée plus brève que celle de code ['ko'de] . 20 La distribution originale des durées prévue par le tableau 5a ne peut donc s'observer qu'avec les oxytons - où elle est bien reconnaissable, malgré le nivellement devant les nasales finales et, dans certains dialectes, devant [r] final. On notera aussi la voyelle brève dans mieg [mietj-] < M Ë D Ï Û M , le seul oxyton bien attesté dans la langue dont l'étymon contenait une obstruante sonore géminée.21 En ftioulan, comme nous avons vu aussi pour le crémonais, le dévoisement des obstruantes finales a produit de nouvelles oppositions. Ainsi, l'on distingue la finale de scrit [skrit] < SCRLPTÜM, avec une voyelle brève, aux finales de nîd [ni:t] < NLDÜM et de finît [fini:t] < FLNLTÜM, avec des voyelles longues. Le frioulan connaît des développements ultérieurs qui ont modifié les distributions originales. C'est d'une part un allongement des voyelles accentuées devant [r] final, en particulier dans la koinè, qui n'efface cependant pas toujours les anciennes différences de timbre, p. ex. ôr [o:r] ~ tôr [to:r] , vèr [ve:r] ~ fier [fie:r] . De nouvelles voyelles longues sont parfois apparues dans les paroxytons à la suite de monophtongaisons, comme A L T R Ü M > àtri ['a:tri] , PÂTRËM > pári ['pa:ri] , ou de la fusion de suites vocaliques, comme dans ° P Ä U Ö R Ä M (lat. classique P Ä U Ö R E M ) > paure [pa'ure] ~ pôre ['po:re] . Ces voyelles longues ne sont pas toujours notées dans la koinè, et pourraient être relativement récentes. 22 La durée de la monophtongue [o:] < -AU- en frioulan peut donc s'expliquer soit comme le résultat de l'allongement en syllabe ouverte, soit comme le résultat de la monophtongaison elle-même. Le dictionnaire de Faggin la note régulièrement dans les oxytons, p. ex. P A U C Ü M > pôc [po:k]; mais irrégulièrement dans les paroxytons, p. ex. C A U S A M > chosse ['cose] avec une brève et A U ( Í ) C Ü M > oche ['o:ce, 'öce] avec une durée variable.

20

L'étude expérimentale, non seulement fait appel à des mots fictifs, mais est construite en présupposant l'absence de distinction des timbres [o] et [o] pour les voyelles accentuées dans les paroxytons - sans aucune discussion des différences rapportées par Faggin (1985) pour la koinè. Ce dernier note [o] ouvert le résultat du [o] roman, comme dans rosse ['rose] , gobe ['gobe] , roche ['roce] , ore ['ore] , mais [o] fermé celui de [au] de diverses sources, comme dans chosse ['cose] , robe ['röbe] , oche ['o:ce, 'öce] ,pôre ['po:re] (et peut-être aussi dans more ).

21

Un autre candidat est le toponyme Muec [muëtj] (Faggin 1985), dont la dénomination Moggio Udinese dans la langue nationale laisse croire qu'il peut provenir d'une obstruante sonore géminée, malgré son dérivé muecan - qui aurait alors été construit ultérieurement, sur les modèles de dérivation dominants. On trouvera dans Benincà (1989: 567) les informations sur le développement régional de MÂTRÊM > mari ['ma:ri] , PÀTRËM > pâri ['pa:ri] , FRÂTRËM > frâdi ['fra:di] , FËNOCÛLÛM > "fenogli > fenòli [fe'noili] , °söLlcÜLÜM > °soregli > sorêli [so're:li] ; ce travail, cependant, note brèves les voyelles issues de AU. Le dictionnaire de Faggin, au contraire, enregistre une longue pour les continuateurs de AU dans les oxytons ôc, pôc, et note brèves les voyelles issues de la réduction des groupes -dr- et -gl- dans les paroxytons: mari, pari, fenoli, soreli, ainsi que dans fradi - dont les pluriels palataux, lorsqu'ils sont oxytoniques, ont la voyelle longue régulièrement attendue: fenôj, sorêj.

22

130

Yves Charles Morin

L'évolution du milanais partage beaucoup de points en commun avec celle du frioulan, si ce n'est que selon Sanga (1988), le dévoisement des obstruantes en finale de mot y est seulement variable. La distribution originale des durées prévue par le tableau 5a s'est bien conservée devant les obstruantes finales des oxytons. En particulier, on observe une voyelle brève dans les continuateurs de °GÜBBÜM et MËDÏÛM, qui sont devenus gob [gœb] ~ [gœp] et mès [mez] ~ [mes] avec des timbres relativement voisins des voyelles longues de brööd [braid] ~ [bra:t] ( < germ. °BROD, cf. a. fr. breu) et de mées [me:z] ~ [me:s] ( < MË(N)SËM) (cf. Sanga 1988: 295-296). Notons aussi les formes suivantes [fretj-] < °FR!G(I)DÜM et ['roba], plur. [rob] (probablement ~ [r5p]) < germ. °RAUBA (Gôkçen 1990: 259«21). Comme en frioulan, le continuateur de la diphtongue AU est long devant les obstruantes sourdes qui n'ont pas été sonorisées, comme dans [po:k] < PAUCOM (la description de Sanga 1988: 293 permet difficilement de dire quelle est la durée phonétique de son féminin /'poka/). En ce qui concerne la durée perçue des voyelles accentuées dans les paroxytons, les diverses descriptions du milanais sont relativement ambiguës, comme l'observe Gôkçen (1990). Sanga (1988: 291) précise que: «la lunghezza vocalica è distintiva solo in sillaba finale tonica» [caractères gras dans l'original], ce qui n'exclut pas des différences allophoniques de durée selon la nature de la consonne qui suit. Montreuil (1991: 39) qui emprunte ses données à Nicoli (1983: 50) et à Sanga (1988) note des durées dans les paroxytons: ['spe:za] , ['tu:za] , [ ^ e i r a ] . Prieto (2000: 259), qui fait appel aux mêmes sources écrit cependant: «vowels are always short in penultimate and in antepenultimate position» [italique dans l'original], une formulation qui implique que ces voyelles sont phonétiquement brèves.23 Il est possible que comme en frioulan, la durée des voyelles accentuées des paroxytons milanais soit déterminée par la nature de la consonne suivante. La distinction entre ['d3e:ra] et ['tera] sur laquelle Nicoli (1983) attire l'attention exclut cette interprétation, au moins devant [r], et il est possible que s'il y a neutralisation de la durée dans les paroxytons, sa distribution dépend à la fois du timbre de la voyelle et de la consonne suivante. Contrairement au provençal sud-alpin de Breil et de La Brigue, au frioulan et peut-être au milanais, les différences de durée héritées de l'allongement en syllabe ouverte se sont conservées dans les paroxytons, non seulement en crémonais comme nous avons vu, mais aussi dans le provençal nord-alpin du Val Germanasque (Pons 1973; Pons / Genre 1997), le francoprovençal du Haut-Dauphiné (Devaux 1891: 442; 1935) et le wallon, ce que nous examinons maintenant.

23

Elle appuie son interprétation en donnant, entre autres, la forme phonétique ['tuza] avec une voyelle brève (aussi dans Prieto 1994: 100) en renvoyant à Nicoli (1983: 56). Celui-ci note cependant ['tu:za] avec une voyelle longue (en page 50, et non 56), comme le rapportent Montreuil et Gôkçen (1990: 252). Lorsque Prieto fait la critique de l'analyse théorique de Montreuil, elle omet totalement de mentionner les divergences profondes à propos des données empiriques sur lesquelles se fondent leurs analyses respectives (on consultera aussi Absalom 2002: 132-133). On fera attention que Nicoli ne semble pas toujours noter la durée dans ses transcriptions lorsqu'il n'en discute pas explicitement, cf. [pe:z] (p. 49), ['tu:za] (p. 50), mais [pez], ['tuza] (p. 71).

Syncope, apocope, diphtongaison et palatalisation en galloroman... provençal nord-alpin syllabes romanes > LËUËM > LÄCÜM > PÂCËM > -ÖSÜM > PÏSÛM

131

(Val Germanasque)24 ouvertes devant obstruantes [leu]

[lau]

[pais]

[-'u:]

[pe:]

et lénifions > ['sa:vo] > [ei'pi:o] SPlCÄ > ['bra:ia] BRÄCÄS > -ÖSÄM [-'u:zo] > ['pe:zo] PË(N)SÂT SÄPÄM





syllabes romanes ouvertes devant obstruantes sans lénition > [pauk] > ['d3auto] PAUCÜM ° GAUTÄ

syllabes ¡romanes ouvertes devant sonantes > [pad] > ['pa:lo] PÄLÜM PÄLÄM

> > ['u:ro] FLÔRËM HÖRÄM

[ f l u ì ] > ['pe:no] > [päq] PÂNËM

PŒNÀM

> ['rämmo] > [fam] < f a i m > FÀMËM °RÄMÄ syllabes romanes fermées devant obstruantes sourdes > ['süppo] DRAPPÜM > [drap] °SÜPPÄM

> BECCÜM > [bsk]

sïccÂM > ['sëttjo, 'sâttjo] BRACCHIÜM > [bräs] GLÄcIÄT ['glässo]

allongement spécifique devant -SSGRÖSSÜM > [gro:] GRÖSSÄM ['gro:so]

syllabes romanes fermées devant obstruantes sonores GALLÜM > [D3AL] °SPÄLLÄM > [ei'pallo]

FËRRLIM > [FE:RE] TÈRRÀM > ['ts:ro]

PANNÜM > [PÄN]

PTNNÄM > ['panno] (topon.) GERM. °BRAMM- > DÉR. [BRÄM] FLAMMÄM > ['flämmo] SYLLABES ROMANES FERMÉES DEVANT SONANTES MÉDÍÜM

>

[MES]

MËDÏÀM

>

°GÜBBÜM

>

[GŒP]

°GÜBBÁM

>

DÛÔDËCÏM > SËDËCLM

>

['mezzo] ['gœbbo] ['dùzze] ['sSzze]



Le provençal nord-alpin du Val Germanasque — comme le provençal sud-alpin, la koinè frioulane et le milanais - a perdu les durées héritées de l'allongement en syllabe ouverte devant la plupart des sonantes; il ne les a conservées que devant / et, dans les paroxytons, devant n. Il connaît, par contre, d'autres sources de durée vocalique, qu'il partage avec de nombreux parlers d'oïl, p. ex., allongement résultant de la perte des s préconsonantiques, TËSTÀM > ['te:to] , ou allongement devant -ss-, comme dans GRÖSSÜM, GRÖSSÄM > [gro:, 'gro:so] , et qui cachent en partie la distribution originale. On reconnaît cependant les durées héritées de l'allongement en syllabe ouverte dans la brévité des

24

Les transcriptions de Pons (1973) et de Pons / Genre (1997) font explicitement apparaître la durée consonantique allophonique après les voyelles brèves accentuées, qui obéit aux mêmes règles que dans le parler francoprovençal de Hauteville décrit par Martinet (1956; 1970). En ce qui concerne l'absence de durée consonantique dans les transcriptions phonétiques de nombreuses descriptions du francoprovençal, et probablement aussi du provençal nord-alpin, cf. Keller (1958: 101-104) et Martinet (1961; 1975:205).

132

Yves Charles Morin

voyelles accentuées des continuateurs de DÛÔDËCIM, où elles étaient suivies d'une obstruante sonore géminée. Il n'est pas exclu que [mes] < MËDÏÛM, fém. ['mezzo], et [gcêp] < °GÜBBÜM , fém. ['gœbbo], soient des emprunts aux parlers piémontais.25 Quelle que soit l'origine de ces mots, cependant, la durée de leurs voyelles est conforme à la distribution attendue dans les parlers romans de cette région. La reconstruction est plus difficile pour les parlers francoprovençaux. Ce n'est que devant -L(L)- que l'on retrouve le plus régulièrement des traces de la distinction originale: SÂLËM > [sa:] < s e l > , MÄLÜM > [ma:] , PÄLÄM > ['pa:la] , MÄLÄM >

['ma:la] , avec une voyelle longue devant -L- simple, mais AD VALLËM > [a1 va] , CÄBALLÜM > [0i'vä] , °SPÄLLÄM (lat. classique SPÄTÜLÄM) > [a'pala] avec une voyelle brève devant -LL- géminé (formes du Haut-Dauphiné; cf. Devaux 1891:442; 1935). La reconstruction est également difficile dans les parlers wallons, qui connaissent aussi de nombreuses voyelles longues ayant d'autres sources (relativement distinctes de celles des autres parlers d'oïl). Les terminaisons -AL(L)- ne sont des réactifs pertinents que lorsque le [1] final s'est maintenu, sa perte en fin de mot ayant allongé la voyelle précédente dans les deux cas: p. ex. dans VALLËM > [va:] et dans BLJCC+ÂLËM > [bo'ka:] (probablement par les étapes -AL(L)- > [au] > [a:]). La distinction est mieux préservée ailleurs: PÄLÄM > [pa:l] , SCÄLÄM > [fa:l] , mais germ, "BALLA > [bal] , germ. °HALLA > [hai] , °SPÄLLÄM > [spai] (wallon du pays de Bastogne, cf. Francard 1980: 31; 1994). Contrairement au provençal nord-alpin du Val Germanasque, le wallon n'a pas en général allongé ses voyelles accentuées devant les continuateurs de -SS- > [s] et de -SSÏ-/-STI-/-SK-/-X- > [f] à Bastogne, [h] à Liège, ce qui lui a permis de conserver en partie les différences de durée héritées de l'allongement en syllabe ouverte dans ce contexte. L'on note cependant l'abrègement des voyelles hautes dans les mots qui étaient oxytoniques en ancien wallon. (Les données suivantes proviennent du wallon de Liège, Haust 1933, qui sont relativement plus conservatrices que celles de Bastogne.) wallon (Liège) syllabes romanes ouvertes devant obstruantes et lénifions > [bri:h] DLÖNYSIÜM > [nnïh] °BRLSLÀ > [bo:h] BÄSIÄT > [gri:s] germ °GRls- > [grî]

°GRLS+ÂM > [t0:s] > [me:] MË(N)SËM

TË(N)SÂM > [-0:] > [-0:s] -ÖSÜM -ÖSÄM

> [re:s] > [mu:s] RÄSÜM MÖSÄ

26 > [ne:] NÄSÜM

germ. °BRASA> [bre:s]





25

Le traitement de -DÍ- dans MËDÏÛM > [mes] ne correspond pas à l'évolution la plus fréquente en provençal alpin, qu'on trouve probablement dans PÔDÏÙM > [pœi] et HÔDÏË > [(ar)'k)œi] [ûh] germ °FR!SK-•> [frëh] "SPÎSSÎÂM CÖXÄM AXÉM (fém.) °BASSLÀT > [äh] SPÏSSÛM > [spe] SPISSÄM TUSSÏM > [tos] (masc.)Tüss+ÄT PRÉSSÜM PRËSSÂM > tprë] GRÖSSÜM

GRÖSSÄM > [grS] BASSÜM

BASSÄM > [bä] syllabes romanes fermées devant obstruantes sonores

>

[poil]

>

[pïh] [speh] [k5h] [bäh] [spës] [près] [gros] [bas]

(n. fém.)







>

> > > > >

> >

m

-

-ÄTLCÜM

>

-

DÜÖDECLM

>

SËDËCÏM syllabes romanes fermées devant sonantes VALLËM > [va:] °SPÂLLÂM

>

[-'etj] [dos] [sas]

>

[spai]

-

Les données wallonnes montrent que les différences de durée héritées de l'allongement en syllabe ouverte peuvent se maintenir longtemps après la dégémination et l'apocope, même lorsqu'elles s'accompagnent de différences corrélatives de timbre. Il arrive en effet fréquemment que les timbres des voyelles de durée différente finissent par s'écarter plus ou moins considérablement: [a:] a tendance à devenir postérieur [a:], comme en milanais et en frioulan (ce qui n'est généralement pas noté dans les transcriptions, cf. Sanga 1988: 292; Baroni / Vanelli 2000: 33), [ë, o] bref à s'ouvrir en [ε, δ], et inversement [ε:, o:] long à se fermer en [e:, o:] (conduisant parfois à des neutralisations). Ces divergences sont bien sûr considérables lorsque les voyelles longues se diphtonguent, comme en wallon. Les voyelles ont néanmoins pratiquement toujours conservé des différences de durée devant les continuateurs de -s(I)- : -SS(Ï)-/-STÏ-/-SK-/-X-, quel que soit leur timbre original. Ainsi le [e] roman est devenu [ε] lorsqu'il était bref et [0:] lorsqu'il était long. Des différences de longueur relativement indépendantes du timbre se sont même recrées lorsque [a:] non diphtongué est devenu [o:], comme dans BÄSIÄT > ['bas'at] > [ba:h] > [bo:h], distinct des continuateurs brefs du [0] ouvert et du [o] fermé, comme dans CÖXÄM > ['koksa] > ['koss'a] > [koh]. Il est souvent admis que les oppositions de durée vocalique qu'on observe en frioulan proviennent, non pas des durées héritées de l'allongement en syllabe ouverte, mais qu'elles reflètent les différences allophoniques automatiques devant les obstruantes sourdes et sonores 27 qui se seraient conservées après le dévoisement des obstruantes en finale de mot (Vanelli 1979; Hualde 1990: 36-40; Baroni/ Vanelli 2000: 35): le [ï] de scrii [skrit] est bref parce qu'il était suivi d'un [t] sourd, contrairement au [i:] long de nîd [ni:t] < [ni:d] suivi d'un [d] sonore avant l'apocope. Cette interprétation, cependant, exige des solutions ad hoc pour expliquer la genèse des oppositions de durée devant 27

Cf. Keating (1985: 120-124), cependant, pour des observations critiques sur cet «universel» phonétique putatif.

134

Yves Charles

Morin

et -RR- : -R-, 2 8 ainsi que la brévité de la voyelle de mieg [mietfl < MËDÎÛM.29 Elle est surtout peu vraisemblable à la lumière des évolutions parallèles dans les autres langues romanes que nous avons vues ici, qui montrent que c'est la structure syllabique avant la dégémination et l'apocope qui est le facteur pertinent, non le voisement de la consonne suivante. La voyelle est brève devant une obstruante qui était sonore avant l'apocope en milanais et en crémonais pour les continuateurs de MÈDICJM, °GLJBBOM et °FRÎG(Ï)DOM. Les mêmes observations se répètent dans le provençal nord-alpin et en wallon, où la tonique est brève dans la série des cardinaux douze, treize et seize; on comparera, p. ex., l'évolution des [o] toniques de f'doddze] < DÛÔDËCÏM et de -ÖSÄM, devenus respectivement bref et long, malgré le voisement original de l'obstruante suivante dans les deux cas: ['düzze] : [-'u:zo] dans le Val Germanasque, [dos] : [-0:s] dans le wallon de Liège. -LL- : -L-

On peut donc conclure qu'il est tout à fait légitime d'admettre, contrairement à l'hypothèse de Martinet, que l'allongement en syllabe ouverte - qu'on postule pour expliquer la diphtongaison française - a pu se conserver après la dégémination et l'apocope, et qu'on ne peut exclure que la diphtongaison se soit produite après l'un ou l'autre de ces deux changements. Wiiest (1979: 156-161) à partir d'observations du même genre avait reconnu que les techniques de la chronologie relative sont absolument impuissantes à établir l'ordre relatif de la diphtongaison des voyelles longues, de la dégémination et de l'apocope. Seules des analyses rigoureuses de documents anciens, comme celles de Pfister (1992) et de Chambón / Greub (2000), pourraient apporter des réponses. Ces derniers notent en particulier, à côté de la graphie la plus fréquente Bleso, ime variante Bleiso sur des monnaies frappées à Blois, ce qui pourrait constituer la première attestation «avant ca 675» de la diphtongaison française et, si le o graphique final ne relève pas d'une simple tradition orthographique, avant l'apocope. 30 Wiiest ne nous donne cependant pas vraiment de raisons d'être optimistes. Il fait justement remarquer que les premières étapes d'une diphtongaison ne sont jamais «phonologiquement pertinentes». La diphtongaison n'est souvent à l'origine qu'une 28 29

30

Cf. aussi Haiman / Benincà (1992: 41-43). Baroni / Vanelli (2000: 15, 19) font état d'une contrainte synchronique qui interdirait les voyelles longues devant une affriquée; ce qui soulève beaucoup de problèmes pour l'analyse historique. Il faudrait que cette contrainte ait commencé à se faire sentir relativement tard puisque des voyelles longues apparaissent devant d'anciennes affriquées sonores non géminées, comme dis [di:s] < DËCËM, ainsi probablement que pas [pa:s] < PÂCËM, pês [pe:s] < PÏCËM, vos [vois] < UÔCËM, etc. De plus cette contrainte synchronique n'est pas générale dans le domaine frioulan. Certains dialectes connaissent des voyelles longues devant le [tj] final de mots empruntés à l'italien (Baroni / Vanelli 2000: 24), en particulier la koiné, comme dans al rêg [re:tj] (Faggin 1985: xxx). La koinè admet aussi des voyelles longues devant l'affriquée [ts] de certains pluriels, comme pîd , pl. pîz [pi:ts] (Faggin 1985), ainsi que le parler conservateur de Clauzetto, c o m m e p r â t , pl. prâz [pra:ts] (Benincà / Vanelli 1978: 255). On ne connaît cependant pas d'étymon sûr pour Blois. Les auteurs excluent la forme °Blitius proposée par Nègre (1990: §10667) et, implicitement, un étymon du type °Blesium qu'on pourrait peut-être suggérer par rapprochement avec les noms de ville et les hydronymes Biaise (Dauzat / Rostaing 2 1978) - dont les attestations anciennes sont parfois du type Blesia, mais cependant le plus souvent du type Blesis ou Blesa.

Syncope, apocope, diphtongaison

et palatalisation

en

galloroman..

135

modalité de la durée vocalique. Le /ει/ long du m o t ß t e /fe:t/ au Québec, par exemple, a de multiples réalisations qui varient de façon continue entre [ε:] et [ai], en passant par les étapes intermédiaires [ae, ag, se, εί] (cf. Santerre 1974: 132; Santerre et coll. 1985). Selon les époques, la prononciation de la même voyelle longue /e:/ pourra être le plus souvent [ei], puis régresser à [e:], puis redevenir [ei]. La différenciation des timbres d'une diphtongue phonétique peut atteindre un point de non-retour, de telle sorte que sa monophtongaison ultérieure ne reproduira pas nécessairement le timbre de la monophtongue qui lui a donné naissance, comme cela a été le cas du [o] roman maintenant articulé [0] dans le suffixe -eux. L'apparition de nouvelles voyelles longues en français, cependant, a pu précipiter la phonologisation des diphtongues phonétiques. En effet, lorsque la perte du s préconsonantique crée une nouvelle voyelle longue [e:], comme dans mesle ['mesta] > ['me:ta], la variante [ei] continuant le -Ë- de TËLÂM cessera d'être conçue comme une manière de prononcer le /e:/ long et acquerra un statut phonologique distinct de la voyelle [e:] de mesle.

4 Diphtongaison et proparoxytons

Il est normalement admis que la diphtongaison française (responsable des changements [a:] > e/ai, [e:] > ei, [o:] > ou) n'a pas affecté les voyelles accentuées des proparoxytons, parce qu'elle s'est produite après la syncope et que ces voyelles se trouvaient alors dans une syllabe fermée: ÂNÎMÀM > ['anma] > a. fr. ame, DËBÏT > ['devta] > a. fr. dete, DÜBITÄT > ['dovta] > a. fr. (il) dote (cf. Schwan/ Behrens 31897; 101914: §35 Anm., à qui ces exemples sont empruntés; cf. aussi Bourciez Ί899; 81937: §§36, 55, 73; Meyer-Lübke Ί908; 4/51934: §§59, 60; Pope Ί934; 21952: §229; Straka 1953: 277-279). C'est la brévité des voyelles en syllabe fermée qui explique l'absence de diphtongaison: Le rapport chronologique entre les diphtongaisons des é, ό et a et la syncope est donc clair [...] A l'époque où ces voyelles se diphtongaient [sic], il n'y avait plus de proparoxytons; les syllabes accentuées étaient toutes brèves par suite de la syncope des voyelles posttoniques. (Straka 1953: 277)

Meyer-Lübke met en parallèle l'évolution de TËPÏDÛM > ['tevedo] > ['tievedo] > tiède, avec diphtongaison du [ε] ouvert, et celle de DËBÏTÂ > ['devta] > dete, où le [e] fermé ne diphtongue pas, en faisant remarquer que la voyelle accentuée a dû s'allonger dans les deux cas, puis s'abréger devant le groupe consonantique. Haudricourt / Juilland (4949; 2 1970: 53-56) et Hilty (1969), au contraire, proposent une analyse dans laquelle la diphtongaison des [ε, o] ouverts et des [e, o] fermés résulte d'une transphonologisation des oppositions [e] : [ε] et [o] : [o], devenant respectivement [ei] : [ie] et [ou] : [uo] (et peuvent postuler des étapes intermédiaires avant ce résultat qui ne sont pas pertinentes ici). Leur présentation laisse entendre que la diphtongaison romane de [ε, o] et la diphtongaison française de [e, 0] se produisent en même temps. Ils ne font aucune référence aux chronologies proposées par leurs prédécesseurs pour interdire la diphtongaison française dans les proparoxytons et ne donnent aucune indication des solutions qu'ils auraient eux-mêmes envisagées. Wiiest (1979: 155-156) est favorable à

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Yves Charles Morin

une interprétation fonctionnelle semblable à celle de ces auteurs; il soulève cependant ce problème de chronologie relative, et «conclu[t] par un non liquet». S'il est vrai que dans la grande majorité des cas, la diphtongaison française ne s'observe pas dans les anciens proparoxytons, il existe des contre-exemples qui mériteraient une étude particulière. On peut admettre que la diphtongue des formes suivantes est analogique: doitte < D Ë B Î T À (FEW: 3.22), à partir du radical tonique de devoir (cf. les variantes receit et reçoit de recet < RËCËPTÛM, FEW: 10.145, avec influence probable du radical tonique de recevoir) ou boite < BÏBÏT (FEW: 1.350) à partir du radical tonique de boire. La forme keute < C Û B Ï T Û M (FEW: 2.2.1447), en ancien picard, est plus problématique. L'ALF relève pour coude (carte 330), des monophtongues [0] ou [ce] et des diphtongues apparentées, qui pourraient toutes être issues d'une diphtongue [eu], en Picardie, dans le sud de la Wallonie, en Bourgogne, dans l'est de la Champagne, en Franche-Comté, 31 et même dans des points isolés du pays Gallo (Bretagne romane). Trois formes gallèses contiennent des diphtongues: [keœt] (pt. 494), [kœud] (pt. 466) et [koud] (pt. 463), la dernière sans différenciation. Ces trois points sont situés dans une région où les anciennes diphtongues issues de la diphtongaison française auraient pu se conserver, mais où de nouvelles diphtongues sont aussi apparues (cf. Chauveau 1989: 145-191). Dans le pays Gallo, comme dans le nord et l'est de la France, on pourrait penser que les diphtongues à l'origine des [0] ou [œ] proviennent de la coalescence du [o] accentué avec une demi-voyelle [u] < - B - , selon le schéma d'évolution CÜBLTÜM > ['koß(e)do] / ['koß(e)to] > ['koude] / ['koute]. On a cependant peu de raisons de croire que -B- a pu évoluer de cette manière en galloroman septentrional, où il n'y a pas de traces des continuateurs équivalents r*jaude, *jaute pour G Ä B Ä T Ä M , par exemple. Fouché ( Ί 9 5 8 ; 2 1969: 471) conteste aussi cette chronologie en invoquant les formes A N T Ï P H Ô N A > anteine (appuyé par FEW: 24.657b), P Ë ( N ) S Ï L Ë M > peisle , FLËBLLËM > feible, foible et le toponyme V Ë N Û L A S > Voinsles (Seine-et-Marne). Parmi les formes invoquées par Fouché, on doit certainement exclure les continuateurs de P Ë ( N ) S Ï L Ë M . Le FEW ne relève pas la graphie peisle donnée par Fouché - les seules graphies qui s'en rapprochent, poisle, poesie, sont attestées seulement au XVI E siècle, bien trop tard pour être pertinentes (FEW: 8.201a). Le s à cette époque pouvait simplement noter la durée de la voyelle précédente; la pénétration tardive de l'objet et du mot pour le nommer dans le centre de la France disqualifie ce témoignage (cf. Straka 1984). Quant à Voinsles, Nègre (1990: §5159) le fait remonter à V E N Ü L Ä M , diminutif de V Ë N  M > voine , sur lequel il aurait été refait. Fouché accepte néanmoins l'hypothèse selon laquelle la diphtongaison du [a] roman (ou sa fermeture) est postérieure à la syncope des pénultièmes atones. Le type rjéde < G Ä B Ä T Ä M relevé dans le Poitou, en Vendée, en Bretagne romane, dans le Maine et dans l'Anjou (ALF: carte 715) pourrait néanmoins impliquer une diphtongaison du [a] roman accentué, et demande une explication.32 31

32

On prendra garde, aussi, qu'en Bourgogne, dans l'est de la Champagne et en Franche-Comté, les [o] romans fermés et les [3] romans ouverts ont pu diphtonguer en syllabe fermée et donner les voyelles [œ] et [œy], p. ex. dans les mots boucle, pot, trop, troupe, (il) tousse. La voyelle [ε] que note l'ALF pour ce mot dans l'Est (Champagne, Bourgogne, Franche-Comté, Lorraine) renvoie probablement à un type j'aittè\ avec fermeture et antériorisation tardive du a, un r changement relativement fréquent dans cette région, p. ex. CATTÀM > chaitte . En

Syncope, apocope, diphtongaison

et palatalisation

en

galloroman..

137

La discussion ne saurait être complète sans un examen des diphtongaisons particulièrement complexes devant les terminaisons syncopées -ble des anciens proparoxytons en -PÜLÄM, -BÜLÄM, -BÏLËM, etc. La diphtongaison française y est rare, mais non inconnue. Les continuateurs du type rtèble

< TÄBÜLÄM (ALF: carte 1273, pts. 338 et 435) à l'ouest de la France dans la région où domine aussi rjéde devraient être examinés. La diphtongaison du [o] est aussi notée dans réteuble < °STÜPÜLÄM (lat. classique STÏPÛLÀM) (FEW: 12.271) - la forme éteule retenue dans la norme pourrait cependant être d'origine picarde, avec une diphtongue issue de la coalescence de [o] < -Ü- avec [u] < -P-. 33 Le [e] s'est diphtongue dans FLËBÏLËM > a . f r . feible, foible (cf. Fouché Ί 9 5 8 ; 21969: 234, pour une interprétation des nombreuses variantes); on ne peut simplement admettre, avec Meyer-Lübke (' 1908; 4/51934: §59), qu'il s'agit d'une diphtongaison régulière de la voyelle accentuée en syllabe ouverte dans le paroxyton ['feble] produit par la syncope, car on n'observe généralement pas de diphtongaison devant ces suites consonantiques, cf. DÜPLÜM > double (FEW: 3.185a) et TRÏPLÛM > a. fr. treble (FEW: 13.2.297a). On retiendra surtout de l'argumentation invoquée pour établir ces chronologies relatives, le glissement épistémologique qui fait que la structure de la syllabe devient le facteur conditionnant la diphtongaison, plutôt que la durée vocalique elle-même. Même si l'on reconnaît que la diphtongaison française a presque toujours été bloquée dans les anciens proparoxytons, on ne peut en conclure qu'il a nécessairement fallu que la diphtongaison ne commence à agir qu'après la syncope, une fois les voyelles accentuées en syllabe fermée. La structure prosodique de la langue avant les syncopes aurait pu être telle, que les voyelles des syllabes ouvertes étaient (suffisamment) longues dans les paroxytons pour se diphtonguer, mais pas assez dans les proparoxytons pour que le même changement ne s'y produise. C'est ainsi qu'on a pu expliquer que la diphtongaison en toscan s'observe très souvent dans les paroxytons, p. ex. dans BÖNÜM > ital. buono , mais rarement dans les proparoxytons, dont la syllabe accentuée n'a néanmoins jamais cessé d'être ouverte, comme dans PÖPÜLÜM > ital. popolo (cf. Meyer-Lübke s. d.: §50). La même analyse peut s'appliquer à la diphtongaison française. Un simple changement de la structure prosodique entre le moment où se développe la diphtongaison romane et celui où apparaît la diphtongaison française suffirait à expliquer pourquoi la première s'est produite dans le proparoxyton TËPLDÛM > tiède et que la seconde s'applique ensuite dans le paroxyton DËBËT > (il) doit, mais non dans le proparoxyton DËBÎTÂ > dete, alors même que la syncope ne s'est pas encore produite. (Je rappelle qu'il s'agit d'un argument pour la forme seulement.) Le cas probablement le plus navrant de ce glissement épistémologique est celui qui fait dire que la diphtongaison romane n'a été possible en espagnol dans des mots comme PÖRTÄ > esp. puerta, que parce qu' «on a pris à un moment donné l'habitude de couper [...] *pò-rta [...] avec des diphtongues qui n'ont pu se produire qu'en syllabe ouverte» (Bourciez 4910; 5 1967: §151 - même argumentation dans Straka 1956: 254; 1979: 198). Faut-il vraiment rappeler qu'il n'y a aucun universel du langage exigeant la brévité des

33

Bretagne romane, par contre, les reflets [e, ε] et [a] de rjéde sont ceux du a roman accentué en syllabe ouverte, et non, normalement, ceux des anciens [a] romans en syllabe fermée. Pour une autre explication, cf. Fouché ('1961; 2 1966: 617).

138

Yves Charles

Morin

voyelles en syllabe fermée? On notera au contraire qu'un allongement allophonique n'est pas rare dans les langues romanes devant certaines consonnes en coda, en particulier devant [r] en frioulan: [ve:rt] ou [la:rk] (Baroni / Vanelli 2000: 15); devant Sonante + Obstruante en finale de mot dans le provençal sud-alpin de Breil et La Brigue: [di:it] , [D:RÎ] , [duiRs] , [kaâmp] (Dalbera 1994: 125-127); devant sonante et souvent aussi devant [s] en crémonais (cf. note 14). L'anglais a aussi connu l'allongement devant [s], comme dans coast , roast , beast , feast (à moins que la durée ne fut celle de l'ancien français, comme le suggère Bliss 1952/1953).

5

Chva résistant, accent secondaire, voyelle d'appui

De nombreuses solutions ont été proposées pour expliquer pourquoi seulement certains proparoxytons connaissent l'apocope, p. ex. GËNÏTÛM > gent, mais non CÔMÏTÉM > a. fr. conte . On admet le plus souvent que certains proparoxytons sont devenus paroxytons relativement tôt, comme GËNÏTÛM [ ^ s n e t o ] > ['ciento], et qu'ils ont alors évolué comme les paroxytons primitifs tels que LËNTÛM > lent. Par contre, les autres proparoxytons - ceux qui ont échappé à cette première série de syncopes et qu'on appelle «proparoxytons romans» - ont conservé, plus ou moins réduite, la voyelle de leur syllabe finale. Ainsi formulé, ce problème connaît une solution triviale.34 Il suffit d'admettre - comme il a été proposé depuis longtemps - qu'après la première série des syncopes (syncope 1), il s'est produit un changement prosodique, caractérisé entre autres par l'apparition d'un rythme alternant, avec un accent secondaire sur la dernière syllabe des proparoxytons romans. En contre-partie, la durée allophonique de leurs voyelles toniques s'est réduite, expliquant à la fois la régression plus ou moins variable de la diphtongue [uo] à [o] et l'absence de diphtongaison française pour l'immense majorité de ces mots. Le protofrançais aurait connu par la suite un effacement plus ou moins progressif des posttoniques (c'est-à-dire: apocope dans les paroxytons et syncope dans les proparoxytons). Cette solution apparaît dans le tableau 6a. Si les proparoxytons romans n'ont pas connu l'apocope, c'est tout simplement parce que la langue n'a jamais connu de changement de ce type; le seul effacement qui se serait produit aurait été celui des posttoniques. La solution rythmique présente plusieurs problèmes. Elle n'explique pas directement pourquoi le [a] posttonique s'efface dans les proparoxytons, p. ex. dans GÄBÄTÄM > jatte, et non dans les paroxytons, p. ex. dans FÄBÄM, qui devient fève et non *fev, *fef. On postule souvent, cependant, une réduction ancienne de [a] à [e] dans les posttoniques des proparoxytons. L'on peut alors admettre que l'effacement des posttoniques affecte seulement les voyelles non basses, donc les continuateurs du -A- des proparoxytons, mais 34

Solution que j'ai examinée à Montréal en 1985 au congrès annuel de l'Association canadienne de linguistique, dans une présentation intitulée «Les structures accentuelles et la longueur vocalique en ancien français: la naissance du chva».

Syncope, apocope, diphtongaison et palatalisation en galloroman...

139

non ceux des paroxytons. II faudrait aussi examiner si la solution rythmique peut vraiment rendre compte des syncopes dans les proparoxytons empruntés au latin médiéval, comme DIÄCÖNÜM >

diacre.

syncope 1 dipht. de [ε, o] rythme alternant sonorisation chute des posttoniques

GËNÏTÛM

HÖMÖ

HÔMÏNÉM

[Remeto] ['d3snto]

['omo]

['amene]

-

[d3ent]

PILÙM

COBÏTÛM

['pedo]

['ko:veto]

-

['uòmo] -

[uom]

['uomene] ['ome,ne] ['omne]

-

-

[pe:l]

gent huem home peil ancien français Tableau 6a. Voyelle finale des proparoxytons: solution rythmique

['kove,to] ['kove,do] f'kovdo] code

Son grand défaut, cependant, était de ne pas être compatible avec les chronologies communément admises pour les diphtongaisons. Comme on voit dans le tableau 6a, elle présuppose que les voyelles [ε] et [o] se diphtonguent également dans les proparoxytons avant la syncope, exigeant la régression de [uo] comme le prévoyait cependant déjà l'analyse de Meyer-Lübke. Elle exigerait aussi une explication particulière pour le développement de °IÔUËNËM > jeu(f)ne (celle qui était prévue dans le tableau 2b n'est plus disponible). La durée conditionnant la diphtongaison des voyelles [e, o] et [a] doit également se mettre en place avant les syncopes dans les proparoxytons - ce qu'on n'avait jamais vraiment envisagé. C'est pourquoi on a toujours supposé que les effacements de la posttonique dans les proparoxytons et dans les paroxytons romans étaient distincts, l'un se produisant avant et l'autre après les diphtongaisons pertinentes. Ce qui exclut la solution rythmique simple. Deux réponses ont été adoptées qui conservent l'esprit de cette solution, tout en permettant deux effacements distincts: elles font intervenir soit des voyelles réduites stables selon Straka (1953; 1964) et instables selon Blondin (1975) - , soit un accent secondaire (Meyer-Lübke 1884). Inversement, deux autres propositions ont été avancées qui ne font appel ni aux rythmes accentuels, ni à la réduction des voyelles. L'une y voit la conséquence de contraintes syllabiques. L'apocope ne se produit pas dans [komte] car elle ferait apparaître un groupe consonantique [-mt] inacceptable en finale de mot et exigeant au contraire, de ce fait, une «voyelle d'appui»; elle s'applique par contre sans restriction à ['d3ento] et à ['lento], car la finale [-nt] ainsi produite est alors admissible dans la norme syllabique (Nyrop 4 8 9 9 ; 3 1914; Reighard 1975; Wüest 1979; Sampson 1980; Holm 1991). La dernière solution, enfin, fait simplement intervenir des chronologies relatives. L'apocope n'affecte que les paroxytons et n'a eu qu'une durée de vie relativement limitée. Quand elle était active, elle a réduit les paroxytons présents dans la langue qui n'exigeaient pas de voyelle d'appui: les anciens paroxytons latins, comme PÔNTËM ['ponte] > [pont], et les anciens proparoxytons qui étaient alors syncopés, comme GËNÏTÛM ['dgento] > [d3ent]. Elle n'a pas affecté, par contre, les proparoxytons non syncopés à cette période, comme CÔMÎTÉM ['komete]. Lorsque la syncope finit par toucher ces derniers, ['komete] devenant ['komte]/['konte] par exemple, l'apocope n'était plus active dans la langue, permettant ainsi

140

Yves Charles Morin

à la voyelle dans leur syllabe finale de se maintenir, au moins jusqu'à la période de l'ancien français (Bourciez '1899; 81937). Examinons chacune de ces solutions.

5.1

Solution rythmique: voyelle réduite stable type

syncope 1 diphtongaison de [ε] réduction vocalique syncope 2a diphtongaison de [o] apocope

J

V,nV 2 tV 3

"'VlmV3 CÔMÉS

-'VjntVj PÔNTËM

gënItOm

-'vimv2tv3 CÔMÏTÈM

['komes]

['ponte]

['d3eneto]

['komete]

['d3Ento]

['kometa] ['komta], ['konta] ['kuomes] [kuoms]

[pont]

[d3ent]

ancien français cuens pont gent conte Tableau 6b. Voyelle finale c es proparoxytons: voyelle réduite stable Straka (1953; 1964) opte pour la solution rythmique avec deux effacements distincts des posttoniques: syncope dans les proparoxytons, puis apocope dans les paroxytons. Si dans la dernière étape du tableau 6b, l'apocope fait disparaître le continuateur atone du -Ë- de pôntëm, mais non celui de C0MÍTÉM, c'est que ces deux voyelles n'étaient plus identiques. Il postule qu'entre la syncope latine (syncope 1) et les syncopes romanes (en particulier avant la syncope 2a du tableau 6b), les voyelles des syllabes finales des proparoxytons, qui sont séparées de la tonique par une autre syllabe non accentuée, ont été réduites, probablement pour des raisons accentuelles, ce qui apparaît sous la rubrique réduction vocalique dans le tableau 6b. (a) voyelle stable parce qu 'étrangère au système

Dans sa première analyse (en 1953), la voyelle réduite des proparoxytons - qu'il représente par le symbole classique [a] du chva - se maintient au moment de l'apocope parce qu'elle était étrangère au système vocalique de la langue: Nous croyons pouvoir expliquer le maintien de l'-a, à l'époque de l'effacement des autres voyelles finales, par le fait que ce n'était pas une voyelle comme les autres, mais une voyelle réduite, indistincte, qui ne faisait guère partie du système vocalique normal de la langue; le traitement qu'ont subi les voyelles normales -i, -e, -u, -o, a épargné ce son indéterminé. (Straka 1953: 303) (b) voyelle stable parce que non haute

Straka ne devait pas être totalement satisfait de cette explication. On comprend mal, en effet, qu'une voyelle réduite soit plus stable qu'une voyelle pleine. On ne voit pas non plus pourquoi on devrait dire que le chva était mal intégré dans le système vocalique, en particulier dans le système des voyelles posttoniques. De toute façon, la métaphore fonctionnelle ferait attendre qu'une voyelle réduite, indistincte, mal intégrée soit éliminée

Syncope, apocope, diphtongaison et palatalisation

en galloroman...

141

et qu'au contraire les «voyelles normales -i, -e, -u, -o» bien intégrées restent. Lorsqu'il reprend le problème en 1964, il présente une thèse fort différente de la stabilité du chva. Celle-ci résulterait de sa grande aperture relative, conformément à un universel voulant que les voyelles hautes soient les plus susceptibles de s'effacer: «Les voyelles faibles se ferment par étapes avant de disparaître» (Straka 1964: 37-38; 1979: 228-229).35 Si on admet que le chva était plus ouvert que les «voyelles normales -i, -e, -u, -o», il en résulte que les voyelles posttoniques les plus stables seraient [a] et [a], cqfd. Spore (1972: 68), Blondin (1975: 526), Wüest (1979: 146), Sampson (1980: 43) et Holm (1991: 119) soulignent tous que la première explication de Straka en 1953 n'est pas plausible - Spore, cependant, finit par l'adopter, faute d'alternative, dit-il. La seconde explication de Straka, en 1964, n'est pas plus satisfaisante.36 Il suffit d'observer la syncope en anglais qui affecte la voyelle réduite [a], mais non les voyelles non réduites plus fermées dans des contextes semblables (cf. Hooper 1976; Rhodes 1996). La thèse de Straka sur la réduction des voyelles en syllabe finale de proparoxyton se retrouve dans les manuels de La Chaussée (Ί974; 31989: 88), Pierret (Ί981; 31994: 147, 217), Andrieux-Reix (1993: 156), Laborderie (1994: 41, 98) et Joly (1995: 71). De la Chaussée est un des rares à présenter quelques éléments de justification; de façon surprenante, c'est la première explication donnée par Straka en 1953 qu'il retient. Pierret (Ί981; 31994: 218) ajoute que la voyelle finale des paroxytons a aussi pu passer par une étape [s] avant d'apocoper; ce qui est cependant incompatible avec les thèses de Straka et ne permet plus d'expliquer pourquoi la voyelle [a] des syllabes finales se serait conservée dans les proparoxytons. Léonard (1999: 19, 23) évite le problème (sans donner la même licence à ceux qui s'essaieraient à faire ses exercices non corrigés). Carton (1974: 169) présente les résultats du français moderne sans indiquer comment les changements se seraient produits à l'époque prélittéraire. En fait, les données comparatives excluent la thèse de Straka. Cette dernière fait dépendre le maintien des voyelles non basses dans les syllabes finales des proparoxytons d'une hypothétique réduction à [a], qui aurait alors automatiquement neutralisé les oppositions entres les voyelles antérieures et postérieures. Or il est reconnu que cette neutralisation ne s'observe pas en francoprovençal ancien (Meyer-Liibke 1890: §314; 4/5 1934: §116; Duraffour 1930: 6, 12, 16, 21), même si elle a pu se produire ensuite dans certains parlers modernes (p. ex. à Ollon, cf. Hasselrot 1937). Dans de nombreux parlers francoprovençaux, on peut encore distinguer les reflets de [e] et de [o] atones, aussi bien dans les anciens paroxytons, lorsque ces voyelles sont demeurées comme voyelle d'appui, que dans les anciens proparoxytons. Souvent, cependant, des analogies morphologiques ont modifié la distribution phonétique attendue en généralisant la terminaison [-o] au masculin des noms et adjectifs et la terminaison [-a] (ou son reflet moderne) au féminin singulier. Il arrive également que des terminaisons aient été refaites sur la norme (écrite) du français standard. Les verbes cependant ont conservé la terminaison phonétique [-e]. La distribution originale transparaît néanmoins derrière les distributions modernes, comme on voit dans les exemples suivants: 35

36

Straka (1970; 1979: 347-361) reprend sa thèse sur la réduction des voyelles dans la syllabe finale des proparoxytons, sans revenir sur les explications qu'il avait proposées antérieurement. Aucun des cinq auteurs précédents ne mentionne cependant la nouvelle interprétation de Straka en 1964.

142

Yves Charles Morin Bagnes Saint-Martin-la-Porte (Bjerróme 1957) (Ratei 1958; 1976) PËTRÀM ['pieiB-a] ['peöo]

ÄRÄTRÜM [a'öaöo]

(Bagnes), QUÄDRÜM f'kaïKo] ['karo] (St-Martin) DËBlTUM ['dato] ['deto] (masc.) SÀPÏDÛM ['sado]

[(da)'sâdo] "SAMBÄTÜM [(de)'sôdo] PÂTRËM ['paare] ['paöe]

SËDËCÏM ['saze]

['βεζε] VENDËRË ['vëdre] ['vëdre]

terminaisons analogiques ['vetro] ['omo] ['faivra] ['laivra]

UÉNTRËM HÔMÏNËM FËBRËM LËPÔRÉM

['vêtre] ['omo] ['fieivro] [Ίείντο]

(analogique à Β

(fém.) (fém.)

Or, comme le montre l'analyse de Hasselrot (1939), la syncope et l'apocope ont les mêmes caractéristiques en francoprovençal et en galloroman septentrional (malgré Martinet 1982). Ce ne peut donc être la réduction des voyelles non basses des syllabes finales de proparoxyton - qui les aurait confondues - , qui a soustrait [o] et [e] à l'apocope. Il faut nécessairement envisager une autre solution pour le francoprovençal et, si l'on admet le parallélisme des évolutions, pour l'ensemble des parlers galloromans septentrionaux. L'évolution de l'occitan n'appuie pas la thèse de Straka non plus, car il faudrait également postuler une réduction des voyelles non basses des syllabes finales des continuateurs syncopés des proparoxytons romans, comme a. occ. copde < CÛBÏTÛM, pour expliquer qu'ils aient échappé à l'apocope. Or il n'y a aucune raison de supposer que le e graphique final de l'ancien provençal ait noté une voyelle réduite centrale [a] plutôt que [e] (Ronjat 1930: §§49, p. 128)."

5.2

Solution rythmique: voyelle réduite instable

Prenant le contre-pied de la proposition de Straka, Blondin (1975: 526-536) propose une solution, beaucoup plus crédible dans une perspective rythmique, qui inverse les réductions par rapport à l'analyse précédente. Ce schéma d'évolution, représenté dans le tableau 6c, correspond mieux à l'esprit de la rythmique accentuelle dans laquelle la voyelle des syllabes finales des proparoxytons est relativement accentuée - donc moins réduite que celle des paroxytons. Après la syncope 2a, la langue connaîtrait deux types de paroxytons, les premiers avec une posttonique réduite, comme les ancêtres ['komss], ['ponta], [ ^ e n t a ] de cuens, pont, gent et les seconds avec 37

II est toujours loisible de dire qu'il y a effectivement eu une réduction de [e] à [a], suivie d'une régression à [e], comme le proposent Haiman / Benincà (1992: 56) pour le frioulan. L'hypothèse d'une régression, cependant, n'aucun appui empirique indépendant, ni en occitan, ni en frioulan.

143

Syncope, apocope, diphtongaison et palatalisation en galloroman.

une posttonique pleine, comme l'ancêtre ['komte] de comte. Lorsque vient le moment où l'apocope se produit, celle-ci peut donc effacer sélectivement les voyelles réduites des premiers. type

syncope 1 diphtongaison de [ε] réduction vocalique syncope 2a diphtongaison de [o] apocope

J

V 1 nV 2 tV 3

-'VjmVjtVj

-'VjinVj

-'V^tVj

CÔMËS

PÔNTËM

GËNÏTOM

CÖMMM

['komes]

['ponte]

['d3eneto] ['d3ento]

['komete] -

-

['komas]

['ponta]

['kuomos] [kuoms]

[pont]

['d3enta]

(['komote] ?) ['komte], ['konte]

-

-

[d3ent]



ancien français cuens pont conte gent Tableau 6c. Voyelle finale des proparoxytons: voyelle réduite instable Cette solution, cependant, n'est pas mieux adaptée à l'évolution du francoprovençal, car elle entraînerait aussi une neutralisation, celle des voyelles d'appui [o] et [u] des anciens paroxytons, cette fois - qui ne s'est pas produite, cf. Ä R Ä T R Ü M > frpr. [a'öaöo] mais P À T R É M > frpr. ['paös],

5.3

Solution rythmique: accent secondaire

La seule solution rythmique qui puisse convenir semble donc être celle qu'avait proposée originalement Meyer-Lübke (1884; 4/s1934: §121). type

syncope 1 nouvelle accentuation diphtongaison de [ε] syncope 2a diphtongaison de [o] apocope

-'V,ntV3

-'V,nV2tV3

CÔMËS

PÔNTËM

GËNÏTOM

CÔMLTËM

['komes]

['ponte]

[^eneto] ['d3ento]

['komete]

-

-

-

-'V,mV2tV3

-

['komete]

-

['kom,te], ['kon,te] ['kuomes] [kuoms]

-

-

[pont]

[d3ent]

conte ancien français pont cuens gent Tableau 6d. Voyelle finale des proparoxytons: accent secondaire Selon cette interprétation, représentée dans le tableau 6d, il se serait produit un changement majeur dans la prosodie du roman après la syncope latine (syncope 1). À ce moment, les syllabes finales des proparoxytons auraient reçu un accent secondaire. Cet accent se serait préservé après les autres syncopes, de telle sorte qu'il est devenu distinctif et qu'il permet ainsi d'opposer ['ponte] à ['kon,te] (à l'initiale près). Ultérieurement, l'apocope fera

144

Yves Charles Morin

s'effacer les voyelles complètement atones, comme celle de ['ponte] > [pont], sans affecter celles qui avaient un accent secondaire, comme celle de ['kon^e]. L'argument normalement invoqué contre l'analyse est que ce système prosodique serait trop complexe: «If there was [such a distinctive stress pattern], then the phonological role of stress in pre-OFr. must have been unique amongst the Romance languages, and indeed it would find few parallels in other known languages of the world» (Sampson 1980: 42), cf. aussi Blondin (1975: 526). On notera cependant que l'anglais connaît un accent faible contrastif de ce type, discuté dans Gimson (62001: 147) qui établit des distinctions entre les syllabes inaccentuées - contenant des voyelles réduites - et les syllabes avec un accent faible, que l'on peut mettre en évidence dans des paires comme Rita ['aita] - Utah ['ju^o], windy ['windi] - window ['wn^do], lifting ['liftirj] - diphthong ['drfjBoq], buttock [Wtak] batik ['ba,tik] ou magnet ['masgnit] - magnate ['mag,net] (transcriptions phonétiques de Kenyon/ Knott 1944 pour l'anglais américain, auxquelles l'accent faible a été ajouté pour cette discussion). Dans chacune de ces paires, le premier exemple se termine par une syllabe inaccentuée et le second par une syllabe ayant un accent faible. En anglais, ces distinctions accentuelles s'accompagnent de différences de timbre, ce qui permet d'envisager différentes analyses phonologiques. Ce n'est pas nécessairement le cas pour l'état de langue reconstruit par Meyer-Lübke - dont la proposition, néanmoins, n'a rien d'impensable. La solution de Meyer-Lübke est reprise par Fouché (Ί958; 21969: 466), Zink (Ί986; 3 1991: 44), qui renvoie néanmoins à l'analyse de Straka comme alternative, et Laborderie (1994: 41), qui emprunte probablement le terme «accent d'écho» à Zink.

5.4

Solution syllabique: contrainte sur les codas

Une solution syllabique apparaît dans le travail de Nyrop (Ί899; 31914: §§249-251); elle est examinée plus en profondeur par Reighard (1975), Wiiest (1979), Sampson (1980) et Holm (1991), les trois derniers ne faisant aucune référence à leurs prédécesseurs.38 La solution proposée par ces auteurs est également simple: au moment où l'apocope se fait sentir dans la langue, les anciens proparoxytons sont tous devenus paroxytons à la suite de la syncope de la pénultième atone et ce sont des contraintes syllabiques sur les codas qui expliquent le maintien de la voyelle dans la syllabe finale. En d'autres termes, les voyelles des syllabes finales de l'ancien français sont toutes des voyelles d'appui. La voyelle finale de l'a. fir. conte < CÔMÏTËM s'est maintenue pour les mêmes raisons que celle de l'a. fr. espasme < SPASMÜM ou de l'a. fr. fievre < FËBRÉM: au moment où l'apocope était active dans la langue, les voyelles posttoniques de ces trois mots étaient précédées des groupes consonantiques [-mt-], [-sm-] et [-vr-] qui l'ont empêché d'agir, car autrement il se serait formé des codas complexes [-mt], [-sm] et [-vr], qu'excluait alors la norme syllabique de la langue.

38

Richter (1934: 243-247) propose aussi une solution syllabique. Contrairement à celles qui sont examinées ici, cependant, elle fait une distinction pour certains groupes entre groupes consonantiques primaires, qui permettent la syncope, comme dans CARRÜM > char, et groupes secondaires correspondants, qui l'interdisent, comme PÂTRËM >perre >pere.

145

Syncope, apocope, diphtongaison et palatalisation en galloroman..

Les exemples suivants - où l'on a indiqué entre crochets l'étape probable des groupes consonantiques après la syncope (en faisant abstraction de l'évolution des voyelles) - sont conformes à cette thèse. La perte et le maintien de la voyelle des syllabes finales des paroxytons et des proparoxytons y apparaissent exactement dans les mêmes contextes: perte après les groupes (1) et maintien après les groupes (2) et (4): Groupes consonantiques 1 TARDË ALPËS PÔNTËM ÔSTËM FÏRMÛM RÜPTÜM

> > > > > >

['tarde] ['alpes] ['ponte] ['oste] ['fermo] ['ropto]

> > > > > >

['lardo]

> lard > coup ['d3ento] > gent [em'posto]L> a. fr. enpost > a. occ. erm ['ermo] ['repto] > a. fr. ret

tard

LÂRÏDÛM

>

a. occ. alps

CÖLÄPÜM

> ['kolpo]

pont

GËNITÛM

>

a. fr. ost a. îr.ferm a. fr. rout

IMPÖSITÜM > °ËR£MÛM

>

RÉPÜTÜM

>

Groupes consonantiques 2 SPASMÜM °HËLMSÖMNÜM

> ['spasmo] > a. fr. espasme > ['helmo] > heaume > ['sonino] > somme

['asno] ['kalmo] ['omne]

ÄSLNÜM

>

CÄLÄMÜM

>

HÔMINËM

>

CÔMITËM

> ['komte] > ['kovto]

>

âne chaume > homme >

Groupes consonantiques 3 -

>

comte a. fr. coûte > coude > hôte

>

-

CÜBITÜM

-

CÜBITÜM

>

HÔSPITËM

> ['ospte]

LËPÔRËM

>

>

lièvre

-ÂTÔRËM

>

>

a. fr. -ere

>

a. fr. pueble

-

['kovdo]

Groupes consonantiques 4 FËBRËM PÀTRÉM DÜPLÜM

> ['febre] > fièvre > ['patre] > père > ['doplo] > double

PÖPÜLÜM

['lepre] [-'atre] > ['poplo]

L'inclusion de la suite [-mn-] parmi les groupes consonantiques (2) ou (3) ne peut cependant se faire qu'après de longues considérations sur l'interprétation des résultats apocopés de SÖMNÜM > a. fr. some ~ som (FEW: 12.92), DAMNÜM > a. fr. dam (FEW: 3.10), DÖMLNÜM > a. fr. dam (FEW 3.131). Sampson (1980: 40-41) considère qu'il s'est produit une assimilation ancienne des suites [-mn-] > [-mm-] dans l'évolution des formes apocopées et que le -e de l'a. fr. some < SÖMNÜM et eschame < SCAMNÜM (FEW: 11.277) pourrait être analogique. Ce serait parce que la syncope s'est produite tardivement dans l'évolution de homme < HÔMINËM qu'il n'y avait pas encore eu d'assimilation au moment où l'apocope était active dans la langue. Ceci bien sûr soulève le problème de la progression de la syncope - et d'une distinction à faire entre syncope latine et syncope romane - que les thèses syllabiques examinées ici semblaient pouvoir éviter. L'absence d'apocope après les groupes consonantiques (3), auxquels il faudrait ajouter [-mn-] si l'on suit Sampson, qui n'apparaissent que dans les continuateurs d'anciens proparoxytons, n'infirme pas la thèse. L'absence de groupes semblables dans les paroxytons primitifs reflète simplement les contraintes phonotactiques du latin, ce qui ne

146

Yves Charles

Morin

permet pas de dire qu'il y avait des divergences sur le conditionnement syllabique de l'apocope dans les deux groupes de mots. Des divergences systématiques et fréquentes entre les paroxytons et les proparoxytons dans les mêmes contextes, par contre, réfuteraient la thèse. C'est ce qui semble se produire pour les proparoxytons du type -VLÏCË-, qui ne connaissent pas nécessairement l'apocope, p. ex. SÀLÏCËM > a. fr. sauz ~ sauce , contrairement aux paroxytons du type -VLCË-, où celle-ci est systématique, comme dans FÂLCËM > a. ft.fauz , mais jamais *fauce. On opposera aussi le proparoxyton IÜDÖCL > ['djodotsi] > a. fr. Joce (anthroponyme), fr. mod. Jousse (Fouché 21969: 235; Dauzat 31977: 101) sans apocope, au paroxyton ËCCË > ['ettse] > a. fr. ez avec apocope. Des écarts de ce genre - qui peuvent aussi être problématiques pour les thèses rythmiques (cf. la solution de Straka 1953: 302) - sont cependant relativement peu fréquents et la tradition exégétique ne manque pas de moyens pour accommoder les formes irrégulières, si elles ne sont pas trop nombreuses. C'est ainsi que Sampson (1980: 43) admet, avec Richter (1934: 246), que les mots salce < SÀLÏCËM et polce < PÔLLICËM seraient d'origine savante, tandis que pulce < POLÏCËM aurait reçu un -e féminin analogique. On notera cependant que la solution proposée pour pulce est problématique, puisqu'en ancien occitan, la forme correspondante est piuze, avec un -e final qui ne peut être qu'héréditaire. Comme dans les parlers d'oïl, l'apocope en occitan est systématique dans les paroxytons du type -VLCË-, p. ex. DÛLCËM > a. occ. dous , mais variable ou inconnue dans les proparoxytons du type -VLÏCË- (Ronjat 1930: §152). Le problème le plus sérieux, que ces auteurs ont cherché à résoudre chacun à leur manière, est celui de la circularité potentielle des explications syllabiques. Peut-on justifier l'apocope après [vt-] dans °CIUÏTËM (FEW: 2.724b, s. v. civis) > ['tsivte] > a. fr. cit39 et non après [vn-] dans °IÔUËNËM > ['d3o:vne]/['D3U3VNE] > a. fr,jue(f)ne, sans s'appuyer sur les résultats mêmes de cette apocope pour établir que les codas [vt] (ou [ft]) sont préférables aux codas [vn] (ou [fh])? Les théories sur les préférences syllabiques pourraient probablement être mises à profit, comme celle de Vennemann (1988: 21), dont la loi sur les codas exprime justement que [vt]/[ft] est préférable à [vn]/[fn] en fin de mot. Il est peu vraisemblable, cependant, que l'on puisse trouver ou développer un modèle de préférence syllabique indépendant, compatible avec les thèses qui font dépendre le maintien de la voyelle finale des proparoxytons de simples contraintes sur la nature des codas.40 39

40

Le lecteur attentif aura remarqué l'apocope dans l'évolution de °CLUÎTËM ['tsivete] > a. fr. cit, qui s'oppose au maintien de la voyelle finale dans CÛBÏTÛM > ['koveto] > coude ou coûte. Si l'on admet que -B- est bien passé à [v] avant la syncope (cf. Straka 1953: 278; 1956: 247; 1979: 195), ces deux mots avaient des terminaisons identiques qui auraient dû avoir la même évolution. II est utile de mentionner les thèses qui font l'économie d'une théorie des préférences syllabiques et font dépendre la syncope et l'apocope des structures syllabiques déjà existantes en latin classique ou en latin vulgaire. Anderson (1965) se propose d'établir les contextes dans lesquels la syncope respecterait les structures syllabiques du latin vulgaire, qu'on peut découvrir à partir de la distribution des sons dans le vocabulaire reconstruit pour cet état de langue en faisant abstraction des formes qui allaient justement résulter de la syncope. Comme les oppositions de voisement pour les obstruantes et du point d'articulation pour les nasales sont neutralisées devant consonne en latin vulgaire («the distinctive feature of voice versus voicelessness is suspended in VL in preconsonantal position, as is the opposition of place of articulation of pre-consonantal nasal phonemes»), son modèle prédit que la syncope devrait être également admissible dans le contexte

Syncope,

apocope,

diphtongaison

et palatalisation

en

galloroman..

147

Par exemple, Sampson (1980: 35-36) attribue l'absence d'apocope dans TËPÏDÛM > ['tievdo] > ['tieddo] > tiède au caractère plus marqué des suites d'obstruantes sonores en finale de mot et, plus précisément, des géminées qui en résultent. Selon ce chercheur, le maintien de la finale dans °GÜBBÜM ['gobbo] > a. fr. gobe [sic], serait la preuve que les contraintes syllabiques interdisant l'apocope après les obstruantes sonores géminées s'appliquaient aussi aux paroxytons primitifs. Le modèle syllabique de Vennemann, cependant, est incapable de rendre compte de cette différence entre obstruantes sourdes et sonores sur le conditionnement de l'apocope. Il est probable qu'il faille plutôt réformer les prémisses de l'argumentation de Sampson, que le modèle de Vennemann lui-même. Les données empiriques pertinentes concernant les obstruantes sonores géminées après voyelle tonique dans les paroxytons primitifs sont, comme nous avons vu, peu nombreuses et parfois difficiles à interpréter. En ce qui concerne les reflets de °GÜBBÜM dans les parlers d'oïl, le FEW ne présente que des formes modernes, toutes relevées dans le sud du domaine d'oïl, où gobe est souvent attesté au féminin comme qualificatif de main (engourdie) (FEW: 4.298b), ce qui ne permet pas de reconstruire avec beaucoup d'assurance la forme primitive du masculin en ancien français. L'évolution des formes verbales pose d'autres problèmes aux théories syllabiques, comme le fait remarquer Holm (1991: 124-127). Si l'on admet que l'apocope n'a pu se produire dans CÔMÏTËM > ['körnte] > a. fr. conte parce que la coda [-mt] qui en résulterait n'était pas admissible dans la norme syllabique, on comprend mal comment elle a néanmoins pu se produire dans GËMÏT > ['dgiemet] > a. fr. gient . Ce problème ne se posait pas dans les analyses rythmiques, pour lesquelles les voyelles des syllabes [ m - t ] et le contexte [n-t], p. ex. dans CÔMÏTËM > /'koNte/ ( > conte) et dans GËNÏTÛM > /'geNto/ ( > geni), ainsi que dans le contexte [p—t] et le contexte [b—t], p. ex. dans COBÎTOM > /'koBte/ ( > a. fr. cote, codé) et dans RËPOTOM > /'reBte/ ( > ret), où / N / et / B / notent respectivement les archiphonèmes associés aux neutralisations des oppositions / m / : /n/ et /p/ : /b/. Sur sa liste de prévisions réussies (cf. son appendice, p. 85), on trouvera aussi NLTÏDÛM > /'neDde/ et ËPLSCÔPÛM > /'epespo/; le premier fait attendre un féminin *nede en a. fr. (au lieu de la forme observée nete ), alors que le second devrait devenir *(e)besp en a. occ. (au lieu de bisbe). Quelle que soit la valeur de cette étude structurale, il n'est pas évident qu'elle puisse apporter une réponse quelconque aux questions que soulève l'apocope dans les langues romanes. L'analyse de Holm, par contre, examine spécifiquement ce problème. L'apocope n ' a pas lieu dans TËPÏDÛM > tiède «parce que le latin ne tolérait pas [ . . . ] de groupes finals de deux occlusives non homorganes et cela rend compte de la v o y e l l e d'appui»; elle n'a pas lieu dans HÔSPÏTËM > hôte, PÔLLÏCËM > pouce parce que «[l]e latin ne connaissant pas d'autres groupes de trois consonnes que c e u x en -s, on a une v o y e l l e d'appui» (Holm 1991: 121). Il aurait cependant été important de préciser comment o n rendrait compte de RËPOTOM > a. fr. ret (FEW: 10.280), FALLÏTÛM > (de)faut (FEW: 3.386), GÙRGÎTÛM > a. fr. gort (FEW: 4.330; Wartburg suggère un autre étymon °GÜRGOM, forme masculine d'un féminin GÜRGÄM attesté, peut-être parce qu'il considère aussi que GÙRGÏTÙM n'est pas une source possible de la forme apocopée), HÔRRÏDÛM > a. fr. ort (FEW: 4.486), PARRÍCÜM > parc (FEW: 7.663), PËRDÏTÛM > a. fr. pert (mase., champ. 1270, FEW: 8.221), °RENDÏTÛM (lat. classique REDDITÜM) > rent (mase., Flandres 1 3 0 8 - 1 4 8 1 , FEW: 10.171), DË+SORDIDÛM > a. fr. desort (FEW: 12.108), UÖLUITÜM > a. fr. vont < v o û t é (adj.), voûte (n. m a s c . ) > (FEW: 14.619), gaul. °WORRIKE > a. occ. vorz (masc., Rouergue, vers 1150, FEW: 14.633). On notera que Wiiest (1979: 147) et Sampson (1980: 35) donnent aussi c o m m e règle générale qu'il n ' y a pas d'apocope après les groupes de trois consonnes créés par la syncope, sans mentionner n o n plus les contre-exemples précédents.

148

Yves Charles Morin

finales des paroxytons et des proparoxytons sont distinctes et peuvent ainsi recevoir des traitements différents. De manière générale, l'utilisation des formes verbales pour appuyer ou réfuter les thèses syllabiques s'avère un exercice délicat. Ainsi on peut facilement admettre que les formes verbales qui apparaissent dans les premiers textes sans la voyelle d'appui attendue sont toutes analogiques, comme le propose Skârup (1994: 143). L'évolution phonétique normale de DLJBITÖ OU RÉPÛTÔ aurait produit les formes ['duta] et ['rets], pour prendre deux exemples à cet auteur, qui «ont adopté, avant les premiers textes, les désinences des verbes sans voyelle d'appui»: (je) dot [dut] et (je) ret [ret]. Elles redeviendront plus tard (je) dote ['duta] et (je) rete ['reta], à la faveur de nouveaux changements analogiques. Ce n'est qu'après les suites Occlusive+Liquide ou [fl, fr, vr], comme dans CÔÔPËRÏT > a. fr. (il) cuevre, que les voyelles d'appui se seraient maintenues sans les fluctuations provoquées par les diverses analogies. Certaines formes verbales, analogiques selon Holm (1991: 126), ont cependant très bien pu avoir une évolution phonétique régulière. Le plus souvent, il est impossible de décider, en particulier pour les formes du présent du subjonctif ou du passé simple, comme dans les trois derniers exemples ci-dessous, faute de contextes comparables en dehors de la morphologie verbale:

CÂBALLÏCËM CÂBALLÏCËT FÏNXÏ FINXÏT

Formes verbales > [ka'valltse] > [ka'valltset] > ['fen's'e] > ['fen^et]

> > > >

a. a. a. a.

fr. chevalz fr. chevalzt fr .feins fr. feinst

Noms ou Adjectifs > ['polltse] > a. îi.polz, -ce

PÔLLÏCËM

Les formes verbales de la 3 sg. du présent de l'indicatif, par contre, ont souvent eu une évolution comparable à celle des noms et adjectifs proparoxytoniques ayant les mêmes codas à la suite de l'apocope, comme dans les exemples suivants (où l'on a, le cas échéant, esquissé la forme phonétique approximative après la syncope): Formes verbales GËMÏT DÖRMIT SËRUÏT

> ['d3iemet] > a. fr. gient > ['dormet] > a. fr. dort > ['servet] > a. fr. sert

Noms ou Adjectifs > ['komte] > a. fr. conte > a. fr tertre "TËRMLTËM >

CÔMLTËM

-

> ['sol vet] > ['sord3et]

> a. fr. soit > a. fr. sort

> a. fr. pert

SÖRDIDÜM

RÛMPÏT

> ['perdet] > ['rompet]

> a. fr. ront

-

FALLIT

>

CRÊSCLT

> ['kresVet] > a. fr. creisi

SÔLUÏT SÜRGLT PERDÎT

CÔÔPËRÏT > °SÛFFËRLT >

['fallet]

>

a. ft. faut

['kuevret] > a. fr. cuivre(t) ['suefret] > a. fr. suefre(t)

UÖLULTÜM GÛRGITËM

> ['vDlvte] > a. fr. vout > ['gord3te] > a. fr. gort > ['sordde] > a. fr. (de)sort

HÔRRÏDÛM

> ffallte] > ['orrde]

> a. fr. (de)faut > a. fr. ort

LËPÔRËM

> ['lièvre]

> a. fr. lievre

FALLÏTÙM

-

L'évolution de ces formes verbales est identique à celle des noms correspondants et ne présente donc pas vraiment de difficultés pour une analyse syllabique. La présence du -e final de tertre ne peut être dissociée de celle du r intrusif et n'infirme pas cette généralisation. Seule la terminaison -mt est problématique. L'on est en droit de se

Syncope, apocope, diphtongaison et palatalisation en galloroman.

149

demander si, en fait, le nom comte < CÔMÎTËM n'aurait pas eu une évolution exceptionnelle, 41 et si la syncope dans les participes passés ayant la même terminaison ne serait pas au contraire régulière: a. fr. crient < °CRÉMÏTÛM, geint < GËMÏTÛM (p. p. non attesté en a. fir., cependant, cf. DEAF 704b °giembre ), a. ft. prient < PRËMÏTÛM (FEW: 9.356b) et empreint < ÏMPRÈMÏTÛM (a. fr. amprient, hapax, FEW: 9.356b). L'adjectif masculin donte, qu'on fait remonter au participe passé DÖMITÜM de DÔMÂRË, pourrait n'être qu'une réfection à partir du féminin («Im gallorom. ist nur vereinzelt donte als fem. aufgefaßt und darnach ein neues mask, gebildet worden», FEW: 3.133a). De la même manière friente qu'on fait remonter à un participe passé FRËMÏTÛM est presque toujours féminin en ancien français et pourrait devoir sa voyelle finale à d'autres sources (FEW: 3.774a). En dehors de ces formes d'interprétation délicate, on ne peut guère relever que ÀMÏTËM > ant a. fr. oste , CARPÏNËM > ['karpne] > charme (arbre), FÔRFÏCËS > ['forftses] > forces (ciseaux), ÙNDËCÎM > ['onddze] > onze, CÖGNITÜM > [ ' k u o n W e ] > a. fr. cointe , CÔMÎTËM > ['komte] > a. fr. conte . Ce ne serait que plus tard, après que l'apocope ait cessé d'être active, que ces suites se seraient simplifiées pour donner les groupes [-st-, -rm-, -rts-, -ndz-, -irt j -, -nt-, -mm-]. Cette chronologie est nécessaire, puisque les groupes simplifiés ne présentent aucun obstacle à l'apocope, comme on peut voir dans les évolutions suivantes: ÔSTËM > ['oste] > a. fr. ost , FÏRMÛM > ['fermo] > a. fr. ferm , MARTÏÛM > ['martso] > a. fr. marz , RÔMÂNÎCË > [ro'mantse] > a. fr. romanz , IÜNCTÜM > [^3011^0] > joint, GËNÏTÛM > ['d3ento] > a. fr. gent . Il est peu probable que ces suites, dont certaines sont très complexes, aient pu toutes demeurer dans la langue longtemps après la syncope qui les a créées. En particulier, Sampson (1980: 45) fait observer que dans l'évolution de PANTÏCËM > a. fr. pance , l'obstruante géminée postconsonantique [tts] de la forme intermédiaire ['panttse] aurait certainement été réduite immédiatement, ce qui aurait entraîné l'apocope de la voyelle finale (comme on pourrait proposer pour expliquer SÖRDIDÜM > ['sordde] > a. fr. (de)sort, cf. FEW: 12.108). 42

41

42

C'est aussi, pour d'autres raisons, la conclusion d'Edouard Bourriez (81937; 91958, §14 Rem. III): «il n'est pas exclu que la forme conte traduise l'influence du latin comite(m), très favorisé dans la langue des chartes». Cette observation disparaîtra dans la révision de 1967, après que Jean Bourriez adopte la chronologie de Krepinsky (1931), comme nous avons vu plus haut (§1). Sampson propose que la voyelle finale de pance soit un -e féminin analogique (comme dans le cas de puce). Le maintien de la voyelle finale de ÛNDËCLM > ['onddze] > onze S'expliquerait par des contraintes syllabiques excluant toute combinaison de [dz, ö, ζ, jj, jiji, XX] avec une autre consonne en coda (Sampson 1980: 34). Il ne semble pas qu'il soit prévu de provisions pour

150

Yves Charles Morin

Une autre solution syllabique empiriquement équivalente à la précédente est possible qui évite ce problème. Elle se fonde, non pas sur les hiérarchies d'acceptabilité des codas, mais sur celles des contacts intersyllabiques, ainsi qu'il est aussi prévu dans le modèle de Vennemann (1988).43 Ce modèle incorpore un certain nombre de lois permettant d'expliquer la progression des changements phonétiques lorsque ceux-ci ont pour effet de simplifier ou de complexifier la structure syllabique d'un mot.44 Ce modèle prédit que, toutes choses étant égales, les changements historiques ont tendance à se produire d'autant plus vite (ou d'autant plus facilement) que les structures syllabiques qui en résultent sont favorisées par les hiérarchies de préférence définies dans ce modèle.4S Les analyses syllabiques de Reighard, de Sampson ou de Holm relèvent dans leur objectif, sinon dans leur forme, des effets de la loi des codas (Vennemann 1988: 25), comme on peut voir en examinant le cas particulier des codas biconsonantiques. Le modèle prévoit une hiérarchie de préférences impliquant une échelle allant de Glissantes-Occlusive sourde, pour les suites les plus favorables à l'apocope, à Occlusive sourde+Glissante pour les moins favorables - dont j'ai tiré, à titre d'illustration, les éléments suivants (avec comme archétypes, [p] pour les occlusives sourdes, [b] pour les occlusives sonores, [f] pour les fricatives sourdes, [v] pour les fricatives sonores, [m] pour les nasales et [i] pour les glissantes): hiérarchie de préférence pour les codas constituées de deux consonnes: + favorable limite (variable) - favorable tip] >[ib] >... [rp] >[lp] ~ [rb] >[mp] >... [rm] >[Im] >[rl] >... [br] ~ [pl] > [pr]... > [pi] Dans ce modèle, l'apocope se produit de préférence après la suite biconsonantique [ip] apparaissant à la gauche de la hiérarchie, qui constitue la coda biconsonantique optimale, un peu moins facilement après la suite [ib], et ainsi, de moins en moins favorablement, après chacune des suites plus à droite. Selon les propriétés spécifiques d'une langue à un moment donné (en particulier l'intensité de l'accentuation ou le degré de réduction des voyelles impliquées), la limite à partir de laquelle l'apocope cesse de se produire peut être différente. Ainsi, c'était [lm] pour le galloroman septentrional, qui interdit l'apocope après ce contexte, comme dans °HËLMÛ > heaume, mais l'autorise après [rm], comme dans FÍRMÜM > a. fr. ferm . La limite était [rl] dans les parlers occitans qui connaissent l'apocope après [lm], comme dans °HËLMÛ > a. occ. helm (FEW: 16.192), mais non après [rl], comme dans CÄRÖLÜM > a. fr. Charle, a. occ. Carie. Deux autres lois, la loi des contacts et la loi des attaques (Vennemann 1988: 13, 40), permettent d'envisager une évolution parallèle, mais distincte, pour les proparoxytons. La syncope dans GËNITÛM > ['dgsn to] est favorisée par le bon contact [-n-t-] entre les deux nouvelles syllabes. Un plus mauvais contact [-1-m-] dans le cas de CÄLÄMÜM > ['kal-mo],

43

44

45

bloquer l'apocope dans IÜDöcI > a. fr. Joce, pour lequel on pourrait alors décider qu'il doit son -e final à la langue savante de l'Église. La discussion qui suit reprend la présentation de la conférence «The sonority hierarchy and ProtoFrench apocope» donnée à l'Université de Calgary en septembre 1997. On s'étonnera cependant des conceptions du savant germaniste sur les changements historiques du français (en particulier, l'exemple illustrant «l'affaiblissement de [d] à [i] en coda»: crede-re > cred-re > crei re > croire, Vennemann 1988: 25). Ce modèle a plus souvent été mis à profit, cependant, pour expliquer la progression de changements qui simplifient des structures syllabiques relativement complexes.

151

Syncope, apocope, diphtongaison et palatalisation en galloroman..

par contre, retarde la syncope. Enfin, dans les proparoxytons comme LËPÔRËM > [Ίε-pre], c'est la loi des attaques qui entre en jeu, en permettant à la coupe syllabique d'apparaître, non pas entre [p] et [r] (dont le contact [-p-r-] serait parmi les pires), mais avant la suite [•pr], qui constitue alors l'attaque de la syllabe atone. La syncope, qui produit une suite de deux syllabes [Ίε-pre] dont les attaques, les codas et le contact sont excellents, aura aussi tendance à se produire plus tôt. Le tableau 6e montre comment la chronologie prévue par ces deux lois permet de rendre compte de l'apocope dans les proparoxytons. contact

-n-t-

-n-t-

-1-m-

-pr-

PÔNTËM

GËNÏTÙM

CÄLÄMÜM

LËPÔRËM

['ponte]

[^eneto] ['d3ento] [d3ent]

['kalamo]

['lepore] ['lepre]

syncope 1 apocope [pont] syncope 3 ['kalmo] ['tjalma] [d3snt] ['fievra] autres changements [pont] pont gent chalme lievre ancien français Tableau 6e. Voyelle finale des proparoxytons: loi des contacts

La syncope, puis l'apocope, s'appliquent à GËNÎTÛM; la première se produit tôt parce que la suite [-n-t-] constitue un excellent contact, la seconde parce que la coda [-nt] est également favorisée sur l'échelle des préférences. La syncope s'applique aussi relativement tôt à LËPÔRËM, parce que la suite [-pr-] constitue une attaque favorable, ayant un contact optimal avec la syllabe précédente. L'apocope est bloquée, cependant, parce que [-pr] constituerait une très mauvaise coda. La syncope ne se produit que beaucoup plus tard dans CÄLÄMÜM, où son application produit un contact médiocre [-lm-]. Lorsqu'elle finit par s'y appliquer, l'apocope a cessé d'être active en galloroman, d'où le maintien de la voyelle dans sa syllabe finale, puis le cas échéant son affaiblissement. En ancien français, toutes les voyelles en syllabe finale finissent par s'affaiblir et devenir chva [a]; en occitan, seul [o] est réduit et devient [e]; dans les dialectes francoprovençaux, [o] et [e] gardent en général leur timbre: c'est ainsi que BÄLSÄMÜM et ÜLMÜM > frpr. (Savoie) baumo et (a. lyonnais) holmo , sans réduction de la voyelle finale, et au contraire a. pr. balme et olm, olme (FEW: 1.226, 14.5a), avec réduction du [o] final à [e]. Le maintien de la syllabe finale des proparoxytons peut donc avoir deux causes: (1) retard de la syncope lorsque le contact entre les deux syllabes produites est médiocre, et (2) syncope, qui peut ou non être tardive selon l'environnement, mais qui crée une attaque biconsonantique (essentiellement Occlusive+Liquide, fl, fr et vr) exigeant une voyelle d'appui. Dans le modèle de Vennemann, ce sont les mêmes échelles de force relative des consonnes qui déterminent la qualité des contacts, des codas et des attaques, de telle sorte que la hiérarchie de préférence pour les codas biconsonantiques donnée en exemple cidessus est également valable pour le contact entre deux consonnes. Ce sont donc ces mêmes valeurs de force relative qui font que -l-m- constitue un mauvais contact après la syncope dans CÄLÄMÜM et -lm une mauvaise coda après l'apocope dans °HËLMtJ. Il n'est donc pas étonnant qu'il y ait une correspondance régulière entre les conditions qui gouvernent la syncope et l'apocope, comme l'avaient observé Nyrop, Reighard et les autres, sans que ceci n'implique que l'absence d'apocope doive nécessairement provenir de contraintes sur les codas elles-mêmes.

152

Yves Charles Morin

Cette solution permet d'éliminer deux problèmes. Il n'est plus nécessaire que les conditions soient totalement identiques pour les paroxytons et des proparoxytons. Les évolutions différentes des paroxytons du type -VLCË- (toujours avec apocope: FÀLCËM > a. fr. fauz ) et des proparoxytons en -VLICË (avec apocope variable: SÀLICËM > a. fr. sauz ~ salce ) cessent d'être surprenantes. Il n'est plus nécessaire non plus de supposer que des groupes consonantiques complexes issus de la syncope se soient maintenus pendant une longue période. Si l'on admet, par exemple, que la syncope dans CARPÎNËM > ['karpne], qui produit un contact [-rp-n-] relativement défavorisé, a été retardée, elle peut très bien s'être produite après que l'apocope ait cessé d'être active. Rien n'interdit alors que la simplification de [-rp-n-] à [-r m-] se produise en même temps que la syncope ou dans un laps de temps très court. Cette chronologie apparaît dans le tableau 6f, qui met en parallèle l'évolution de CARPINËM > charme (arbre) et celle de FÏRMÛM > a. fr. ferm. Le rapport entre CARPINËM > charme et FÏRMÛM > ferm est le même qu'entre MÂTRËM > mere et MÀRËM > mer. C'est l'effacement tardif du continuateur de -T-, après que l'apocope ait cessé d'être active, qui a permis à la posttonique de MÂTRËM de survivre, contrairement à celle de MÂRËM. contact

-rp-n-

-rm-

-tr-

-•r-

CARPÏNÈM

FÏRMÛM

MÂTRÉM

MÂRËM

['karpene] ['fermo] ['matre] ['mare] syncope 1 fricativisation ['maöre/'meöre] apocope [ferm] [mar/mer] syncope 3 ['karpne] > ['karme] perte de ö ['mare/'mere] autres changements [ferm] ftfarma] ['mera] [mer] ancien français charme ferm mere mer Tableau 6f. Voyelle finale des proparoxytons: simplification des contacts Cette analyse rejoint les thèses traditionnelles pour lesquelles c'est le retard de la syncope dans certains proparoxytons, se produisant alors que l'apocope a cessé d'être active, qui explique pourquoi ceux-ci n'ont pas été apocopés (p. ex. Bourciez Ί899; 91958: §14 Hist.). Ces thèses traditionnelles n'examinent pas en détail le conditionnement phonétique qui motiverait ces retards, mais relèvent aussi d'autres facteurs qui peuvent les expliquer. L'influence de la langue écrite, de la liturgie et d'autres pratiques culturelles ont pu intervenir pour retarder la syncope, comme le relevait Bourciez pour la forme prise par comte < CÔMÏTËM (jusqu'en 91958: §14 Rem. Ill; cf. la note 41 ci-dessus), et comme on l'admet à chaque fois qu'on déclare qu'une forme est savante. Ces nombreux facteurs ne permettent pas toujours de tracer une ligne claire entre les formes héréditaires et les formes influencées par le latin médiéval ou directement empruntées à cette langue.

5.6

L ' éclairage de 1 ' occitan

On ne saurait clore cet examen des différentes thèses sur l'apocope dans les proparoxytons sans rappeler celle de Ronjat (1930: §§118-160), qui n'a trouvé aucun écho dans les travaux qui l'ont suivi, probablement parce qu'elle remettait trop fortement en question le

Syncope, apocope, diphtongaison et palatalisation

en galloroman.

153

consensus, et qu'il est facile de se convaincre que l'évolution des parlers occitans est trop éloignée pour apporter un éclairage valable sur celle des parlers d'oïl. L'auteur précisait pourtant que son modèle s'appliquait également aux autres parlers galloromans (Ronjat 1930: 271wl,273«l). Selon Ronjat (1930: §§131-142), c'est l'absence de syncope en occitan dans certains contextes phonétiques précis qui différencie essentiellement cette langue des parlers d'oïl; 46 l'apocope, sinon, obéirait aux mêmes règles générales dans toutes les variétés du galloroman. Il propose en particulier que «la finale [des proparoxytons] reste ou disparaît dans les mêmes conditions que la finale de paroxitons [sic]» (Ronjat 1930: §143, p. 255) en des termes qui rappellent étrangement les solutions syllabiques examinées précédemment. Dans son analyse, cependant, les suites impossibles en coda, qui exigent donc une voyelle d'appui, sont relativement peu nombreuses. Elles se limitent essentiellement aux suites Obstruante+Liquide et, apparemment, aux suites Obstruante+Nasale (p. ex., dans les dialectes occitans qui autorisent la syncope dans ÂSÏNÛM > °asne > aine). L'auteur admet que l'apocope était possible partout où la voyelle d'appui n'est pas exigée, mais qu'elle se produisait ou non selon la position du mot dans l'énoncé. Ceci aurait systématiquement donné naissance à deux variantes, une avec et l'autre sans voyelle d'appui, p. ex. CÖLÄPHÜM > a. occ. colp ~ colbe et CLËRÏCÛM > a. occ. clerc ~ clergue, dont la distribution était à l'origine déterminée par le contexte syntagmatique. La variation aurait fini par s'estomper avec la généralisation d'une des variantes à tous les contextes.47 Pour un grand nombre de mots, il ne resterait maintenant plus de traces intra- ou interdialectales de la variation originale,48 et ce n'est qu'exceptionnellement que les deux variantes subsistent dans différents dialectes. D'autres indices de cette variation ancienne sont des résultats divergents dans des contextes phoniques identiques: comme en provençal moderne, où la terminaison -BÏTÛM est apocopée dans malaut < MÂLË HÀBÏTÛM, mais ni dans couide < CÜBÍTÜM, ni dans déute < DËBÏTÛM. 4 9 C'est cette même variation ancienne qui explique pourquoi la terminaison -MÏTËM est apocopée en ancien provençal dans ant < ÀMÏTËM, mais non dans comte < CÔMÏTËM. La thèse de Ronjat est difficilement refutable, puisqu'elle dit en fin de compte que, dans un premier temps, l'apocope était variable partout, sauf après les groupes Obstruante+Liquide et Obstruante+Nasale, et que les distributions maintenant observables en dehors de ces deux contextes, aussi bien dans les textes médiévaux que dans les parlers modernes, sont aléatoires. Le voisement des obstruantes de la finale atone des anciens 46

47 48

49

Certains parlers d'oïl, dont le bourguignon, se rapprochent en cela de l'occitan. On notera aussi qu'un certain nombre des formes occitanes sans syncope correspondent aux formes d'oïl mentionnées dans la note 3. Cf. Moreno Bernal (1993; 1999) pour une problématique semblable en castillan. Les analyses de Ronjat présupposent la validité de la «loi de Neumann», ce qui l'amène souvent à postuler des changements analogiques très suspects pour les nombreux cas où celle-ci n'est pas respectée. Ainsi, les deux continuateurs phonétiques de CÔMITËM devraient être, selon ce chercheur, *conde (sans apocope) et cont (avec une apocope ayant entraîné le dévoisement de la consonne en finale de mot); le seul résultat attesté conte (écrit comte) est interprété comme un croisement de ces deux formes. Ronjat renvoie à l'étude de Seifert (1923 [sic, pour 1919]: 99) pour des alternances du type malaut ~ malaute dans plusieurs textes en ancien occitan. (Mes remerciements à Jean-Paul Chauveau pour l'identification de cette étude et pour les nombreuses autres références ailleurs dans ce texte.)

Yves Charles Morin

154

proparoxytons serait aussi aléatoire (cf. note 48). Elle a le mérite de ne pas occulter la variation. Ronjat (1930: 271wl) rappelle que les parlers d'oïl connaissent une variation semblable, non seulement pour les mots en - V L I C Ë (comme SÀLLCËM > a. fr. sauz ~ saleé), mais aussi pour D Ë B Ï T Û M > dete ~ det (appuyé par FEW: 3.22, cf. aussi la note 39).50 On peut y rajouter les variantes cobe ~ colp < C Ö L Ä P H Ü M de l'ancien français et la forme colebus des Formulae Andegavenses (FEW: 2.865). L'apocope et la syncope sont probablement plus complexes en occitan que dans les parlers d'oïl. On ne pourra cependant comprendre les mécanismes qui les gouvernent sans examiner leurs effets dans les deux groupes linguistiques, qui ont eu des évolutions très voisines (malgré l'opinion contraire de Martinet 1982), ainsi que le montre le travail de Ronjat.

6 FÀCËRË > faire, MAIÖR > maire

Cette dernière étude de cas examine les thèses proposées pour rendre compte de l'absence d'apocope dans les proparoxytons se terminant par -VcËRË, - V G Ë R Ë , - V I Ô R ( Ë ) . 5 1 Contrairement aux problèmes repris jusqu'ici, celui-ci n'a pas été spécifiquement examiné par Straka. Il s'inscrit néanmoins dans une très ancienne tradition, qui permettait à MeyerLiibke (1890: §532) de dire, il y a plus d'un siècle déjà, que «[l]es formes dont il est question ici ont été souvent discutées». Ces discussions, cependant, portaient plus sur la nature des continuateurs des vélaires -C- et -G-, que sur l'absence d'apocope et ne faisaient pas de lien avec l'évolution de la terminaison - V L Ô R ( Ë ) .

syncope k/g > i / - C apocope analogie (du fém.)

FÀCËRË

RAGËRË

MAIÖR

NLGRÜM

NTGRÄM

['fakere] ['fakre] ['faire]

['ragere] f'ragre] ['raire]

['maiior] ['maire]

['negro]

['negra]

f'neiro]

['neira]

-

-

-

-

-

> [neir]

ancien français neir neire faire raire maire Tableau 7a. Évolution de faire/maire (type I) en relation avec noir/noire Un grand nombre de manuels anciens (Darmesteter H 891; 51902: §76; Schwan / Behrens 3 1897; 101914: §157 Anm.; Nyrop Ί899; 31914: §§408, 427; Pope Ί934; 21952: §323) adoptent l'analyse schématisée dans le tableau 7a, dans laquelle la pénultième des proparoxytons en - V C Ë R Ë , - V G Ë R Ë , représentés ici par FÂCËRË et RAGËRË, subit très tôt la syncope - en particulier, avant la palatalisation des vélaires devant les voyelles antérieures non basses [i, e, ε]. Les combinaisons [-kr-] et [-gr-] ainsi formées se comportent comme 50 51

Ronjat mentionne aussi une forme debde, qui n'apparaît pas dans le FEW. Cette étude reprend dans ses grandes lignes l'analyse de Morin (1979), où je retrouvais sans le savoir un grand nombre de faits déjà présentés par Meyer-Liibke (4/51934: §§178, 182) et Ronjat (1932: 8).

Syncope, apocope, diphtongaison

et palatalisation

en

gallorornan..

155

les anciennes suites [-kr-] et [-gr-] héritées du latin, comme dans SÂCRÀMËNTÛM > a. fr. sairement et NÏGRtJM > noir, c'est-à-dire qu'elles deviennent toutes les deux [-ir-]. Ces études sont relativement allusives et incomplètes (Darmesteter ne mentionne que l'évolution des terminaisons -VCËRË). Elles peuvent simplement présenter les résultats finals des évolutions, du type LËGËRË > lire et NÏGRÛM > noir, sans la moindre allusion à l'apocope. Seule Pope (Ί934; 21952: §258) aborde le cas de la terminaison -VlÔR(Ë), et interprète le chva final de l'ancien français comme une voyelle d'appui épenthétique qui apparaît après le groupe final [-ir] créé par la «syncope» (la «syncope» du tableau 7a pour l'évolution de MAIÖR est, formellement, une «apocope», puisque Pope ne retient pas la thèse de la généralisation canonique du +°Ë après les formes se terminant par -L et -R en latin; cf. la note 10). On peut probablement synthétiser les démarches de ces auteurs, en disant qu'ils admettent que l'absence d'apocope dans les terminaisons -VcËRË, -VGËRË résulte d'une contrainte interdisant les codas [-ir] et qu'ils expliqueraient peut-être la forme de l'adjectif masculin noir < NÏGRTJM comme une formation analogique à partir de son féminin noire, sur le modèle morphologique de dur (masc.) : dure (fém.), comme le proposait explicitement Meyer-Lübke (Ί908; 4/51934: §259). C'est cette analyse que semble reprendre De la Chaussée (' 1974; 31989: 45, 57, 89, 171172, 180, 184), qui en outre se demande si la sonorisation de la vélaire [-k-] des terminaisons - V C Ë R Ë n'aurait pas précédé la syncope. Le maintien du -e final serait le résultat d'une évolution phonétique régulière des terminaisons -CRV- et -GRV- qu'on observe aussi dans ÄCRÜM > a. pic. aire ['aira] (forme héréditaire picarde de aigre, FEW: 24.94), ÄGRÜM > a. fr. aire ['aira] (conservé dans débonnaire), M Ä C R Ü M > °maire ['maira] (forme héréditaire de maigre conservée dans certains parlers francoprovençaux et peut-être dans le wallon des Ardennes, FEW: 6.5).52 L'auteur n'examine cependant pas l'évolution de NÏGRÛM, aussi absente de son manuel sur la morphologie (De la Chaussée 1977). C'est essentiellement la même analyse qu'on retrouve dans les manuels ou les cahiers d'exercices plus récents: Laborderie (1994: 114), Joly (1995: 198), Léonard (1999: 145, seulement pour le changement VÏGÏLÂRË > [ve'glare]), Taddei (2000: 173, 189); la formulation de Pierret (Ί981; 31994: 296, 330) est ambiguë et pourrait renvoyer ou non à cette analyse. Ces auteurs ne précisent pas, quand ils l'examinent, pourquoi l'évolution de NÏGRÛM est différente (Léonard 1999: 169, présente l'apocope dans noir comme un changement phonétique régulier; Taddei 2000: 179, prudente, choisit de traiter seulement le féminin noire). L'enseignement consigné dans le manuel de Bourciez sur ce sujet s'est progressivement modifié, sauf pour l'évolution de NÏGRÛM > neir pour laquelle l'auteur a maintenu son explication originale (selon laquelle ce mot devait sa forme particulière à un changement irrégulier ayant fait disparaître le -G-). Il n'est pas toujours aisé de comprendre ce qui a motivé les changements successifs. 52

On ne peut totalement exclure, cependant, que les formes aire et maire proviennent de cas-sujets issus des nominatifs ÂGËR(+°Ë), ÂCËR(+°Ë), MÂCËR(+°Ë), dont les voyelles finales auraient eu les mêmes sources que celles de RAGËRÉ et FÀCËRË. L'étymon ÀGËR/ÂGRÛM pour aire (débonnaire) n'était pas retenu par le FEW, qui préférait ÀRËÂ (sans exclure des rapprochements avec ÂGËR, FEW: 24.257, 25.166), jusqu'à tout récemment (FEW: 25.1318-1325). Il est aussi très probable que la forme ardennaise moderne [mer] (pt. 188) citée par le FEW, sa variante [mèr], les formes wallonnes [mër] des points voisins (pts. 187, 189) et la forme lorraine [mäK] (pt. 68) (ALF: carte 68, maigre)

p r o v i e n n e n t d e MINÖR et n o n d e MÄCRÜM.

156

Yves Charles

Morin

L'édition de 1937 faisait intervenir un changement analogique à partir du participe passé, qui aurait eu pour effet de remplacer les terminaisons -VCËRË par [-Vgere] sur le modèle de correspondances morphologiques du type ÄCTÜM : ÂGËRË. Ce modèle aurait permis de construire des infinitifs en [-'Vgere], comme ['fagere] à partir du continuateur de FÄCTÜM, dont les terminaisons auraient ainsi évolué: [-'Vgere] > [-'Viere] > [-'Vire] (Bourriez 81937: §117 Hist., Rem. II). L'absence d'apocope dans ces formes et dans le continuateur de MAIÖR (Bourriez 81937: §138 2°) n'est pas discutée.

syncope 1 sonorisation g>i/-C dipht. française apocope analogie (< inf.)

FÂCËRË

RAGËRË

MAIÔR(+°Ë)

NIGRUM

NLGRÄM

['fakere] ['fakre] f'fagre] ['faire]

['ragere] ['ragre]

['maiiore] ['maire]

['nero]

['nera]

[FAIR]

['faire]

['raire] [rair] ['raire]

-

[mair] ?

['neiro] [neir]

-

['neira] -

ancien français faire raire maire neir neire Tableau 7b. Évolution de faire/maire (type II) en relation avec noir/noire La neuvième édition en 1958 présente un reversement complet. Elle propose (contra Bourriez 81937: §116 Hist.) que le [i] des terminaisons ['Vire] < -VCËRË et -VGËRË résulte de l'évolution régulière de [k] et [g] préconsonantiques par les étapes suivantes: -VCËRË > ['Vkre] > ['Vgre] > ['Vire] et -VGËRË > ['Vgre] > ['Vire], tout en admettant que les vélaires -c- et -G- ont pu connaître une palatalisation plus ou moins importante, suivie d'une régression au contact du [r] après la syncope (Bourriez 91958: §116 Hist.). La voyelle de maire < MAIÖR est maintenant analysée comme une «voyelle de soutien» (Bourriez 91958: §138 2°). L'édition de 1967 ajoute seulement que «le maintien de -e s'expliqu[e] par l'analogie des infinitifs, du type fort» [comme rire, croire] (Edouard / Jean Bourriez 1967: §116 Hist.). On peut penser que le réviseur proposait le schéma d'évolution représenté ici dans le tableau 7b. On ne comprend pas bien pourquoi le -e devrait être analogique. La précision de 1967 doit être une réponse à des débats queje n'ai pas réussi à retracer. Cette décision permet d'envisager une apocope après le groupe [-ir-] et la restauration du -e pour les infinitifs, mais ni pour les superlatifs comme maire, ni pour les noms comme çoire ou Loire, pour lesquels l'analogie ne peut intervenir.

sonor, paroxyt. affaibl. -gk/g > i / - C apocope syncope

FÂCËRË

RAGÈRË

MAIÔR(+°Ë)

NÍGRÜM

NIGRÄM

['fakere] ['fagere] ['faiiere]

['ragere]

['maiiore]

['negro]

['negra]

['neiro] [neir]

['neira]

-

['faire]

['raiiere] -

['raire]

-

-

['maire]

neir ancien français faire raire maire neire Tableau 7c. Évolution de faire/maire (type III) en relation avec noir/noire

Syncope, apocope, diphtongaison

et palatalisation

en

galloroman.

157

Fouché ( Ί 9 5 8 ; 21969: 626-627) semble aussi faire allusion à une analyse analogique des -e finals des terminaisons issues de -VCËRË et de -VGËRË, qui aurait pu être proposée à cette époque (il parle plutôt de «conditions syntactiques qui peuvent toujours être invoquées pour la conservation de -e dans faire et dire, et de là, par extension, dans cuire et -duire») et contre laquelle il argumente en faisant remarquer qu'elle ne saurait expliquer le maintien de la voyelle en syllabe finale dans l'évolution des noms: CÎCËRËM > ceire, çoire, LÏGËRÏM, 54 53 LIGËRÏ > Leire, Loire, SÔCËRËM > suire . Il adopte essentiellement l'analyse 8 de Bourciez ( 1937), en supposant une sonorisation ancienne de [-k-] intervocalique, suivie d'un affaiblissement qui aurait cependant donné un yod géminé [-ii-] dans les proparoxytons, non un yod simple comme proposait ce dernier. La géminée aurait eu pour effet de ralentir la syncope devant [-r-], qui ne se produit alors qu'à une époque où l'apocope n'était plus active, comme on l'a représenté dans le tableau 7c. La même évolution s'observe pour MAIÔR(+°Ë). Quant à celle de NÏGRÛM, Fouché propose que l'apocope se produise régulièrement après la suite [-ir-] < [-gr-], qui n'exige pas de voyelle d'appui (contrairement à la suite [-iir-], si la syncope avait eu lieu après [-ii-]). Ce traitement spécifique des [-k-] et [-g-] intervocaliques, devenant [ii] géminés dans les proparoxytons, expliquerait l'absence d'apocope, non seulement dans les mots faire, çoire et raire, mais aussi dans les formes verbales telles que (vous) faites < FÀCÏTÏS (Fouché Ί 9 5 8 ; 21969: 626-627). On comprend mal, dans ce cas, pourquoi l'apocope s'est néanmoins produite dans PLÄCITÜM > a. fr. plaid (Fouché 2 1969: 609 Rem. V) ou °FRÎGÎDÛM >

froid.

L'analyse de Fouché est reprise par Lanly ( Ί 9 7 1 ; 3 1978: 43, 145) et inspire certainement le traitement de Zink ( Ί 9 8 6 ; 3 1991: 43, 93-94, 104-105, 155), bien qu'en l'absence de discussion sur l'évolution de NÏGRÛM, il soit difficile de décider ce que ces manuels ont retenu de ses hypothèses sur l'apocope. Les analyses précédentes posent toutes de très sérieux problèmes, le moindre n'étant pas qu'elles exigent une évolution «à partir de la fin du IIE siècle ou vers le début du IIIe [...] dans le latin des Gaules» (pour reprendre l'expression de Bourciez 91958: §116 Hist.) plus précisément dans le nord de la Gaule - radicalement différente de celle du latin parlé ailleurs. L'occitan en effet ne connaît ni syncope précoce dans les terminaisons -VCËRË, -VGËRË, -VIÔR(Ë), ni sonorisation précoce du [-k-] après voyelle accentuée dans les proparoxytons. La syncope a pu être favorisée dans les infinitifs sous la pression paradigmatique d'autres infinitifs comme CRËDËRË > occ. creire, sans s'y produire systématiquement, cf. °CÔCËRÉ (lat. classique CÔQUËRË) > a. occ. cozer ~ coire . Elle est exceptionnelle dans les autres formes, cf. CÏCËR(ËM) > a. occ. cezer, ceze et MAIÔR(+°Ë) > a. occ. majer, maje (Ronjat 1930: 239-240). Il n'y a pas eu de passage direct de [-k-] à [-g-] dans ces terminaisons, comme l'indique le [z] moderne des continuateurs de coze(r) et ceze(r) (Ronjat 1932: 102-107). Plus généralement, Ronjat (1932: 8) montre qu'aucune des thèses proposées pour expliquer les formes françaises ne saurait convenir pour rendre compte des formes occitanes correspondantes: faire, dire, conduire, destruire, coire, etc. Pour expliquer l'évolution de ces formes, on doit nécessairement admettre que 53

54

LÏGËR est masculin en latin et probablement aussi en ancien français, comme son diminutif Loiret. Au féminin, le -e final pourrait être analogique. On ne peut exclure un étymon SÖCRÜM d'une paire analogique SÖCRÜS : SÖCRÄ déjà attestée à date ancienne dans les gloses (cf. FEW: 12.15).

158

Yves Charles Morin

les vélaires des terminaisons -VcËRË, -VGËRË ont été palatalisées devant -Ë- et qu'après la syncope, leur point d'articulation s'est avancé au contact du [r] suivant: ainsi FÂCËRË > ['facere] > ['facre] > ['fat j re], Le [tj] palatalisé devant [r] devient [i] en occitan, comme le [t] dental dans le même contexte: PÂTRÉM > ['pâtre] > paire ['paire] . La même observation vaut pour LËGËRË > ['lejere] > ['lejre] > ['ledere] > leire ['leire] , dont l'évolution est semblable à celle de QUÄDRÜM > fkadre] > cayre ['kaire] . Dans cette langue, l'avancement du point d'articulation des palatales se produit le plus souvent après voyelle, car la syncope est exceptionnelle lorsque la vélaire originale était précédée d'une consonne, UÏNCËRË, p. ex., devenant vencer ['ventser] en ancien occitan, plutôt que veintre comme en ancien français. L'analyse défendue par Ronjat pour l'occitan rend également compte de l'évolution des parlers d'oïl, pour lesquels elle a effectivement été proposée par Meyer-Liibke (Ί908; 4/5 1934: §§178, 182), selon l'interprétation - relativement libre - que j'en fais dans le tableau 7d. FÂCËRË

['fakere] palatalisation ['facere] syncope ['facre] ['fafre] lénitions ['faô're] dipht. palat. ['faiô're] dipht. frse apocope amuïss. 0/5* ['faire] a. français

faire

MAIÔR(+°Ë) CARCËRËM

PÂTRËM

PÂRËM

MAIOM

['ragere] ['maiiore] ['karkere] ['rajere] ['majore] ['karcere] ['rajre] ['majre] ['karcre] ['radere] ['madère] ['kart(J)re] ['raô're] ['macère] ['raiô're] ['maitre]

RAGËRË

['pâtre]

['pare]

['maiio] ['majo]

['paöre] ['pe:öre]

-

['raire]

-

['maire]

-

-

['maio] [•pea-e] [pe:r]

[mai]

per

mai

['pea-e]

raire maire chartre pere Tableau 7d. Evolution de faire/maire (type IV) en relation avec père/pair/mai

Cette solution n'apparaissait pas encore dans sa Grammaire des langues romanes (MeyerLiibke 1890: §§523, 531), qui offrait alors une analyse relativement voisine de celles qu'on retrouvera dans les manuels de Bourciez (81937), de La Chaussée (Ί974; 31989) et des autres plus récents. Ses étapes comprenaient une sonorisation des occlusives palatales issues des vélaires après voyelle accentuée dans les proparoxytons: FÂCËRË ['fakere] > ['facere] > f'fajere], suivie de la syncope de la pénultième: ['fajre], suivie d'une évolution du groupe [-jr-] «tout à fait comme les combinaisons primitives [...] gr». Comme dans les manuels modernes que nous venons d'examiner, il ne faisait aucun rapprochement avec les dentales t et d de chartre < CARCËRËM et de sourdre < SÛRGËRË, qu'il analysait alors comme des consonnes épenthétiques, conformément aux thèses acceptées à cette époque celles-ci impliquant parfois des chaînes de changements complexes: -RCËR- > [-rcer-] > [-rcr-] > [-rsr-] > [-rstr-] > [-rtr-] et -RGËR- > [-rjer-] > [-rjr-] > [-r j r-] > [-rdr-], assez éloignées de l'image qu'on en a donné ensuite (Straka 1965: 133«32; 1979: 311«32). Dans sa Historische Grammatik der französischen Sprache (au moins dans l'édition de 1934: §182), il abandonne définitivement la thèse précédente et adopte l'explication maintenant généralement admise que les dentales [t] et [d] dans les continuateurs de -CËRË

4/5

Syncope, apocope, diphtongaison

et palatalisation

en

galloroman.

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et -GËRË, reflètent directement les vélaires - c - et -G- par avancement de leur point d'articulation au contact du [r] suivant, selon le schéma: [k] > [c] > [tj] > [t] et [g] > [}] > [cP] > [d]. Ce changement, précise-t-il, ne se produit pas seulement dans les contextes où ces dentales (qu'on analysait antérieurement comme des consonnes épenthétiques) vont demeurer, mais aussi après les voyelles, comme dans FÂCËRË > ['facere] > ['facre] > ['fat j re] ou RAGËRË > ['rajere] > ['rajre] > ['radere]. Dans ce contexte, cependant la palatalisation ne disparaît pas, mais reste sous la forme d'un yod après les lénitions qui affectent toutes les obstruantes dans ce contexte (Meyer-Liibke4/51934: §178).55 Dans l'interprétation que j'en donne dans le tableau 7d, les dentales palatalisées [t\ d1'] évoluent comme les autres dentales [t, d], en déclenchant cependant la diphtongaison palatale56 de la voyelle précédente avant leur amuïssement. Ce tableau fait apparaître le parallélisme des évolutions de FÂCËRË et de PÀTRËM; en particulier, le maintien de la voyelle finale s'explique également par le fait que l'apocope n'était plus active lorsque les fricatives [Ö, se sont amuïes. (La forme et l'ordre des autres changements du tableau 7d ne sont donnés qu'à titre indicatif.) Bien que Meyer-Liibke n'en discute pas directement, les mêmes mécanismes rendent compte de l'évolution des terminaisons -VIÔR(Ë). On admettra sans difficulté que le yod latin intervocalique a évolué en français comme dans les autres langues romanes sauf le sarde et qu'il s'est renforcé pour donner l'occlusive palatale [}] ou l'affriquée palatale [d3]. Après la syncope, MAIÔR(+°Ë) devient ['madVe] par avancement du point d'articulation de la palatale devant [r], dont l'évolution se confond alors avec celles de faire et raire, d'où la forme maire. Les occlusives palatales [}] ou les affriquées palatales [d3], lorsqu'elles n'auront pas été mises en contact avec une autre consonne, p. ex. dans MAIÛM > ['majo] ou ['mad3o], subiront en français les mêmes lénitions que les autres obstruantes sonores intervocaliques et deviendront [i] selon le schéma de lénition: [-}-] > [-j-] > [-i-], comparable en tous points à ceux des labiales: [-b-] > [-β-] > [-ν-], des dentales: [-d-] > [-Ò-] > 0 , et des vélaires: [-g-] > [-γ-] > 0 . La thèse de l'avancement devant [r] du point d'articulation des palatales postconsonantiques a fini par être universellement acceptée. Dauzat (1950: 53) parlait encore de consonnes épenthétiques, mais déjà pour Bourciez (81937: §181 Rem. Ill; §189 Rem.), les [t] et [d] de chartre < CARCËRËM et sourdre < SÙRGËRË étaient des consonnes de «remplacement», dont il précisera l'évolution articulatoire dans l'édition ultérieure (Bourciez 9 1958: §115 Hist., §118 Rem.). Fouché (Ί958; 21969: 465^166) et Straka (1965: 133; 1979: 311) sont pour la nouvelle interprétation. Cette dernière est maintenant la seule admise dans tous les manuels universitaires récents qui abordent le problème (De la Chaussée Ί974; 31989: 81, 141; Laborderie 1994: 84; Pierret Ί981; 31994: 159; Joly 1995: 80; Taddei 2000: 190), ou presque (cf. infra).

55

56

La chronologie partielle de l'appendice 2 donne cependant comme exemple de syncope des pénultièmes atones devant [r], une forme fagre représentant probablement une étape de l'évolution de FÂCËRË proposée dans une des éditions antérieures et qui aurait dû être retirée de celle-ci.. J'appelle ainsi la diphtongaison qu'on observe généralement devant les consonnes palatalisées, p. ex. RÂCËMÛM > ['radz j in] > raisin ou ANGËRÈM > [Wt^re] > °Aindre, Indre. Dans ce travail, je n'ai pas noté la palatalisation des affriquées [ts] et [dz] qui la connaissaient, sauf dans les quelques cas où cela s'imposait.

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Meyer-Lübke (4/51934: §182) propose vraisemblablement une évolution semblable des terminaisons -SCËRË. Fouché (Ί958; 21969: 466), suivi de Pierret (Ί981; 31994: 176-177), Zink (Ί986; 31991: 231) et de Taddei (2000: 190) n'hésitent pas à leur appliquer le même traitement qu'à -CËRË et -GËRË après -R-, -L- et -N-. Il semble cependant qu'on doive dans ce cas conserver l'ancienne analyse épenthétique. En effet, en inversant l'argument des distributions dialectales de Meyer-Lübke (4/51934: §183), on peut montrer que le [t] dans -Vistre < -VscËRË, p. ex. dans creistre < CRËSCËRË, doit être épenthétique.57 Les dialectes qui ne connaissent qu'une épenthèse restreinte (en particulier le wallon et le lorrain), n'ont pas de [t] dans les reflets héréditaires de -SCËRË; ainsi, en wallon de Tenneville, CRËSCËRË + HÂBËÂT devient [krejre] , sans dentale, comme CÔ(N)S(Û)ËRË + HÂBËÂT > [kœ:zre] . Si les terminaisons -SCËRË avaient conservé une occlusive palatale [c] au moment où la syncope s'est produite, celle-ci aurait normalement dû devenir [t] - comme [j] est devenu [d] devant [r] dans ces mêmes dialectes, p. ex. SÛRGËRË + HÂBËÂT devenu [su:dre] dans le wallon de Tenneville (Francard 1980; 1994). On sait que les suites romanes [-se-] < -SCE>'- sont régulièrement devenues [ss*] en proto-italien, en proto-occitan et en proto-français. Ceci signale un changement phonétique «naturel» qui a pu se produire relativement tôt, et en particulier avant la syncope - qui est variable en occitan et qui ne se produit pas en italien dans ces contextes. Si cela est bien le cas, la syncope aura mis en contact [ss1] avec [r] et la consonne qui apparaît dans creistre < CRËSCËRË ne peut alors être qu'épenthétique. Si le consensus des manuels récents a retenu la thèse de l'avancement du point d'articulation des palatales devant [r] en remplacement de l'ancienne analyse épenthétique, aucun d'eux n'a accepté l'extension qu'en faisait Meyer-Lübke aux vélaires postvocaliques. Fouché s'y oppose - indirectement: «Si l'on n'admet pas la sonorisation de -CE·'- dans FÂCËRË [sa propre thèse] par exemple, on ne peut avoir eu que *fastre ( < *fatsyéré), ou *faisdre ( < *faidzyêré) ou encore *faigre ( < *fakré), mais non faire» (Fouché H961; 21966: 626). Comme le montre l'évolution proposée dans le tableau 7d, il n'en est rien. On ne peut que s'étonner qu'un argument aussi faible ait pu avoir un tel impact, si c'est effectivement le verdict devant lequel les concepteurs des manuels récents se sont inclinés.

57

D e la C h a u s s é e ( ' 1 9 7 4 ;

3

1 9 8 9 : 1 4 0 ) , Pierret ( ' 1 9 8 1 ;

3

1 9 9 4 : 1 7 6 ) et Z i n k ( ' 1 9 8 6 ;

3

1991: 224)

proposent que [d] soit épenthétique dans GRAND!ÔR(+°Ë) > a. fr. graindre. Contrairement à MJNÔR(+°Ë) > a. fr. meindre, menre (FEW: 6.2.123) qui connaît ou non un [d] épenthétique selon les régions, l'absence totale de variantes dialectales du type *grainre pour GRANDLÔR(+°Ë) (FEW: 4.218) pourrait laisser penser que le d de graindre n'est pas épenthétique, mais qu'il provient d'un avancement du point d'articulation de -Dï- devenu [j], puis [d']. Cependant, l'absence presque totale de variantes dialectales sans consonne épenthétique parmi les continuateurs de MËLLÔR(+°Ë) > a. fr. mieldre (cf. F E W : 6 . 1 . 6 6 4 , qui relève une seule variante muerre en Bourgogne au XIVe siècle) invite à plus de prudence. Il est possible que les dialectes qui ne connaissent pas l'épenthèse dans les suites [n-r] et [1-r], l'exigent néanmoins après les consonnes palatales des suites [jvr] et [X-r], comme ils l'exigent après la labiale dans [m-r]. Ceci implique qu'il est probablement impossible de décider si le [d'] des terminaisons [-n'd'ra] < -NGËRË est épenthétique ou le résultat de l'avancement devant [r] de la palatale issue de -G-. On fera aussi attention à ne pas s'appuyer sur la présence d'un [d] épenthétique dans la forme sendra < SËNÏÔR(+°Ë) dans les Serments de Strasbourg pour établir sa provenance dialectale.

Syncope, apocope, diphtongaison et palatalisation

en galloroman.

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Meyer-Lübke (4/51934: §178) suppose que la syncope a dû se produire avant que les continuateurs de -CE·'- et -Gf·1- ne soient devenus des affriquées palatales [-ts*-] et [-d3-], une hypothèse adoptée, au moins implicitement, dans toutes les analyses du français et défendue explicitement par Ronjat pour l'occitan. C'est ce qui explique probablement pourquoi dans son manuel sur la morphologie, De la Chaussée (1977: 43) conserve l'ancienne analyse par épenthèse pour FÔRTIÔR(+°Ë) > a. fr. fortre. Dans la chronologie qu'il propose, -Tl- devant voyelle devient [-tj-], puis l'affriquée [-ts1-] avant que la syncope ne se produise (De la Chaussée »1974; 31989: 179-180). L'évolution de FÔRTÏÔR(+°Ë) comprendra donc nécessairement une étape où [ts*] viendra au contact du [r]. C'est probablement parce qu'il exclut une réduction directe de [-ts'r-] à [-tjr-], que l'auteur doit recourir à l'ancienne analyse par épenthèse (malgré l'anathème jeté contre celle-ci pour CARCËRËM > chartre dans De la Chaussée Ί974; 31989: 81). On ne peut cependant exclure la perte de la détente fricative d'une affriquée au contact du [r]: [-tsjr-] > [-tJr-] et [-d^r-] > [-d^r-j. Il s'agit d'une évolution phonétique possible, que j'ai observée dans mon enquête sur le bourouchaski (Morin / Tiffou 1989), où [ts] devient [th] au contact d'un [r] après syncope dans le verbe: [tse'ram ba] ~ [tsram ba] ~ [thram ba] .58 Elle est aussi attestée pour [-d3r-] dans le domaine liégeois: °Djirâ-tchamps > Drâ-tchamps (topon.), °Djiradin > Dradin (anthroponyme), °djindjerèye > djindrèye (Haust 1933: xxix). La perte plus ou moins variable de la voyelle dans la syllabe initiale en wallon est un changement relativement récent, qui s'est produit longtemps après le développement des affriquées [d3] (on notera que la suite f-d3r-] se maintient dans les futurs du type i tchèdj 'rè , par pression paradigmatique).59 Contrairement à Meyer-Lübke, Straka (1965: 133; 1979: 311) présuppose une dépalatalisation de la consonne au contact du [r]: «[la] syncope qui a mis la palatale en contact avec le r suivant, a empêché son évolution normale vers [ts] et [d3], et les [c, j] se sont dépalatalisés en [t, d]». Cette thèse est reprise par De la Chaussée (1991: 132): «la syncope de [e] posttonique devant [r] intervient entre la fin du IIe siècle et le début du IIIe; devenu de ce fait interconsonantique, [c / j] régresse immédiatement [ > t / d], dès le début du IIIe siècle au plus tard - d'où chartre, poindre, etc.». Ces auteurs se fondent probablement sur leurs seules intuitions des contraintes articulatoires régissant le changement phonétique, qu'il est très difficile de partager. En effet, les dentales palatalisées du proto-français avaient conservé cette articulation à la fin du XIXe siècle dans une zone qui comprend le sud-est du Département de l'Aube et les régions voisines de la HauteMarne; on notera en particulier fowed*] (ALF: carte 723, pt 120) et [pjêd'/ pjëd'r] (ALF: carte 1025, pts 28, 120). Même en reconnaissant «les réserves qui s'imposent» pour la datation des changements phonétiques (De la Chaussée 1991: 133), on ne peut que conclure à une faille majeure dans la logique des raisonnements 58

59

Le bourouchaski connaît une opposition entre occlusives sourdes aspirées et non aspirées, ce qui explique la détente aspirée [ h ] devant [r]. Berger (1974) note un radical reconstruit [thar-], qui n'appartient pas à la grammaire de mes informateurs cependant. II est possible que le [d] de ladre < LAZÄRÜM (FEW 5.232) soit le résultat direct de l'ajustement de la prononciation [dz] du -Z- en latin médiéval, lorsqu'il est venu au contact du [r] après la syncope dans les mots savants: ['ladzaro] > ['ladzro] > ['ladro], sans l'épenthèse qu'on postule souvent et qui aurait donné *lasdre. Ceci expliquerait pourquoi sa voyelle est brève au XVIE siècle dans les parlers qui ont conservé la durée vocalique issue de l'amuïssement de [s] et [z] préconsonantiques.

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qui fait disparaître au début du IIIe siècle un trait de prononciation observable presque deux mille ans plus tard.

Finalement, je compléterai ces observations sur l'évolution des terminaisons -VcËRË, -VGËRË et -VIÔR(Ë) en montrant qu'il existe probablement des indices graphiques dans les textes anciens de l'étape [$] notée dans le tableau 7d, que les éditeurs ont diversement interprétées et dont on trouve aussi l'équivalent dans les anciens textes espagnols. Le premier indice graphique est une glose non ponctuée du type dans les commentaires talmudiques de Raschi (Darmesteter / Blondheim 1929; Blondheim 1937: §161), à laquelle le dernier éditeur a attribué la graphie médiévale équivalente cedre (c'est ainsi qu'elle est citée dans le FEW), mais qu'il aurait également pu rendre par ceidre (cf. Darmesteter / Blondheim 1929: §67, ΚΓ3~ΙΚ rendu par *arneisë). Si l'on admet le bien-fondé de l'analyse proposée ici, le Τ de la glose représenterait tout simplement le résultat phonétique attendu [#]. Blondheim rapproche cette forme de la variante CITER de CLCËR dans le Capitulaire de Villis (avant 840) - où il voit un croisement avec CÍTRÜS. On ne peut exclure que CITER soit la latinisation de la forme phonétique romane régulière ['tsecPre] ou ['tse&re], selon l'état du continuateur de CÏCËR(+°E). Le second est la forme fedre alternant avec feira dans la Passion de Clermont ( w . 188, 372) < FËCËRÀT (3 sg. du plus-que-parfait), qui représente probablement la forme occitane attendue ['feftra] ou ['feira] dans la langue du scribe occitan. Avalle (1962) la corrige en fisdret pour assurer la rime (conformément aux formes du prétérit fistdra 121, 152, fisdra \22>,fisdren 62, du Saint-Léger)·, une correction fidre correspondrait à la forme phonétique ['fiö>re] ou ['fiö'ra] attendue. Les derniers indices pour l'ancien français sont les formes didrai et ditrai du Saint-Léger [vv. 7, 8] < DÏCËRË + HÂBËÔ. Linskill (1937: 55, 131) y voit des formes analogiques construites sur le modèle des futurs vedrai [va'örai] et metrai [ma'trai] . La forme didrai s'explique encore plus facilement comme une graphie régulière du résultat phonétique attendu [di'ö'rai] (plutôt que la forme analogique [di'örai] suggérée, qui n'en diffère que minimement). Quant à ditrai, ce pourrait n'être qu'une variante graphique de didrai; cf. la graphie vetran de la Passion (v. 412) où t est très certainement une graphie pour [ö]. On observe aussi dans les anciens textes espagnols des d graphiques qui font penser que cette langue a dû connaître une évolution de la suite -GËR- semblable à celle du français et de l'occitan. En espagnol, ce changement n'est cependant observable qu'en position prétonique, donc en pratique seulement dans les futurs et les conditionnels, car l'infinitif atone -ËRË a été remplacé dans cette langue par le continuateur du suffixe accentué -ËRË. La syncope dans les suites -CËR- de l'espagnol peut mettre en présence les continuateurs des deux consonnes latines: -zr- (dizra ), séparées parfois par une consonne épenthétique: -zdr- {yazdra ), -ztr- (falleztra ), ou provoquer l'effacement de la première consonne: -r- (dira ). Les résultats pour -GËR- sont le plus souvent du dernier type: -r- (lera ). Exceptionnellement, cependant, le résultat est -dr- (ledrien , fudredes ). On observe la même variation -r- ~ -dr- avec les futurs-conditionnels en -DËR- : RÏDËRË + HÂBËÀT > rira ~ ridra (cf. Penny 1991: 176; Craddock 1991: 86-87). Il est fort possible que le d graphique des -dr- alternant avec -r- note une fricative [ö] ou [$] issue, soit de -D-, soit de -G15-, dans des conditions identiques à celles du français.

Syncope, apocope, diphtongaison et palatalisation en galloroman.

7

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Conclusion

Les études de cas présentées ici rejoignent et éclairent les observations de Gsell (1996) sur la fragilité des résultats de la chronologie relative. Derrière une logique argumentative apparemment implacable, du type «dans l'évolution CÜBITÜM > ['kobeto] > a. fr. coude où le [o] n'est pas devenu la diphtongue [eu], la diphtongaison française s'est nécessairement produite après la syncope et a cessé de se faire sentir avant la dégémination et la réduction des groupes consonantiques», se cache un grand nombre d'implicites: (1) les diphtongaisons libres affectent les voyelles longues, (2) les voyelles sont longues dans les syllabes ouvertes, (3) la voyelle accentuée du continuateur ['ko:vedo] de ['kobeto] était longue avant la syncope, (4) elle s'est abrégée dans une syllabe fermée résultant de cette syncope: ['kovdo], (5) elle serait automatiquement redevenue longue après la simplification des groupes consonantiques: ['ko:do], et probablement d'autres encore. Ces hypothèses sont toutes plausibles, mais ne s'imposent pas toutes également. Il suffit parfois de remettre une seule d'entre elles en question pour faire s'écrouler un édifice fondé sur un consensus difficilement mis en place par des générations de romanistes. La reconstruction d'un nouveau système cohérent sur des bases radicalement nouvelles apparaît cependant comme une tâche titanesque. On comprend que peu de chercheurs aient été tentés de le faire. Devant certaines exceptions dérangeantes, les variantes keute de coude dans les textes anciens, par exemple, on se persuadera assez vite qu'il doit s'agir d'une exception mineure, dont quelque article maintenant oublié a dû donner une explication satisfaisante - ce qui pourrait très bien être le cas. Quand une nouvelle solution a fini par mettre un terme à tous les problèmes que posait la thèse épenthétique des t et d de chartre < CARCËRËM et de sourdre < SÛRGËRË, par exemple, on a évité de l'étendre aux cas qui ne faisaient pas intervenir d'épenthèse, comme faire < FÂCËRÉ, dont on s'accommodait fort bien. On l'étendra par contre à tous les cas où s'appliquait l'ancienne analyse épenthétique, y compris à croître < CRÉSCERE, même si dans ce cas, l'ancienne solution est certainement la meilleure - manifestation de cet esprit de géométrie inversé qui nous habite tous un peu et qui nous fait supposer que les mêmes effets ont les mêmes causes, et nous a fait aussi décider, par exemple, que le ö de PÖRTÜM en espagnol ne pouvait être que dans une syllabe ouverte, puisqu'il s'est diphtongué. La chronologie relative a un aspect formaliste rassurant: elle permet de mettre à plat toutes les données pertinentes connues d'un état de langue et de trouver LA solution sans avoir à examiner les évolutions de même nature qui se sont produites dans les autres langues de la même famille. N'est-elle pas, après tout, spécifique à chaque variété et souvent même la source des divergences dialectales? Elle s'accompagne souvent d'explications phonétiques post hoc, probablement fondées à l'origine sur de simples intuitions de plausibilité des propriétés auditives ou des contraintes articulatoires - parfois avec un luxe de détails qu'on serait bien en peine d'observer expérimentalement dans les langues vivantes - , mais que la répétition a promu au statut de vérités scientifiques. Notre discipline ne pourra progresser que si elle fonde ses universaux du changement phonétique sur de véritables observations scientifiques (on consultera cependant Maddieson 1997 sur les enjeux et les limites des explications phonétiques), et surtout sur les compilations à grande échelle des changements effectivement observés dans les langues du

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monde. Les langues romanes constituent un véritable laboratoire qu'il faut mettre à profit, non seulement pour observer les régularités du changement phonétique en général, mais aussi pour évaluer la plausibilité de certaines évolutions dans un parler spécifique, en les comparant à celles des autres parlers avec lesquels il partage une longue histoire commune. On doit s'interroger sur la validité d'une chronologie qui exige un développement radicalement différent du latin du nord des Gaules dès le IIe siècle. Notre discipline ne peut pas non plus se limiter aux modèles hérités des conceptions néogrammairiennes «uniformitarianistes» du changement phonétique (cf. S Wiggers 2001: 34) et doit tenir compte de sa variabilité. Enfin il faudrait peut-être revoir les objectifs de notre enseignement universitaire. Pourquoi consacrer aux premiers niveaux d'enseignement tant d'énergie à faire apprendre une chronologie dont les acquis sont si fragiles? Ne pourrait-on se demander aussi, par exemple, pourquoi le t de prophétie se prononçait [ts] en ancien français (puis [s] en français moderne)?

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SECCIÓN 1

William J. Barry / Michela Russo Syllabes super-lourdes et isochrome accentuelle dans le parler de Forio d'Ischia (Naples)

0 Introduction Cette recherche s'applique à illustrer le système phonético-phonologique (au niveau de la syllabe) d'un parler italo-roman (Forio/Ischia-Naples). Notre objectif est d'examiner si ces variétés ont des structures syllabiques qui suggèrent une identité rythmique qui diffèrent de l'italien, c'est-à-dire plus proche de l'isochronie accentuelle (stress-timing) que de l'isochronie syllabique (syllable-timing),1 ν. infra (cf., sur le problème de l'isochronie comme aspect fondamental du rythme d'une langue, Bertinetto 1977: 69 et ss.; 1981: 168— 191; Bertinetto / Fowler 1987: 74-78; etc.). La recherche s'appuie sur l'hypothèse qu'il existe une interaction simple entre la structure phonologique et le caractère rythmique (cf. Dauer 1983). L'hypothèse d'une organisation rythmico-temporelle différente de quelques parlers méridionaux et des italiens régionaux correspondants par rapport à l'italien standard a déjà été notée par Mendicino / Romito (1991); Romito / Trumper (1993).

1 Isochronie syllabique et isochronie accentuelle Le phénomène dont nous nous occupons remet en cause une des définitions les plus communément admises en phonétique qui classe les langues en isosyllabiques ou (dorénavant langues IS) et en langues isoaccentuelles (dorénavant langues IA) sur la base de leur structure rythmique (cf. Dauer 1987: 447; Grabe / Low à paraître-, Ramus / Mehler 1999: 512-513; Ramus / Nespor / Mehler 1999: 265-266; Roach 1982: 73; Vayra / Fowler

1

Quelques études sur l'italien parlé ne confirment pas toujours l'attribution de l'italien au pôle des langues isosyllabiques (cf. Vayra / Fowler 1987: 35). Des recherches précédentes sur l'isochronie de l'italien ont déjà mis en évidence le fait que l'affiliation de nouvelles consonnes à la syllabe a provoqué le raccourcissement de la voyelle, sur la base d'une tendance cohérente avec l'isosyllabisme (Farnetani / Kori 1984; Vayra / Avesani / Fowler 1983); toutefois, Farnetani / Kori (1983; 1984) apportent des preuves de la réduction des voyelles atones en italien. Même si «despite these findings, patterns of vowel-to-vowel coarticulation and shortening in Italian do not consistently reflect a stress-timing tendency» (Vayra / Fowler 1987).

174

William J. Barry / Michela Russo

1987: 34; Vayra 1995: 246; etc.).2 Concrètement, le timing (ou, en français, l'isochronie) fait référence aux différents comportements linguistiques par rapport à certains paramètres tels que la «régularité des accents» et la durée de certains constituants prosodiques tels que la syllabe et le pied métrique (Bertinetto 1990: 25). Selon la version «forte» de l'isochronie, les constituants prosodiques syllabe et pied métrique sont régulés sur un axe temporel, de manière telle que les intervalles compris entre attaques de constituants successifs sont isochrones. Des études sur l'isochronie n'ont cependant pas confirmé la supposée existence d'intervalles isochrones dans les langues «isosyllabiques» ou «isoaccentuelles»; ou bien la régularité temporelle qui devrait se présenter comme durée identique des syllabes et des pieds n'a pas été vérifiée expérimentalement3 (Bertinetto / Fowler 1987; Lehiste 1977; Ramus / Nespor / Mehler 1999: 267; etc.). Aujourd'hui, il n'est plus question de régularité d'intervalle (c'est-à-dire tendance à l'isochronie) entre syllabes ou pieds, mais plutôt question de variation de la durée vocalique et de la durée consonantique entre les voyelles (Dauer 1983; Grabe / Low à paraître·, Ramus / Mehler 1999). Ces mesures tiennent compte de la structure syllabique dominante d'une langue; une structure syllabique plus simple se traduit par une variation plus petite, et vice versa. De plus, les mesures des intervalles sont fonction de la tendance des voyelles à la réduction. En d'autres termes, le type rythmique d'une langue est fonction de la structure syllabique et de la résistance des voyelles atones à la réduction. Ce qui signifie que le type rythmique n'est pas un phénomène catégoriel. Il vaut mieux décrire ces différences en termes de continuum entre deux types extrêmes de comportement rythmique, à l'intérieur d'une échelle graduée unique. Les langues JA et les langues IS ne constituent donc pas deux

2

Avec la désignation d'cisochronie accentuelle> et , on traduit les expressions de Pike (1945: 35) stress-timed et syllable-timed languages. Pike (1945), à son tour, fait référence aux deux types de rhythme mis en évidence par Lloyd (1940) et définis par ce denier comme respectivement comme rhythme d'alphabet morse (Morse code rhythm) et rhythme de mitraillette (machine gun rhythm), pour la récurrence d'accents dans le premier cas et de syllabes dans le second. Le système dicotomique établi par Pike (1945) et Abercrombie (1967) se base sur l'hypothèse que les langues à 1A montrent une tendance à l'isocronie des événements rythmiques et que quelques langues possèdent des intervalles presque identiques parmi les accents ou parmi les pieds rythmiques et que les langues à IS possèdent au mieux des syllabes de longueur égale. Cf. Bertinetto (1977: 70; 1981: 169).

3

Cf. Bolinger (1965); Lehiste (1990); cf. Grabe / Low (à paraître: 5): «Studies investigating the acoustic basis of stress-timing have failed to provide evidence for isochronous feet. In stress-timed languages, interstress intervals are far from equal, and interstress-intervals do not pattern more regularly in stress-timed languages than in syllable-timed languages». Lehiste (1977) soutient l'existence d'un «escamotage» raffiné: sur la base d'une illusion perceptive, les intervalles interaccentuelles de l'anglais sont beaucoup plus réguliers de ce qu'ils sont en réalité (sur les différences perception/production, cf. aussi Bertinetto 1990: 25-26). En d'autres termes, le plan des pieds appartient à la perception, à cause de l'«intervalle de tolérance» dont sont dotés les locuteurs de langues isoaccentuelles; de cet intervalle jaillit l'assignation de la même durée aux segments de différentes durée. La solution cependant n'a pas été satisfaisante une fois appliquée aux langues isosyllabiques.

Syllabes super-lourdes et isochrome accentuelle dans le parler de Forio d'Ischia (Naples)

175

axes alternatifs, mais une polarisation entre deux options rythmiques distinctes entre lesquelles viennent se positionner les langues. Sur la base de cette compréhension du type rythmique, nous examinons la structure de plusieurs parlers de l'île d'Ischia. Plus précisément, nous considérons les conséquences que la réduction de la voyelle finale dans la syllabe a sur le type de structure syllabique de ces parlers en contraste avec l'italien standard, en termes de localisation sur le continuum «isochrome syllabique - isochrome accentuelle». Certains parlers italiens centro-méridionaux présentent une érosion des syllabes atones et se placent pour cette raison dans le pôle iso-accentuel.

2

Approche technique/Méthode

2.1

Données

Les données analysées ont été enregistrées lors d'entretiens en tête à tête entre l'un des deux auteurs et les informateurs. Il a été demandé aux informateurs la manière dont ils exprimaient certains concepts de façon à pouvoir extraire les mots et expressions d'intérêt. Le mode de discours peut en conséquence être défini comme «spontané» avec la langue même des personnes comme thème. Cet emploi méta-sémantique de la langue signifie que la plupart des mots que nous avons analysés ont été énoncés en position de focus et souvent en position finale de phrase. Par conséquent, nous ne sommes pas dès à présent en mesure de généraliser nos résultats au delà de ces conditions, mais nous sommes certains qu'ils sont représentatifs d'un emploi naturel de la langue.

2.2

Qualité des enregistrements

En raison de la nature spontanée des interviews, les conditions d'enregistrement sont loin d'être idéales. L'écho, le bruit mais aussi des personnes extérieures à l'interview ont souvent eu pour conséquence de déranger et distordre les enregistrements. Nous avons donc été contraints de ne sélectionner que des mots pour notre analyse. Cependant, le caractère robuste des phénomènes considérés (présence ou absence de voyelles, réalisation de monophtongue ou de diphtongue, durées des voyelles et consonnes) fait que l'absence de conditions idéales d'enregistrement est relativement peu importante à ce stade préliminaire de notre recherche. De futures analyses de variation vocalique et consonantique nécessiteront une meilleure qualité d'enregistrement.

2.3

Parlers et locuteurs

Jusqu'à présent, nous avons analysé les énoncés de 9 locuteurs (5 F, 4 M, entre 45 et 90 ans) venant de 3 villages différents de l'île d'Ischia: Forio (F): VJ (M, 45), LC (F, 53), LU (F, 60)

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William J. Barry / Michela Russo

Panza (Ρ): ΡΑ (M, 90), CI (M, 65), AN (F, 70) Serrara (S): EM (F, 70), GA (M, 55), VI (F, 68) Ces locuteurs ont été enregistrés sur des périodes de temps différentes, depuis une session d'approximativement vingt minutes jusqu'à plusieurs sessions pour un total de l'ordre de six-sept heures. Aussi, le nombre d'items sur lesquels nous basons nos conclusions présentent une grande diversité, mais les types de phénomènes que nous décrivons sont communs à tous les locuteurs que nous avons jusqu'alors analysés.

2.4

Méthode d'analyse

La méthode d'analyse que nous avons employée peut être défmie comme «analyse auditive instrumentalement assistée». Les enregistrements ont été numérisés à 16kHz sur un Kay Elemetrics Computer Speech Lab (CSL). Ceci permet la sélection et l'écoute répétée de n'importe quelle partie des énoncés. Les mots et expressions ont été sélectionnés conjointement par les deux auteurs; ce qui a permis, autant que faire se peut, d'éliminer les a priori liés à la langue maternelle de l'un ou l'autre des auteurs, particulièrement lorsqu'il s'agissait de noter la présence ou l'absence de voyelles finales atones. Les phrases contenant les expressions sélectionnées ont été enregistrées dans des fichiers distincts, formant ainsi une base de données facile d'accès pour toute analyse ultérieure. Une deuxième étape de l'analyse a consisté en de nouvelles écoutes répétées, en l'examen visuel du signal du microphone et du spectrogramme synchronisé, en la mesure de durée de tous les segments ainsi que la mesure de spectre des voyelles. Il est ici nécessaire d'insister sur le fait qu'aucune analyse statistique des mesures n'est possible étant donné le caractère inévitablement non contrôlé de la prosodie (discours spontané). Toutefois, l'interprétation des durées relatives à l'intérieur de chaque expression reste possible si on garde bien à l'esprit les facteurs connus influençant les durées de segment (position dans la phrase, statut accentuel, nombre de segments dans la syllabe, nombre de syllabes dans le mot). Cf. Peterson / Lehiste (1960); Williams / Hiller (1994).

3

Modèle général des résultats

Forio présente la réduction vocalique qualitative-quantitative en position atone et surtout l'élision des voyelles atones spécialement en position finale,4 de manière cohérente avec la tendance d'une langue iso-accentuelle à la réduction des syllabes atones à travers la centralisation et la durée extra-brève, et la récurrence d'unités rythmiques isochrones. La donnée la plus importante pour notre analyse est la structure syllabique émergeant de l'élision de la voyelle target (schwa final). Dans la plupart des cas, l'élision du schwa en 4

Freund (1933: §§62, 89) a raison quand elle signale une serie de noms avec des consonnes finales longues (ex. ["fru°f:Ε(3:] ): par conséquent ce qu'affirme Merlo (1938: 226): «Le consonanti lunghe finali [...] saranno un'illusione acustica dell'A.» est inavéré.

Syllabes super-lourdes et isochronie accentuelle dans le parler de Forio d'Ischia (Naples)

177

position finale conduit en fait à une syllabation considérée inacceptable (séquences tautosyllabiques inacceptables et imprononçables pour un locuteur italien). La première caractéristique (réduction des syllabes atones) a un rapport avec l'exécution, la seconde (structure syllabique complexe) a un rapport avec la structure.5

3.1

Résultats

A Forio, l'élision du schwa final va de paire avec la métaphonie et la diphtongaison en _C$ et en _$, sans contraintes syllabiques sur la distribution du nombre de segments affiliés au noyau tonique. Le type métaphonique d'Ischia en interaction avec l'élision du schwa présente la distribution suivante (on suppose que le vocalisme métaphonique est sousjacent): Forio/Serrara/Panza i. /wo/: [υ ba'li/cjs] CVCC UG=182 ms. (u=l 16/o=60); c (fermeture)=l 10 ms.; (5=190 ms. avec la diphtongue métaphonique accentuée sur le premier segment ii. /je/: [ r e t : â ' r j e g î : ] CVCC r=37ms.; je=183 ms.; ¿+=198 ms. iii. /i/: [u bit: h ] /\e petit (doigt)>; CVCC b=33 ms.; i=142 ms.; t=193ms.;h=33ms. iv. lui [ki'djome y u r t u YurFit] ; CVCC γ = 47 ms.; u=170 ms.; fFi=l 11 ms.; t (fermeture) =135 ms. ν. /ε/-> [εί] [ η ε ι / ] ; CVGC n=56 ms.; ει=238 ms.; t (fermeture)=73 ms.; 6=28 ms.; h =63 ms. vi. /ε/ [u v s : t : s ] ; C W C C ; ν (fermeture)=130 ms.; ε=250 ms.; t (fermeture) 65 ms.; s=235 ms. L'analyse des voyelles accentuées est compliquée par les développements successifs liés à la diphtongaison décroissante des voyelles /e, o/ en syllabe _$ et _C$. Ce dernier type de diphtongaison a toujours été signalé comme ime anomalie dans la linguistique romane (Rohlfs 1966-1969: §10, 63; Schürr 1970: §92-96; Tekavöic 1972: §18) qui a étiqueté ces cas comme des exceptions à la règle; en fait, la diphtongaison décroissante, de même que l'allongement vocalique, n'est pas prévisible en syllabe fermée (Maratta 1988: 412; Nespor 1993: 123; Carpitelli 1994; Russo 1996). De même, de commîmes observations sur la durée vocalique dans la description phonologique de l'italien nous disent que les voyelles toniques sont brèves dans la syllabe fermée, d'une part, et qu'existe, d'autre part, la règle allophonique d'allongement vocalique suivante: ne sont longues que les voyelles dans la syllabe ouverte accentuée non-finale. D'après la littérature, les diphtongues décroissantes de l'italien, qui ne se produisent que dans les syllabes ouvertes, sont considérées comme phonologiquement lourdes. Le premier élément est le noyau vocalique, et le second élément est considéré comme non-vocalique,

5

La première, toutefois, a une régularité de type statistique et revêt donc une valeur fonctionnelle (cf. Bertinetto 1977: 73; 1981: 172).

178

William J. Barry / Michela Russo

formant en effet l'élément post-nucléaire. Cette analyse conduirait au maximum à une structure CVCCC dans les parlers d'Ischia. Alternativement, la diphtongue pourrait être analysée comme un noyau branchant, donnant une structure CVCC. Les deux analyses sont en totale contradiction avec ce qui est supposé être la règle pour la phonologie italienne. La diphtongaison décroissante qu'on trouve à Forio dans les syllabes ouvertes et fermées est indépendante de l'allongement vocalique, et présente la typologie suivante: i. ii. iii. iv.

/o/_C$ [gî'bauçç] CVG(lide)CC b=56 ms.; au=397 ms.; c=121 ms.; ç=121 ms. /o/_$ [nâuç] CVG(lide)C n=50 ms.; au=244 ms.; p=162 ms. /e/_C$ [p:çnt:h] CVG(lide)CC ρ (fermeture)=89 ms.; ai=169 ms.; t (fermeture)=162 ms.; h=43 ms. /e/_$ [nair h ] CVG(lide)C n=46 ms.; Ai=339 ms.; r h =90 ms.

Même lorsqu'elles ne sont pas soumises à la métaphonie (/i, u/ rhyzotoniques) ou à la diphtongaison décroissante (/ε, o/ hors métaphonie), les voyelles toniques sont insérées dans une structure syllabique lourde à cause de l'élision du schwa final: i. ii. iii. iv. v.

[u yu'p1:ri:h] C W C C ρ (fermeture)= 118 ms.; ¡=171 ms.; n=142 ms.; h=93 ms. [fut h ] ; CVC f=89 ms.; u=117 ms.; t fermeture=l 17 ms.; h =75 ms. [ m e t s a ' n o t i h l ] ·, CVCCC n=26 ms.; 0=164 ms.; t=118 ms.; h=143+ ms. [DÇ)Cj3h] ; CVCC v=25 ms.; ε=149 ms.; c=167 ms.; cp h =103+ ms. [s e w l d a : t : p : h ] C W C C d (fermeture) = 52 ms.; a/A=216 ms. t (fermeture) = 100 ms. + (Sh = 230 ms.

D'un cadre de ce type, on dérive l'inévitable interaction entre la structure segmentale des syllabes dans une langue et l'impression rythmique qui se produit pendant la production de telles structures.

3.2

Dévoisement et fricativisation accompagnant l'élision du schwa

A partir des mesures effectuées on déduit, en outre, que l'élision du schwa final est prédictible avec une plus grande fréquence après les segments ou groupes consonantiques suivants /η, I, IC, II, r, rr, rC, II, j, s, s s , β, tp, cc/. Accompagnant l'élision du schwa, il est très fréquent que les consonnes finales voisées, mêmes sonnantes, qu'elles soient simples ou géminées, soient au moins partiellement dévoisées. Dans le cas des sonnantes, ceci peut donner une consonne phonétiquement complexe produisant une impression auditive de groupe consonantique, ce qui augmente au moins d'un point de vue auditif, le poids de la syllabe. La liste d'exemples ci-dessous regroupe les cas de chute du schwa (shwa loss) en fonction du contexte consonantique.

Syllabes super-lourdes et isochrome accentuelle dans le parler de Forio d'Ischia (Naples)

179

a.i. Ν[θ]$ —> N $ (où Ν est une nasale sous spécifiée pour le lieu d'articulation alvéolaire [n] ou vélaire [(]]) Forxo:[e bar'khu(Q)k] : t] ; ['gwindip an] b.i /r/[e]$ /r/$ (/r/o / r / - > [r], [r h ], [ri], [fJ], [s]) Forío: [a gauu'lar·] ; [u tsap:a'daur J ] [f J ], [fR], [$], [§]) r Forío: [a ßAU f] ; [nda j:U3 ( r J t h ] ; Panza [mD'sa:$] ; [ka't8:H] ; Serrara [de8g] b.iii / Γ Γ / [ Θ ] $ - > /rr/$ (/rn/->/rr/-> [r-J], [rp]) Forío [mçdz'juer·] \ [jus)re] c.i /Ι/[θ]$ /l/$ o [l]$ (/d/-> [I]/ V _ V ) /I/ e [I] [I], [+], [l+], [+h],[yp]: Forío [a gar:e k h :ru:+] ; [A bA'rol) +4] Panza [ρε:4·] Serrara [uAsini'you'i] ; [m:çi e l+] c.ii /||/[β]$ - > /II/S Forío [υ gur't h jetp] ; [tsî^dieep] Serrara [pi'uôodp] c.iii /lj/ [e]$ - > /lj/$ Forío [ued$] ; [luej^i] Serrara[uejj] d.i /j/ [8]$ /j/$ Fono [furwi)Ç] ; [c ç e s:e)i ç ] Serrara [kjsiç] < C R A S e.i /v/[s]$ ->· Mo [f] $ Fono [ta'j:a:v] ; [j3 ¡ Serrara [koph] g.i /tp, d3, p/ [e]$ [tp, p] $ Forío [bap:3 υαιρ:] ; [a voöa baip:] *PRATU. b. près < PREHENSUM, mig [ t j ] < MEDIUM. c. amie — amiga, verd [t] - verda

Lapesa (1975: 201) hizo notar la existencia de dicho proceso en francés y occitano entre otras variantes lingüísticas, al tiempo que destacaba que no era sistemático con todas las obstruyentes. Enfrancés/v/ > Iii (neuf, vif) y /-b/ > /-ρ/ (loup), pero no /-g/ > /-k/ (ami, no amie) ni l-àl > !-\J (vertu, volonté), y la /-e/ impide el ensordecimiento de / y y /J/ (message, voyage). El occitano desconoce también este resultado /J/ (messatge, viatge), y aunque ensordece /-b/ > /-p/, /-d/ >

1

2

Vid. Pensado (1984: 208-214), Menéndez Pidal (61940: §63), Sanchis Calvo (1991: 156-160), Penny (1991: 54, 77), Hanssen (1945: §121), Lapesa ("1981: §63), Cano Aguilar (1988: 87), Lloyd (1987: 207-212) y Fradejas Rueda (1996: 154). Vid. Duarte / Alsina (1984: 215-216, 219-220) y Moll (1952: §131), entre otros autores. En todos los casos se pasa por un período de sonorización y un ensordecimiento posterior.

192

Montse Batllori / Silvia Llach / Isabel Pujol ¡-M y /-g/ > /-k/ {lop, voluntat, antic), vocaliza /-ν/ > /-u/ (nau, viu) y reduce /-nt/ y /-nd/ a /n/ (cauzimen, gran).

Pensado (1984) y (2000) hace hincapié en que el ensordecimiento se produce cuando queda una consonante obstruyente en posición final y, concretamente, Pensado (1984: 208) explica que el hecho de que se dé con todas las obstruyentes o no dependerá del hecho de que una lengua tenga o no obstruyentes finales. Obsérvese en (4) que el portugués no presenta ensordecimiento de oclusivas sonoras finales porque no sufre apócope vocálica en estos casos. (4)

bondade < BONITATE, soidade < SOLITATE

Como han comentado numerosos autores, en español la apócope parece dejar un mayor número de I-AI finales que de /-g/ o /-b/, con lo cual es lógico que el ensordecimiento de l-ál sea el más frecuente (vid. Torrens 1998). No deja de sorprender, además, que en la historia del español las obstruyentes fricativas no sólo ensordecen en posición final sino que en torno al siglo XVI se da un ensordecimiento generalizado de sibilantes intervocálicas: /z/ - /s/ > /s/ (casa - osso), ty / f / > /j"/ (fijo - dixo) y lázl - /ts/ > /ts/ (razón -

espaçio).

De todas formas, esto puede explicarse si tenemos en cuenta que las condiciones de producción de las fricativas son aún más estrictas, puesto que se debe mantener un nuevo equilibrio de presiones que permita la creación de la turbulencia característica de estos sonidos en la cavidad oral: [...] voiced fricatives have more exacting aerodynamic requeriments than do voiced stops. For the sake of continued voicing the oral pressure should be low, but for the sake of frication the oral pressure should be high, that is, the difference between oral pressure and atmospheric pressure should be high enough to cause high air velocity through the consonantal constriction. Meeting both of these requirements simultaneously may be difficult. To the extent that the segment retains voicing, it may be less of a fricative and it runs the risk of being devoiced. (Ohala 1983: 201-202)

Lapesa ( 9 1981: §92), Cano Aguilar (1988: §5.2.1.), Quilis (1991: 231-233), Fradejas Rueda (1996: 153-160), Alonso (1955-1969), entre otros, describen claramente las condiciones que favorecen el paso de las fricativas sonoras intervocálicas a sordas en el siglo XVI y Widdison (1995) se manifiesta claramente de acuerdo en adoptar una línea de análisis como la que estamos argumentando. En lo referente al hecho de que el ensordecimiento se vea mayoritariamente favorecido por la posición final, debe tenerse en cuenta que las características idiosincrásicas de los segmentos se ven sometidas a nuevas condiciones cuando se encuentran en una secuencia, es decir, cuando se ven influenciadas por el contexto fonético adyacente. El modelo teórico propuesto por Steriade (1995) llamado Positional Neutralization incorpora el estudio de los segmentos con la influencia del contexto. En Llach (1998) se aplica este modelo a la sonoridad de obstruyentes en catalán. Steriade propone que el contraste de sonoridad entre obstruyentes se mantiene cuando los indicios acústicos responsables de este rasgo son especialmente perceptibles o visibles, esto es, en la posición prevocàlica o presonante (que coincide con la posición de ataque silábico). En la posición preobstruyente (coda silábica) o prepausai, en cambio, los indicios

Condiciones fonéticas de producción y percepción en segmentos

193

consonanticos.

acústicos del segmento en cuestión no se pueden proyectar adecuadamente sobre ningún segmento vocálico, lo cual provoca una neutralización del contraste de sonoridad. Neutralization takes place word finally because the relevant comparison between VOT values cannot be carried out in that context. (...) Devoicing in the V-# context is passive, an automatic consequence of equalization in transglottal pressure. (Steriade 1996: 15-16)

Así pues, los ejemplos aportados de los procesos diacrónicos muestran que éstos siguen las tendencias que marcan las condiciones de producción de los segmentos obstruyentes en relación al rasgo de sonoridad. Las características idiosincrásicas de estos segmentos configuran los segmentos sordos como segmentos óptimos desde el punto de vista articulatorio. Además de estas características intrínsecas, también hemos observado la influencia del contexto adyacente en la expresión del constraste de sonoridad, de manera que el contraste se mantiene en las posiciones óptimas, mientras que la neutralización se produce en las posiciones no óptimas. Un ejemplo de esta neutralización con aparición del valor sordo es el ensordecimiento en posición final.

2.2

Oclusivas epentéticas

Diversos trabajos que relacionan la fonética y la fonología (Ohala 1975; 1995, entre otros autores) han estudiado con detalle las denominadas oclusivas epentéticas. Estas oclusivas son segmentos audibles que no forman parte de la estructura subyacente de la palabra (vid. Warner / Weber 2001). Aparecen en el contexto entre una oclusiva nasal y la obstruyente o sonante no homorgánica siguiente. La aparición de estos segmentos se ha explicado por motivos fonéticos de producción o articulación: durante la producción de un segmento nasal, se produce una oclusión completa de la cavidad oral, mientras que el pasaje velofaríngeo permanece abierto para permitir que el flujo de aire circule por la cavidad nasal y produzca las resonancias correspondientes. De esta situación, por efecto de la coarticulación, se debe pasar a la situación de producción de una consonante no nasal: el velo del paladar se eleva y cierra el pasaje velofaríngeo. La coarticulación canónica que se da entre estos dos segmentos hace que el cierre del pasaje velofaríngeo y la explosión oral correspondiente al primer segmento sean simultáneas. Pero si el cierre velofaríngeo se produce antes que la relajación de la oclusión, la presión de la cavidad oral aumenta en pocos milisegundos y produce una explosión oral audible sin resonancia nasal, que es el (5)

Ρ

Ρ Ρ

τ Ρ

cavidad nasal cavidad oral

cavidad pulmonar

194

Montse Batllori / Silvia Llach /Isabel Pujol

gesto que se identifica y se percibe como una oclusiva epentética. Se trata, pues, de un mecanismo de producción inexacto que provoca una interpretación errónea de los segmentos implicados. Un solo gesto articulatorio, por efecto de un desajuste temporal, se convierte en un nuevo segmento. El esquema de (5) demuestra los estadios de esta coarticulación. Se trata de un proceso productivo tanto en español, véase (6), como en catalán, véase (7). (6)

CULMINE > cumbre, HOMINE > hombre, LUMINE > lumbre, FEMINA > fembra, TREMULARE > temblar, HUMERU > hombro, INGENERARE > engendrar, PIGNORA > peinra > pendra> prenda, LENDINE > liendre, MEMORARE > membrar, CUCUMERE > cogonbro, AERAMINE > aramne > alambre, *NOMINE > nombre, * FAMINE > fambre, * EXCUMULARE > escombrar

(7)

SIMULARE > semlar > semblar, SEMINARE > semrar > sembrar, CAMARAM > camra > cambra, FEMINAM > femra > fembra, COMUNICARE > comregar > combregar, TENERUM > tenre > tendre-, VENDERE > venre > vendre

En Portugués no hay epéntesis en estos contextos porque se opta por la reducción del grupo consonantico: AERAMINEM > ararne, *NOMINARE > nomear, *LUMINE > lume, HOMINEM > homem.

2.3

Sonorización postnasal

En la sección 2.1. hemos visto que las oclusivas sonoras implican una mayor complejidad que las oclusivas sordas en los mecanismos articulatorios. Pero también hemos apuntado que la introducción de segmentos en el contexto fonético promueve la aparición de nuevas tendencias que pueden modificar los aspectos que gobiernan los segmentos fuera de contexto. A continuación se presenta un proceso que demuestra la influencia de los factores articulatorios en función del contexto fonético precedente. Se trata del llamado postnasal voicing o sonorización postnasal (Hayes / Stivers 1996; Pater 1999), que predice que el contexto postnasal favorece la aparición de una oclusiva sonora. La sonorización postnasal hace referencia a las condiciones de coarticulación que se dan cavidad nasal cavidad oral

Ρ

cavidad pulmonar

Condiciones fonéticas de producción y percepción en segmentos consonanticos.

195

entre un segmento nasal y el segmento obstruyente siguiente, en concreto respecto a las dimensiones de la cavidad supraglotal durante la fase de cierre del pasaje velofaríngeo. Se han descrito dos efectos que se producen durante esta coarticulación (nasal leak o escape nasal y velar raising o elevación del velo del paladar) que favorecen el mantenimiento de unas cavidades supraglóticas definidas. Estas cavidades retrasan el aumento de presión que provocaría el cese de la vibración de los pliegues vocales. En consecuencia, este efecto favorece la manifestación del carácter sonoro del segmento siguiente. Este factor articulatorio y aerodinámico puede contribuir a explicar el cambio de oclusivas sordas a oclusivas sonoras en posición postnasal. En (8) pueden verse los estadios de esta coarticulación. Al igual que la epéntesis, se trata de un proceso esporádico que se ve favorecido por la síncopa vocálica {bondad < BONITATE vs. ante < ANTE). Véase (9) para el español,3 (10) para el portugués y (11) para el catalán, donde este fenómeno es menos productivo. (9)

BONITATEM > bondad, VICINITATEM > vecindad, LIMITE > linde, VINDICARE > vengar, SEPTIMANIA > setmana > sedmana > semana, CATENATUM > candado, COMITEM > conde, LIMITEM > linde, AMITES > andes, MANICA > manga, RETINA > rienda, SEMITA > senda, DOMINICU > domingo, POENITARE > REPAENITERE [según Lloyd (1987: 202)] > rependir (ant.) > arrepentir por influencia culta, DOMITU > duendo, SANCTI EMETERI > Santemder > Santander, TUNICA > tonga, SERONITU > serondo > seroño *RENDITARE > arrendar, SERONITU > seronada en Ast. > seruendo, serondo, seroño, FONTE > fuande; SORTE > suarde (García de Diego 1961: 118-121 los cita como casos de sonorización en pirenaico y vasco). (10) SEMITA > senda, COMITE > conde, DOMITU > dando (are.), LIMITE > linde, LIMITARE > lindar, AMITES > andas. (11) onze < UNDECIM, bondat < BONITATE, pero COMITE > comte.

3

Parece que el contexto en donde no se daría sonorización en castellano sería: NASAL + OBSTRUYENTE SORDA + (VOCAL) + OBSTRUYENTE SORDA O LÍQUIDA. Cano Aguilar (1988: 84, 111): COMPUTARE > contar; COMPARARE > COMPERARE > comprar; ANCORA > ancla. Penny (1991: 55, 85-87): TEMPORANU > temprano; POMPELONE > Pamplona; PANTICE > pança, COMPUTARE > contar. Lloyd (1987: 206): * ANTEPARARE > amparar. Desde un punto de vista articulatorio, el Postnasal voicing no actúa en este contexto debido a la existencia de un mayor número de segmentos sordos a la derecha del segmento nasal. Como se ha visto en el apartado 2.1., un incremento de duración dificulta las condiciones de producción de una oclusiva sonora. Según Ohala (1993: 259): «Maintaning voicing on any stop longer than some 65 msec would require special gestures. Lacking these special gestures, devoicing is likely to occur.»

196

Montse Batllori/Silvia

3

Procesos de percepción

3.1

Vocalización de /I/ en posición de coda silábica

Llach /Isabel

Pujol

El proceso de vocalización o elisión de IV se puede apreciar en la evolución de muchas lenguas naturales, pero es mucho más frecuente en la posición de coda silábica que en la posición de ataque silábico. Uno de los aspectos que puede dar cuenta de este fenómeno es el estudio de las características acústicas de este segmento en este contexto fonético. Se ha establecido que IV en posición de coda experimenta una proceso de velarización. Esta velarización tiene consecuencias que se manifiestan en el ámbito de la producción y en el de la percepción. En el plano articulatorio, este proceso implica la aparición de un gesto lingual dorsovelar, y en el plano acústico, se corresponde con un descenso de los valores frecuenciales del segundo formante. Estos cambios articulatorios y acústicos que sufre el segmento líquido lateral en posición de coda silábica lo relacionan con otro segmento, concretamente con la vocal alta posterior labializada /u/ y con la consonante aproximante bilabial dorsovelar /w/. Así pues, la diferencia acústica principal entre IV y Iii velarizada reside en los valores del segundo formante. La velarización de IV, por efecto del gesto dorsovelar asociado, promueve un descenso de los valores de F2, que puede llegar a ser de unos 500 Hz. Estos valores son muy parecidos a los de la aproximante /w/. El espectrograma de (12) muestra la similitud acústica entre una IV velarizada y una /w/: (12)

m r suena»

1 Vi 'TvjH.·'

1« '

En lenguas como el catalán y el portugués, este proceso es más frecuente que en otras lenguas naturales. Ello se debe al marcado carácter velar del segmento IV en todas las posiciones, y especialmente en posición de coda silábica. Hasta aquí, pues, se puede apreciar que la posición de coda silábica ejerce una influencia en la realización del segmento IV que se puede concretar en la aparición del gesto dorsovelar y su correspondiente manifestación acústica, que implica el descenso de los valores de frecuencia del segundo formante. Para establecer detalladamente cómo se produce la vocalización, es necesario puntualizar qué factores intervienen en la realización de IV en posición de coda desde el punto de vista de la secuencia temporal de los gestos articulatorios. Diversos estudios (Narayanan / Alwan 1997) han constatado que en la evolución de los gestos se produce

Condiciones fonéticas de producción y percepción en segmentos consonánticos.

197

primero el gesto dorsovelar y luego el gesto de constricción apical. Esta secuencia de gestos implica que la articulación de IV en posición de coda silábica o de final absoluto de palabra tenga un doble componente articulatorio y acústico: el primero se corresponde al gesto dorsovelar y presenta unas características acústicas parecidas a /w/ y el segundo se corresponde con el gesto propiamente apical y presenta unas características acústicas cercanas a los valores de /!/ apical (que es la realización que suele aparecer en posición de ataque silábico). Este hecho secuencial es relevante y probablemente el factor principal que provoca la vocalización del segmento lateral, porque induce a la interpretación perceptiva del gesto dorsovelar como un segmento independiente /w/. En cuanto a la suerte del gesto apical de IM en posición de coda, hay diversas explicaciones disponibles. En todas ellas se tiene en cuenta la naturaleza del segmento siguiente. La interpretación más plausible es que los mecanismos de articulación promuevan una desaparición del gesto apical por comodidad articulatoria delante de segmentos labiales y velares, porque el gesto apical no coincide con el entorno labiovelar. Estudios procedentes del campo de adquisición del lenguaje corroboran esta hipótesis (Pagliuca / Mowrey 1987), en el sentido de que los sistemas más inmaduros desde el punto de vista articulatorio participan de este proceso delante de labiales y velares. Probablemente, los factores de tipo articulatorio intervienen dificultando la realización y la percepción del gesto apical final cuando la sonoridad ya ha cesado o está cesando. Por otro lado, delante de segmentos dentoalveolares, el gesto apical de ñl probablemente puede no realizarse o bien realizarse y fusionarse perceptivamente con el contexto siguiente. Se trata de un proceso esporádico en español, portugués y catalán. Véase (13) para el español, (14) para el portugués y (15) para el catalán, donde es productivo en la Edad Media 4 y en el ámbito dialectal. (13) SALTU > soto, CALICE > cauce, SALICE > sauce, ALTERUM > outro > otro, TALPUM > topo, SALTUM > soto, FALCEM > hoz, CALCEM > coz, SALTARE > sotar (ant.), PALPARE > popar, * INS ALSUM > soso, Β ALBUM > bobo, ULVAM > ova, VOLVITARE > abovedar, [en topónimos ALTU > Villa auta, Villota, Oto, Otura; ALBU > Torralba, Torroba, Penna Alba, Auba, Ova-, CAL VU > Cobos , Coviella ; TURRE ALBA > Torroba] (14) ALTARIU > outeiro, FALCE > fouce, CALCE > couce, SALTU > souto, ALTERU > outro, ALTU > outo, PALPARE > poupar, también paraleu y lebreu. (15) ALTERUM > autre (ant.), DULCEM > douç (ant.), ALBA > auba (dial.), TALPUM > talp > taup (dial.), FALCE > falç >fauç (dial.).

4

Gulsoy (1993) comenta que en catalán medieval existió una fuerte tendencia a la vocalización de /l/, la cual se restituyó después por motivos de prestigio. Esto explicaría la existencia de ultracorrecciones como DECIMUM > deume > delme; NARICEM > nariu > naril. - La tendencia a la vocalización sigue siendo productiva en muchas variantes dialectales actuales. Vid. Recasene

(1991: 314): aube, aubarca, aubara, aubat, aubellô, aubergtnia, aubercoc, auföbega, aufàbia, auf ans, auforja, aumosta, bauma, cauma, bauba, escaufar, espeuma, mauva, pauma, paupar, saupa, sauvatge, sàuvia, taup, vidauva.

198

Mortise Batllori / Silvia Llach / Isabel Pujol

Como puede apreciarse en los ejemplos anteriores, el paso de IV a /w/ suele darse después de la vocal posterior /a/, cuyo mayor grado de abertura (respecto a las vocales restantes) dificulta el contacto apical.

3.2

Trueque y confusión de Irl y IV

Otro de los procesos fonológicos de cambio que se atestigua frecuentemente en las lenguas naturales es el trueque de líquidas apicoalveolares, es decir, el intercambio de la líquida apicoalveoar IV por la vibrante simple alveolar /r/ y viceversa. Una vez más, se pueden aducir elementos de base fonética (perceptiva) que contribuyen a la explicación de este cambio, aunque no se debe menospreciar el hecho de que hay una estrecha relación entre el resultado acústico y los gestos articulatorios. El trueque de líquidas se ha asociado también con diversos casos de disimilación (lilium > lilio > lirio) pero la cuestión que nos ocupa relaciona los dos segmentos por su estructura acústica, independientemente del contexto de aplicación. Las descripciones disponibles sobre los segmentos líquidos relacionan este grupo con las vocales (por su estructura formántica e intensidad) y también con las consonantes (por la constricción articulatoria y la función silábica), aunque los segmentos líquidos no se estudian conjuntamente, sino escindidos en los subgrupos de laterales y róticas. A pesar de esta partición, hay motivos para seguir relacionando laterales y róticas (en concreto los segmentos lateral apicoalveolar /l/ y vibrante simple Irl en su versión aproximante). Los estudios articulatorios y acústicos revelan que la cavidad de resonancia que se configura para la realización de estos dos segmentos se puede comparar a un resonador Helmholtz doble (Fant 21970: 162). Este aspecto general se completa con la similitud de los valores frecuenciales de FI y F2 que presentan /l/ y Iti. La mayoría de estudios atribuyen al tercer formante F3 las diferencias básicas entre IV y Irl, aunque los valores de estos formantes en lenguas como el catalán y el español se sitúan cerca de los 2500 Hz para los dos segmentos. Probablemente también haya diferencias intrínsecas de duración entre IV y /r/ que contribuyan a diferenciar estos dos segmentos, aunque no se han estudiado con detalle. Así pues, esta similitud acústica, sumada a los aspectos funcionales que comparten estos segmentos, puede ser uno de los factores que haya provocado una interpretación perceptiva que puede haber contribuido a su permutación. 1

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Λ i

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Λ V tM í rw tü

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1

Condiciones fonéticas de producción y percepción en segmentos consonánticos.

199

El espectrograma de (16) muestra esta similitud acústica, en dos pronunciaciones lentas de las palabras objeto de estudio. La confusión de líquidas se daba ya en las variantes meridionales del español antiguo como puede observarse en la carta de un colonizador español de baja cultura fechada c. 1569 que se reproduce parcialmente a continuación: cuando supe que la frotra [sic por flota] auia uenido no me quedo maestre ni piloto ni marinero ni pasagero que em [sic] la frotra [sic] uiniese que precure si me traya alguna carta... me gorgaria (sic por holgaría) mucho en que viniese mi señora maria de gerera... se me a dado parte de sierto negosio que se [a]tratado en estepuebro [sic] con la señora doña Isabel... (fragmento de la carta IG 2052.6 extraída de Sixteenth Century «Caribbean» Phonology de Boyd-Bowman) En el léxico patrimonial, en semicultismos y en la adaptación de préstamos del árabe también se documentan casos de confusión, como muestra (17a), aunque ésta alcanza su mayor frecuencia en las variantes meridionales. (17) a. Lat. periculu > periglo > peligro, PARABOLA > palabra, lat. miraculu > milagro, ARBOREM > árbol, CARCEREM > cárcel, MARMOREM > mármol, CALAMELLU > caramillo o carambillo, ROBORE > roble (ant. robre), qirât > quilate. b. [beide] por verde, [aßlal] por hablar, [laßol] por labor. Actualmente, sigue siendo más usual en andaluz y caribeño. Véase (17b), donde se reproducen algunos de los ejemplos de variantes caribeñas citados por López Morales (1992: 100-119).

3.3

Metátesis de la vibrante simple Iti

El estudio de la variación diacrònica y dialectal en la mayoría de las lenguas románicas muestra un número relevante de metátesis de Iti, lo que convierte a este segmento en uno de los que experimentan una mayor movilidad en los sistemas fonológicos. La razón de esta particularidad se puede buscar de nuevo en los argumentos de base fonética y, concretamente, en las condiciones de percepción de la vibrante simple Iti. En los casos de metátesis, el cambio de posición del segmento probablemente esté condicionado por aspectos de percepción y, en concreto, por problemas relacionados con el procesamiento temporal de los estímulos acústicos, a diferencia de la mayoría de argumentos perceptivos que recurren a valores frecuenciales. La argumentación que proponemos se enmarca dentro de los trabajos que han estudiado las limitaciones relacionadas con el llamado procesamiento temporal auditivo (Tallal et al. 1993 y trabajos posteriores). Esta línea de estudio ha demostrado que la percepción auditiva está limitada por unos umbrales temporales; es decir, se necesita un determinado intervalo de tiempo para poder procesar un segmento o para poder distinguir dos estímulos distintos. Este enfoque teórico permite relacionar esta limitación perceptiva con el carácter temporal idiosincrásico de Iti, ya que se trata del segmento que tiene una realización más breve del sistema fonológico del castellano y del catalán. Según se constata en diversos

200

Montse Batllori / Silvia Llach / Isabel Pujol

estudios, los valores medios temporales de realización de este segmento del castellano (Quilis 1981) y del catalán (Recasene 1986) se encuentran entre los 20 milisegundos aproximadamente. El estudio reciente de Blecua (2001) pone de manifiesto los mismos valores. Este dato contrasta con otras consonantes cuyos valores medios pueden estar entre 50 y 100 milisegundos. Así pues, uno de los aspectos idiosincrásicos del segmento estudiado de forma aislada puede aportar argumentos para explicar las frecuentes metátesis de Irl. Sin embargo, como en otros casos estudiados, la consideración del contexto fonético adyacente puede agudizar la tendencia a la metátesis. En los diversos apartados de este trabajo hemos establecido que la posición óptima de producción y percepción de los segmentos es la sílaba CV (Steriade 1996). La mayoría de casos de metátesis se dan en posición de coda silábica o en posición interna de ataque complejo (INTER > entre-, CREPARE > quebrar, FABRICARE > fraguar) y menos frecuentemente en posición de ataque simple (ACERE > arce). Así pues, la brevedad del segmento implicado en la metátesis y la posición silábica no óptima pueden ser los dos factores que favorezcan desde la fonética la metátesis de Irl. Se está trabajando actualmente en propuestas más definidas, que separan dos tipos de información de la vibrante simple en el proceso de percepción. Un tipo de información aportaría datos sobre la existencia de una vibrante simple en la cadena hablada, mientras que la otra informaría sobre la localización del segmento. La percepción y ubicación correcta del segmento sólo se daría cuando el oyente dispusiera de los dos tipos de información perceptiva de forma nítida (Palmada, comunicación personal). (18)

(19)

En estos espectrogramas (extraídos de Blecua 2001) pueden observarse dos realizaciones de Irl de unos 16 milisegundos de duración aproximadamente. La figura (18) corresponde a una realización oclusiva (en la palabra margarita) y la figura (19) a una realización aproximante (en la palabra izaron). En los dos casos se puede observar la brevedad de este segmento en relación a los segmentos adyacentes. Al igual que los aspectos tratados en los apartados anteriores, la metátesis es un fenómeno bien documentado desde los orígenes en las lenguas románicas. Véase (20) para el castellano, (21) para el catalán y (22) para el portugués.

Condiciones fonéticas de producción y percepción en segmentos consonánticos...

201

(20) V E N E R I S > viernes, G E N E R U > yerno, P R A E S E P E > pesebre, INTEGRARE > entregar, * E X T O R C U L A R E > estrujar. (21) P E R S I C U > pérsec > préssec, T E M P E R A R E > temprar > trempar, bòria (dial, para boira), curio (dial, para cuir), gàrie (dial, para gaire) (22) pormeter (arc. y pop.), probeza (arc. y pop.), pruga (pop.), largato (pop.)

4

Conclusiones

En el ámbito de los estudios históricos, tradicionalmente se asume que son varias las causas (y de distinta naturaleza) que intervienen en el origen y difusión de un cambio lingüístico. Los datos aportados en este trabajo ponen de manifiesto la importancia de recurrir a los argumentos fonéticos, tanto desde el punto de vista de las condiciones de producción como de las de percepción, para poder disponer de una nueva perspectiva que, sin duda, contribuye a una mejor explicación de los cambios, tanto diacrónicos como dialectales. Como botón de muestra, en este estudio se han aportado los argumentos fonéticos pertinentes para la explicación de seis procesos de cambio (tres en relación con las condiciones de producción y otros tres relacionados con las de percepción) que han tenido lugar en la historia del castellano, del catalán y del portugués.

Bibliografía

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202

Montse Batllori / Silvia Llach / Isabel Pujol

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María Alejandra Blondet Serfaty

Estudio acústico prosódico de las pausas llenas del inglés norteamericano y del español hablado en Venezuela

1 Planteamiento general La expresión oral presenta secuencias fluidas de discurso y secuencias no fluidas. Estas secuencias no fluidas son consecuencia directa de la planificación discursiva, del tiempo que se permite el hablante para organizar su discurso y el oyente para decodificarlo. Se considera que estos fenómenos son indicios o huellas de los procesos cognitivos de planificación que se producen para elaborar un texto oral. A estas huellas perceptibles se les ha denominado: fenómenos sonoros de hesitación. Una de estas huellas del pensamiento será analizada acústicamente en este trabajo, se trata de las pausas llenas. Entiéndase por pausas llenas aquellos sonidos codificados en las lenguas que indican planificación retórica-discursiva del habla espontánea, y, a la vez, detención del flujo de información. Estas pausas se llenan en cada lengua con un sonido particular que las caracteriza. A lo largo de este trabajo trataremos de mostrar las similitudes acústicas (en cuanto a la configuración y registro de la frecuencia fundamental) que existen entre las pausas llenas del español hablado en Venezuela y las del inglés norteamericano. En primer lugar se comparan acústicamente las pausas llenas presentes en el español hablado en Venezuela con los demás fenómenos sonoros que indican duda discursiva (ciertos alargamientos, falsos arranques, repeticiones, pausas llenas). Luego se comparan las características tonales de las pausas llenas del español con las del inglés norteamericano. Esto con la finalidad de sugerir la posibilidad de que la configuración de la frecuencia fundamental y el rango frecuencial para producir las pausas llenas sean una constante en las lenguas. En un trabajo previo (Blondet 1999) clasificamos y describimos acústicamente todos los fenómenos sonoros de duda presentes en el español hablado en Venezuela, a saber, alargamientos, falsos arranques, repeticiones, pausas llenas (léxicas y no léxicas). Para ello, analizamos acústicamente 494 fenómenos sonoros de duda, presentes en 80 minutos de grabación espontánea de cuatro hablantes masculinos, y de dos regiones diferentes de Venezuela (Andes y Centro). Las variables dependientes fueron las acústico-prosódicas: frecuencia fundamental y duración de los fenómenos de duda y la variable independiente: el dialecto (Andes y Centro). Aclararemos en este punto que para la variable frecuencia fundamental recurrimos a las variantes frecuencia fundamental inicial, media y final, con el objetivo de elaborar la configuración de los fenómenos sonoros de hesitación, y a las frecuencias anteriores y posteriores a los fenómenos en estudio porque nos permitiría comparar el fenómeno sonoro con el discurso fluido, es decir, aquel que no presenta fenómenos de duda. Creemos que es el contraste tonal entre el discurso fluido y el no fluido el que permite percibir la presencia de un fenómeno de duda.

204

María Alejandra Blondet Serfaty

Para tomar las mediciones de las variables acústico-prosódicas de las pausas llenas aquí consideradas, se utilizó el programa Speech Analyzer versión 1.03 elaborado por el Summer Institute of Linguistics. Se obtuvo a partir de este programa el espectrograma de banda ancha, la trayectoria que sigue la frecuencia fundamental a partir del Smoothed Pitch,1 y la onda temporal. El valor de la frecuencia fundamental anterior fije tomado 60 milisegundos antes de que se produjera el fenómeno de duda en estudio. El mismo criterio se aplicó para tomar la medición de la frecuencia fundamental posterior.

2 Comparación de las pausas llenas del español con los demás fenómenos de duda Diremos en primer lugar que los datos fueron analizados estadísticamente a través del test ANOVA de un factor. Consideramos que un resultado es estadísticamente significativo cuando ρ < 0.05. En un trabajo previo pudimos observar que todos los fenómenos de duda del español hablado en Venezuela descienden del tono del discurso fluido, es decir, los fenómenos de duda presentaron una configuración de la frecuencia fundamental característica: lineal descendente. También se determinó que los fenómenos de duda, a excepción de las pausas llenas, descendían en un rango frecuencial proporcional al tono del discurso, mientras que las pausas llenas presentaron en ambos dialectos un registro frecuencial muy similar. Presentaremos, a continuación, los gráficos 1 y 2 que presentan las configuraciones de la frecuencia fundamental que hemos obtenido de los valores medios de los datos de la muestra para, a partir de estas representaciones gráficas, interpretar los resultados.

— Centro -»- Andes

Gráfico 1. Comparación de la frecuencia fundamental de las pausas llenas en dos dialectos del español de Venezuela 1

Smoothed Pitch es una función del programa Speech Analyzer que permite obtener el recorrido tonal de la señal sonora.

205

Estudio acústico prosódico de las pausas llenas...

Centro -•—Andes fenómenos de duda

Gráfico 2. Comparación de la frecuencia fundamental de los fenómenos de duda en dos dialectos del español de Venezuela Si observamos los gráficos 1 y 2 veremos la configuración tonal de las pausas llenas (en 1) y de los demás fenómenos sonoros de duda del español (2). Como vemos las dos figuras muestran que los fenómenos de duda presentan un descenso de la frecuencia fundamental en ambos dialectos. Este descenso, pensamos, es interpretado por los oyentes como señal de detención del flujo de información discursiva y como indicio acústico para indicar ausencia de significado referencial. La comparación de estos dos gráficos también nos permite proponer que las pausas llenas presentan frecuencias muy cercanas en los dialectos estudiados del español hablado en Venezuela, a diferencia de los demás fenómenos de duda (gráfico 2), en los cuales a pesar de descender del nivel del discurso se producen dentro del registro de frecuencias específico de cada dialecto del español hablado en Venezuela (Centro = 163 Hz.; Andes = 1 2 5 Hz.). Consideramos que esto es así porque las partículas más cercanas semánticamente al discurso son los falsos arranques, los alargamientos, las repeticiones, mientras que las pausas llenas son las partículas menos cercanas semánticamente al discurso. En ambos dialectos fueron únicamente las pausas llenas las que se produjeron en un registro de frecuencias similar, registro independiente del tono del dialecto, a diferencia del tono de los demás fenómenos de duda, que se encontraba en relación directa con el tono del discurso. Por tanto, consideramos que las pausas llenas se iniciarán entre los 130-120 Hz. y culminarán entre los 98-94 Hz., en la muestra analizada y en ambos dialectos, en tanto que el tono de los demás fenómenos sonoros de duda dependerá del tono del discurso en el que se desarrolle su dialecto (generalmente se produce un descenso de 17 Hz. desde el tono del discurso). Así, si el tono del dialecto Centro es de 163 Hz., un fenómeno de duda (un falso arranque, por ejemplo) se efectuará aproximadamente en los 146 Hz., en tanto que en el dialecto Andes un falso arranque se producirá en los 108 Hz., sin embargo, en ambos dialectos una pausa llena se producirá en 97 Hz. (promedio). Por tanto, proponemos que mientras las pausas llenas son independientes del tono discursivo, pues tenderán a producirse en un registro determinado sin importar el dialecto, el resto de los fenómenos de duda son más bien dependientes del tono del discurso en el que se efectúen.

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María Alejandra Blendet Serfaty

Podemos hablar de un registro tonal de pausa llena para el español hablado en Venezuela (luego veremos que es el mismo para el inglés) y de un registro tonal de hesitación o de duda (que no incluye a las pausas llenas) y del que únicamente podremos decir que desciende cerca de 20 Hz. del nivel del discurso fluido. La similitud tonal para producir una pausa llena en los dos dialectos del español hablado en Venezuela nos permite suponer que éstas, a diferencia de los demás fenómenos de duda, identifican y unifican el español hablado en Venezuela. Por su parte los análisis estadísticos realizados a los datos corrobora la afirmación anterior ya que nos indican que la frecuencia fundamental anterior (la del discurso fluido) es significativa (p < .016), y que las frecuencias en las cuales se realizan las pausas llenas no lo son. Estos datos nos indican que los dos dialectos vienen desarrollándose en tonos significativamente diferentes y que al iniciarse la pausa llena la frecuencia fundamental deja de diferenciar a los dos dialectos. Para despejar la duda sobre la existencia de semejanzas acústicas entre las pausas llenas de diferentes idiomas comparamos (Blondet / Contreras 2001) las pausas llenas en inglés y en español. Para ello medimos y analizamos cuarenta y ocho pausas llenas del inglés siguiendo los mismos criterios establecidos en Blondet (1999), y las comparamos con las del español. Así, dada la evidencia de diferencias entre los patrones entonativos del inglés y el español, partimos del supuesto de la existencia de registros y configuraciones de la frecuencia fundamental diferentes en ambos idiomas. En consecuencia, los registros y configuraciones de la frecuencia fundamental deben de ser también diferentes para la realización de una pausa llena, veamos si realmente ese es el caso a partir de los análisis realizados a la muestra.

3

Análisis comparativo de las pausas llenas del español y del inglés

Empezaremos con el análisis de la duración y diremos que a pesar de indicar diferencias en ambos idiomas, estas diferencias se asocian con el ritmo propio de cada lengua estudiada y no, con la complejidad de la tarea implicada en el discurso. Sería interesante estudiar este aspecto rítmico en trabajos posteriores e insistimos en que esta diferencia significativa de duración se encuentra en relación con el ritmo propio de las lenguas estudiadas. Para comparar las pausas llenas en las dos lenguas ilustraremos gráficamente a partir de los valores promedios de los datos de cada una de las variables estudiadas. Para analizar la variable frecuencia fundamental partiremos de la observación del gráfico 3 el cual compara la frecuencia fundamental promedio en la que se realizan las pausas llenas en inglés y en español, así como también las frecuencias de los segmentos anteriores y posteriores a la pausa llena (discurso fluido). En este gráfico podemos observar varios hechos. Las pausas llenas poseen en inglés una configuración de la frecuencia lineal descendente, al igual que para el español hablado en Venezuela, y del resto de fenómenos de duda. En consecuencia proponemos que esta configuración tonal es característica de los fenómenos de duda. También es notoria en este gráfico la cercanía tonal en la que se realizan las pausas llenas en las dos lenguas, como vimos que sucedía para producir una pausa llena en los dialectos del español de Venezuela. De este modo, las pausas llenas en las dos lenguas

Estudio acústico prosódico de las pausas

llenas.

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estudiadas tenderán a iniciarse entre los 120-110 Hz., y a finalizar en los 98-94 Hz. Es decir, consideramos que existe un registro tonal de pausas llenas. Este hecho se constituye en un indicio pertinente para suponer que el registro frecuencial en el que se realizan las pausas llenas podría ser considerado como un parámetro acústicamente pertinente para caracterizar a las pausas llenas en los idiomas estudiados. En Blondet (1999), donde se estudiaba el recorrido tonal de las pausas llenas en dos dialectos del español de Venezuela, se determinó que las diferencias dialectales marcadas principalmente por la frecuencia fundamental se borraban, específicamente, cuando los hablantes de los diferentes dialectos producían una pausa llena (a diferencia de las demás partículas que marcan duda). En consecuencia, pareciera que las pausas llenas se realizan siempre en un registro de frecuencias especifico en ambos idiomas.

Gráfico 3. Comparación de la frecuencia fundamental de las pausas llenas del español y del inglés Por otra parte, los análisis estadísticos realizados a los datos referidos a los puntos de la trayectoria de la frecuencia fundamental revelaron que únicamente la frecuencia anterior es significativa al igual que para los dialectos del español, lo que evidencia que el discurso viene desarrollándose para cada idioma en tonos muy distintos pero que al iniciarse la pausa llena (frecuencia inicial) las dos lenguas dejan de tener una entonación muy diferente para encontrarse, en el mismo -o casi el mismo- tono, como queda ilustrado en el gráfico 3. Cada lengua posee un registro frecuencial determinado que desaparece cuando se produce una pausa llena (inglés =114 Hz.; español =135 Hz. )

4 Conclusiones Los análisis indican que existen más similitudes tonales que diferencias entre las pausas llenas no solo de los dos dialectos del español sino también entre el español y el inglés, a saber: i) configuración lineal descendente (con respecto al discurso fluido), y, ii) cercanía

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María Alejandra Blondet Serfaty

tonal en la que se realizan las pausas llenas en los dos dialectos y en los dos idiomas. Estas semejanzas nos han permitido no solo caracterizar a las pausas llenas sino también proponer que la configuración de la frecuencia fundamental y el rango frecuencial para producir una pausa llena podrían ser características generales a las lenguas, en tanto que la manifestación verbal, el sonido con el que se llenan en cada idioma es una marca de identidad lingüística. Estos resultados, además de contribuir a la descripción del español hablado y a su comparación con el inglés aportan datos acústicos para los sistemas de reconocimiento de voz.

Bibliografía

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Louise

Hétu

L'évolution du ó accentué dans les dialectes du Nord de la France1

1 Thera de Jong (1998) Dans un article récent, de Jong (1998) présente une étude sur l'évolution vocalique dans les dialectes du Nord de la France, en particulier sur l'évolution du ό roman tonique en syllabe ouverte que l'on connaît actuellement par la graphie . L'auteur remet en question l'étape de diphtongaison que l'on admet généralement dans l'évolution de cette voyelle romane et propose un passage direct vers la monophtongue [0] comme on le propose pour la palatalisation du [o] à [y]. Nous verrons d'abord l'hypothèse de l'auteur puis, les arguments qui la sous-tendent. Nous verrons ensuite quelques données nouvelles qui nous permettent de tirer des conclusions différentes de celles tirées par de Jong (1998).

1.1

L'hypothèse de Thera de Jong ( 1998)

Selon de Jong (1998), la nature du traitement des diphtongues divise le territoire d'oïl en trois parties, cependant seule l'analyse du Nord retiendra notre attention et à ce propos, l'auteur affirme que la partie nord du territoire français a traité ses diphtongues différemment. Il semblerait qu'une forte accentuation «typiquement germanique» ait provoqué la réduction des diphtongues descendantes en faveur du premier élément de la suite, par exemple: gloire > glore, maniere > martire, faire > fare. Selon de Jong (1998), le ό tonique en syllabe ouverte ne s'est pas diphtongué dans les régions du Nord mais s'est plutôt palatalisé spontanément de [o] > [0]. Il semble d'ailleurs, selon l'auteur, qu'il y ait eu une tendance à la palatalisation dans les régions du Nord et ce, pour toutes les voyelles, telles que dans les formes quatorze et alors (avec [œ]) en syllabe fermée. De plus, selon elle, les parlers des régions du Nord ont subi une influence palatalisante - en admettant un bilinguisme avancé de la population romane - des parlers franciques. Voyons ce qui motive son hypothèse.

1.2

Les arguments

Le premier argument apporté par de Jong (1998) s'appuie sur la graphie. Selon l'auteur, les graphies en riment dans les régions du domaine, précisément dans l'Est, mais ces 1

Je remercie sincèrement M. Yves Charles Morin pour l'aide apportée à la rédaction de ce texte.

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Louise Hétu

mêmes graphies en ne riment pas entre elles dans les dialectes du Nord de la France. La question que de Jong (1998) se pose est alors de savoir pourquoi jour et seignour ne riment pas dans les régions du Nord? Il est pourtant généralement admis, au contraire, que des rimes de ce type sont fréquentes, comme le rapporte Gossen (1970), seignour: jour, onnour: tour. Ensuite, l'on admet généralement que l'évolution du ό tonique en syllabe fermée, par exemple jour, est un passage direct de [o] > [u] sans étape intermédiaire diphtonguée (Bourciez 9 1958; La Chaussée 1974). On peut donc croire que la graphie dans une forme comme jour représentait une monophtongue [u]. Dans cette hypothèse, si seignour n'avait pas rimé avec jour dans les régions du Nord ce serait probablement que seignour n'avait pas un phonétisme monophtongué [u] malgré sa graphie , il pouvait donc bien être, par exemple, une diphtongue [ou] ou une monophtongue [o]. Quoi qu'il en soit, il est surprenant que l'auteur affirme «[...] people in the North made a distinction between the diphthong [ou] and the monophthong [u], although these two sounds were represented by the same spelling, whereas people from the East did not make this distinction [...]» (de Jong 1998) sans autre preuve. De plus, il est cependant important de noter que l'évolution de ó tonique en syllabe ouverte, dans l'Est du domaine, n'a pas connu le même résultat que dans le Nord. En effet, contrairement au résultat [0] que le Nord a connu, le résultat de cette évolution dans l'Est a régulièrement donné la monophtongue [u] et il n'est alors pas étonnant que les formes seignour et jour aient rimé dans cette région (Meyer-Lübke 1923; Pope 1934). Il ne semble pas que l'on puisse exclure une étape diphtonguée en [ou] par le seul examen des graphies. Le deuxième argument de de Jong (1998) fait appel à cette notion d'accentuation menant à la monophtongaison du premier élément d'une diphtongue. Typique des régions du Nord, la forte accentuation du premier élément d'une diphtongue aurait eu pour résultat une prononciation monophtonguée qui ne conserve que le premier élément de la diphtongue primitive et, selon l'auteur, ce type de prononciation monophtonguée se retrouverait encore actuellement dans les dialectes modernes. Selon l'auteur, cette tendance évolutive aurait dû s'appliquer aux continuateurs de ό tonique en syllabe ouverte. Si, l'évolution de [0] à [0] avait fait intervenir une étape intermédiaire [ou], ces diphtongues auraient été régulièrement réduites dans ces régions du Nord du domaine d'oïl où la tendance se manifestait et aurait fait perdre l'élément non syllabique final, faisant passer [ou] à [o], qui devrait alors laisser des traces dans les graphies c'est-à-dire qu'on devrait trouver la lettre à la place de la suite utilisée plus anciennement dans la même région, ou à la même époque dans les régions qui ne connaissent pas cette réduction, ou qui la connaissent de manière variable. De la même façon, si l'évolution de [o] à [0] avait connu une étape ultérieure en [eu] ellemême sujette à la réduction, des traces de cette réduction auraient dû se refléter par des graphies . De Jong (1998) fait justement remarquer qu'on trouve généralement la graphie , très peu de graphie en et aucune graphie en . Ce serait, pour elle, la preuve que ces étapes n'ont pas existé, c'est-à-dire qu'on est passé directement de [o] à [0] et qu'on aurait inventé la graphie pour noter le résultat de ce passage direct. Il est important, à cette étape de la discussion de rappeler la mise en garde de Régnier et nous le citons: «[L]es romanistes ont longtemps cru que le picard, caractérisé par une forte accentuation du premier élément des diphtongues, avait eu tendance à [les] réduire [...]. Or

L'évolution du ó accentué dans les dialectes du Nord de la France

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les parlers modernes ignorent cette réduction [...]» (Régnier 1961). Si l'on accepte les observations de Régnier (1961), l'absence des graphies et serait peut-être simplement que les réductions de [ou] à [o] et de [eu] à [e] n'ont pas eu lieu. Finalement, le dernier argument de de Jong (1998), s'appuie sur l'absence de graphies concurrentes. Toujours selon l'auteur, si l'évolution est telle qu'on la présente généralement, c'est-à-dire [o] > [ou] > [eu] > [0], on aurait dû trouver des variations dans les graphies. En effet, à l'époque de l'apparition de la graphie on aurait dû trouver une concomitance des digraphes et , cette dernière représentant le stade antérieur à . Cependant, l'auteur fait remarquer que n'a pas coexisté avec mais avec , laissant penser à un passage direct de [0] > [0]. Cet argument n'est pas très décisif puisque la graphie aurait alors tout simplement pu représenter la diphtongue [ou]. Les arguments de de Jong (1998) en faveur d'une palatalisation directe de [o] > [0] ne sont pas convaincants et il n'y a rien d'étonnant à cela puisque les rimes et les graphies ne sont qu'approximatives et ne sont que des indices et non des preuves de changement phonétique.

2

De nouvelles données

Partant du principe général voulant que les produits issus de deux évolutions d'origine différente, qui ont eu à un moment donné de leur évolution un phonétisme semblable, ont habituellement convergé vers un même résultat, nous proposons, dans ce qui suit, une analyse où nous examinerons des formes modernes dont le résultat diverge du résultat attendu, nous permettant ainsi de remonter à un phonétisme plus ancien. Nos données proviennent de l'ALF, plutôt que l'Atlas de Picardie plus récent (Carton / Lebègue 1989), ce dernier contenant un trop petit nombre de cartes pertinentes, dont les données nouvelles sont de plus difficilement comparables à celles de l'ALF. Puisque de Jong (1998) affirme qu'il n'y a eu ni étape en [ou] ni étape en [eu], nos observations auront un double objectif: celui de vérifier un premier stade diphtongué en [ou] puis, le cas échéant, un deuxième en [eu],

2.1

Résultat de ó tonique en syllabe ouverte

Voyons quels sont les phonétismes diphtongués issus du ό tonique en syllabe ouverte que l'on peut actuellement trouver dans les régions du Nord de la France: loup < LUPU [œ*], [œ*], [è»< O • O EHBXO • OCX o XWSmco m n o m XX XX X *o m • o sao am

>, c'est-à-dire consistant à identifier, ou à caractériser, une entité (le plus souvent une personne), ou un moment évoqué pour la première fois, faisant l'objet d'une annonce, d'une proposition, etc. Or, dans tous ces cas, sauf un, c'est ime forme héritée, d'imparfait ou de futur, qui est employée, comme dans (8): (8)

a. Sainz Innocenz ert idunc apostolie, / a lui repairent e li rice e li povre {Alexis, 300-301) b. Ço dist Rollant: «Ço ert Guenes, mi parastre.» (Rol., 277: Roland propose à l'empereur d'envoyer Ganelon comme messager auprès de Marsile) c. Sa rereguarde lerrat derere si, / iert i sis nies, li quens Rollant, ço crei, / e Oliver, li proz e li curteis. (Rol., 573-575: Ganelon expose son plan à Marsile) d. Tut premerein l'en respunt Falsaron. / Icil ert frere al rei Marsiliun (Rol. 87980) e. Un duc i est, si ad num Falsaron. / Icil er frere al rei Marsiliun. / Il tint la tere Dathan e Abirun. (Rol. 1212-1214) f. Trestuit li jone et li chenu / a une feste sont venu, / qui en ce chastel iert demain» (Erec et Enide, 559-561) g. Avis m'esteit oliere mays (Rose, 45: pour l'alternance cf. ci-dessous) h. Richece tint par mi la main / un vallet de grant biaute plein / qui fu ses amis veriteus. / C 'iert uns hons qui en biaus ostieus / maintenir mout se delitoit.. .(Rose, 1106-1110)3

Le seul exemple d'un signifiant innové dans un contexte à première vue analogue est (9): (9)

Quant li escriz m'ot fet savoir / que ce estoit trestout por voir / la fontaine au bel Narcisus.. .(Rose, 1507-1509)

Il s'agit ici moins de présenter «la fontaine au bel Narcisus» que de confirmer son identification, déjà faite, aux vers 1432 à 1435: si ot dedanz la pierre escrite /ou bort amont lettre petite /qui devisoient qu 'anqui desus / se mori li biaus narcisus. - Classes de référents («existant» vs. «présent»): des indices intéressants se dégagent de l'observation des référents désignés, directement ou indirectement (p. ex. par un pronom), 3

Autres exs.: ço est Baldewin... Ici ert prozdom (Roi. 314), ço ert uns reis qu'il ocist en Denemarche (Roi. 1489), Icil ert sire de Beine e de Digun (Roi., 1892), Icil ert filz al rei Marsiliun. (Roi. 1905)

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par les sujets des signifiants verbaux étudiés. On peut, en effet, opposer deux classes de référents, selon que ceux-ci présentent, ou non, des propriétés «existentielles»,4 renvoyant, de près ou de loin, ou non, au principe, et prototype, d'Existence qu'est la personne humaine. Sont, donc, dans le premier cas les référents qui apparaissent intuitivement «être faits» pour participer, de quelque façon, au cours des choses, y manifester, d'une manière ou d'une autre, leur existence, déterminer les événements, ou être déterminés par eux: des êtres animés, avec, au premier chef, des personnes humaines, mais aussi des entités «secondes», abstraites, tels que des comportements, des moments déterminés dans le devenir par le regard et la pensée humaines, etc. Relèvent, au contraire, du deuxième cas les référents qui n'«existent» pas à proprement parler dans le cours des choses, et qui ne font qu'être «présents»5 à l'arrière-plan, ou autour, des événements, sans y «prendre part»- par ex. un lieu, une partie du monde, ou, sauf circonstances particulières, un objet. Dans le corpus de référence, une grosse majorité (302 sur 365, donc 82,73%) des occurrences du verbe estre concernent des entités du type I, que par pure commodité on appellera désormais «existentiel»; il n ' y a là rien d'extraordinaire, vu le caractère de ces textes, où il est d'abord et surtout question de personnes. Or il est déjà significatif que 56,95%, soit 172, de ces occurrences présentent un signifiant hérité, et ce alors que sur le total des exemples de signifiants innovés dans tout cet ensemble (130, soit 43,04%) plus d'un exemple sur 4 (37, soit 28,46%) se rapportent à des rangs personnels a priori relativement peu favorables, sinon définitivement fermés, à l'emploi des formes héritées, soit, par ordre décroissant de fréquence: PI (18), P5 (9), P2 (8) et P4 (2). D'autre part, parmi les 63 exemples (17,26%) où le sujet de estre relève du «présenciel», la proportion des signifiants hérités baisse sensiblement, comme le laissait attendre l'hypothèse, tout en restant relativement élevée: 31 exemples, soit 49,20%. Or il apparaît que dans un assez grand nombre, la plupart peut-être, de ceux-ci le référent en question se voit attribuer, métaphoriquement, des propriétés existentielles, plus ou moins personnelles. C'est le cas, en particulier, dans le Roman de la Rose, de la Rose, et du Bouton, qui constituent l'objet du désir du narrateur, mais aussi des flèches d'Amour qui l'atteignent, etc., cf. (10): (10) a. La queue est droite comme jons / et par desus iert li botons / si qu'il ne cligne ne ne pent. (Rose, 1663)6 b. La rose auques s'eslargissoit / par amont, ce m'abelissoit. / Encore η 'iere pas si overte, / que la graine fust découverte. / Ençois estoit encor enclose / dedens lez feuilles de la rose... / Si ne pooit paroir la graine, / por la rose qui ere plaine. Ele fu, dieus la beneie! / asez plus bele espenoie / que n'iere avant, et plus vermoille. (Rose, 3359-337: cf. le contraste avec estoit, w . 3363 et 3367, dont le sujet désigne «la graine», pour l'instant cachée, à l'intérieur de la Rose - donc, «n'existant» pas encore) c. Une en ot qui ert apelee / franchise; cel iert empenee de valor et de cortoissie. (Rose, 938-939 les flèches d'Amour, qui ont chacune leur identité.: )

4 5 6

Lat. ex-sistere «mon épée») / Franceis murrunt e France en ert unie. (Roi. 968-969) b. «Sempres ferrai de Durendal granz colps. / Sanglant en ert li branz entresqu'a l'or.» (Roi. 1055-1056) c. (Li amiralz)... lacet sun elme, ki ad or est gemmet, / puis ceint s'espee ad senestre costet. / Par sun orgoill li ad un num trovet / par la Carlum dunt il oït parler / ço ert s'enseigne en bataille campel (Roi. 3140-3147) d. D'un drap qui ere touz dorez / fu ses cors vestuz e parez... (Rose, 860-863) On relève, en particulier, toujours dans ce contingent de sujets relevant, «par nature», du présenciel, plusieurs occurrences (au nombre de 11) où le référent du sujet est une partie du corps, voire le corps même d'une personne humaine. Or un contrast net apparaît ici: 1) ou bien la partie du corps, ou le corps, est traité(e) «par elle-même», comme un objet qui seul retient l'attention, et on trouve alors un signifiant innové, cf. (12): (12) a. s'ele morist ne grand peschiez / car tout ses cors estoit sechiez / de vieilesse e anientiez (Rose, 349-351) b. Li oeil qui en son chief estoient / comme .II. estoiles reluissoient (Rose, 2979-2981) c. Povre estoit la robe defors, / mais desoz estoit beax li cors (Erec et Enide, 410-411 : contraste de deux objets, cf. commentaire ci-après) d. Sor la blanchor, par grant merveille, / d'une color fresche et vermeille, / que Nature li ot donee, / estoit sa face enluminee. / Li huil si grant clarté rendoient / que deus estoiles resemblaient. / Onques Dex ne sot faire miauz. / Le nés, la boche, ne les iauz. (Érec et Énide, 429-436: propos énumératif, «la face» n'est qu'un des objets successivement considérés) 2) ou bien la partie du corps, ou le corps, sont conçus, explicitement, comme une dépendance de l'existence durable de la personne à qui elle appartient, et qui est ce que le propos vise - et l'on trouve, en ce cas, systématiquement, un signifiant hérité, comme dans (13): (13) a. Mout ere ja ses vis fletriz / qui fut jadis soef et pleins... (Rose, 352-353: à comparer à l'exemple (12d), qui précède immédiatement ce passage: de la description d'un objet dans sa présence («sa face») le propos évolue, ici, vers l'évocation de son devenir, qui est celui d'une existence personnelle)

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b. Mout estoit sa biautez gastee, / mout iert laide devenue: toute la teste ere chenue / et blanche, com s'el fust florie (Rose, 344—347) c. Chevous ot blanz com .1. bacins; / la chair plus blanche c'un pocins, / front reluisant, sorciz nouriz. / Li antreeus ne fut pas petiz / ainz ert assez grant par mesure. / Le neis ot bien fait a droiture... (Rose, 528-532: le contexte immédiat confirme que les parties du corps nommées sont conçues comme des dépendances d'une personne qui les «a», la jeune fille qui vient d'ouvrir le guichet et qui est ici présentée) d. Mes li oingnemenz espandi / par les plaies, si me rendi / le euer qui m'iere toz falliz (Rose, 1856-1858: m'iere, référence évidente à la personne) e. Et por la joie covient lors / que li cuers oblist ses dolors / et les tenebres ou il iere,...(Rose, 2739-2741) f. Mes ne li sist pas mau / que la cheveçaille ere overte / car la gorge ere descoverte, / si que par outre la chemise / li blancheoit la char alisse. (Rose, 1167-1171: portrait de Largesse: au v. 1167, le pronom // dit assez la visée «personelle» du propos) g. Gros ad le piz, belement est mollet, / lees les espalles e le vis ad mult cler, / fier le visage, le chef recercelet, / tant par ert blancs cume flur en estet; / de vasselage est suvent esprovet; / Deus! quel baron, s'oiist chrestientet! (Roi. 3159-3164: le contexte confirme que le propos vise la personne: quel baron!)

3 Fonctionnement discursif: de l'existence à la présence et vice-versa

Les régularités signalées, et quelques autres, semblent donc soutenir l'hypothèse avancée ici: pendant un moment, tout de même assez long, de l'histoire du français, ont alterné, dans la conjugaison du verbe estre, deux paradigmes, plus ou moins complets, de signifiants, porteurs de signifiés opposés: aux uns, hérités des anciennes formes latines, et, à terme, condamnés, appartient la représentation d'un «non présent» constitué par l'existence aperçue, indifféremment dans le temps révolu ou dans le temps à venir, d'une entité manifestant, aux yeux d'un locuteur, un certain degré de singularité et relief personnels. Cette représentation peut être dite subjective, parce qu'orientée vers le sujet locutif confronté à une Entité «de plein droit», qui ne se laisse pas réduire à l'état de simple donnée comprise dans un état de choses; les autres, issues d'innovations morphologiques, appelées à se généraliser et à s'imposer, et objectives, signifiaient, et signifient toujours, la représentation d'un pur objet de pensée, d'une simple donnée - quoique première, assurément - comprise dans un état de choses vu être présent ailleurs, soit dans le temps passé, soit dans le temps à venir. Reste qu'en amont de ces tendances, dégagées par l'observation statistique - tout à fait élémentaire, au demeurant- d'un certain nombre d'énoncés effectués, il y eut I 'effectuation même de tous ces énoncés. Or, comment s'opérait, dans l'acte locutif, le choix de l'une ou de l'autre de ces formes opposées - assez souvent contre les tendances observées? Il serait, évidemment, à peu près insensé de vouloir tout expliquer. Mais nos textes ne sont pas

Héritage et innovation: de la double morphologie du verbe

«d'existence»..

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avares d'exemples d'alternance, 7 à proximité plus ou moins immédiate, des deux formes; nous en avons d'ailleurs, au cours de cet exposé, rencontré quelques-uns. Et l'on avait même avancé, dans la première partie de cet exposé, comme un principe d'intelligibilité à envisager, le concept d'empathie, mis en avant depuis longtemps par Kuno / Kaburaki (1977) - à propos de la définition du sujet - et dont un linguiste français résumait ainsi, récemment, le contenu: il peut être pertinent d'envisager l'attitude de l'auteur de productions langagières envers les participants des procès décrits par ce qu'il énonce, indépendamment de la description même des procès. (Forest 1999: 16)

Or ce concept se révèle particulièrement utile pour la vérification, en contre-épreuve, sur quelques-uns de ces exemples d'alternance, de la pertinence du modèle proposé. Il apparaît en effet que l'emploi d'un imparfait, ou d'un futur, de forme héritée (sur radical er), correspond à la focalisation empathique d'une Entité qui, dans la substance d'un état de choses, de par l'impression de singularité, de saillance, de relief personnel, de nouveauté, etc., s'en détache, aux yeux du locuteur. C'est ainsi que dans les exemples cités en (14)(17), et provenant de chacun des textes du corpus de référence, le propos oscille entre un foyer d'empathie et une donnée d'arrière-plan, ou inversement: (14) a. Cambra», dist eia, «ja mais n'estras parede, / ne ja ledece n'ert an tei demenede.» (Alexis, 141-142: dans la chambre d'Alexis, sa mère déplore son absence => le propos passe du lieu présent à un état personnel à jamais perdu) b. N'il ne lur dist, n els nel demandèrent, / quels om esteit ne de quel terre il eret. (.Alexis, 239-240: Alexis est revenu, incognito, chez lui, à Rome, et personne ne songe à lui demander ni l. ce qu'il était, sa «condition», ou «état», ni, surtout, 2. qui il était, de par ses origines. A noter que le sujet, d'abord non désigné, l'est, ensuite, par un pronom, associé à eretf (15) a. Guenes respont: «Ço vos sai je ben dire. / Li reis serat as meillors porz de Sizer; sa rereguard avrat dettes sei mise; iert i sis nies, li quens Rollant, li riches...(Roi. 582-586: Ganelon expose son plan au roi Marsile: c'est bien li quens Rollant qui est visé, «focalisé», b. «En Rencesvals irai mun cors juer! / Se truis Rollant, de mort serat finet / et Oliver et tuz les .XII. pers./ Franceis murrunt a doel e a viltiet / Caries velz est et redotez; / Recreanz ert de sa guerre mener, / Si remeindrat Espaigne en quitedet.» (Roi. 901-907: l'émir Balaguer s'engage, devant le roi Marsile, à aller combattre les Français; ici, au contraire, Roland, Olivier et leurs compagnons restent à Γ arrière-plan, car Balaguer s'intéresse, avant tout, au but poursuivi, à savoir le départ de Charles et la libération de l'Espagne: le

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Offord (1976: 197-198) en cite plusieurs, sans autre commentaire. Au contraire, de nombreux exemples, commentés, sont donnés par Hautcœur (1995). C'est encore la forme héritée qui va apparaître, un peu plus loin, lorsque la lecture de la lettre d'Alexis révèle sa véritable identité: Le nom lour dist, del pedre e de la medre, / et ço leur dist de quelz parenz il eret. (Vie de Saint Alexis, 379-380).

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(16) a.

b.

(17) a.

b.

vers 905 fait visiblement écho aux vers 528 et 544 Quant ert il mais recreanz d'osteier?) Mout en est li peres joianz, et la mere plore de joie, / la pucele sist tote coie, / mais mout estoit joianz et lie / de ce que li ert outroïe, / por ce que prouz ert et cortois, / et bien savoit qu'il seroit rois / et ele meisme honoree / riche royne coronee (Erec et Énide, 685-690: le vavasseur vient de confier sa fille à Erec: le père, la mère, la pucelle même, qui n'a pas encore été nommée, restent à l'arrière-plan - estoit - , le premier plan, ert, étant réservé à l'évocation du nouvel état de la jeune fille, et des vertus du héros) Trestuit li jone et li chenu / A une feste sont venu / Qui en cest chastel iert demain; / Por ce sont li hotel si plain. / Mout i avra demain grant bruit, / Quant il seront assamblé tuit, / car devant trestote la gent / iert sor une perche d'argent / uns espreviers mout bien assis / ou de cinq meues ou de sis, / li mieudres c'on pourra savoir. (Érec et Énide, 559-569: le vavasseur explique à Érec la raison de tout ce concours de peuple. Le récit suit une courbe descendante, de l'annonce de la fête - iert, v. 561-, à la définition d'un cadre temporel - seront, v. 564 - , puis ascendante, de celui-ci à l'enjeu de la joute programmée, uns espreviers, v. 566) Avis m'estoit qu'il iere mays / il y ja bien . V. ans ou mays. / qu 'en may estoie ce sonjoie, / ou tens amoreus pleins de joie, ou tens que toute riens s'esgaye... {Rose, 45-49: de l'état de rêverie du narrateur (qui n'est pas traité comme sujet, m'esteit), à ce qui lui apparaît dans son rêve, il iere mays, puis situation temporelle du sujet, dans une subordonnée où le «foyer d'empathie» n'est pas le sujet, mais le circonstant, comme le montrent les vers suivants) Hauz fu li murs e toz quarrez, / si en estoit clos e barrez / En lieu de haies uns vergiers / qui n'iere pas fais par bergiers. (Rose, 467—471: d'abord non désigné explicitement, et soustrait au regard (clos et barrez), le verger se révèle un instant plus tard, qui n'iere pas, par référence explicite à sa création).

4 Remarques conclusives

Trois séries de questions se posent, au terme de cet exposé. S'il apparaît, à l'issue de cette démonstration, que l'opposition, en français médiéval, de ces deux séries de signifiants du verbe estre est pleinement signifiante, on ne peut pas pour autant être insensible aux observations des philologues (cf. notamment Offord 1976: 169) sur la distribution plutôt inégale des formes héritées dans nos textes. C'est, en effet, surtout dans les textes «littéraires», notamment en vers, qu'elles apparaissent plus ou moins régulièrement. Faudrait-il dès lors n'y voir qu'une forme quelconque d'artifice, archaïsme, commodité métrique, procédé stylistique, ou autre chose? Peut-être pourrait-on, désormais, envisager la question en d'autres termes. Qu'est-ce donc qui fait le «littéraire» de la Vie d'Alexis, de la Chanson de Roland, etc., sinon une certaine posture locutive, qui, d'un locuteur ordinaire

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fait un créateur, qui se donne le droit d'«inventer» un contenu d'expérience inédit et éminemment tributaire de ce qu'il faut bien appeler sa subjectivité, avec tout ce qui la constitue: représentations mythiques, souvenirs, désirs, regrets, rêves, engagements, etc. Or c'est vers cette subjectivité que reste orientée la représentation attachée au radical er-, que celui-ci soit convoqué à propos de l'avenir ou du passé. En d'autres termes, de la «personne» (au sens grammatical) un imparfait en er-, ou un futur en er-, voient, et donnent à voir, le fait qu 'elle η 'est pas encore, ou η 'est plus là, à portée du sujet parlant. On comprend alors, pour s'en tenir à ce seul et dernier exemple, la très haute fréquence relative (73%, selon Offord 1976: 164) - et ce n'est pas forcément dû à l'ancienneté de l'œuvre - des formes héritées dans la Vie d'Alexis, dont le narrateur se pose explicitement, dès les premiers vers, en authentique laudator temporis acti, cf. (18): (18) Bons fut li siecles am temps ancienur, quer feit i ert e justise ed amur, s'i ert creance, dunt ore n'i at nul prut. Tut est miiez, perdut ad sa colur. Ja mais η 'iert tel cum fut as anceisurs. (Vie de Saint Alexis, 1-5) Enfin, et plus généralement, que peut bien signifier, en termes linguistiques, et du point de vue comparatif, la permanence, pendant toute une période de l'histoire de la langue, de l'opposition morphosémantosyntaxique étudiée? Comment se fait-il qu'à la longue elle se soit finalement éteinte, au profit des seuls signifiants innovés? Une fois encore, comme pour ce fut le cas de la flexion bicasuelle, étudiée à Bruxelles (de Carvalho 2000), le français tranche nettement avec l'orientation prise par l'ensemble des autres grandes langues romanes occidentales, et qui leur impose, dès le départ semble-t-il, une morphologie beaucoup plus catégorique: d'une part, au passé, maintien du seul radical hérité; d'autre part, au futur, n'existent que des formes innovées. À ces questions, qui sont du plus haut intérêt pour la linguistique comparative des langues romanes, on ne peut, pour l'instant, apporter, pour toute réponse, que la remarque suivante: le domaine notionnel couvert, en français, par le seul verbe être est, dans ces langues, le lieu d'une opposition qui paraît bien relever, mais à un niveau beaucoup plus général, d'une «psychomécanique» pas tellement éloignée de celle qui a été décrite ici. Que l'on pense, en particulier, au contraste, dans les langues ibériques, de deux représentations de l'existence, soit: (a) existence extensive, préalable à l'instant locutif illimitée (ser) vs. (b) «présence strictement localisée, liée à l'instant locutif, et déterminée par le regard du locuteur» (estar). Faudrait-il, enfin, se laisser aller à penser que le français préserve, en l'occurrence, un trait archaïsant? Il n'en est rien. Le français ne nous a guère habitués à cela. Je serais plutôt enclin à supposer, sous bénéfice d'inventaire, qu'il s'agit ici encore, comme dans le cas de la «déclinaison bicasuelle», moins de conservation, vaille que vaille, de quelques débris fossilisés, que d'une résistance, proportionnelle, et mettant en oeuvre des matériaux hérités, et réélaborés, à la pression, beaucoup plus forte, sans doute, que partout ailleurs, d'un principe nouveau, qui veut que ce que le «sujet» ne soit plus, et de plus en plus, en syntaxe romane, et très singulièrement française, qu'un objet de pensée, fonctionnant comme un complément du verbe - non pas, certes, comme le voulait L. Tesnière, «un complément comme les autres», mais, plutôt, comme le «premier complément», et support nécessaire, d'un mot verbal à venir.

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Corpus

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Bibliographie

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Carolina González

García

Interacción fonológico-morfológica de los artículos definidos en español e italiano

1

Introducción 1

Los artículos definidos en español e italiano presentan una alternancia morfológica en varias de sus formas que está en gran parte condicionada por la fonología (cf. Carstairs 1990). En italiano, el artículo definido masculino singular tiene tres alomorfos {il, lo, 1}, mientras el masculino plural tiene dos {i, gli}, al igual que el femenino {la, 1}. En español, el artículo definido femenino singular tiene asimismo dos formas, {la, el}. A continuación se incluye una tabla con el sistema completo de determinantes en español (1) y en italiano (2), con ejemplos de su utilización. 1)

Artículos definidos en español Singular Plural Femenino La amiga Las amigas El águila Las águilas

Neutro

Masculino

Singular El amigo

Plural Los amigos

Lo otro Lo bueno

2)

Artículos definidos en italiano Singular Femenino La città

L'amica Masculino

Il cane

L'amico

Lo scudo

Plural Le citté

Le amiche / cani

Gli amici Gli scudi

Los objetivos de este trabajo son dos. En primer lugar, el análisis de los factores fonológicos, semánticos y sintácticos que interactúan en la elección de los artículos Este proyecto comenzó como una colaboración con Zurifie Lekuona. Eskerrik asko zure laguntzagaitik! Por su generosa ayuda y sugerencias, quiero agradecer también a Irene Barbería, Francesca del Gobbo, Jon Franco, Hatim Hassan, Frida Morelli y especialmente a Mario Saltarelli. Por supuesto, todos los errores y omisiones que pueda haber son exclusivamente míos. Este proyecto fue fundado en parte por una beca de investigación concedida por el Gobierno Vasco (Programa de Formación de Investigadores, Departamento de Educación, Universidades e Investigación).

344

Carolina González García

definidos en los dos idiomas que investigamos. En segundo lugar, la propuesta de un análisis de los dos sistemas de acuerdo a la Teoría de la Optimidad (Prince / Smolensky 1993).

2

Factores que interactúan en la elección de los artículos definidos

2.1

Español

Como hemos apuntado antes, en español el artículo definido femenino singular presenta dos alomorfos: la y el. En el caso general se utiliza la, como en la casa o la espada. Sin embargo, en determinadas ocasiones se utiliza el en vez de la. Antes de fijamos en el contexto específico donde se utiliza el, pongamos en claro que los sustantivos femeninos que toman esta forma son en realidad femeninos, como lo demuestra la formación del plural y la concordancia con los adjetivos (Plank 1984: 338). (3)

Plural y concordancia de los sustantivos femeninos que toman el Sustantivo Concordancia con adjetivos Plural El hada Las hadas El hada blanca Las hadas blancas *E1 hada blanco *Las hadas blancos El águila

Las

águilas

El águila negra *E1 águila negro

Las águilas negras *Las águilas negros

Como artículo femenino, el tiene dos restricciones: una sintáctica, y otra fonológica. Como se muestra en (4), el sólo precede a sustantivos (4a); cuando entre el determinante y el sustantivo femenino aparece un adjetivo, se utiliza la (Plank 1984). En este trabajo no vamos a considerar esta restricción en detalle; sin embargo, una posible explicación para esta dicotomía es que los determinantes están más unidos a los sustantivos que a los adjetivos (v. Dumitrescu / Saltarelli 1998; Grimshaw 1991; Roca 1989). (4)

Restricción sintáctica (Plank 1984: 338) a) el águila alta b) la alta águila

* la águila alta * el alta águila

La segunda restricción es fonológica; como artículo definido femenino, el sólo precede a sustantivos que comienzan con /a/ tónica o acentuada (5a, b). Cuando el sustantivo comienza con /a/ átona se utiliza la (5c, d). (5)

Restricción fonológica (Plank 1984) a) b) c) d)

el águila el hada la amiga la habitación

* la águila * la hada *el amiga *el habitación

Interacción fonológico-morfológica de los artículos definidos en español e italiano

345

Esta restricción no aplica solamente a este artículo determinado, como demuestran los siguientes ejemplos del español donde ocurren vocales contiguas. (6)

Vocales contiguas en español a) b) c) d) e) f)

la + amiga de + el padre a + el campo la + águila de + él a él

—• —> —• —• -»· —

[la:miga] del padre al campo [el águila] [de él] [a él]

* [láguila] * [del, de:l] * [ál, á:l]

En (6a-c) encontramos ejemplos de vocales átonas adyacentes. En estos casos puede ocurrir que la vocal se alargue (como en (6a)) o que una de las vocales se elida (6b, c). En (6d-e) encontramos ejemplos de vocales adyacentes, de las cuales una es átona y la otra tónica. En estos casos encontramos o sustitución morfológica (En (6d) el sustituye a la), o el mantenimiento de las dos vocales (6e, f). Generalizando, las vocales contiguas idénticas se reducen a una sola vocal o se alargan fonéticamente sólo si la segunda vocal carece de acento (v. Monroy Casas 1980). Aun cuando el sustantivo femenino comience por /a/ acentuada y esté inmediatamente precedido por el artículo, existen varias excepciones en las que el sustantivo no toma el. Estos casos excepcionales pertenecen a dos grupos; uno lo componen sustantivos en los que el género es semánticamente relevante, como en los nombres propios la Ana, la Ángela, y gentilicios como la árabe vs. el árabe. El segundo grupo lo componen casos como La Haya, nombre de una ciudad, y las letras la a y la hache (Harris 1987; Plank 1984).2 En español existe también el artículo lo, tradicionalmente considerado como neutro. Se emplea para sustantivizar adjetivos o frases nominales, como lo otro, lo bueno, lo que pasa. Hay diferentes opiniones sobre su naturaleza sintáctica, pero la opinión generalizada es que el neutro se diferencia del masculino y del femenino por su significado, y no por el género propiamente dicho; por ejemplo, existe una diferencia de significado en «Dame lo que te compré» y «Dame el que te compré» (Harris 1991; Ojeda 1984; Otheguy 1978). Sin entrar en detalles, asumiré en este trabajo que el neutro tiene un significado diferente del masculino y el femenino. Nuestra propuesta es que en español hay una tendencia a evitar segmentos idénticos adyacentes. En el caso de vocales no acentuadas, éstas se reducirán a una vocal larga, o una de las vocales se elidirá. En el caso de vocales acentuadas, se mantendrán las dos vocales, o se producirá una sustitución morfológica. En el caso de los artículos definidos, se sustituirá morfológicamente el artículo si esto no conlleva un cambio semántico; de lo contrario, se mantendrá el artículo original. En el caso del cambio de el por la en el femenino, se produce un cambio de género, pero no de significado. En cambio, en el caso de lo otro, donde hay dos vocales contiguas idénticas, podemos comprobar que cualquier cambio morfológico por el o por la provocaría una diferencia de significado; por esta razón se mantiene el artículo lo en este caso.

2

Nótese que todas las letras del alfabeto son femeninas en español.

346 2.2

Carolina González García

Italiano

El sistema de artículos en italiano es más complicado que el del español. Para el artículo femenino existen dos formas; la y /. I precede a aquellos sustantivos femeninos que empiezan por vocal, mientras que la ocurre en los demás casos. Algunos ejemplos se presentan a continuación. (7)

Artículo determinado femenino en italiano a) La città b) /'amica



Para el artículo determinado masculino existen tres formas: lo, il y l. Como en el caso del determinante femenino, l precede a sustantivos que comienzan por vocal (8a). lo precede a sustantivos masculinos que comienzan con s impura (una combinación de /s/ y otra consonante) u otra combinación consonàntica, o con segmentos largos como lá$l, /ji/, /j/ y /jV (8b-g). La forma il ocurre en los demás casos (8h,i) (Carstairs 1990; Davis 1990; Larsen 1998; Morelli 1999). (8)

Artículo determinado masculino en italiano a) b) c) d) e) f) g) h) i)

vocal /sk/ /&$/ /zb/ /ji/ /j/ /JV /k/ /fi/

/'amico lo scudo lo zaino lo sbaglio lo gnomo lo Iugoslavo lo scimpanzé il cane il flusso

> Correspondencia

simple

»

Género

»

No

hiato

»

La acentuación no es relevante para este sistema. La tabla 5 muestra que el alomorfo seleccionado para el femenino singular es l si precede a una vocal; el candidato (c) es óptimo porque viola Correspondencia (un segmento se ha elidido), mientras sus contrincantes violan restricciones más altas en el ranking. 8

Nótese que en esta tabla se ha elegido representar el significado del neutro en español como no contable, siguiendo a Ojeda (1984). Esta elección no es determinante para nuestro análisis; lo importante es que el neutro se diferencia en significado del masculino y del femenino (Harris 1991; Ojeda 1984; Otheguy 1978).

Interacción fonológico-morfológica de los artículos definidos en español e italiano Tabla 5. Femenino singular: l antes de vocal SigniNum. (sg.) /Det/ Ataque Género ficado +/entita/ simple *t a. le entità

No hiato

Ataque

*

*

*!

*

b. la entità c.lentita

351

Correspondencia

*

En la tabla 6 vemos cómo el determinante seleccionado por el femenino plural que empieza por vocal es le, y no /. La razón es que la restricción Número se ha de respetar obligatoriamente en italiano, sobre cualquier otra consideración. El candidato óptimo es (a). Este candidato viola No hiato y Ataque, pero el candidato (b), con la en vez de le, viola además Número, que está más alto en el ranking, y por eso pierde. De la misma manera, el candidato (c), que selecciona / en vez de la o de le, compromete el significado de la entrada, puesto que la forma que resulta coincide con el singular, y por consiguiente pierde. Tabla 6. Femenino plural: le (pl. ) /Det/+ SigniNum. 'Ataque ficado isimple /entità/ ®"a.le entita b. la entita *! : c. lentita *!

Género No hiato Ataque *

*

*

*

Correspondencia

*

El masculino singular que comienza con s impura u otra combinación consonàntica selecciona lo (candidato (c) en la tabla 7). Este candidato no viola ninguna restricción, y por tanto es óptimo. Por el contrario, tanto los candidatos (a) y (b), que seleccionan il y / respectivamente, violan la restricción Ataque simple, y por lo tanto pierden. Tabla 7. Masculino singular: lo antes de /sC/ /Det/ + SigniNum. Ataque Género /scudo/ ficado simple *l a.il scudo b.l scudo *! c.lo scudo

No hiato

Ataque

Correspondencia

* *

Para el masculino singular que comienza con vocal, se selecciona / (candidato (c) en la tabla 8). Este candidato viola la restricción menos importante, Correspondencia, y por tanto es óptimo. Por el contrario, el candidato (a), que selecciona il, viola Ataque (la vocal «i' queda sin ataque) y el candidato (b), que elige lo, viola la restricción No Hiato, y por lo tanto pierde. Tabla 8. Masculino singular: / antes de vocal Det + Signi- Num. Ataque Género + /uomo/ ficado simple a. il uomo b.lo uomo »"c.luomo

No hiato Ata-que

Correspondencia

*!

*! *

352

Carolina González García

Por último, consideremos lo que sucede con un sustantivo masculino singular que comienza por consonante. La forma que se selecciona es il. En la tabla 9, tanto el candidato (a), que selecciona il, como el candidato (c), que selecciona lo, empatan; no violan ninguna restricción. No hay nada que seleccione il sobre lo. Esto es un problema, porque lo no ocurre en estos casos, pero el ranking lo permite, junto con il. Volveremos a este problema en la próxima sección. Nótese que el candidato (b) viola Ataque simple y por lo tanto pierde. Tabla 9. Masculino singular: il /Det/+ I Signi- Núm. /cane/ | ficado ! a. il cane b. 1 cane ®"c.lo cane |

3.3

Ataque simple

Género

No hiato

Ataque

Correspondencia

*!



*

Comparación con análisis previos

Se han propuesto varias explicaciones para la existencia de el como alomorfo del artículo determinado femenino singular en español. Para Plank (1984) y Zwicky (1985), el es siempre masculino. Posner (1985) considera que se produjo una coincidencia histórica entre los dos. Harris (1987) propone que todos los clíticos acusativos, pronombres nominativos y artículos definidos son diferentes manifestaciones de una única entidad morfosintáctica, con una única representación fonológica. Nuestra propuesta está más en la línea de Tranel (1996), quien propone un análisis en la Teoría de la Optimidad para la elisión y liaison en francés. En su propuesta, mantener un ataque silábico en los determinantes es más importante que la concordancia gramatical con el sustantivo. En el análisis de Tranel para el francés se integran la morfología y la fonología; en nuestro análisis se añade además la semántica. Para el italiano existen varias propuestas dentro de la Teoría de la Optimidad. Morelli (1999) se centra en el artículo masculino singular exclusivamente, sobre todo en las diferencias entre {lo, il}. Morelli propone un análisis estrictamente fonológico de esta alternancia, pero resalta que con este análisis no se explica la preferencia de il sobre lo. Morelli propone que il está menos marcado que lo, mediante el ranking *lo»*il. Morelli también propone utilizar el principio del contacto silábico (Syllable-Contact Law Principle), por el cual una coda no debe ser más baja en sonoridad que la de un onset que le siga; esto explica la silabificación de [t] en [tr] como ataque, y de [s] en [sk] como coda. Del Gobbo (2000) propone un análisis para todos los artículos en italiano. Una parte importante de su propuesta es la existencia de una vocal flotante loi en italiano y de una vocal epentética /e/. Por último, Saltarelli (2001, comunicación personal) propone que el determinante se descompone segmentalmente en determinante, género, número, etc. Por ejemplo, los se compone de determinante (/), género (o), y número (5). Las propuestas mencionadas son interesantes y ofrecen nuevas perspectivas sobre los determinantes, especialmente en el terreno fonológico. Como contraste, nuestra propuesta intenta recoger todos los factores que juegan un papel en la elección de los determinantes en italiano y español, ya sean fonológicos o de otro tipo, y se propone un análisis de todas

Interacción fonológico-morfológica de los artículos definidos en español e italiano

353

estas consideraciones mediante la misma teoría, para ver qué consideraciones tienen más importancia. Dentro del ranking de factores semánticos, morfológicos y fonológicos analizados, resalta el hecho de que los factores semánticos son de mayor peso, junto con la importancia morfológica de la concordancia de número. Después vienen consideraciones fonológicas en cuanto a preferencias de adyacencia de segmentos, y consideraciones de género morfológico.

4

Conclusiones

En este trabajo se han revisado primero los factores fonológicos, morfológicos, sintácticos y semánticos que influyen en la elección de los artículos determinados en italiano y en español. Fonológicamente, los artículos definidos tienen diferentes alomorfos dependiendo de si preceden a una vocal, a una consonante, o a un grupo consonàntico en italiano; en español, dependiendo de la acentuación de la vocal que sigue al determinante y de si le sigue un sustantivo o no. Se ha visto cómo los segmentos adyacentes idénticos se evitan en español por medio de la sustitución morfológica siempre que otros factores de más peso se respeten (consideraciones semánticas/acentuales). Esta situación es semejante al italiano. En español, además de la sustitución morfológica, existen otras posibilidades para evitar segmentos adyacentes idénticos; éstas son el alargamiento fonético y la elisión de una de las vocales. En italiano la elisión de las vocales es total y el acento no es una cuestión; en español tiende a ser parcial (alargamiento fonético), y el acento sí es una cuestión. La Teoría de la Optimidad explica las semejanzas y diferencias entre el italiano y el español en términos de restricciones universales sujetas a un ranking específico para cada lengua. Específicamente, para el español, No hiato»Género, pero para el italiano, Género»No hiato. Para las dos lenguas, Número y Significado están en lo más alto de la jerarquía y siempre se respetan. Para el italiano, Ataque simple está activo, mientras que esto no pasa en español. En español, Acento está activo, pero en italiano no. Si se comparan las restricciones y su jerarquía en las dos lenguas, se aprecia que los factores semánticos son inviolables, y morfológicamente el número también (posiblemente por su mayor conexión al significado). Esto apunta a la posibilidad de que los factores semánticos ocupen altas posiciones en el ranking de otras lenguas también (v. Benor 2002). Intuitivamente, tiene sentido que sea el significado lo que menos se comprometa de la representación a la salida. Quedan aún algunas cuestiones por resolver. Específicamente, cómo formalizar la restricción sintáctica de el femenino precediendo a sustantivos para el español (esto no sucede en italiano). Segundo, como integrar la alternancia morfológica de los plurales en italiano (una propuesta fonológica interesante se da en Del Gobbo 2000). En tercer lugar, establecer las razones por las que lo es más óptimo que il y sin embargo usado en menos contextos. Es posible que il sea una fosilización, una reliquia del sistema operante en otros tiempos. También es posible que el sistema esté en proceso de cambio, y que en el futuro el uso de lo se aplique a más y más contextos, y que acabe suplantando a il. Por último, es

354

Carolina González García

necesario probar empíricamente que en casos como la amiga, las vocales se fusionan, y no se reducen a una sola vocal, dando como resultado una vocal larga. Todas estas preguntas esperamos contestarlas en futuras investigaciones.

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Gregorio Hinojo Andrés «Cazadotes»: ¿Latino o románico?

El estudio de los compuestos nominales en la lengua latina no ha atraído la atención de muchos investigadores, debido, probablemente, a su escaso número, muy inferior al de otras lenguas indoeuropeas antiguas y modernas. Con todo, en los últimos tiempos se le han dedicado estudios y trabajos de innegable valía y calidad científica. Este hecho se debe, en nuestra opinión, al mayor interés que se ha suscitado por la formación de las palabras, tanto por composición como por derivación, en todas las lenguas y a la influencia de algunas escuelas lingüísticas que han dedicado valiosos trabajos a esta materia. Por otra parte, el orden de los elementos de un compuesto está relacionado con el orden de las palabras en la frase, y sobre este tema han surgido numerosos estudios que afectan también al latín y a las lenguas románicas; nos referimos especialmente a los estudios de Greenberg (1966: 73113) y de sus colaboradores y discípulos

1

Los compuestos en latín

La lengua latina, al contrario que el griego y otras lenguas indoeuropeas, no tiene facilidad para formar compuestos. De este fenómeno, que se observa también en las lenguas románicas, aunque con menor intensidad, eran conscientes los propios escritores latinos, poetas y prosistas, de la época clásica y los gramáticos y maestros de retórica que lamentan la patrii sermonis egestas y destacan la riqueza y las mayores posibilidades del griego para formar compuestos. Son muy numerosos los testimonios que podemos aducir y no nos resistimos a presentar alguno de ellos, tanto teóricos como prácticos.1 «Quos ανδρόγυνος uulgus, ut pleraque, faciliore ad duplicanda uerba Graeco sermone, appellai» (Lrv. 27, 11, 5); «Et illa per sonos acciderunt, quae demonstran scripto non possunt, uitia oris et linguae: Ιωτακισμούς et λαβδακισμού? et ίσχνότητας feliciores fingendis nominibus Graeci uocant, sicut κοιλοστομίαν» (QUINT. Inst. 1, 5, 32); «sed res tota magis Graecos decet, nobis minus succedit, nec id fieri natura puto, sed alienis fauemus; ideoque cum κυρταύχενα mirati simus, incuruiceruum uix a risu defendimus» (QUINT. Inst. 1, 5, 32); Cicerón califica de duros los compuestos perterricrepa y uersutiloquus; y Gelio ratifica las limitaciones del latín en este campo, a propósito de las dificultad de traducir al latín el πολυπραγμοσύνη homérico (Noct. Att. 11, 16, 1); ya en la versión de la Odisea de Livio Andronico observamos cómo los compuestos griegos se traducen por perífrasis o por derivados; recursos similares utilizarán Cicerón y Horacio en época clásica.

358

Gregorio Hinojo Andrés

Estas opiniones y actitudes de los escritores y gramáticos antiguos se ven confirmadas y corroboradas por las estadísticas, que demuestran palpablemente que el porcentaje de compuestos en la lengua latina es inferior al del griego y al de otras lenguas antiguas y modernas, como se deduce de los datos aportados por Mikkola (1967: 44). 2 Para explicar esta peculiaridad del latín, reconocida universalmente por antiguos y modernos y confirmada por las estadísticas, se han ofrecido múltiples explicaciones, ninguna completamente satisfactoria. Como todo fenómeno lingüístico, literario, artístico o cultural es fruto de diversos y complejos factores, algunos más importantes y decisivos que otros. Nos parece muy poco convincente la tesis, defendida por algunos, de la tardía aparición de la poesía, ya que la primera obra escrita conservada esta compuesta en verso y los carmina preliterarios son bastantes y muy antiguos. Mucho menos convincentes y casi ridículos nos parecen los argumentos que hablan del pragmatismo y de la psicología de los romanos, partidarios de la economía de recursos incluso en la expresión oral y escrita. Más influyentes nos parecen, como ya señaló Devoto (1944: 117), la apofonía y las síncopas vocálicas, numerosas y frecuentes en el latín arcaico, que alteraban notablemente la forma de las palabras compuestas. Estos cambios desdibujaban los términos y los privaban de la claridad y de la transparencia etimológica, por ello la lengua procuraba evitarlos; por otra parte, numerosos compuestos de la época arcaica, como consecuencia de las transformaciones y cambios citados, perdieron para la mayoría de los hablantes este carácter y eran considerados como términos simples; de esta forma el número de compuestos se redujo notablemente y pasaron a ser considerados como un fenómeno insólito y aislado. Sin negar el valor de los motivos y razones citadas, pensamos que para resolver esta cuestión hay que distinguir entre la lengua escrita y la lengua hablada, entre el latín literario y el latín coloquial. En la Roma antigua, por causas muy complejas, de índole muy diversa y difíciles de precisar, la diferencia entre la lengua hablada y la literaria era muy intensa, mucho mayor que la que se observa en las lenguas modernas. La lengua literaria, especialmente la de la prosa, era excesivamente purista y pretendía intencionadamente diferenciarse de la hablada y coloquial; este purismo se debe, en nuestra opinión, al influjo y prestigio de la oratoria, que estaba caracterizada por el sermo purus, la latinitas, y por el rechazo de términos inusitados o desconocidos. A nadie se le olvidan las palabras de César, recogidas por Aulo Gelio: «Tanquam scopulum ita fugias inauditum atque insolens uerbum» (1, 10, 4). La solemnidad y pureza del estilo y de la lengua de la oratoria impidieron que afloraran en ella los elementos de la lengua coloquial y popular, y por su influencia, en el resto de la prosa literaria. En la lengua cotidiana, en la lengua hablada, los compuestos eran mucho más frecuentes, así nos lo muestran los textos de carácter coloquial, desde las comedias de Plauto hasta la Cena de Trimalción. También en el Testamentum porcelli aparecen numerosos compuestos pese a la brevedad del texto. Prueba del carácter popular y coloquial de la mayoría de los compuestos es que el purista autor del Appendix Probi censura su formación, incluso la de

2

El porcentaje de palabras compuestas en latín es de 2,5%, en francés de 2,9%, en inglés 3,7%, en finlandés 5,5%, en griego clásico 6,1%, en sueco 6,5%, en alemán, 7,9%, en antiguo indio 22%. La cita de Mikkola está tomada de Oniga (1988: 20).

«Cazadotes»: ¿Latino o románico?

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los más generalizados. 3 La mayor presencia de compuestos en la lengua hablada se deduce también de las lenguas románicas, procedentes del latín hablado, que han aumentado la capacidad de formar compuestos, 4 aunque siguen acusando todavía limitaciones y trabas con respecto a otras lenguas de su entorno. Como en numerosos fenómenos lingüísticos, las lenguas neolatinas nos ayudan a conocer la naturaleza del latín hablado por la mayoría de los habitantes del Imperio. No debemos olvidar que los textos conservados no sólo no representan la lengua hablada, sino que son una muestra sesgada incluso del latín escrito, ya que se tuvo especial interés en transmitir y difundir casi exclusivamente los textos de mayor corrección gramatical y más acordes con la norma latina clásica; por ello la lengua hablada por la mayoría de los habitantes de la Roma antigua sigue siendo un enigma y un misterio.

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L o s c o m p u e s t o s inversos

Aunque las lenguas románicas han incrementado sensiblemente, con relación a la latina transmitida por los textos, el porcentaje de compuestos nominales - debido, en nuestra opinión, a su mayor empleo en el latín coloquial y a la mayor influencia del griego en la lengua de época tardía - , no es éste el rasgo diferenciador más significativo y destacable en esta materia, sino el desarrollo e incremento de un nuevo tipo de compuestos, prácticamente desconocido en el latín literario y en los textos conservados; nos referimos a los compuestos verbo/objeto (V/O), del tipo sacapuntas, chupatintas, sucatinters, tastaollets, casse-cul, gratte-papier, guastafeste, rompipietre, papa-missas, papa-moscas, fluierâ-vânt, încurca-lume, etc. 5 Este tipo de compuestos no sólo han adquirido una enorme difusión en las lenguas románicas, sino que se han convertido en el procedimiento y en el modelo más productivo y más característico de composición nominal, como afirman numerosos autores. 6 Coincidimos con ellos en que esta forma de composición es la más

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«Aquaeductus non aquiductus» (22), «terraemotus non terrimotium» (159). En la estadística de Mikkola, citada en la nota n° 2, se observa que el francés tiene un porcentaje superior al del latín. Este tipo de compuestos han sido designados con diversos nombres: «composition avec l'impératif» Darmesteter (1874: 146-208); «compositi imperativi» Prati (1931: 250-264); «sostantivi continenti un elemento verbale» Tollemache (1945: 170); «verbales Rektionskompositum» Steinhauser (1964: 1-22); «verb-complement» Lloyd (1966: 257-262). Ya C. Schulze, en un artículo de 1868 que no he podido localizar, acufló la expresión: «Imperativisch gebieldete Substantiva». Nosotros preferimos la designación V/O, ya que no se pronuncia sobre el modo verbal y coincide con la terminologías de Greenberg, cuyos postulados y teoría compartimos en su mayor parte. «One of the most richest and most caracteristic patterns of compounding in the Romance system of word formation is tobe found in verb-complement compounds, [...] this pattern is by large foreing to the Latin system and is truly a creation of Romance» (Lloyd 1966: 257). «Representan el sistema de composición más frecuente del español, común a las demás lenguas neolatinas y al griego, y prácticamente inexistente en latín» (Bustos 1986: 232).

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fecunda y representativa de las de las lenguas románicas, pero nos resistimos a mantener que sea una creación de éstas, como frecuentemente se ha afirmado, y pensamos que ya en latín era utilizada aunque no aparezca apenas en los textos conservados, en su mayoría literarios y retóricos, muestra sesgada y poco representativa de los textos escritos en la época y mucho menos de la lengua hablada y coloquial, como hemos indicado. Es verdad que los escasos compuestos que claramente pueden clasificarse como V/O son generalmente tardíos - algunos calcos de palabras griegas - o formaciones de carácter cómico o irónico, muy poco productivas y que parecen formadas al margen del sistema de la lengua por la fantasía de algunos escritores;7 pero la existencia innegable de unos pocos y la interpretación o el significado de otros, que probablemente no eran V/O en su origen, nos inclina a defender la latinidad de este tipo de formaciones y a postular que estuvieran mucho más difundidos en la lengua vulgar. Entre los compuestos que pertenecen a la categoría de V/O podemos citar: Conterebromis (Plaut. Cure. 446), petheredium (Cassiod. VII 200, 6), laudicenus (Plin. Ep. 2, 14), poseí- neganti-nummus (Ap. Met. 10, 21), VerticordicP (Val. Max. 8, 15, 12), uertipedium (Ps. Ap. 3, 51), uertipellio (Gl. II, 207, 7), uertipillo (Gl. II 475, 180), fiilcipedia (Petr. 75, 6), seminiuerbius (Vulg. Act. Αρ. 17, 18) e ìmbicorium (Gl. III, 582, 22). Aunque aparecen en autores de diversas épocas y de diferentes registros lingüísticos, debemos reconocer que son muy escasos, en su mayor parte de época imperial y tardíos y poco integrados en el sistema de la lengua. Hay, sin embargo, un grupo de compuestos muchos más productivos y fecundos, que sí nos muestran la posibilidad y existencia de los compuestos V/O en latín; nos referimos a los compuestos con primer elemento uersi- y flexi-, como uersipellis,9 uersicapillus, uersicolor, flexianimus. Vamos a examinar los compuestos más productivos, los formados por uersi-,10 y a continuación examinaremos algunos más irregulares y que prefiguran, en nuestra opinión, algunas formaciones románicas. La naturaleza de los compuestos con uersi- ha sido muy discutida; mientras que algunos autores, como Perret (1952: 162) y Oniga (1988: 22) - éste siguiendo a C. Besta y a F. Skutsch - , piensan que se trata de compuestos del tipo bahuvrihi con un primer miembro de 7

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Bader (1962: 13-14, 141-145) ofrece una lista con los compuestos V/O y explicaciones satisfactorias sobre su formación. El término Verticordia, aunque aparece por primera vez en Valerio Máximo, alude a la dedicación de una estatua a Venus en el siglo III antes de nuestra era; por ello deduce Pisani (1934: 123) con todo derecho: «qui abbiamo l 'affiorare nella lingua ufficiale di un termine popolare strettamente conesso col culto: in altre parole, il tipo di composto doveva essere già nel III secolo tanto diffuso nella lingua volgare, da aver potuto fornire l'epiteto di una dea». También en Ovidio (Fast. IV, 160) se describe la formación del compuesto y la dedicatoria a Venus. Al estudio de uersipellis ya le he dedicado un pequeño trabajo (Hinojo 1999: VII, 183-190), pero las limitaciones de espacio me impidieron desarrollar por completo el tema y sus argumentos; por otra parte, la citada publicación apenas se difunde fuera del mundo clásico, por ello me ha parecido oportuno exponer esta investigación ante este selecto auditorio de romanistas. El análisis y las conclusiones sobre los compuestos en uersi- son aplicables también a los compuestos con flexi-, como flexanimus. Pisani (1934: 124) muestra y demuestra con rigor filológico que: «flexanimus è, per tutti i casi, y>, es, por tanto, un compuesto verbo/objeto.

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participo de pasado con valor adjetival y un nombre - por tanto del tipo adjetivo/nombre, A/N, en terminología de Greenberg - , otros autores, como Meillet / Vendryes (1948: 429), Pisani (1934: 122), Cordier (1939: 217) y Bader (1962: 141), creen que se trata de formaciones con un tema verbal más un objeto y serían auténticos V/O. Nosotros nos inclinamos por la opinión de éstos últimos y pensamos que, aunque originariamente pudieran ser A/N, hipótesis discutible, en los textos aparecen claramente con el valor activo es, decir, con el de V/O, como ponen de manifiesto los pasajes en que se utilizan. Por otra parte, el aspecto formal, la terminación -si, de perfecto, en vez de -ti, puede deberse a la influencia de los temas sigmáticos del griego, o a evoluciones fonéticas analógicas. Además, en algunos ejemplos aparece con -ti, como en el caso ya citado de Verticordia, acuñado probablemente en el siglo III antes de nuestra era. Es, con todo, el significado activo de estos términos el que nos inclina a clasificarlos como V/O y a defender la existencia de esta forma de composición en el latín de la época arcaica. Vamos, para mostrarlo, a examinar algunos empleos de estas palabras. El término uersipellis lo utiliza Plauto en Amphitruo 123 para calificar a Júpiter, capaz de adquirir diversas formas y transformarse en distintos animales o personas, especialmente para mantener de incógnito sus relaciones amorosas: nam meus pater intus nunc est eccum Iuppiter; in Amphitruonis uertit sese imaginem omnesque eum esse censent serui qui uident: ita uersipellem se facit quando lubet. (Amph. 120-123) [Mi padre, el propio Jupiter, está ahora dentro de la casa; se ha transformado en Anfitrión, y todos los esclavos que lo ven creen que es él. ¡Con qué facilidad puede cambiar de piel cuando le apetece!.]

En el texto no se nos dice que Júpiter sea «de piel cambiada», sino que puede cambiarse y transformarse cuando quiere; por tanto, uersi- no tiene un valor adjetival, de antiguo participio, sino que se trata de un primer elemento verbal con valor activo seguido de un objeto, y el compuesto hay que clasificarlo como V/O, es decir, como los románicos citados arriba, del tipo «chupatintas», «portafolios». La misma conclusión se deduce, en nuestra opinión, del otro empleo plautino: nullus frugi esse potest homo, nisi qui et bene et male facere tenet, improbis cum improbus sit, harpaget furibus, fiiretur quod queat, uorsipellem frugi conuenit esse hominem, pectus quoi sapit: bonus sit bonis, malus sit malis; (Bacch. 655-658) [Nadie puede ser hombre de valía, si no sabe hacer el bien y el mal; ser malvado con los malvados, ladrón con los ladrones, y robar todo lo que pueda. Ha de saber metamorfosearse, si es listo, un hombre de talento: ser honrado con los honrados, malvado con los malos.]

Plauto define al uorsipellis como el que sabe cambiar y adaptarse a las diversas circunstancias y compañeros. En ambos pasajes el compuesto tiene un carácter irónico y cómico, pero no podemos dudar de su significado activo: «que cambia o puede cambiar de

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piel». El mismo significado y valor tiene el compuesto en Lucilio, ya que designa la capacidad de intercambiarse, no a una persona transformada. 11 Un valor mucho más concreto y técnico tiene en dos autores de época imperial, en Plinio y en Petronio, en los que se utiliza para designar al «hombre-lobo»: Homines in lupos uerti, rursusque restituì sibi, falsum esse, confídenter existimare debemus aut credere omnia quae fabulosa tot saeculis compermusi. Vnde tarnen ista uulgo infixa sit fama in tantum, ut in maledictis uersipellis habeat, indicabitur. (Nat. hist. Vili, 22) [Que los hombres se convierten en lobos y que de nuevo recuperan su forma debemos, sinceramente, considerarlo como falso o creer todas las fábulas inventadas a lo largo de los siglos. Se mostrará sin embargo cómo ha calado esta superstición en el vulgo de tal manera que entre los insultos se halla el término «hombre-lobo».]

El sentido activo es indudable, la difusión de la palabra también, pero parece proceder de grupos incultos o del lenguaje vulgar; como en numerosos compuestos románicos de esta estructura predomina el carácter despectivo e insultante; el mismo que se observaba en el uersipellis plautino. El texto de Petronio está dentro del relato del «Hombre-lobo», narrado por Nicerote en medio de la Cena a instancias de Trimalción Vt uero domum ueni, iacebat miles meus in lecto tanquam bouis, et colum illius medicus curabat. Intellexi eum uersipellem esse. (Petron. 62, 15) [Más cuando llegué a casa, estaba largo el soldado en el lecho como un buey, y un médico curaba su cuello. Comprendí entonces que podía cambiar de piel.]

Claramente se observa que el término tiene un valor activo, como en todos los pasajes analizados, ya que el amigo del narrador primero es hombre, se convierte en lobo en su presencia, y vuelve a encontrarlo como hombre. En este caso tiene un valor más técnico, que también poseen muchos compuestos románicos. Un carácter irónico se detecta en un uersicapillus plautino: Soph. Temperi hanc uigilare oportet formulam atque aetatulam, ne, ubi uorsicapillus fias, foede semper seruias. tuquidem haud etiam es octoginta pondo. (Pers. 229-231) [Conviene mantener viva este aspecto y esta frescura de la edad mientras es posible, pues cuando cambie el color de tus cabellos servirás de forma horrible. Aunque tú todavía no llegas a las ochenta libras.]

El término uersicolor,12 significa «de diversos o variados colores», valor más próximo al activo, «que cambia de color», que al pasivo: «de colores cambiados». Todos estos empleos nos inclinan a defender y propugnar - al margen de su origen morfológico, que podría derivar de antiguos participios - que desde los inicios de la tradición literaria estos compuestos eran considerados como formados por un elemento verbal seguido de un objeto, ya que siempre tienen un valor activo, y, por tanto, este tipo de

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«Quicum uersipellis fio et quicum commuto omnia» (Lucil. XXVI, frag. 670). CIC. de fin. 3, 18; V e r g . X, 181, Plin. Nat. His. 19, 22; Orot. frag. 48, 25.

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compuestos en la terminología de Greenberg deber ser clasificados como V/O, sin que puede afirmarse que sean creación de las lenguas románicas. Nos parecen, por tanto, plenamente fundadas y adecuadas a la realidad lingüística de la época las afirmaciones de Pisani (1934: 123): «il tipo di composto doveva essere già nel III secolo tanto diffuso nella lingua volgare, da aver potuto fornire l'epiteto di una dea». Pero no sólo Pisani, sino un maestro de gramática mucho más antiguo y con plena conciencia y competencia lingüística en la lengua latina, M. Terencio Varrón, también parece admitir la existencia de estos compuestos y su plena aceptación en la lengua de sus antepasados, cuando pretende explicar la etimología de motacilla «caudatrémula», «nevatilla», porque siempre mueve la cola: Sic galenus et motacilla,... altera quod semper mouet caudam.i} Al margen de lo acertado o no de la etimología varroniana - probablemente de carácter popular, como indican Ernout / Meillet (1967: s. v.) - , nos parece claro que Varrón cree posible este tipo de compuestos, en los que hay un elemento verbal seguido de un objeto; puede equivocarse el maestro en la etimología, pero no creemos probable que cometa el error de aceptar un barbarismo morfológico o que no entienda los mecanismos de la composición nominal.

3 Compuestos anómalos de carácter cómico Además de los compuestos con uersi-, para nosotros claramente V/O en la terminología de Greenberg, que ofrecen una cierta regularidad, pese a su escaso número, hay otro grupo de términos mucho más irregulares, al margen del sistema y, probablemente, invenciones de los escritores, como Conterebromius (PLAUT. Cure. 446), fulcipedia (PETR. 15, 6), laudicenus (PLIN. Ep. 2, 14), posci- negantinummus (AP. Met. 10, 21) petheredium (CASSIOD. V I I 2 0 0 , 6).

Todos estos compuestos tienen en común el hecho de ser empleados en contextos cómicos y humorísticos con una finalidad irónica, satírica e, incluso, sarcàstica. Así el ejemplo de Plauto,14 del Curculio, nos presenta una lista de países en parte reales y en parte inventados por el autor, conquistados por el protagonista, y entre ellos el de Conterebromiam, «el pueblo de los que pisan mucho Baco» «de los que beben mucho vino». Contexto similar e intención irónica se observa en el ejemplo petroniano (PETR. 75, 6), de fulcipedia (fulcio- pedem), calificativo utilizado por Trimalción para desacreditar y criticar a su pretenciosa mujer, Fortunata, que debemos traducir por «que pisa fuerte»;15 13

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VARR. L. L.5V, 76. Un estudio detallado del pasaje y de sus consecuencias lingüísticas puede verse en Steinhauser (1964: 1-22). Debemos advertir que también el castellano, como otras lenguas románicas, mantiene en la designación del animal la descripción de su continuo movimiento de la cola. PLAUT. Cure.446.

Nos parece muy acertada también la traducción «tú que andas por ahí tan estirada» (Codofler 1996: 168).

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pensamos que esta es la interpretación más adecuada de este semel dictum, ya que Fortunata acaba de prohibirle las atenciones con su amante, «pisar fuerte» es un síntoma de persona autoritaria. También Plinio se sirve el compuesto laudicenus para censurar y ridiculizar a los parásitos que se dedican a elogiar las cenas por unos denarios. 16 Las dos creaciones tan singulares de Apuleyo: poscinummia y negantinummia, similares a las plautinas, se hallan en la grotesca escena que describe las relaciones sexuales del asno con la rica matrona enamorada del burro. El contexto no puede ser más burlesco y socarrón. 17 Se trata de dos términos transparentes y de dos invenciones, posiblemente, del autor; como los vistos anteriormente, ambos son, sin ninguna duda, creaciones verbo/objeto o compuestos inversos, contrarios al orden normal de las formaciones latinas. Vamos a dedicar mayor atención al término peteredium, que podemos considerar un antecedente de nuestro «cazadotes». Este vocablo no lo hallamos en ningún texto latino que nos permita conocer su significado y su valor, sólo aparece en las listas de los gramáticos, entre aquellas palabras corruptas o que han sufrido alteraciones y cambios incorrectos. De ella hablan Eustacio, Casiodoro, Beda y Alcuino, todos afirman que Peteredium a petendo haereditate dicitur. Ninguno censura la forma de composición ni el orden de los formantes, sólo critican que ha perdido la «h» y que se escribe, por tanto, de una manera incorrecta. El carácter humorístico y paródico puede deducirse de la frecuencia con la que la sátira ridiculiza a los que buscan herencias y testamentos, a los cazadotes. Esta creación, claramente verbo-objeto, contrasta con una similar petroniana, también en contexto satírico e irónico. Nos referimos al siguiente pasaje: postero die amplioris fortunae domum quarentes incidimus in turbas hederipetarum sciscantium quod genus hominum, aut unde ueniremus (PETRON. 124, 2) [Al día siguiente, buscando una casa de mayor confort, caímos en una panda de cazadores de testamentos que querían saber qué clase de hombres éramos o de dónde procedíamos.]

Nos parece muy significativo que en el Satiricon se utilice, puesto en boca del culto narrador, un término compuesto según la estructura habitual en la lengua latina, es decir objeto/verbo, mientras que en los autores más tardíos se utiliza el compuesto inverso peteredium, que además no llama la atención ni es censurado por los gramáticos; puede inferirse por ello que en esta época los compuestos verbo/objeto ya parecen normales y no merecen censura. La observación anterior non indica que el estatuto de los compuestos ha cambiado a lo largo de la historia de la lengua latina y que en el latín tardío se aceptan con facilidad y sin inconveniente los compuestos inversos. Pero el análisis de los ejemplos citados nos aporta

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«Inde iam non inurbane uocantur , isdem Latinum nomen impositum est ; et tarnen crescit in dies foeditas utraque lingua notata. Here duo nomenclátores mei (habent sane aetatem eorum qui nuper togas sumpserint) ternis denariis ad laudandum trahebantur. Tanti constat ut sis disertissimus» (PLIN. Ep. 2, 14). «Tune exosculata pressule, non qualia in lupanari soient basiola iactari uel meretricum poscinummia uel aduentorum negantinummia, sed pura atque sincera instruit et blandísimos adfatus: et et et et cetera, quis mulieres et alios inducunt et suas testantur adfectationes» (APUL. Met. 10, 21).

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una conclusión mucho más importante y significativa, la diferencia de registro lingüístico que supone el empleo de uno u otro modelo de compuesto. El narrador no quiere emplear una formación popular, no acorde con la norma clásica. Ya hemos señalado más arriba, como Plinio también se distancia del compuesto uersipellis; los verbo/objeto nos son compatibles con los hablantes cultos y distinguidos. Hemos visto que en el propio Satiricon aparece igualmente un verbo/objeto, fulcipedia, pero puesto en boca de Trimalción, nuevo rico inculto y sin formación gramatical, mientras que el narrador es una persona instruida y no quiere utilizar un compuesto inverso petheredium, sino que prefiere hederipeta, mucho más acorde con la norma clásica y culta. Se ha señalado con acierto por numerosos investigadores que Petronio quiere caracterizar y distinguir a sus personajes por sus peculiaridades lingüísticas y por su forma de hablar; en este caso lo ha logrado magistralmente, distinguiendo de forma precisa a dos personajes destacados. Creo que uno de los logros insuperables del Satiricon es el saber caracterizar, como se señaló acertadamente (Abbott 1907: 43-50; Marbach 1931: 5sgs.), a individuos y a colectivos por el modo de expresarse, por sus usos lingüísticos, por el empleo de determinadas palabras o modismos gramaticales, por su léxico. El autor domina todos los registros de la lengua latina, tanto los cultos como los populares y coloquiales, y sabe adaptar perfectamente la lengua al nivel social, cultural y étnico del interlocutor, cambiando de registro cuando cambia el personaje. Podemos afirmar, con las debidas limitaciones, que el orden de los compuestos en latín varía diacrònica y diastráticamente.

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El orden de palabras

A nadie se le escapa que el orden de los compuestos nominales y el orden de los elementos de la frase pueden y deben estar relacionados. No nos parece oportuno ni útil discutir sobre cuál es anterior ni tampoco señalar si pertenecen a la estructura profunda o superficial de la lengua. Sí queremos realizar algunas precisiones y matizaciones sobre el orden de palabras en latín y mostrar algunas coincidencias significativas entre el orden de la frase y el de los compuestos. El estudio del orden de palabras en todas las lenguas, pero especialmente en la latina, ha cambiado su enfoque y su forma de análisis por las aportaciones de la teoría tipológica de los universales lingüísticos de los años sesenta, que ha proporcionado una perspectiva y una metodología nuevas a estas investigaciones y ha generado una serie de estudios y monografías sobre el latín y las lenguas románicas. No vamos a exponer los postulados y principios de esta teoría, sobradamente conocidos, remitimos a los interesados a la bibliografía especializada,18 y nos limitamos a exponer las conclusiones más interesantes para nuestro trabajo. La posición del verbo es fundamental, especialmente el orden con respecto al sujeto y al objeto, orden que sirve como modelo de los restantes elementos determinados en relación con sus determinantes. En las lenguas en 18

Greenberg (1966); Vennemann (1974); Lehmann (1974); Friederich (1975); Adams (1976a); Steele (1978) Tovar (1978-1979).

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las que el objeto precede al verbo (OV), todos los elementos determinantes deben preceder al determinado; en las lenguas en las que el verbo precede al objeto (VO), sucede lo contrario que en las anteriores y todo elemento determinado precede a su determinante. Los autores también defienden que el latín era una lengua objeto/verbo (O/V) y las lenguas románicas son verbo/objeto (V/O). Estas conclusiones, que coinciden con la doctrina comúnmente aceptada, me parecen válidas y admisibles, si se aplican sólo a los textos literarios o de la época clásica, ya que en textos tardíos de carácter coloquial e incluso en algunos arcaicos no se ajustan a la realidad, como demuestran numerosos trabajos y reconocen investigadores de distintas escuelas (como Adams 1976b: 136; 1977: 68; Herman 1970: 90; Hofinann / Szantyr 1965: 614; Richter 1903: 84). Conclusiones similares y estadísticas semejantes se dan en un trabajo nuestro sobre la Peregrinatio Egeriae (Hinojo 1986). Los datos de estos investigadores nos muestran que el orden VO no es una creación de las lenguas románicas, como frecuentemente se ha escrito y afirman Muller (1945: 276) y, con matizaciones, Politzer (1958: 178), sino que está plenamente documentado en textos latinos. Es verdad que hay numerosos textos tardíos de carácter literario que siguen fielmente el orden de palabras de la época clásica, pero este fenómeno debe explicarse por la fuerza de la tradición gramatical y retórica y por la existencia de la imitatio en numerosos autores tardíos y medievales. Ello también nos demuestra que el orden de palabras no es tanto un fenómeno diacrònico, de una determinada época de la latinidad, sino de registro lingüístico y literario; incluso hay investigadores que mantienen que el llamado orden románico fue el del latín coloquial y hablado por la mayoría de los romanos; esta sugestiva hipótesis parece confirmarse por la existencia en textos arcaicos, como ya mostró Richter (1903: 84), de numerosas frases con un orden VO, pero desgraciadamente no puede demostrarse; sólo si algún día por métodos de ciencia-ficción lograremos captar o recuperar fragmentos de la lengua hablada por latinoparlantes podríamos refutar o aceptar esta teoría. Vemos, por tanto, que el orden de los compuestos nominales tiene estrecha relación con el de los elementos de la frase latina, sin que ello suponga necesariamente que sean la realización superficial de una estructura profunda, y que han seguido una evolución similar, ya que en época tardía y en registros coloquiales y no literarios puede aparecer, tanto en la frase como en los compuestos nominales, el orden V/O, que no es, en absoluto, una creación románica. El escaso número de textos paraliterarios y coloquiales, la diferencia tan marcada entre la lengua escrita y la hablada y el interés de la mayoría de los autores por evitar la presencia en sus obras de elementos vulgares y populares nos impiden conocer con precisión la vigencia y difusión de este orden, llamado románico, en la lengua del Lacio.

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Corolarios

Con la debida prudencia, se puede afirmar que los compuestos inversos, los verbo/objeto, tenían tradición y arraigo en la lengua latina, ya que algunos son muy antiguos, como Verticordia. Los compuestos con uersi-, aunque originariamente estuvieran formados por un participio pasivo y un sustantivo, y que deberían por ello clasificarse entre los

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compuesto adjetivo/nombre (A/N) y no entre los V/O - hipótesis que no está totalmente demostrada, ya que el cambio consonàntico podría explicarse por analogía - , pronto adquirieron un valor activo, como demuestran inequívocamente todos los ejemplos, y para la conciencia de los hablantes eran un compuesto verbo/objeto; uersipellis no significa en los textos «de piel cambiada», sino «que cambia de piel». La etimología varroniana de motacilla muestra claramente que para el ilustre gramático era plausible la hipótesis de interpretar los compuestos según el orden verbo/objeto, ya que éste no le parecía anómalo. Esta misma conciencia tenían los creadores de términos nuevos, aunque fueran cómicos, que no tenían inconveniente en formar compuestos inversos. Entre estos creadores, estaban Plauto, Plinio, Petronio, Apuleyo, conocedores de los mecanismos morfológicos de la lengua latina. Queremos llamar la atención sobre el estatuto y las características de los compuestos anómalos analizados; todos ellos pertenecen a la esfera cómica, son irónicos, despectivos o humorísticos y pretenden ridiculizar a los que califican; pensamos que estos rasgos han pervivido en muchos de los compuestos de las lenguas románicas y que a partir de ellos se ha generalizado esta forma de composición. Basta con observar el castellano y nos encontramos con un gran números de compuestos verbo/objeto de carácter cómico o satírico: aguafiestas, chupatintas, cascaciruelas, cascarrabias, cazadotes, chupacirios, destripaterrones, espulgaperros, hazmerreír, matamoros, papanatas, pelagatos, perdonavidas, pinchaúvas, pisaverdes, rajamantas, sabelotodo, rompetechos, tiralevitas, tragaldabas, trotaconventos, vendehúmos, zampatortas19 y algunos otros que el decoro académico nos impide citar. Compuestos similares se hallan en las lenguas románicas, unos de carácter irónico y otros del léxico técnico.20 Es significativo que muchos de ellos son similares en la composición y de un mismo valor en varias lenguas. Nos parece probable que tanto en el orden de las palabras en la frase como en el de los compuestos nominales, la lengua hablada y cotidiana estuviera mucho más próxima al llamado orden románico, pero la fuerte presión de la escuela y la enorme influencia que la purista lengua de la oratoria ejerció sobre toda la prosa latina impidieron que afloraran las ricas y expresivas creaciones de la lengua coloquial, que han pervivido, como otros muchos rasgos del latín vulgar, en las lenguas románicas. Es muy posible que incluso la lengua hablada por las elites cultas de la capital evitara intencionadamente los elementos

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En la lista de compuestos verbo/objeto citados por Bustos (1986: 419-450) hay un porcentaje elevado de compuestos cómicos o despectivos; otro porcentaje importante lo constituyen términos técnicos o científicos, como el latino uersipellis para designar al «hombrelobo». Ofrecemos como muestra algunos de diversas lenguas: Catalán: arreglaprocessous, cagadubtes, escaurapobres, estripaterrones, furtamantes, pixaví, setciències, sucatinters, tastaollets, torracollons, trencaterrasas. Francés: Bouche-trou, Casse-bonbon, casse-cul, gratte-papier, grippe-sou, lèche-bottes, pique-assiette, pisse-vinaigre, rase-bitume, traîne-savates. Italiano: cacadubbi, cacasenno, cascamorto, commettimale, guastafeste, lustrascarpe, mangiacarte, mangiapreti, sputapepe, sputasentenze, tagliacantoni. Portugués: Caga-na-saquinha, cocabichinhos, escorropicha-galhetas, lambe-botas, mata-mouros, mata-sete, papa-açorda, papamissas, papa-moscas, pica-milho, vira-casaca. Rumano: fluierä-vänt, încurcâ-lume, linge-blide, papä-lapte, pierde-varâ, pup-în-curist, satrambä-lemne, sperie-ciori, târâie-brâu, zgârie-brânzâ. Agradezco a mis colegas de Salamanca, Dras. Llamas, Patea y Drs. Piquer, González y Serra su colaboración generosa para confeccionar estas listas.

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lingüísticos populares o rústicos y, por ello, tuvieron más dificultad para penetrar en las obras escritas; la urbanitas pretendía diferenciarse y manifestarse incluso en el dominio lingüístico. Todos estos factores nos han privado de conocer la frescura y fecundidad de la legua hablada por los romanos, que sigue y seguirá siendo inalcanzable, enigmática y casi un fantasma, como algunos han afirmado; por eso mismo su estudio y su conocimiento son más fascinantes y atractivos.

Bibliografía

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Jean René Klein Troncation et structures morphosémantiques «aléatoires»*

1. Dérivation, composition et interfixation (forme de composition qui associe des formants savants non autonomes), constituent les trois piliers de la créativité lexicale de type morphosémantique (Arrivé et al. 1986; Sablayrolles 2000; Tournier 1985). Les considérations qui suivent ont pour but d'analyser certains effets de la troncation, un phénomène qui est à l'origine de nombreuses formations nouvelles. On peut sans doute y voir la manifestation d'un phénomène d'économie, une «impulsion synthétique» (Picone 1991) qui affecte la langue contemporaine. Rey-Debove (1987) avait déjà attiré l'attention sur ce qu'elle considérait comme une perturbation du système lexical français, due largement, selon elle, à l'influence de l'anglais, dont la morphologie serait beaucoup plus libre (toutes sortes de combinaisons prononçables étant admises). Ce modèle entraînerait une dérégulation et une opacification du lexique français par un développement de morphèmes «fantaisistes». Il ne sera plus question ici de l'influence anglaise, aspect intéressant sans doute, mais d'ordre plus génétique que synchronique. Nous voudrions surtout examiner dans quelle mesure le système morpholexical du français moderne s'est réellement complexifié, en prenant des exemples dans la langue des technologies contemporaines dont les innovations, loin de se cantonner dans un cercle étroit de spécialistes, se répandent de plus en plus vite dans l'usage général. Il s'agira également de voir comment les lexicographes parviennent à rendre compte de nouvelles structures, nettement plus «labiles». 2. Une catégorie importante de nouveaux composants morphologiques s'est développée dans le lexique savant. Tournier (1985) les a appelés fracto-morphèmes, soit des morphèmes qui perdent leur valeur originelle pour adopter, dans un nouveau composé, le sens global d'un mot déjà construit à l'aide de ce morphème. Télé constitue sans doute l'un des cas exemplaires du phénomène en français actuel. Cinq mots-souches, construits sur le formant savant télé- (téléphone, télévision, téléphérique, télécommunication, téléinformatique) sont à l'origine de cinq fractomorphèmes télé- qui se retrouveront dans de multiples compositions: 1

1

Nous tenons à remercier notre collègue et ami, Jean-Marie Pierret, qui a bien voulu nous faire bénéficier d'une lecture attentive de ce texte. Notre analyse diffère légèrement de celle du TLF. A côté du formant télé- , ce dictionnaire distingue 5 éléments de composition dotés des valeurs suivantes: 1) télégraphie ou téléphonie; 2) télévision; 3) télécommunication ou télématique; 4) téléphérage ou téléphérique; 5) téléphotographique, enfin, qui serait, selon le TLF, représenté dans téléobjectif (d'après Cottez 1980). Toutefois, ces deux termes apparaissant en 1903, l'on pourrait fort bien considérer que téléconserve dans téléobjectif sa valeur initiale de formant.

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Jean René Klein télé1 : télécarte, téléboutique (en Belgique; ou télé cf. télé4); télé2 : télégénique (sur le modèle de photogénique), téléspectateur, téléreportage, etc.; télé3 : télécabine, télésiège, téléski, télébenne; télé4 : télécopie, téléboutique (ou à partir de télé,1 en Belgique); télé5 : téléchargement, télésecrétariat, télétraduction, télétravail, télémétier, télécadre, téléingénieur.

Cette identification fondée sur l'analyse sémantique des composés est donc liée à leur définition. Ainsi, télétravail pourrait être interprété simplement comme , soit à partir du formant originel. Toutefois, cette analyse masquerait le fait que cette pratique nouvelle est directement liée au développement des moyens informatiques, comme le montrent bien la plupart des définitions des lexicographes. La cohérence impose que le parallélisme entre l'analyse morphologique et l'analyse sémantique soit rigoureusement respecté. Ce n'est cependant pas toujours le cas. Ainsi, dans le Petit Robert, les deux articles successifs, télétransmission , ont une notice étymologique renvoyant pour les deux mots au même formant télé- . En réalité, cela s'explique par le fait que ce dictionnaire ne distingue dans sa nomenclature que deux fractomorphèmes, télé- signifiant et télé- équivalant à , qui ne rendent donc pas compte de toutes les compositions attestées.2 Certains composés autorisent une double interprétation sémantique de nature à engendrer de nouveaux homonymes. Télécommande, de nos jours, sera plus souvent interprété dans l'usage commun, comme une commande de télévision, que comme un dispositif de commande à distance. Otman (1998: 378) observe même que certains composés nouveaux sont susceptibles d'une sorte de syncrétisme interprétatif. Ainsi, dans télédiagnostic - internet étant un mot-valise formé à partir de interconnection) of networks) apparaît dans le composé célèbre qu'est devenu internaute. Hyper- sans doute tiré de hypertexte, perd sa valeur originelle de préfixe (opposé à hypo-) pour renvoyer au monde du virtuel, de ce qui permet des parcours non linéaires; d'où de nouveaux composés hyperlien, hyperlivre, hyper document, hyperespace (GDT) ou même hypermonde (Otman 1998: 106). Dans ces emplois, hyper se rapproche très fort de cyber-, tiré, sans doute, du mot américain cyberspace (attesté pour la première fois en 1984, chez William Gibson, auteur de science-fiction, d'après le GDT), lui-même issu de cybernetics.4 En témoignent des synonymes, également très vivants, tels cybernaute, cyberespace, cybermonde. Remarquons que cyber- est le seul de ces trois fracto-morphèmes à maintenir une relative monosémie en relation avec le monde informatique et virtuel. Si cybermarché (domaine du commerce électronique) est disponible et dépourvu d'ambiguïté, hypermarché est déjà attesté dans le domaine du commerce avec la valeur intensive du préfixe . C'est sans doute ce qui a permis le succès de cybercafé , alors que nous n'avons trouvé qu'une attestation de hypercafé (Nallatamby et al. 1998: 44) au sens plus spécifique, ! Enfin, cyber- se différencie de hyper- et inter- par des emplois autonomes à valeur adjectivale (monde cyber, commerce cyber, etc.) 3. Il existe aussi une sous-catégorie de fracto-morphèmes, issus de la segmentation du signifiant de mots préalablement amalgamés (les «mots-valises»). La perte du repère morphémique par les coupes sauvages (Rey-Debove 1987) engendre un nouveau phénomène où l'on voit la segmentation des éléments constituants présents dans les mots fusionnés varier d'un cas à l'autre. Le lexique de l'informatique fournit sans doute les exemples les plus frappants à cet égard. 3.1. Le mot informatique est tout à fait exemplaire. Non seulement il est à l'origine d'un étonnant provignement lexical, mais sa structure interne même donne lieu à des analyses divergentes: - infor(mation) + (auto) matique (GDEL; Mortureux 1997; Otman 1998: 399). Cette analyse semble celle de Ph. Dreyfus, à qui les dictionnaires attribuent la création de ce terme, en 1962. - information) + (électron) ique (Otman 1998: 169) qui contredit son analyse de la p.399!) - informat(ion) + suff -ique (sur le modèle de électronique, mathématique) (TLF, Petit Robert) 3.2. Le succès du mot informatique (et du réfèrent qu'il représente) va l'amener à subir diverses réanalyses (certains parleraient plutôt de «dépiautage») en composants qui ne constituent pas de vrais morphèmes. Ces fracto-morphèmes irréguliers, nés d'un découpage plus syllabique que morphologique, proviennent aussi bien de l'initiale du mot que de sa finale, ce qui pourrait se représenter schématiquement par 4

II semble moins vraisemblable que cyber- ait été tiré directement en français du mot cybernétique.

374

Jean René Klein (info)r(mat(ique)

Autrement dit, le signifié se trouve véhiculé, selon les cas, par des segments variables du signifiant, à savoir - le constituant initial: - les suffixoïdes:

info-matique -tique -ique

Comme le remarque à juste titre Mortureux (1997: 57), «ces manipulations [...] ne permettent plus de brancher directement le sens prédictible sur la forme observée du mot construit». 3.2.1. INFO-: sans relation directe avec l'info, les infos, troncation autonomisée de information, qu'on retrouve dans certains composés tels infotourisme, ou peut-être infométrie (GDT), il sert de composant dans infographie < ¿«/ô(rmatique) + graphie infogérance < /«/ô(rmatique) + gérance () Pour le cas d'inforoute, mot-valise formé de z'w/ô(rmation) + (auto)rowte (= autoroutes de l'information) Otman (1998: 26) pense que ce mot doit être pris dans l'acception strictement informatique de . 3.2.2. -MATIQUE: ce segment apparaît dans divers termes ressortissant à l'univers informatique télématique < ^/¿(communication) + (informatique5 (TLF, Otman 1998: 400) vidéomatique < vidéo + (infor) matique (GDT; TLF: inel(lo) > nel (lo) (Tekavöic 1972: 135) e quindi la vocale [e] è un residuo dell'articolo, riconoscibile solo attraverso la ricostruzione diacronica. La spiegazione è confortata da un manipolo di esempi, tratti da testi centro-meridionali del XIII e del XIV secolo e interpretabili come esiti della sequenza IN+ILLU. 2. La formulazione più recente e accurata dell'etimologia vulgata di nelflo) è quella del Formentin (1996), il quale sottopone ad un vaglio severo le testimonianze della sopravvivenza della forma piena dell'articolo ILLU, presupposto necessario per la preposizione articolata IN+ILLU, da cui nelflo). Prima di tutto vengono eliminate le forme dialettali moderne, come il toscano meridionale ili'acqua, che sono dovute alla prostesi secondaria di i- in posizione postvocalica o iniziale assoluta, secondo quanto dimostrato da Agostiniani (1980). Vengono scartate o messe in dubbio anche le testimonianze registrate nella Crestomazia del Monaci (21955: 630-632) e accettati come sicuri gli esempi salentini del Libro di Sidrac e gli esempi lucani del ms. Riccardiano 2624 (Braccini 1964). Accertata la sopravvivenza della forma piena dell'articolo, la sua conservazione in combinazione con una preposizione sarebbe stata favorita dal contesto postconsonantico IN ILLU: a conforto il Formentin cita una serie di attestazioni centro-meridionali del XIII e del

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XIV secolo, in cui le forme articolate con geminata del tipo nello si oppongono a forme prive di geminazione del tipo de lo, da lo in contesti postvocalici. Viene allora da chiedersi come mai la forma piena e tonica dell'articolo si sia conservata solo dopo IN, visto che anche le preposizioni CUM e PER offrivano un contesto postconsonantico del tipo CUM ILLU e PER ILLU, a cui non fanno riscontro attestazioni come *con elio e *per elio. In conclusione l'anomalia sincronica da cui siamo partiti non viene risolta dalla diacronia, ma soltanto rimandata alla fase protoromanza e qui giustificata con un'altra regola ad hoc. Sembra, anzi, che nessuno, fra gli studiosi di linguistica storica, che si sono occupati dell'argomento,abbia avvertito la necessità di fornire un quadro coerente della formazione delle preposizioni articolate in ambito italo-romanzo. 3. L'aspetto più singolare della preposizione locativa, già nei volgari italiani dei secoli XIII e XIV, è costituito però dal suo polimorfismo, che va ben oltre le variazioni allomorfiche prevedibili. Ne possiamo tracciare un quadro sintetico sulla base dei dati offerti dal Monaci (21955: 633-634). Neil' area settentrionale domina nettamente il tipo analitico in lo/ en lo colle forme ridotte dell'articolo; nell'area centro-meridionale è diffuso il tipo ne lo/ nello, destinato ad imporsi nell'italiano, ma con limitazioni all'interno della stessa Toscana: a occidente, in territorio pisano-lucchese, è attestato il tipo in del(lo) (che il Monaci mostra di considerare risultante dalla combinazione in+de); a oriente, in territorio aretino con propaggini umbre, è normale il tipo sintetico el(lo) con assimilazione consonantica. Oltre a queste forme, sono sporadicamente attestati, nell'Italia settentrionale, i continuatori di INTUS e di INTRO, che ricorrono costantemente nelle varianti articolate. La situazione moderna, rispetto a quella medievale, mostra differenze di ordine quantitativo sia per l'incremento delle varianti alternative di IN che per la loro estensione areale nei confronti delle forme italiane standard e non c'è dubbio che questo incremento sia dovuto, almeno in parte, ad una documentazione capillare e pianificata e non desultoria e casuale delle varietà dialettali locali. Prendendo a campione due carte dell'A/S (Vol. V, C. 857 in un canto... e C. 858 ...nel muro), si osserva come l'Italia settentrionale si suddivida in un'area centrale lombardoemiliana, dove domina il tipo ind el, ind un, e due aree laterali, dove domina il tipo int el, ini un; il tipo ind el si continua nella fascia occidentale della Toscana, nel Lazio e nell'Italia meridionale, dove si alterna al tipo int el fino in Sicilia. In breve, si può dire che le forme articolate della preposizione in nei dialetti italiani sono per la maggior parte assegnabili ai due tipi ind el e int el, mentre il tipo italiano standard nel è maggioritario solo in Toscana. 4. Dato per certo che il tipo int el deriva da INTUS, concentreremo la nostra attenzione sul tipo ind el, la cui origine offre motivi d'incertezza. La spiegazione avanzata dal Nieri (1901: 101) a proposito delle forme lucchesi gode ancora oggi, a distanza di un secolo, del credito maggiore: in seguito al rafforzamento di in davanti a iniziale vocalica, documentato nella variante inn el(lo), si sarebbe avuta una dissimilazione di -nn- in -nd-, che si riscontra nelle forme vernacolari lucchesi benda, colonda e scranda in luogo di benna, colonna e scranna. Questa spiegazione è stata codificata nella vulgata del Castellani (2000: 306), che aggiunge qualche altro esempio tratto dai documenti toscani del XIII secolo. Non rientrano in questa fenomenologia i casi come cendere per cenere, che presuppongono condizioni

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diverse, quali l'accento sdrucciolo con relativo allungamento della -n- postonica, l'abbreviamento o il dileguo della vocale in sincope e lo sviluppo di una -d- epentetica, come nel fr. cendre. Ancor prima del Nieri, il Bianchi (1888: 37) aveva avanzato un'altra ipotesi: la preposizione articolata ind el(lo) sarebbe il risultato dell'incrocio di int el(lo) con del (lo)·, ipotesi accettata dal Parodi (1889: 621) e citata nella Grammatica del Meyer-Lübke (1899: 472), ma poi rimasta senza seguito. A ravvivare l'interesse per la questione hanno contribuito due interventi recenti del Formentin. Nel commentare i testi napoletani del XIV e del XV secolo, di fronte a testimonianze di inde non articolato in contesti come inde llà e inde Spagn(i)a, il Formentin (1994: 49-51) giungeva alla conclusione che ind el(lo) non poteva derivare da inn el(lo), anche perché l'assimilazione -nd- > -nn- non aveva ancora raggiunto l'area del napoletano nel XV secolo e veniva quindi a mancare il presupposto fonologico del mutamento inverso -nn- > -nd-, in quanto fenomeno di reazione all'assimilazione. Proponeva quindi la soluzione, suggerita dal Monaci nella Crestomazia, di considerare inde come il risultato della combinazione in+de, incoraggiato dal fatto che la combinazione di due preposizioni è evento ricorrente in ambito romanzo. Successivamente, però, il Formentin (2001) è ritornato sulla questione, facendo una sorta di palinodia: nei casi come inde llà e inde Spagn(i)a inde ricorre davanti a inizi consonantici complessi, che di solito sviluppano una vocale prostética e quindi anche questi casi sono il prodotto della rianalisi di ind+ell e ind+Espagna, dove ind < inn rientra nell'esito previsto davanti a inizio vocalico. 5. Per proporre la nostra ipotesi riprenderemo l'intera questione partendo proprio dai testi napoletani del XIV e del XV secolo, che hanno un'estensione sufficiente a ricostruirne la grammatica anche nei particolari, a differenza delle attestazioni sporadiche e frammentarie dei testi dugenteschi, che obbligano a ricostruzioni congetturali. Selezionando i dati riportati dal Formentin (2001: 11-13), riteniamo degni di nota i seguenti contesti in cui ricorre inde: (1) (2) (3) (4) (5)

...inde ...inde ...inde ...inde ...inde

llà... lloro... lluogo... ora... uno...

Se per i primi tre casi si può ricorrere allo sviluppo di una vocale prostética davanti a geminata iniziale, per l'esempio (5) non pare possibile invocare nessuna delle condizioni richieste, a meno che non si consideri inde uno come una grafia ridondante per un soggiacente ind'uno; questa soluzione non sarebbe comunque praticabile per l'esempio (4), in cui la grafia indica esplicitamente l'aferesi della vocale iniziale di una. Ma c'è una difficoltà ben più vistosa che emerge dai testi napoletani. Se la [e] della preposizione articolata rappresenta la continuazione della [i] ereditata dalle forme piene dell'articolo, come mai in un dialetto metafonetico, accanto ai femminili ne la/ nde la (sing.) e ne le/ nde le (plur.) si hanno regolarmente i maschili ne lo/ nde lo (sing.) e ne li/ nde li (plur.), invece degli esiti metafonizzati *ni lo/ndi lo (sing.) e *ni li/ ndi li (plur.), che ci dovremmo attendere?

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La spiegazione vulgata dell'origine di ind el(lo) secondo la trafila IN ILLU > in el(lo) > inn el(lo) > ind el(lo) contiene a sua volta almeno due difficoltà. La prima è che, data la diffusione del tipo ind el(lo) dall'Alpi a Sicilia, bisogna presupporre che il rafforzamento di in davanti a iniziale vocalica sia stato un fenomeno panitaliano, cosa che è stata presupposta ma non dimostrata. Ma anche concedendo questa possibilità, resta da giustificare la dissimilazione -nn- > -nd-, fenomeno tanto meno probabile quanto più diffuso, il cui supporto non possono essere in alcun modo i rari esempi raccolti dalle pieghe dei lessici dialettali. Per tentar di dare una spiegazione alternativa è necessaria una breve digressione. 6. Vediamo ora che cosa è successo in un altro dominio romanzo, quello francese, in cui la preposizione in presenta un paradigma suppletivo: en da IN nelle forme semplici e dans da DE+INTUS nelle forme articolate. In antico francese l'evoluzione fonologica spontanea aveva prodotto una serie di varianti sintetiche: enl/ el/ en/ eu! ou al singolare da en li/ le e elz/ es al plurale da en li/ les. Queste forme, soprattutto quelle più avanzate come el, eu, ou, es, presentavano almeno due inconvenienti vistosi: avevano perduto la motivazione formale rispetto a en ed erano divenute omofone o quasi omofone di altri elementi monosillabici, come il pronome el/ eus e le congiunzioni et, es, ou. Quest'ultima omofonia era particolarmente scomoda, data l'altissima frequenza dei contesti in cui lo stesso nome poteva ricorrere in combinazione colle preposizioni e colle congiunzioni. In breve, lo scadimento funzionale delle forme articolate di en ha determinato la loro sostituzione con forme dotate di maggior trasparenza e consistenza fonologica e ben presto sono comparse le alternative enz da INTUS e denz da DE+INTUS, che hanno condotto alla definitiva selezione di dans in combinazione coll'articolo. I dialetti dell'Italia settentrionale mostrano uno sviluppo parallelo a quello francese: alla preposizione semplice in/ en corrispondono le forme articolate ind el/ ind un e int el/ int un, che rimpiazzano efficacemente gli esiti spontanei ili(o)/eli(o), conseguenti all'assimilazione di in l(o)/en l(o) e funzionalmente inefficienti. Una casistica interessante si riscontra nel cosiddetto «corridoio bizantino», che è quel cuneo che, attraverso l'Umbria, collega la Romagna coll'alto Lazio e lambisce la Toscana orientale. Qui, dove nel Duecento e nel Trecento erano attestate le forme assimilate del tipo ell(o), si hanno molteplici innovazioni, come risulta dalle CC. 857 e 858 dellM/S: INTUS > (n)tul/

(n)tel,

INTUS+AD > tal, SURSUM > sul, SURSUM+AD > sai,

CUM > kel, (IN) MEDIO >

mei, (IN) MEDIO+AD > mal, ILLAC > là lu, oltre a nel e ndel, comuni in Toscana. Nel dialetto aretino, in corrispondenza del tipo ell(o), che era la forma normale in un autore del XIII secolo quale Ristoro d'Arezzo, troviamo oggi le innovazioni non ambigue sul e ntul e anche IN MEDIO, usato per rafforzare gli avverbi di luogo come mmequì, mmelì. Nei dialetti dell'Italia centro-meridionale la concorrenza fra i tipi ind el(lo) e int el(lo) è complicata dai noti fenomeni che riguardano i nessi consonantici in nasale: assumere che il primo tipo è rappresentato dal nesso -nn- e il secondo dal nesso -nd- è una soluzione che può rivelarsi pratica su grande scala, ma che può risultare fallace se la prospettiva si concentra su casi particolari. Per quel che riguarda le forme napoletane dei secoli XIV e XV, che abbiamo esaminato al §5, possiamo considerare originaria la sonora e quindi assegnarle al tipo ind el(lo), in quanto a quest'epoca la sonorizzazione delle occlusive sorde dopo nasale non si era ancora

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fonologizzata (per l'argomento si rimanda al commento dei Ricordi di Loise De Rosa, a cura di Formentin; Loise De Rosa 1998: 89). 7. Gli argomenti salienti sul tipo ind el(lo) e sulla sua origine si possono ridurre ai punti seguenti: (a) nei dialetti italiani le forme articolate della preposizione in tendono ad essere rimpiazzate da sostituti avverbiali e preposizionali dotati di maggior consistenza fonologica e di maggior trasparenza; (b) uno dei sostituti più frequenti è il tipo ind el(lo), che compare già nei testi del XIII e del XIV secolo; (c) la derivazione di ind el(lo) da inn+el(lo) pone serie difficoltà sia per la dissimilazione che per l'assenza di varianti metafonizzate nei dialetti con metafonia. Tutto questo conduce ad una soluzione semplice e immediata: il tipo ind el(lo) deriva dall'avverbio di luogo INDE in combinazione colle forme ridotte dell'articolo, secondo l'ovvia interpretazione morfonologica inde+l(lo). C'è solo da stupirsi come mai questa soluzione sia stata accuratamente evitata da tutti coloro che si sono occupati della questione. Anche il Rohlfs, che si mostra poco convinto dell'origine da ìnn+el(lo) e ammette la possibilità di soluzioni molteplici, per il calabrese ndi mia/ undi mia ricorre a UNDE con un'argomentazione che testimonia la deliberata volontà di voler vedere le cose a rovescio: «come qui nti ha assunto, oltre al valore di , anche quello di , così può essere accaduto che, viceversa, ndi (< UNDE) assumesse il significato di » (Rohlfs 1969: 230). Nello stesso luogo, in nota, il Rohlfs estende il ragionamento al còrso nde e al siciliano nni, aventi lo stesso significato di . Tutti questi dati puntano invece nella direzione di INDE: come infatti nti da INTUS ha il duplice valore di e , anche il suo concorrente ndi da INDE ha assunto entrambi i valori. Sul piano semantico la trafila subita dai significati di INDE —> —» ha il pregio della linearità e della verosimiglianza, oltre al supporto dei dati, che è lo stesso Rohlfs a fornirci. Infatti l'esito finale delle varianti ndi/ nni/ nde/ ne, che nei dialetti calabresi, siciliani e salentini assumono il valore di pronome enclitico dativo di 3a pers. sing, e di I a pers. plur., equivalente a ci, ha come passaggio obbligato il valore locativo, proprio come ci da ECCE+HIC (Rohlfs 1968: 156-159). L'origine del tipo ind el(lo) da inde+l(lo) ha inoltre il vantaggio di eliminare le difficoltà di ordine fonologico esposte al punto (c) e ci risparmia la fatica di cercare spiegazioni fonotattiche per gli esempi napoletani (1-5), citati al §5, per i quali basta assumere che inde sostituisce in in tutti i contesti favorevoli, a cominciare dalla posizione davanti a inizio consonantico complesso. 8. L'ultimo passo da fare è conseguente a quel che abbiamo appena detto e ci riporta alla questione iniziale per proporne la soluzione. Si tratta solo di rovescire la prospettiva che considerava ind el(lo) una forma secondaria rispetto a nel(lo) e di porre le due forme in quella che ci pare la giusta sequenza, cioè inde+l(lo) > nel(lo). In altre parole le forme articolate di in, nelle varianti innel(lo), ndel(lo), nel(lo) (che nella tradizione ortografica hanno avuto scansioni diverse e che qui scriviamo senza scansioni per ragioni di praticità), derivano dalla combinazione di INDE colle forme ridotte dell'articolo. In questo modo le

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aree contigue di indel(lo) e di nelflo) vengono unificate e in particolare l'area settentrionale lombardo-emiliana si salda al Lazio attraverso la Toscana senza soluzione di continuità. Sul piano fonologico non abbiamo bisogno d'invocare regole ad hoc, in quanto l'esito peculiare INDE > ne è ben noto e si realizza secondo le stesse varianti della preposizione articolata, come risulta dallo schema seguente: INDE

> nde

INDE+(IL)LU

>

ndel

/

nne

/

de

/

ne

/

nnel

/

del

/

nel

Dovendo definire il mutamento fonologico, si tratta di una semplificazione che ha come esito finale la struttura sillabica elementare CV, secondo un processo che si verifica negli elementi morfologici atoni, come i pronomi clitici e le preposizioni ta,sa,ma citate al §6. La selezione a favore di ne e nel e a scapito di de e del è stata determinata dalla scarsa funzionalità di queste seconde, che erano omofone della preposizione . Non immediatamente chiaro è il rapporto fra ne e nel da un lato e nne e nnel dall'altro, che non rappresentano necessariamente una fase intermedia da nde e ndel e che andranno valutate ciascuna all'interno del proprio sistema. Nel dialetto perugino rustico, p. es., i dati forniti da Moretti (1973: 369) fanno propendere per un rafforzamento della nasale iniziale di nne , ricorrente davanti a inizio consonantico complesso (nne skèt(e)la , nne st(e) pomeriggo ne\ (ix) viene eliminata l'anomalia formale di nel(lo) rispetto a in e non è più necessario presupporre la combinazione di IN colle forme piene dell'articolo; (x) le ricorrenze di inde davanti a inizio consonantico complesso si spiegano senza bisogno di ricorrere allo sviluppo di una vocale prostética, ma semplicemente presupponendo la sostituzione di INDE a IN.

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Maria Pilar

Perea

La tendència expansiva del segment velar dels verbs de la segona conjugació en els dialectes catalans

1

Introducció

Els verbs catalans es classifiquen en totes les varietats dialectals en tres conjugacions: la conjugació I acuii els verbs acabats amb -ar {cantar)·, la conjugació III apiega els verbs que acaben amb -ir, els quais es divideixen en purs (sentir. Illa) i incoatius (servir. Mb); la conjugació II recull (Badia 1962) verbs Pinfinitiu dels quals termina amb: 1) -er (amb [έ] tònica (haver, poder, saber, soler, valer i voler)·, amb [a] átona (torcer, créixer, esprémer); amb [é] tònica (fer); 2) amb -re (caure, rebre, vendré)·, 3) amb -r (dir o dur). Algunes gramàtiques redueixen, des de l'àmbit de la regularitat, les desinències d'infinitiu deis verbs de la II conjugació a dos acabaments (cf. Fabra 1956: 41): a) verbs que acaben amb -re (perdre, subclasse IIa); b) verbs que acaben amb -er (témer, subclasse IIb). De l'adaptació dels verbs catalans a aquesta triple classifícació en conjugacions sorgeix la distinció entre verbs regulars i verbs irregulars, atès que les terminacions d'un bon nombre de verbs - i més des del punt de vista de les realitzacions dialectals - no coincideixen amb les dels verbs que s'han establert com a paradigmàtics. Un grup de verbs que s'allunyen tradicionalment dels models regulars són els que, com ara heure, están inclosos en la II conjugació i presenten un segment velar en determináis punts del paradigma - vegeu a (1), després de fer-ne la segmentario morfològica (cf. Viaplana 1986; Perea 1993; 1999), la casella corresponent a la unitat gramatical extensió. Present d'indicatiu (PI)1 Perfet simple (PER) Present de subjuntiu (PS) Imperfet de subjuntiu (IS) Imperatiu (IMP) Participi (PART)

arrel bé b9 bé ba ba ba

extensió tema mode mode/temps k Γ9 é Y i Y é si Y έ Y ύ t Y

nombre/persona s s m

La distribució contextual - [k] en posició final de mot; [γ] en posició intervocàlica permet de postular que la representació fonològica de les alternances fonètiques [k] i [γ] és

A més d'aquestes sigles, que introdueixen de manera abreujada el nom dels temps verbals més utilitzats, cal afegir també II (imperfet d'indicatiu), FUT (futur), COND (condicional), GER (gerundi) i INF (infinitiu).

404

Maria Pilar Perea

el fonema /g/,2 que experimenta en posició final el procès d'ensordiment d'obstruents finals i en posició medial, el procès d'aproximantització d'oclusives sonores mediáis. Els verbs del tipus beure han despertat controvèrsia tant pel fet de posseir més d'una forma de Parrel (/béb/~/béw/~/bé/) com pel que fa a la consideració morfològica que rep el segment velar (extensió o al-lomorf del radical, morf buit, epèntesi condicionada lèxicament, etc.). L'objectiu d'aquest treball és la descripció, emmarcada en el model generatiu clàssic, de la distribució que presenta el segment velar3 dels verbs de la II conjugació en els diferents dialectes del català. El corpus que es pren com a referencia (Alcover / Moll 1929-1933) és fins ara Γ obra més completa i representativa de la morfologia verbal dialectal catalana enquestada a començament del segle xx. La descripció permetrà d'arribar a conclusions significatives quant a la consideració del segment velar com un increment morfologie rellevant no intégrât al radical, que determina subclasses verbals, i que experimenta, com ho manifesten alguns dialectes, una tendèneia expansiva, no sols en relació amb el verbs de la II conjugació, sinó també en relació amb les conjugacions I i III.

2

La regularitat verbal i el valor del segment velar

Seguint la tradició gramatical, un verb és regular si el seu paradigma s'adequa al d'un paradigma considérât modèlle. Els verbs que per algún motiu s'aparten poc o molt dels paradigmes conjugacionals establerts es consideren irregulars. Cal dir que, darrerament, s'ha produit una certa relativització pel que fa a la frontera que existeix entre els verbs

2

3

I /ig/ per a les alternances que apareixen en algunes varietats dialectals: [jk] (en posició final); [jy] (en posició intervocàlica). El segment velar dels verbs de la II conjugació pot tenir històricament diverses procedències. Té l'origen en els verbs de la III conjugació Ratina, en els quais la -k de la Ia persona dels verbs que posseïen aquesta consonant etimològicament com a lletra final del radicai (DICERE > die, DUCERE > duc) es va interpretar com a marca de Ia persona, i a partir d'aquests es va estendre a tots els verbs en -ure, la qual cosa originà formes com ara bec o escric. El valor de Ia persona també fou assumit per les formes etimològiques del tipus estrene < STRINGO Ο plane < PLANGO. Aquesta -k es va estendre també a verbs en -ndre (enteric, responc, vene...) i a les primeres persones de verbs en -re (valencià: vullc; mallorqui: core) (cf. Moll 1991: 150). En el PS dels verbs de la III conjugació que presentaven una -g etimològica (DUCAM > duga, DICAM > diga), el segment velar es va interpretar com a marca de subjuntiu i es va aplicar a una sèrie de verbs en -re (valgui, dolgui, prengui, cregui). També els verbs que tenien el radical de present velaritzat el van adoptar a l'IS (duguera/dugués; seguera!segues), com també els perfets en -UI (DEBUI) Ο verbs que pertanyien als tipus -si (MISI) O -I (FECI) van experimentar la velarització de l'element consonàntic -w i el radical va passar a acabar en -k o -g, segons si conservava o no la desinència. Un conjunt de processos analogies van contribuir a l'expansió d'aquest segment en el perfet d'altres verbs. Pel que fa a les formes no personals, el segment velar apareix també en els participis dels verbs que tenen inicialment un radical velaritzat (cregut, dolgut, segut).

La tendència expansiva del segment

velar.

405

regulars i els verbs irregulars.4 Aixi, mes que definir dos conceptes oposats - regularitat vs. irregularitat - es prefereix la determinació d'un gradient en relació amb a la presencia d'irregularitats en l'àmbit verbal. Des del punt de vista de la regularitat, pel que fa a la III conjugado, la distinció entre verbs purs {sentir: III,-ext) i incoatius (servir: ΙΙΙ,+ext) ha separat tradicionalment els verbs que compten amb un increment (o una extensió) palatal en el seu paradigma - eix, isc, esc dels que no el manifesten. Aquesta distinció ha estât, en general, ben acceptada, perqué respon a motivacions historiques clarament definides. Aqüestes motivacions sitúen l'extensió en contextos delimitáis, i, en principi, no es produeix una expansió d'aquest segment a altres temps o a altres persones de la mateixa subclasse verbal. Per contra, a diferencia dels verbs que contenen Γ increment palatal esmentat, els verbs que, com beure, incorporen en alguns punts del paradigma un segment velar han estât consideráis en general com a irregulars, i aquest increment ha rebut diverses consideracions que han estât descrites per Pérez Saldanya (1995: 281).5 D'una banda, Wheeler (1993: 196), sense allunyar-se d'una justificació etimològica (cf. Moll 1991), associa el segment /g/ amb categories flexives particulars: amb I a persona sing, del PI, amb PS, amb IS, amb PER i amb PART i el considera (cf. Wheeler 19821985) una extensió del radical que separa els afixos flexius. D'una altra banda, aquest segment es pot considerar un element independent del radical, que no posseeix un valor semàntic concret i la seva presència o absència no depèn de factors de tipus fonologie. Optar perqué l'element velar sigui un element independent implica considerar-lo un segment morfològicament pertinent, el quai, segons Pérez Saldanya (1995: 282), pot estar condicionat tant per factors lèxics com morfosintàctics. Així, el segment /g/, almenys pel que fa a la varietat estàndard, apareix en uns contextos delimitáis i predictibles d'una subclasse verbal - cf. Viaplana (1984: 406) en relació amb la distribució del segment velar en la subclasse ΙΙ,+ext - i, com indica Pérez Saldanya, permet a més d'establir oposicions semàntiques entre determinades formes del paradigma (PI 1 bec - PI 3 beu, PS begueu - PI beveu). La descripció que es desenvolupa a continuació es basa en el supòsit que el segment velar és una marca de subclasse léxica amb valor extensió situada entre l'arrel i els afixos flexius. Estructuralment, aquesta extensió no sois caracteritza una subclasse verbal (II,+ext) sinó que pot actuar, complementàriament i per relació indirecta, com a marcador de determinades categories morfosintàctiques. Així, l'acceptació del valor léxic del segment

4

5

Vegeu Roca Pons (1976: 241), que declara que el concepte d'irregularitat és convencional i la seva delimitació depèn de la perspectiva que s'adopta i de la seva utilitat en l'estudi que es proposa, i Badia (1994: 542, 544), que addueix que la frontera entre les nocions de regularitat i d'irregularitat ha de ser menys estricta, en especial pel que fa als verbs de la II conjugació, a causa de la intervenció de motivacions historiques, etimològiques i ortogràfiques. Així, alguns lingüistes consideren que l'element velar és el segment final d'un dels al-lomorfs del radicai (Badia 1994: 574-578; Mascaró 1983: 155-194; Roca Pons 1968: 231). DeCesaris (1988) postula que es tracta d'un morf buit. Hualde (1992: 410) considera que es tracta d'una epèntesi condicionada lèxicament. Altres lingüistes defensen que és un element morfològicament pertinent i que posseeix una independència del radical i dels afixos flexius (Malkiel 1974; Perea 1993; Viaplana 1984, 1986; Wheeler 1993b). Aqüestes consideracions provenen en alguns casos dels diferente enfocaments que ha près la descripció morfológica verbal.

406

Maria Pilar Perea

velar permet de dividir, d'una manera general, al marge de comportaments dialectals específics, la II conjugació en dues subclasses (vegeu Viaplana 1984; 1986): la subclasse que inclou els verbs que presenten 1'increment velar (heure = ΙΙ,+ext) i la que inclou verbs sense increment {perdre = II,-ext). D'altra banda, des d'un punt de vista flexiu, l'element velar de I a persona sing, dels verbs del tipus heure, que històricament apareix per evitar el sincretisme amb la 3 a persona, es troba indirectament vinculat, des d'un punt de vista sincrònic, i en ftmció de la varietat dialectal, amb la marca de I a persona. Aquest mateix increment, que es manifesta en totes les persones del subjuntiu, a més d'ocupar la casella extensió, pot estar associai amb altres categories flexives (mode, temps i persona).

3

Comportament dialectal del segment velar

Les dades que es prenen com a referència en aquesta descripció són els verbs regulars que apareixen a Alcover / Moll (1929-1933), que van ser recopilades per Alcover a través d'enquestes dialectals realitzades entre els anys 1906 i 1928, i van ser ordenades per Moll amb vistes a la seva publicació en YAnuari de l Oficina Romànica de Lingüística i Literatura, entre els anys 1929 i 1932. El recull editai apiega la conjugació de 67 verbs de 149 localitats de tot el domini linguistic català. Les 149 localitats enquestades s'integren en la darrera divisió dialectal del català que Alcover va postular Γ any 1929.6 Les àrees estudiades són les següents: pirinenc oriental (amb 25 localitats), català oriental (amb 38), català occidental (amb 34), valencià (amb 24), balear (amb 30), subdividida en mallorqui (amb 14), menorqui (amb 10), i eivissenc-formenterer (amb 6), i alguerès. 7

3.1

El segment velar en pirinenc oriental

En aquesta varietat, com en la majoria de dialectes catalans, la II conjugació es divideix en dues subclasses: una sense extensió (II,-ext) i una altra amb l'extensió velar (II,+ext). Tanmateix, en algunes localitats, algunes formes verbals que pertanyen a la subclasse amb extensió no incorporen el segment velar corresponent: la I a persona sing, del PI de heure es conjuga [béwi], el PS [béwi], [béwis]... [baßem]..., PIS [baß6s]..., i 1ΊΜΡ [baßem]. Per contra, el PART és l'únic mode on apareix sempre l'extensió: [bayút]. El comportament esmentat, que té Hoc de manera exclusiva a Mosset i que pot conviure en altres localitats d'aquesta àrea amb els résultats derivats de la incorporació del segment velar, no és exclusiu del verb heure [béyi], sinó que també apareix en verbs com ara caure, cloure, moure o deure - cf. PI: [káwi], [klówi], [mówi], [déwi] - , amb tendència, en aquests casos, a la convivència de résultats: cf. PS i IS: [kl5wi]/[kluyés], [mówi]/[muyés], [déwi]/[dayés]. Amb tot, en aquesta àrea dominen les solucions sense increment del tipus [kluß6s], [muß0s], [do^és]. 6 7

Vegeu a Perea (1999) les tres propostes que Alcover va fer en relació amb la divisió dialectal. Pel que fa a les caractéristiques d'aquests materials, vegeu Perea (1999a; 2001a; 2001b).

La tendència expansiva del segment

velar...

407

Davant aquests résultats, es pot pensar que un nombre reduït d'indrets del pirinenc oriental, almenys en temps d'Alcover, tenien una conjugació II no totalment subdividida so vint amb convivencia de formes alternatives, amb increment velar i sense: [b3Y0s]/[b9ßes], [b3yém]/[b3pém] - si bé l'increment velar incidía progressivament en els verbs del tipus beure i es manifestava sistemàticament en el PART. D'altra banda, el segment velar no s'estén mai als verbs de la I conjugació; en canvi, alguns verbs de la III presenten un segment velar [ig],8 que és independent de les subclasses verbals, atès que pot aparèixer, en aquesta varietat dialectal, de manera minoritària i asistemàtica - cf. I a i 2 a persones del pi. del PS [durmiyém, -γέ\ν], [partiyém, -yéw], de PIS [partiyés, -ésis...] i del gerundi [par ti yèn], L'aparició d'aquest element no serveix per delimitar subclasses verbals, sinó que sembla que diferencia modes verbals - en el cas del PI [partim] i del PS [partiyém] - , però aquesta ftinció no n'explica la presència a PIS. La funció d'impedir el sincretisme entre PI i PS, però, només ocorre en algunes localitats. La solució general comuna és la identitat formai entre els dos temps pel que fa a I a i 2a persones del pl. [partim, -íw]. 9 Quan l'increment [ig] apareix, ocupa el forat estructural buit corresponent a extensió. En aquesta varietat, dones, es distingeixen dos tipus de segments extensió: els que com /g/ - i òbviament /έ]7 per a la subclasse ΙΙΙ,+ext - delimiten dues subclasses verbals diferents i els que com /ig/ (i /eg/ o /g/, com es veurà més endavant) no estan relacionats amb subclasse verbal. Cal destacar que l'increment /ig/ és una forma al lomòrfica de /g/,10 que s'adopta quan s'incorpora al radical sense modificar-lo.11 En darrer terme, la marca de nombre/persona que apareix en algunes localitats del pirinenc oriental en la I a persona sing, del PI - i, segons les enquestes d'Alcover, en alguns indrets del català oriental - sembla que no té cap correlació amb l'increment velar que defineix la subclasse ΙΙ,+ext - cf. [kánti+k], [báti+k]~[bátu+k], [d6rmi+k]~[d5rmu+k], [p3ftéji+k]~[p3rtéju+k]. Aquest segment es considera un marcador de nombre/persona indirectament relacionat amb mode/temps.

3.2

El segment velar en català oriental

En aquesta varietat, els verbs de la subclasse verbal sense extensió (II,-ext) mai no afegeixen cap mena d'increment, i la subclasse amb extensió presenta en general una distribució uniforme del segment velar, tret de les formes dobles que es poden detectar en 8

9

10

11

L'aparició d'aquest increment implica alhora la introducció de la vocal temàtica corresponent ais verbs de la II conjugació (part+ig+e+m). Són molts, però, els indrets on s'estableix una confusió formal entre PI, PS i IMP, especialment pel que fa a la Ia i 2" persones del pl. en totes les classes verbals: cantem; batem; i, esporàdicament, bevem, bevem, beguem, beguem, per als tres modes. Wheeler (1982-1985: 564) considera que [ig] és una variant sil-làbica de /g/, marca de subjuntiu, que evita les dificultáis articulatòries quan s'adjunta a una arrel acabada en determinades consonants (que no siguin vocal o //L, m, r/). Sembla que les polimorfies que s'observen en diverses varietats en relació amb l'increment velar /g/, /ig/, /eg/ - s'expliquen per la possibilitat que l'arrel sigui susceptible o no de modificar-se - en funció de la varietat dialectal - davant la presència de l'increment velar. Si es pot alterar, adopta la solució velar /g/ [bágga], [dórnga]; si no ho pot fer, s'aplica, segons els dialectes, la forma /ig/ [bátiys], [dórmiya] o /eg/ [báteya], i els résultats esdevenen esdrúixols en algunes persones.

408

Maria Pilar Perea

algunes localitats en la I a i 2a persones del pl. del PS i de l'IMP [b3ßem]~[b3yem], a l'IS [b9pés]~[b3yés] i al gerundi [b3yén]~[b3pén]. Aquest comportament vacil-lant indica el valor morfologie d'aquest increment. La seva possible absència de l'IS - de vegades en convivència amb la solució amb increment [beyés]~[beJ3és] - destaca el seu rol de marcador de subclasse léxica, que no implica en principi una funció distintiva en relació amb el mode o amb el temps. D'altra banda, l'absència en la I a i 2a persones del pl. del PS provoca un sincretisme amb les mateixes persones del PI [beßem]~[beßem], que en aquesta varietat és totalment admès. L'increment velar no apareix en cap verb de la I conjugació, però algunes localitats d'aquesta àrea introdueixen en els verbs de la III conjugació - només a l'IS - un increment velar /ig/, de manera parcial i asistemàtica, que, com en pirinenc oriental, és independent de les subclasses verbals, atès que pot aparèixer tant en la subclasse pura com en la subclasse incoativa, i no és freqiient que aparegui simultàniament en les dues subclasses. Les solucions més freqüents d'aquesta varietat són realitzacions dobles que alternen en una mateixa localitat [durmiyés]/[p3rtiyés]~[durmís]/[partís], com ara a Igualada, Vilafranca del Penedès, Valls i Tarragona.

3.3

El segment velar en català occidental

Un nombre réduit de localitats d'aquesta àrea adjunten en alguns verbs de la I conjugació, sovint de manera alternativa a altres solucions sense increment, una extensió velar en el subjuntiu (PS: [kánteyo]~[kánto]; IS: [kantiyés]~[kantiyésa]~[kantésa]), la quai pot presentar una doble realització fonològica /ig/ o /eg/ segons la localitat. Al Pont de Suert, única localitat on es constata /ig/ al PS, l'increment pot aparèixer per evitar la identitat formal que s'observa entre algunes persones del PI [-es, -e, -ém, -éw, -en] i del PS [-es, -e, -ém, -éw, -en]. A més del Pont de Suert, la inserció del segment velar a l'IS de la I conjugació té Hoc a Tortosa. En aquesta darrera localitat, la inserció de l'increment en aquest temps pot tenir la finalitat de vèneer el sincretisme, que, en aquest cas, té lloc entre temps i no entre modes - IS: [kantésem]~[kantiyésem] / PS: [kantésem]. A Tortosa, les dues persones del pl. del PS són idèntiques, pel fet que aquest temps insereix sistemàticament el morf relacionat amb mode/temps [se] [kantésem, -ésew], que en la majoria d'indrets és marca d'IS. Es previsible, dones, que l'increment velar incorporât inicialment a la I a i 2a persones del pl. de l'IS s'haurà estès a la resta de persones d'aquest temps amb la finalitat d'eliminar la identitat formai amb el PS. Pel que fa a alguns verbs que en general pertanyen a la subclasse ΙΙ,-ext, és destacable la solució de Gandesa i de Calaceit, que incorpora un increment /ig/ a la I a persona sing, del PI [bátiyo]. Aquest segment torna a aparèixer a totes les persones del PS [bátiye] i de l'IS [batiyés], però no és present en les formes no personals. Aquesta distribució suggereix la tendèneia d'aquesta subclasse verbal, que s'observarà més nitidament en valencià, a l'adquisició progressiva del segment velar. En una darrera fase d'aquest procès de difusió, la classe II esdevindrà unitària (en relació amb la presèneia única de l'element velar) i no es desdoblaría en dues subclasses. A més, la terminació amb increment en la I a persona sing, del PI i l'adjunció del morf loi, corresponent a mode/temps [bát-iy-o], reforça el valor d'extensió del segment velar.

La tendència expansiva del segment velar..

409

El PS del verb batre mostra també a Lleida la inserció de 1'increment velar /g/. En aquest cas l'element dental final del radical [bât], per tal que la forma verbal sigui pronunciable, experimenta una assimilació al punt d'articulació de la consonant velar de l'increment [bágge], D'altra banda, si en la classe anterior s'ha provai de justificar l'aparició de l'increment velar per evitar el sincretisme entre PS i IS, justament en el cas de batre conviuen a Gandesa solucions amb un increment velar en els dos temps, de manera que les formes verbals experimenten una identitat formal, aquest cop per la presència del segment velar en els dos temps esmentats (PS = [batiyésem]; IS = [batiyésem]). La relació entre l'aparició de l'increment i l'eliminació del sincretisme, des d'un punt de vista general, perd força amb aquests exemples. Tot sembla indicar, però, l'expansió, de vegades indiscriminada, de l'increment velar, que es complementa amb la tendència de certs elements a cobrir caselles estructuráis buides, però que són susceptibles d'emplenament. 12 Quant a la III conjugació, la presència de l'increment velar a l'IS és gairebé general en les dues subclasses (dormigués, III,-ext; partigués, ΙΙΙ,+ext). Així, 27 localitats d'un total de 34 que representen el català occidental, compten, en solitari o alternativament, amb el segment /ig/, tot i que en alguns indrets pot aparèixer escadusserament en aquest temps un altre increment [dormiyésa] / [dormiskésa], el quai correspon a una forma alternativa de l'increment palatal [isk], però amb desplaçament de l'accent a la vocal temàtica.13 Pel que fa a les realitzacions del PI dels verbs de la III conjugació, l'increment velar (en forma de /ig/) es manifesta esporàdicament, i en algún cas de manera alternativa a solucions sense increment, en la I a i 2a persones del pl. [dormiyém], [partiyém] / [dormiyéw], [partiyéw]. Per contra, la inserció de l'increment en el PS, en aqüestes persones i en la resta del paradigma, és molt estesa. En aquest cas, quan la diferenciació existeix en les persones esmentades (PI [partim]; PS [partiyém]) la presència de l'increment es pot atribuir a Tintent d'evitar la identitat formai entre els presents de tots dos modes. Cal destacar, en aquesta varietat, l'expansió notable de l'increment velar, que s'estén, d'una banda, intraparadigmàticament, a I'll dels verbs de la mateixa subclasse verbal ΙΙ,+ext - cf. [beyépa/beywépa] - , i d'una altra, interparadigmàticament, a I'll dels verbs de la subclasse ΙΙΙ,+ext -cf. [partiy6ßa]. Aquesta expansió és inusual i només es detecta en algunes localitats del català occidental.

3.4

El segment velar en valencià

En valencià, alguns verbs de la subclasse II,-ext incorporen en el PS segments velars de naturalesa diversa: /eg/ (a Morella i a Benassal: [báteya]), /ig/ (a Vinaròs, Alcalá de Xivert i Patró: [bátiya]) i /g/ (a Llucena: [bákke]), amb assimilació de la consonant dental de l'arrel i un posterior ensordiment d'ambdues velars resultants (/bát+g/ —> [bág+g] —> [bák+k]). La presència d'aquesta extensió en el PS, que apareix en totes les persones del temps, es pot 12

13

Cf. la possibilitat d'aparició del segment relacionat amb mode/temps en la 2a i 3a persones del sing, i en la 3a del pl. de verbs que pertanyen a les classes II,-ext i III,-ext, que inicialment no el presenten (cf. [bátes] o [dórmes]) o, com s'ha comentat, l'aparició del morf [se] en la casella corresponent a mode/temps de la Ia i 2a persona del pl. del PS. En aquests casos, la vocal temàtica, quan apareix, es correspon amb la dels verbs de la II conjugació i no amb la dels verbs de la III conjugació - cf. la solució [partiJTcése] de Fraga.

410

Maria Pilar Perea

justificar, des d'un punt de vista funcional, per la voluntat d'evitar el sincretisme amb les mateixes persones del PI. La tendència dominant és incorporar el segment velar en la majoria de verbs de la II conjugació - cf. [rómpeya], [rómpiyo], [rómgs], enfront d'altres solucions sense increment. El verb perdre inclou en valencià un increment velar en el PI de totes les localitats examinades. Encara que perdre actúa com a verb représentant de la subclasse ΙΙ,-ext en altres àrees dialectals, en aquest cas, s'evidencia un procès de difusió del segment velar cf. (2) - , que en valencià ha assolit la màxima intensitat, en verbs que inicialment no el presenten en el paradigma. PI PER per[k] per[y]í per[y]eres per[y]é

PS per[y]i per[y]is per[y]i per[Y]érem per[y]em per[y]éreu per[y]eu per[y]eren per[y]in

IS per[y]era, per[y]és per[y]eres, per[y]esses per[y]era, per[y]és per[y]érem, per[y]éssem per[y]éreu, per[y]ésseu per[y]eren, per[y]essen

IMP

PART GER per[y]ut per[y]ent

per[y]i per[y]em per[y]eu per[y]in

Els verbs de la subclasse ΙΙ,+ext presenten, en general, una distribució regular de l'increment velar, tret de la 2 a persona del pl. de l'IMP [beyéw] i del GER [beyént], i, en alguns casos, amb vacil-lació, en la Γ i 2 a persones del pi. del PI i del PS [bev/pém/-ew], [beYém/-ew], [beém/-ew]. En algunes localitats les formes amb extensió o sense extensió [bevém]~[beyém] coincideixen en el PI i en el PS. La possible identificació formal entre els résultats dels dos temps és vençuda amb l'aparició - en la majoria de localitats que presenten un increment en l'indicatiu - d'una forma alternativa en el PS [beyám], que conté una vocal temàtica /á/, malgrat la seva atipicitat, atès que es tracta d'un marcador de la I conjugació. Aquesta vocal omple el forat estructural corresponent a tema, però està relacionada indirectament amb mode/temps si acompleix la funció de distingir el subjuntiu de l'indicatiu. El fet que sigui aquesta i no una altra la vocal utilitzada per establir una marca de mode es justifica parcialment a causa de la presència de l'increment velar que, en general, no admet la possibilitat de conviure amb una vocal temàtica de la III conjugació. L'increment velar no és present en els verbs de la I conjugació, però es pot manifestar, en verbs de la III, en algunes localitats valencianes, també a la I a persona sing, del PI en alternança amb solucions amb loi (solament a Vinaròs: [dórmo]) i amb abséncia de terminació (convivint amb l'increment velar a València i a Elx: [dórm]~[dórk]), en funció de les localitats. El segment velar té més incidència en la subclasse sense extensió palatal, atès que es pot manifestar alternativament a la I a persona sing, del PI [d5rk]~[dórmiyo] i a totes les persones del PER [doryí], [doryéres]..., del PS [d5rmiya]~[dórye], de l'IS [dormiyéra] i a la I a i 2 a persones pl. de l'IMP [doryám]~[dorYáw]. A més, pot aparèixer també en el GER [doryént]. Es a dir, tret del PART, en tots els contextos on es manifesta el segment velar en la subclasse amb extensió. Davant aquests fets es pot conjecturar que dormir s'adhereix en aquest cas a la subclasse ΙΙ,+ext i, des d'aquesta perspectiva, que la tendència a la difusió del segment velar és de tipus interparadigmàtic i actúa no sols en els verbs de la subclasse ΙΙ,-ext sinó també en els verbs de la subclasse III,-ext.

La tendència expansiva del segment velar...

411

En les dades d'Alcover, és freqüent que solucione distintes coexisteixin en una mateixa varietat. Així, la I a persona del PI del verb dormir presenta en Γ àrea valenciana diferents solucions alternatives que, sovint, poden conviure [d5rk]~[d5rmÍYo]~[d5rm]. La tendència, però, és previsible: l'expansió de l'increment velar a la I a persona dels verbs de la III conjugació que no posseeixen extensió palatal - cf. [dórk], [bMk], [kúXk], [kúsk].14 D'aquesta manera s'evita la identitat formal entre la I a i la 3a persones del sing.: jo [dórk] vs. ell [dorm]; jo [búXk] vs. ell [búX]; jo [kMk] vs. ell [kúÁ], jo [kúsk] vs. ell [kús].

3.5

El segment velar en balear

3.5.1

Mallorquí

En aquesta varietat, l'increment velar apareix en alguns verbs de la I conjugació en el PI {cantiga). Les varietats de Pollença, Sóller i Ariany Γ adopten solament a la I a persona sing.; Santa Margalida i Esporles Γ incorporen, alternant amb solucions sense extensió, en les tres persones del sing, i en la 3a del pl. Artà compta només amb formes amb increment. Les dades examinades suggereixen que aquest segment té la fíinció d'evitar el sincretisme que es pot produir entre la I a persona del PI i la I a persona del PS. Aquest fet explica la incorporació de l'extensió només a la I a persona sing, en alguns indrets i la previsible extensió a la resta de persones, tret de la I a i 2a persones del pl., pel fet que aqüestes formes ja contenen dues vocals temàtiques diferents: /á/ en el PI (cant[á]m/-[á]w); /á/, i en algunes localitats /é/, en el PS (cant[á/é]m/-[á/é]w). En algunes varietats mallorquines, el rol adoptat pel segment velar - distingir el PS del PI - és assumit pel segment relacionat amb mode/temps /i/ [kánt+i], que, tot i que pot coexistir amb la forma exempta de desinència [kánt] - que en aquest cas coincideix amb la del PI [kánt] - , s'estén progressivament, en el PS, a les tres persones del sing, [kántiya, -iyas, -iya] i a la 3a del pl. [-iysn] a través d'un període de convivència amb la vocal de mode/temps /a/. En relació amb l'aparició de /i/, cal destacar, però, que el segment relacionat amb mode/temps fa/ - i no /i/ - s'acostuma a associar amb l'increment velar [ίγ]. Aquesta solució és lògica per raó que el segment relacionat amb mode/temps fa/ és comú al PI i al PS. El segment /a/ del PI, des d'aquesta perspectiva, s'identifica amb mode/temps, per la qual cosa, en no ser substitui't per /i/, requereix un nou marcador - ara de carácter velar - que distingeix addicionalment els dos modes. El segment velar que defineix la subclasse ΙΙ,+ext presenta en mallorquí una distribució general comuna a altres dialectes. En aquesta varietat, l'increment s'estén també al gerundi (beguent). Els verbs de la III conjugació, al marge d'incorporar o no l'extensió palatal, presenten comportaments diferenciats en relació amb la I a persona del sing, del PI [dórm]~[dórk/c] vs. [p3ftásk/c]~[p3ftésk], però alhora adopten una conducta totalment coincident quant a la presència de l'extensió /ig/ a PIS (dormigués/partigués) i parcialment coincident en relació amb el PS - només a la I a i 2a persones del pl. (dormiguem/-guew /partiguem/guew).

14

Aquesta és, de fet, la justifícació de l'expansió de l'increment des d'un punt de vista historic (cf. Moll 1991).

412

Maria Pilar Perea

Els verbs que pertanyen a la subclasse III,-ext poden manifestar en algunes localitats d'aquesta àrea la inserció d'un segment velar en la I a persona del sing, del PI, que funcionalment sembla que distingeix la I a persona [dóqk]15 de la 3a [dorm] en el PI. Aplicar el criteri d'evitar el sincretisme és útil en aquesta subclasse, però és inoperatiu en la subclasse II,-ext, on coexisteix, pel que fa al verb batre, una solució única [bát] per a les dues persones d'aquest temps. Aquesta manca de distinció també és evident en altres verbs de la II conjugació com ara rompre o perdre (1 [rómp], [pert] - 3 [rómp], [pert]). La coincidència formal entre les dues persones és efectiva en alguns verbs de la III conjugació, tot i que presenten un radical susceptible d'admetre l'increment velar - cf. les realitzacions majoritàries la I a i la 3a persones del sing, del PI [búA], [krúj], [kúj] enfront de les solucions minoritàries, almenys en temps d'Alcover, amb increment velar en la Γ persona [búXk], [krúsk], [kújk]. Com en altres varietats, és previsible que es tracti d'un procès progressiu d'expansió del segment velar, incipient a començament de segle, que s'ha estés progressivament. La confrontació amb dades actuals podría ratificar aquesta hipótesi.

3.5.2 Menorquí Els verbs de la I conjugació i de la subclasse II,-ext no incorporen mai cap element velar en el seu paradigma. Pel que fa a la subclasse ΙΙ,+ext, /g/ es pot estendre en algunes localitats al gerundi, però no apareix mai a la 2a persona del pi. de Γ IMP [baváw] / [bavéw], la quai cosa indica que aquesta persona es pren del PI. La conjugació III és l'unica que pot admetre un segment velar a la Ia i 2a persones del pl. del PS [durmiyám, -áw]/[durmiyém, -éw], a tot l'IS [durmiyés, -ésis...] i, de manera alternativa, al gerundi [p3rtin]/[p3rtiyén]. Pel que fa al PS, l'absència d'una solució en aqüestes persones amb la vocal temàtica IH (durmím/-íw), característica de la III conjugació, i la incorporació sistemàtica d'un segment velar /ig/ en aqüestes persones, semblen evidenciar la finalitat, constatada ja en mallorquí, de diferenciar el PS del PI. L'aparició de l'increment velar a l'IS es limita solament a la III conjugació (dormigués/partigués), la qual cosa sembla l'indici d'un hipotètic procès d'expansió d'aquest segment. La justificado d'aquesta difiisió es pot basar en el fet que aquest element ha adquirit un valor de marcador de subjuntiu, malgrat la presencia en aquest temps d'una marca única de mode/temps /si/, que ja desenvolupa aquest roi diferenciador. El fet que l'extensió s'incorpori en la III conjugació i no en la I es pot explicar pel fet que aquesta classe és no marcada i que la subclasse ΙΙ,-ext és menys marcada, si es compara amb la III conjugació. Des de la perspectiva del marcatge, es justifica també que el subjuntiu sigui marcat enfront de l'indicatiu i que la 3a persona sigui no marcada en relació amb la Ia.

3.5.3 Eivissenc-formenterer Els verbs de la I conjugació d'aquesta varietat, d'acord amb el mallorquí i en oposició al menorquí, presenten un increment velar en el PS [kántiys, -yas...]. El motiu, com 15

Cal tenir en compte que la tendència a la difusió de l'increment pot ser facilitada per les caractéristiques fonològiques del radical.

413

La tendència expansiva del segment velar.

s'indicava en mallorqui, no és la delimitado de subclasses verbals, sinó presumiblement la voluntat d'establir una distinció clara entre modes verbals: el PI i PS. L'increment velar també s'estén a les altres conjugacions, tret de la subclasse ΙΙ,+ext, que, amb l'extensió velar específica, ja posseeix una marca distintiva en el PI. En la subclasse II,-ext l'expansió de l'increment velar en el PS afecta solament les tres persones del sing, i la 3 a del pl. [bátiya, -iyas, -iya, -iyan], i es permet el sincretisme en la I a i 2a persones del pl. entre el PI [batém, -aw] i el PS [batám, -sw]. En la III conjugació, el PS, com s'esdevenia en mallorqui i en menorquí, s'allunya del PI i adopta sistemàticament l'increment velar i la corresponent vocal temàtica en les dues persones del pl. [dormiya, - iyas, - iya, durmiyám, - iyaw, dormiysn]. D'altra banda, i en paral-leí amb una part de les varietats del balear, en eivissenc, l'increment velar s'estén a l'IS dels verbs de la III conjugació, on cada localitat pot realitzar una doble solució, amb increment i sense: dormís-dormigués / partís-partigués. El comportament esmentat és exclusiu d'aquesta classe verbal. En la resta de classes les solucions duals no són tan generals. Aquesta duplicitat apareix també en les dues subclasses en el PER: dormires-dormigueres

/

partires-partigueres.

En la III conjugació, a més de l'IS i del PER, la difusió del segment velar afecta, en la subclasse sense extensió palatal, també el GER (domiguent) i les dues persones de l'IMP (dormiguem, dormiglieli). En aquests dos darrers casos, la subclasse amb extensió presenta una solució única, sense increment, tant en el GER com a l'IMP {partint, partim/-iw). Aquest fet sembla un indici, ja constatai de manera més àmplia en valencià, de la tendència a la difusió interparadigmática del segment velar que, pel que fa a la III conjugació, apareix en la subclasse sense extensió palatal, per raó que la subclasse amb extensió ja té aquesta casella morfològica plena. La pressió de la difusió del segment velar pot incidir paraHelament en les dues subclasses en la I a i 2 a persones del pl. del PS [durmiyám/yáw] / [partiyám/yáw], que, inicialment, no presenten increment, com també a tot l'IS [durmiyés, -yésis...] / [partiyés, -yésis...]. Quan la tendència a l'expansió del segment velar és extrema, aquest element pot omplir ocasionalment una casella ja ocupada per l'increment palatal. Es generen aleshores solucions del tipus [ajlc+iy+a]; per exemple [partájkiya], [agupájTciya]. Aqüestes formes apareixen només en la varietat eivissenca alternant amb les que tenen un increment palatal [partaj'ka]~[partáj'ki]. L'expansió sembla que es pot justificar perqué l'increment troba un context propici per a inserir-se, tot i l'absència en les dues persones del pl. En aquest cas, el segment no assoleix, ni directament ni indirectament, una funció diferenciadora de temps i tampoc no actua com a marcador de subclasse verbal, bé que ocupa amb l'increment palatal la casella estructural corresponent a extensió. La disposició seqiiencial d'aquests segments també té lloc en eivissenc en el PS en altres verbs de la III conjugació - cf. les solucions amb increment palatal i velar: [kunsatájTciyaj/fXuáskiya] (sols a Eivissa) o amb seriació de dos segments de la mateixa naturalesa [iy], [y]: [búXyiya]. Ambdues seqiiències d'increments velars es manifesten també amb vacillations a Corona, Sant Jordi de ses Salines i Jesús.

414 3.6

Maria Pilar

Perea

El segment velar en alguerès

El fet més destacable de l'alguerès és la divisió tripartida en subclasses verbals que s'observa en els verbs de la I conjugació: una subclasse sense increment, i dues amb increment: un increment palatal i un altre de velar, respectivament - cf. (3).16

(3)

Classe I:

[-e*t]

[+ext,+velar]

[+ext,+palatal]

M~[g] canviar canvi+k

[éd 3 ]~[étj] triurar triur+eig

0 cantar cant

Com s'observa a (4a) i (4b), la distribució l'increment velar en la I conjugació coincideix amb la distribució del mateix segment en la II conjugació. L'increment palatal, de carácter africat en la I conjugació, a diferència del fricatiu de la III conjugació, presenta també la seva mateixa distribució. Aqüestes extensions, allunyant-se de les expansions esporàdiques del segment velar en determinate temps del subjuntiu, observades en altres varietats - que, segons el dialecte, desenvolupen una funció antisincrética o són el résultat de la tendencia a la difusió dels increments - , acompleixen en la I conjugació de l'alguerès la mateixa funció que desenvolupen les extensions de les subclasses ΙΙ,+ext i ΙΙΙ,+ext en altres varietats catalanes: la delimitació de subclasses verbals. (4a)

PI classe [I] canvi[k]

FUT classe [II] be[k]

classe [I] canvi[y]aré canvi[Y]aràs canvi[Y]arà canvi[y]arem canvi[Y]areu canvi[Y]aran

classe [II] be[γ]eré be[Y]eràs

belerà be[Y]erem be[Y]ereu

beberán IS

PS classe [I] cànvi[Y]i cànvi[Y]is cànvi[Y]i

classe [II] be[y]i be[Y]is be[Y]i be[Y]em be[Y]eu be[Y]in

cànvi[Y]in

(4b)

16

COND classe [I] classe [II] canvi[Y]ariva be[y]eriva be[Y]erivas canvi[Y]arivas be[Y]eriva canvi[Y]ariva be[Y]erivam canvi[Y]arivam be[Y]erivau canvi[Y]arivau be[Y]erivan canvi[Y]arivan

classe [I]

classe [II]

classe [I]

IMP classe [II]

cànvi[Y]i

be[ Y ]i

cànvi[y]in

be[Y]in

bevessi be[Y]essis be[Y]essi be[Y]éssim be[Y]éssiu be[Y]essin

PS

PI

IMP

classe I triur[étf] triur[éd3]as triur[éd3]a

classe III salv[éj] salv[éj]as salv[éj]

classe I triur[éd3]i triur[é33]is triur[é33]i

classe III salv[éf]i salv[éj]is salv[éf]i

triur[éd3]a triur[éd3]i

triur[éf] triur[éj]i

triur[éd3]an

salv[éj]an

triur[éd3]in

salv[éj]in

triur[éd3]in

triur[éf]in

classe I

classe III

En aquesta descripció, però, només es compta amb les dades corresponents als dos primers models. Verbs amb increment velar, del tipus canviar, no foren enquestats per Alcover.

La tendència expansiva del segment

velar.

415

Quant a la subclasse ΙΙ,+ext, el FUT i el CON poden presentar realitzacions alternatives amb aquest increment [bayaré] - [bayariva]. Per tant, l'extensió velar també manifesta en alguerès una tendència a l'expansió intraparadigmàtica; és a dir, a la difusió a altres temps de la mateixa conjugació que, en general, no l'inclouen. Un fet semblant ocorria en algunes localitats occidentals en relació amb I'll. El segment velar en alguerès no s'estén mai, però, a altres classes verbals, a diferencia del que s'ha constatai en varietats com ara el valencià i el balear.

4

Conclusions

El segment velar, que determina la pertinença d'un verb a la subclasse ΙΙ,+ext, experimenta dues tendències clarament diferenciades: una, a la difusió intraparadigmàtica, és a dir, es difon a temps i a modes de la mateixa subclasse verbal (GER: be[y]ent, 2a persona del pl. de l'IMP: be[y]eu), INF: po[y]er); i una altra, a la difusió interparadigmática, és a dir, es difon a temps i modes d'altres (sub)classes verbals. Els verbs del valencià i del balear són especialment receptius a incorporar aquest tipus d'increment, tant pel que fa a la subclasse ΙΙ,+ext (pere, pergui, perguera...) com pel que fa a la classe I (cantiga) i a la III conjugació (dork, dorgam\ bulle...). Aquesta difusió porta implícita, en alguns temps, la incorporado de la vocal temàtica de la classe II i origina, en conseqiiència, un canvi de classe verbal.17 El segment velar de la subclasse ΙΙ,+ext, tot i expandir-se a altres classes verbals, es manté estructuralment en la casella morfològica corresponent a extensió. Aquest element, però, en determinate dialectes, pot actuar indirectament de marcador de nombre/persona o de mode/temps. Cal atribuir la difusió del segment velar a diferents causes: a) a una tendència analògica. Parlar d'expansió o de difusió de l'increment velar, des d'un punt de vista sincrònic, o parlar d'analogia, des d'un punt de vista diacronie, té gairebé el mateix significai. De fet, els efectes immédiats de l'analogia són l'extensió i l'anivellament. El paper preponderant de l'analogia justifica la proliferació del segment velar en persones, temps, modes i classes verbals. b) al principi del marcatge: les categories morfosintàctiques marcades - el subjuntiu, el perfet - enfront de les categories no marcades - l'indicatiu - es defineixen, grosso modo, per la presència d'algun tret o per la menor freqüéncia d'ús. Així, el carácter marcat del gerundi i del participi respecte de l'infinitiu o del subjuntiu enfront de l'indicatiu potencien la velarització dels primers. c) a l'elusió del sincretisme: en el conjunt de les realitzacions verbals regulars del domini català hi ha temps que admeten més sincretisme que d'altres, o varietats dialectals més susceptibles de manifestar-lo en alguns punts del paradigma. Segons aquests résultats, la introducció de l'extensió velar /ig/ a la I a i 2 a persones del pl., que apareix en algunes 17

Cf. el grau màxim de difusió en unes hipotètiques realitzacions del verb dormir: GER [doryént], PI [d5rk, dormiyém, -iyéw], PS [dórmiya, -iyes, -iya, dormiyém, -iyéw, -iyen], IS [dormiyéra, -iyéres, -iyéra, -iyérem, -iyérew, -iyéren], i IMP [dormiyém, -iyéw], on sols queden rastres de la vocal temàtica li! a l'INF i en el PART; la resta de formes s'han assimilat a la classe II.

416

Maria Pilar Perea

realitzacions dialectals del PS de la III conjugació (dormim-dormiguem ; partim-partiguem), sembla que té la fmalitat de distingir clarament el PS del PI. Aixi, hi ha varietats que no toleren el sincretisme en aquesta classe com fan altres varietats, i introdueixen un segment velar com a possible marca de mode, però, en canvi, el poden admetre en les realitzacions de les mateixes persones de les classes verbals I i II,-ext (cf. cantem-cantem; batem-batem, però beguem-beveu). Amb tot, com ho suggereixen aqüestes vaciHacions, la voluntat d'evitar el sincretisme és un criteri parcialment explicatiu i, per aquest motiu, les dades discrepante i el valor distintiu que poden assumir els diversos marcadors s'han de valorar amb una certa cautela. d) a l'accio del canvi linguistic. Els canvis morfològics es poden justificar per la débilitât del sistema morfologie verbal, el quai, a causa de la seva ambigüitat, pot produir problèmes psicològics o psicolingüístics al parlant.18 La tendència a evitar o a reduir la sinonimia o l'ambigüitat pot provocar una innovació lingüística en la parla de qualsevol individu. En definitiva, la tendència general que s'ha observât, com s'extreu de les diverses realitzacions dialectals, és la difusió de l'increment velar més que la seva retirada. Des d'aquesta perspectiva, i en oposició a l'immobilisme de l'estàndard, els models regulars poden experimentar una modificado major o menor des del punt de vista de les realitzacions dialectals. En conseqüéncia, el concepte de regularitat verbal ha d'esdevenir més flexible i ha d'admetre formes múltiples no només en l'arrel sinó en les terminacions, les quals es poden distribuir uniformément en els paradigmes verbals regulars, en alguns casos de manera polimorfica, en d'altres de manera unitària, en cadascun dels dialectes del català. La regularitat verbal, malgrat tot, es continuará mantenint.

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La tendencia expansiva del segment velar...

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Isabel Pujol Payet Morfología histórica: derivados en relación al concepto de «cinco»*

Por lo que respecta a los estudios históricos, el acercamiento a la morfología se ha producido desde dos perspectivas bien diferenciadas: por una parte, desde una perspectiva globalizadora, y por lo tanto general, en las gramáticas y manuales; y por otra, desde una perspectiva parcial, a partir de estudios monográficos especializados. Por lo que se refiere a la derivación en particular, se han tenido en cuenta tanto los aspectos evolutivos que afectan al significante, debido a cambios fonéticos, como los que afectan al significado, así como la categoría gramatical. A nuestro entender, la diferencia básica que existe entre el tratamiento que de la derivación presentan las gramáticas y manuales frente a los estudios especializados estriba en un mayor grado de concreción de estos últimos, ya que exploran de una forma mucho más detallada, completa y homogénea la evolución del latín al español y, en consecuencia, los múltiples factores que en ésta han intervenido. Este análisis pormenorizado se consigue atendiendo a tres aspectos: a) las características etimológicas, fonéticas y semánticas de bases, afijos y derivados; b) la relación que se establece entre un tipo de derivados y los demás elementos del sistema; y c) una abundante documentación del léxico tratado en la historia del español. Sin embargo, debido a la falta de estudios monográficos y al carácter básico de la información que presentan las gramáticas y manuales, son muchas las preguntas que quedan sin respuesta: ¿qué procesos de formación de palabras se heredan del latín? ¿Se dan en la misma frecuencia en español que en la lengua clásica? ¿En qué otros procesos el español se muestra innovador y en qué etapas? ¿Cuáles son los modelos de formación de palabras más frecuentes en el léxico del español? Para poder llegar a contestar todos estos interrogantes, pensamos que es fundamental estudiar distintas parcelas del léxico desde un punto de vista etimológico, morfológico, semántico y documental. En cuanto a la elección del marco teórico para desarrollar este tipo de estudio integral, cabe destacar que los modelos teóricos en morfología nacen de la necesidad de describir los morfemas de una lengua y los procesos de formación de palabras desde una perspectiva sincrónica, motivo por el que difícilmente pueden dar cuenta del continuum latín-castellano - cf. los modelos de Unidad y Disposición y de Unidad y Proceso en Pena (1990) - . Desde un punto de vista diacrònico, uno de los principales objetivos de la teoría morfológica radica en poder dar cuenta de las tendencias evolutivas en la formación de palabras. Algunos de sus principales problemas son cómo integrar las lexicalizaciones (quintillo), así como los préstamos (quinteto, quintini). Esta investigación ha sido posible gracias a las ayudas de los siguientes proyectos: Comissionat per a Universitats i Recerca 1999SGR 00114; DGICYT PB98-0884; y Direcció General de Recerca de la Generalitat de Catalunya y Caixa de Catalunya 2000XT 00032.

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Según nuestra opinión, un modelo capaz de atender a todos estos aspectos es el de Bybee (1985; 1988). En el marco de la morfología postgenerativista, Bybee, considerando determinados hechos lingüísticos que se habían tratado desde distintas perspectivas (desde los universales lingüísticos, el aprendizaje de la lengua materna y desde el cambio lingüístico), propone un modelo de análisis, descendiente de Palabra y Paradigma, basado en ciertos principios de la organización del léxico por parte de los hablantes. Ésta se fundamenta en las relaciones paradigmáticas que se establecen entre los términos de una lengua, tanto a nivel fonológico como a nivel semántico - conocidas como conexiones léxicas - , y el índice de frecuencia de aparición de cada uno de los elementos léxicos - o fuerza léxica —. Como botón de muestra, en este trabajo nos centraremos en el análisis de las formaciones del español que presentan una base relacionada con el concepto numeral cinco, descendientes del latín quinqué, quïntus, quintùplex y quïriï. Si atendemos a la teoría de Bybee (1985; 1988), las voces que estudiamos presentan una conexión semántica en tanto que todas se relacionan - o se han relacionado en la historia del español - con el concepto de cinco. Por lo que se refiere a las conexiones fonológicas, éstas varían según la naturaleza del tipo de numeral de la forma de origen (cardinal, ordinal/partitivo, multiplicativo o distributivo). No obstante, como veremos, tres cuartas partes de los términos del corpus comparten la secuencia [kin-] ~ [-kin-]. El punto de partida para establecer el corpus de trabajo ha sido la información que figura en el DCECH (: s. v. cinco y esguince), la cual se ha complementado con la que ofrece la última edición del DRAE. 1 Por lo que respecta a los datos etimológicos se ha tenido en cuenta también la obra de Roberts / Pastor (1996) así como los diccionarios latinos de Gaffiot (1934), Ernout / Meillet ( 4 1967) y Oxford.

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Forma y significado del léxico en relación al concepto de «cinco»

Según el DCECH y el DRAE, el corpus de términos que encuentran su origen en formas relacionadas con el concepto de cinco asciende a un total de 56 voces.2 Desde un punto de 1 2

En casos concretos también nos hemos servido de la información que aparece en el DGILE. No tenemos en cuenta los numerales compuestos (quince, cincuenta, quinientos) ni sus derivados. Ello nos permite acotar el corpus a un conjunto de datos que presenta unas características formales y semánticas comunes, a la vez que ese conjunto resulta manejable a la hora de elaborar un análisis etimológico, morfológico, semántico y documental desde un punto de vista histórico. No hemos considerado tampoco la voz quintillizo (por tratarse de una formación particular generada a partir de la terminación de mellizo, análoga a trillilo y cuatrillizo). No incluimos el latinismo quinquies que recoge el DRAE - sin embargo, falta en el DCECH, el DGILE y en el DEA - . Por el contrario, hemos integrado en el corpus el adjetivo requintado, da que el DCECH (: s. v. cinco) marca como gallego y el DEA como regional, ya que la documentación escrita muestra que es voz mayormente utilizada en el español de América - Argentina, Uruguay y Colombia; en los dos primeros países se utiliza haciendo referencia al ala del sombrero con el valor de - . En cuanto al español peninsular, las concordancias del CORDE recogen dos ejemplos con el significado de : uno pertenece a la obra Granada (Guia emocional) de

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vista etimológico, éstas pueden clasificarse en cuatro grupos: a) descendientes de formas de origen numeral cardinal - cinca, cinquena -; b) descendientes de formas de origen ordinal/partitivo - quinta, quintada -; c) descendientes de formas de origen numeral multiplicativo - quintuplicación, quintuplicar - ; y d) descendientes de formas de origen numeral distributivo - quinal, quinario -. Por lo que respecta a la transmisión, predominan las voces de formación romance, que suman el 64,28%. 3 Siguen en orden de importancia los términos de origen latino, los cuales ascienden al 21,42%. El resto, lo constituyen los préstamos quinteto (del italiano), quintín (del francés Quentin, ciudad de Bretaña y a su vez del lat. QUINTINUS, nombre de persona derivado de QUINTOS, cf. DCECH, s. v. cinco), y esguince (o desguince) junto con sus derivados esguinzar, esquinzar, esquinzador y desguinzar, probablemente de origen catalán.4 Si atendemos a los derivados latinos en relación al concepto de quinqué, se puede observar cómo existe una estrecha conexión fonológica entre estas formaciones ya que todos los casos empiezan por [k w in-] - vid. (1) - . No obstante, los términos más abundantes, o de mayor fuerza léxica, son los de origen ordinal/partitivo, hecho que los convierte en el patrón de mayores posibilidades para la creación de nuevas formas. (1)

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a. Formas latinas en relación con el cardinal: quinquiës (o quinquiëns) (adv.).5 b. Formas latinas en relación con el ordinal/partitivo: quintana, -ae; quintänensis, -is; quintânësius, ii; quïntânï (o quintanus, -i); quïntânus, -a, -um - ej.: quintana uia, quintana porta, nônae quïntânae - ; quïntârius, -a, -um; quinticeps, -ipis; qüíntllis, -e (o

Gregorio Martínez Sierra publicada en 1920; el otro, a Estampas de caza mayor. (Monterías de reses en Extremadura) de Antonio Cuéllar Gragera, publicada en 1954. El adjetivo requintado, da falta en el DRAE y en el DGILE. Entre éstas se incluyen quinterno (formación analógica a cuaderno) y quinterna (por analogía a terna y cuaterna) junto con los términos de carácter culto quínola, quínolas, quintuplicación y quintuplicar, los cuales no aparecen en los diccionarios latinos de Ernout / Meillet (41967), Gaffiot (1934) y Oxford. El DCECH (: s. v. esguince) comenta a propósito de las formas verbales desguinzar y esquinzar que se trata de términos técnicos de la fabricación papelera y añade que «como esta industria es más antigua que en parte alguna en Játiva, y hoy sigue teniendo gran desarrollo en todas las tierras de lengua catalana, hemos de admitir que esta acepción especial procede de este idioma; en cuanto a las demás, la existencia del postverbal esguince sin su verbo, y su aparición en sentidos sólo secundarios y especiales, son también hechos característicos de un préstamo, según ya reconoció Baist, de suerte que apenas puede dudarse de que esguince está tomado del cat. esquinç. Cierto que también hay un gall, esguizar [...]». En cuanto a la alternada que se observa en la secuencia inicial [es-] ~ [des-] entre las distintas variantes, Penny (1993: 257) señala que se trata de un comportamiento común tanto en el español medieval como en el habla no estándar moderna, el cual encuentra su origen en la rivalidad entre las formaciones generadas a partir de los prefijos latinos Dis- y DE + EX- y las formas prefijadas en EX-. Sin embargo, el latín posee gran cantidad de términos compuestos que guardan relación con quinqué, entre los que destacan los cardinales compuestos qüindecim (< quinqué decim), quinquâgintâ (< quinqué + -ginta), etc.) y sus derivados, lo que otorgaría una mayor fuerza léxica a las formaciones en relación con el cardinal.

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quinctïlis, aplicado al mes); quintó (adv.); quintum (adv.); quintus, -a, -um (o quinctus, -a, -uni).6 c. Formas latinas en relación con el multiplicativo: quincüplíco, -are (o quinquëplïco, quinquiplicö); quincüplüs, -a, -um (o quinquiplus); quinquïplum, -i (o quinquëplum); quìntupleχ, -icis (o quincüplex, quinquëplex, quinquiplex)', quintûplïcïtër (o quincûplicïtër). d. Formas latinas en relación con el distributivo: quînârius, -a, -um (o quinquënârius, -a, -um)', quïnï, -ae, -a (o quinus, -a, -um)·, quîniô, -ônis. Efectivamente, en cuanto al léxico español, casi la mitad de las formaciones - el 48,21% posee una base ordinal/partitiva. Siguen a éstas las de origen distributivo, que suponen el 30,35%. En tercer lugar, aparecen las formaciones derivadas del cardinal (14,28%). Finalmente, se encuentran los términos que guardan relación con el multiplicativo (7,14%). De hecho, el castellano sólo hereda del latín tres formas de origen ordinal/partitivo (el numeral quintus, -a, -um y los derivados quintana y quïntïlis). A nuestro entender, según desvelan los datos, uno de los factores más activos en el crecimiento de este tipo de formaciones es la fuerza léxica del numeral ordinal/partitivo, como demuestran los procesos de nominalización que han sufrido quinto y quinta juntamente con los de derivación en el caso de quintilla, quintillo y quintar.1 A su vez, algunas de estas formaciones demuestran gran vitalidad en la medida que son la base de nuevos derivados (iquintero y quintería < quinta, quintador < quintar, etc.).8 Otra causa que ayuda a ensanchar el número de formaciones de origen ordinal/partitivo es el préstamo. Todos los términos en relación al concepto de cinco que el español toma en préstamo proceden de lenguas románicas 9 y encuentran su origen en el numeral ordinal/partitivo. El español hereda todos los términos de origen distributivo que presentaba el latín. Además integra también quinal, descendiente del bajo latín quínale. Las demás voces de este tipo se han creado ya en castellano - quínolas (1580-1626) y quiniela (1948), junto con sus derivados; así como también las formaciones a partir del primitivo quiñón, quiñonero y desquiñonar - . La génesis de nuevos derivados a partir de términos castellanos es un indicio de su fuerza léxica (así hallamos quinolillas y quinolear < quínola(s)·, y quinielero, quinielista y quinielístico < quiniela). Por otra parte, cabe destacar también dos 6

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Además, según Ernout / Meillet ( 4 1967: s. v. quinqué), ciertos términos romances suponen una forma *exquîntiâre (compárese con *exquartiäre). En nuestro caso se trata de esguince y sus derivados. En Pujol Payet (2001) se demuestra que uno de los motivos que impulsan el crecimiento de las familias léxicas de origen numeral es la creación de verbos y consecuentemente de derivados deverbales. En el caso de unos cuantos derivados, cabe considerar también la importancia de las estrechas conexiones, tanto a nivel fonológico como semántico, que existen entre algunos términos de las distintas familias léxicas de origen numeral (quintante vs. cuadrante, quinterón vs. tercerón y cuarterón). Si atendemos a la teoría de Bybee (1985; 1988), el hecho de que en el conjunto de derivados latinos en relación a quinqué las formaciones de origen ordinal/partitivo sean las de mayor fuerza léxica es un factor que sin duda debe haber influido en el léxico de las lenguas romances, tanto por lo que respecta a la herencia latina como por lo que se refiere a los patrones que servirán para las nuevas creaciones léxicas.

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creaciones analógicas, quinterno (respecto a cuaderno) y quinterna (respecto a terna y cuaterna), las cuales ponen de manifiesto las estrechas conexiones que existen entre las distintas familias léxicas de origen numeral. Los términos de origen cardinal del español responden todos a formaciones romances (cinca, cinquén, cinquillo, etc.). La frecuencia de uso en relación a las clases de numerales es muy distinta si comparamos el uso del numeral en español y su presencia dentro del ámbito de la formación de palabras: en Marcos Marín (1990) se afirma que el español ha tendido desde sus orígenes a un uso general del cardinal, no obstante es en el léxico de derivados en donde se puede apreciar la continuidad de los demás tipos de numerales. En cuanto a los términos de origen multiplicativo, el español hereda básicamente el adjetivo quìntupleχ > quintuple. Con la misma secuencia inicial se crean el adjetivo quíntuplo, pía, el verbo quintuplicar y el sustantivo deverbal quintuplicación. Las primeras manifestaciones en castellano de estos términos no aparecen hasta finales del s. XVI quíntuplo, pía (1589) - y en siglos posteriores - quintuplicar (1870-1905) y quintuplicación (1884) - , pues para expresar la noción del multiplicativo el español medieval y clásico utilizaba otros recursos, tal como se ejemplifica en (2): (2)

«Este 50 es el número quarto que se pretende en esta regla buscar, el qual se avrà en tal proporción con el tercero como el segundo con el primero, que la una y otra proporción es quíntupla, o cinco tanto.» [1589, Juan Pérez de Moya, Manual de contadores, publicación: Mariano Quirós García-CILUS, CILUS (Salamanca), 2000, fol. 134v (CORDE)].

Por lo que respecta a las voces latinas que no han pasado al español, cabe destacar tres factores que propician la pérdida de este léxico. En primer lugar, hay que tener en cuenta los cambios que la cultura romana ha sufrido en el transcurso de adopción por parte de los pueblos hispanos. En esta evolución sociocultural, por lo que afecta al léxico, se pierden términos estrechamente relacionados con la organización militar romana (quintänensis, -is; quintânësius, -ii; quïntariî). En segundo lugar, hay que considerar la pérdida de los adverbios latinos en favor de locuciones formadas por [cardinal + sustantivo vice] (quinquiës > cinco veces). Finalmente, cabe señalar que entre los derivados latinos en torno al concepto de cinco se hallan parejas de sinónimos; esta relación sinonímica facilita la pérdida de uno de ellos en la evolución del latín al español (quinticeps vs. quintus). Por lo que respecta a las conexiones fonológicas de los derivados del español, los términos de origen ordinal/partitivo,10 distributivo y multiplicativo están conectados fonológicamente a partir de la secuencia [kin]. Los términos de origen cardinal, a partir de la secuencia [9ink], Estos datos demuestran una fuerte cohesión en este conjunto de derivados. Más de la mitad de las voces del corpus son populares (el 62,5%). Los términos cultos ascienden al 23,21%." Los préstamos suman el 14,28%. Las formas populares corresponden a los derivados de origen cardinal, a la mayoría de formaciones de origen 10 11

A excepción de los préstamos del catalán que presentan la secuencia [ezginG] ~ [eskinO], Además de los cultismos hemos considerado también como voces de carácter culto las creaciones romances quínola, quínolas, quintuplicar, quintuplicación y las formaciones analógicas quinterno y quinterna, debido a que sus rasgos fonológicos y morfológicos son similares a los de los verdaderos cultismos.

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ordinal/partitivo y a un poco más de la mitad de los derivados de origen distributivo. El resto de estas últimas y las voces relacionadas con el multiplicativo son formas cultas. Según puede observarse a partir de las marcas del DRAE sobre el ámbito técnico o campo del saber al que pertenecen los términos del corpus y los comentarios al respecto del DCECH, no existe una relación directa entre forma culta y léxico técnico o de especialidad, como tampoco entre forma popular y léxico general. Entre las voces cultas sólo una viene marcada como tecnicismo: quinal, término propio de la marina que designa el . En contraste, en el caso de las formaciones de origen multiplicativo, se trata de términos cultos que forman parte del léxico general (quintuple, quintuplicar). Entre los restantes términos técnicos se hallan tanto voces populares - quintilla (métrica), quinta (música), quinto (derecho), quinto (marina), etc. - como préstamos - quinteto (métrica), esquinzar (industria papelera), etc. - . En cuanto al análisis morfológico, destaca la heterogeneidad de la naturaleza de la base ya que se distingue entre bases propiamente numerales, bien se trate de un numeral latino (iquinario < quïnârius < qulrii; quintana < quintana < quintus) o de uno castellano (cinqueno, na; quintillo), y bases derivadas de una forma numeral {quintería < quintero < quinta < quinto, ta; quiñonero < quiñón). Por lo que respecta al léxico en torno al concepto de cinco, más de la mitad de estos términos posee una base numeral, el 57,14%. El resto presenta una base derivada de numeral. En Pujol Payet (2001) se ha observado el mismo comportamiento en las familias léxicas en torno al concepto de tres y de seis, en contraste con familias de mayor dimensión, como las relacionadas con los conceptos de dos y de cuatro en las que predominan las formaciones de base derivada de numeral. Por lo tanto, podemos afirmar que existe una relación directa entre la dimensión del grupo léxico y la naturaleza de la base de los términos que éste incluye. Por lo que se refiere a la categoría gramatical, casi tres cuartas partes del corpus son sustantivos (el 72,41%) - según Pujol Payet (2001), el predomino de sustantivos en los derivados numerales constituye una tendencia general en este tipo de léxico - 1 2 Los adjetivos y los verbos suman el 13,79% en cada caso. En cuanto a la formación de palabras, cabe subrayar que el español hereda el 35,71% de los términos en relación a cinco, en su mayor parte del latín. Describimos a continuación los procesos de derivación más generales entre las formaciones romances. Primeramente, destaca el predominio de los sustantivos denumerales que conforman el 36,11% del total de derivados romances - cinca, quintillo - . En segundo lugar, figuran los sustantivos de base nominal - quinolillas, quinielista - que suponen el 19,44%. Siguen los sustantivos deverbales - quintador, ra; quintuplicación - que ascienden al 11,11%. En cuarto lugar se sitúan los verbos denominales - quinolear y la formación parasintética desquiñonar - y los verbos de base numeral - quintar y quintuplicar - que representan el 5,55% en cada caso.

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En latín, la mayoría de formaciones en relación al concepto de quinqué (el 47,61%) son adjetivos. En la evolución al español, algunos se conservan como sustantivos - quîntânus, -a, -um > cast. quintana (sust.); quïntïlis, -e > cast, quintil (sust.), etc. - ; otros, como se ha comentado, se pierden por razones de sinonimia - quinticeps, -ipis expresa la misma noción que el ordinal - .

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Por lo que respecta a las conexiones fonológicas de final de palabra, entre los sustantivos y adjetivos en relación con el concepto de cinco, la secuencia más general es [-in-] ~ [-ín], la cual aparece en los cultismos quina y quinas, las formaciones romances cinquina y cinquino , 13 así como en el préstamo quintín, ejemplos que representan el 8,92% del corpus. En segundo término figura el segmento [-ίλ-] que afecta al 7,14% de los derivados (cinquillo o quintillo, quinolillas). En tercer lugar se sitúan varias secuencias fonológicas como [-ér-] (quinielero, ra; quintero), [-ón-] ~ [-ón] (quiñón; quinterón, na), [-én-] ~ [-én] (cinquén ; el numeral cinqueno, na), y [-öor-] ~ [-0ór] (como en los agentivos quintador, ra y requintador, ra y el locativo esquinzador), las cuales ascienden al 5,35% en cada caso. Destacamos al respecto la notable proporción de derivados con sufijos apreciativos [-ίλ-] y [-ón-] en su función lexicalizadora - en Pujol Payet (2001), se pone de manifiesto la elevada productividad de este tipo de formaciones en el ámbito de los derivados numerales - . En lo referente al significado, los 56 términos en relación al concepto de cinco generan un total de 114 acepciones. Estos siguen las tendencias propias del léxico numeral en tanto que forman parte de los campos semánticos siguientes (cf. Pujol Payet 2001): a) El mundo del juego representa el 16,66% de las acepciones de los términos en relación con el concepto de cinco. Casi la mitad de las voces de este grupo (el 42,10%) hace referencia a los juegos de naipes (cinqueño, cinquillo o quintillo·, quinólas o quinolillas', etc.). b) Designaciones de personas, las cuales ascienden al 7'01% (quintador, ra; quintero). c) Términos pertenecientes al campo de la música, que suponen el 5,26% del total de acepciones (quinta; quinteto). d) Voces cuyo valor guarda relación con un espacio temporal, las cuales suman el 3,5% {quinario , quinta ). e) Nombres de monedas, los cuales representan el 2,63% (quinario , cinquén y cinquino).14 f) Finalmente señalamos las designaciones que indican porción de tierra {quinto y quiñón), los términos en relación con la métrica {quinteto y quintilla) y los nombres de medidas {quinto, en el caso de líquidos, y quiñón ), que suman, en cada caso, el 1,75% de las acepciones que generan las formaciones en torno al concepto de cinco. Entre los términos en relación a campos semánticos específicos de esta familia numeral sobresalen los referentes al servicio militar, que suponen el 3,5% del total de acepciones {quinta, quintada), así como los referentes a las casas de campo, los cuales descienden del

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El DCECH (: s. v. ciento) comenta tres posibles orígenes para el sufijo de formas como cinquén, cinquino, cinquentén y cincuentín: 1) que éste sea una variante de -eno procedente del distributivo latino -eni, «variante propia de los nombres de moneda [...] que pudo ser de origen aragonés [...] y en definitiva catalán»; 2) que se trate de un sufijo leonés, en relación con -INUS > -in; y 3) que sea producto de apócope proclitica como en el decén capítulo (Berceo, Sacrif. 205). En el primer y tercer caso, el sufijo procedería del distributivo latino; en el segundo, se trata del diminutivo. El DCECH (: s. v. cinco) coordina cinquén o cinquino como si se tratase de variantes, sin embargo la Academia otorga significados distintos a cada uno de estos términos.

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valor partitivo de quinta parte (quinta, quintana y quintería) y conforman el 2,63% de las acepciones del corpus.

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Documentación escrita

Para la documentación escrita de las formaciones en torno a cinco, se han utilizado dos tipos de fuentes: textuales y lexicográficas. Por lo que respecta a las primeras, se ha consultado el CORDE15 de la Real Academia. En cuanto a las segundas, se han revisado las obras de Palencia (1490), Nebrija (1492 y 1495), Covarrubias (1611), los diccionarios académicos - desde Autoridades hasta la vigésima primera edición de 1992 - y el DCECH. Según se observa en el gráfico de (3), la fecha de primera documentación de los términos en relación al concepto de cinco pone de manifiesto que éstos han experimentado un crecimiento gradual a lo largo de la historia del español, siendo el s. XIX el período que ofrece un mayor desarrollo, ya que cuenta con la primera documentación de un 30,18% del total de formas estudiadas. Como muestra (3), en el s. xvm se produce ya un notable crecimiento léxico, en cuanto que en éste aparece el 18,86% de las primeras documentaciones. Este auge sigue todavía en el español del s. xx que presenta el 13,20%. En la Edad Media el castellano posee una cuarta parte de los términos del corpus, el 26,41% - vid. (4) - . En el s. xiii se recoge la mitad de las primeras documentaciones de este período. En el medioevo abundan las voces heredadas del latín, que representan el 42% de las formaciones de esta época en relación con el concepto de cinco - quintana, quiñón, quinto, quintil, quinas y quinario, ria - . Destaca también la presencia de dos derivados en [-er-], quintero y quiñonero, sobre todo si tenemos en cuenta que en el corpus sólo figura otra forma de este tipo, quinielero, la cual no aparece hasta el s. XX. Los derivados en [-ϊλ-] no surgen hasta el S.XVI. (3) 40,00% 30,00% 20,00% 10,00% 0,00% S.X S.XII S.XIV S.XVI S.XVIII s.xx Perspectiva diacrònica de las formaciones en torno a cinco según su Γ doc.

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La consulta de las documentaciones que presentamos surgidas del CORDE se hizo en el mes de agosto de 2000, como consulta de nivel 2 (recursos de investigación).

Morfología histórica: derivados en relación al concepto de «cinco» (4) 976 1076 1082-1096 1115 1234-1275 1234-1275 1256-1265 1270-1284 1270-1284 1283 1293 1377 1490 1492 1500 1599 1535-1575 1580-1626 1585 1589 1610

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Primeras documentaciones de las formaciones en torno a cinco en el español medieval y clásico quintana DCECH (: s. v. cinco) quinta DCECH (: s. v. cinco) quiñón DCECH (: s. v. cinco) quinto DCECH (: s. ν. cinco) quintar CORDE quintero CORDE CORDE quinterno cinqueno, na CORDE quintil CORDE quinas CORDE quintería CORDE CORDE esquinzar quinario, ría Admyte quiñonero Admyte cinquino DRAE (: s. ν ye CORDE quintilla CORDE quínolas requintar CORDE CORDE quíntuplo, pía DCECH (:s. v. esguince) esguince (desguince)

Como ya hemos señalado, los tres últimos siglos son los que muestran una mayor productividad de las formaciones en relación al concepto de cinco, ya que en ellos se halla la primera documentación del 62,26% de éstas. Entre los términos que aparecen por primera vez en el s. XVIII figura la mitad de los préstamos del corpus - quinteto, desguince, desguinzar y esquinzador - , los cuales suponen un tercio de las voces en torno a cinco que encuentra su primera documentación en este período. El s. XIX, además de destacar por tratarse de la época de mayor auge de las formaciones del corpus, sobresale por la creación de cuatro de los seis derivados deverbales que figuran en el conjunto de términos estudiados - quintador, ra; requintador, ra\ requinto y quintuplicación - . Finalmente, más de la mitad de las formaciones creadas en el s. xx se deben a quiniela y sus derivados. (5)

Primeras documentaciones de las formaciones en torno a cinco en los siglos XVIII, XIX y x x

1729 1737 1748 1780 1780 16

cinca quintillo quinterón, na cinquena cinqueño

Autoridades Autoridades CORDE DRAE (BusCon) DRAE (BusCon)

Aunque no hemos encontrado el término cinquino en la documentación escrita, fechamos su primera documentación a partir de los datos que nos aporta el DRAE: «moneda portuguesa que corría en España en el siglo xvi y valía cinco maravedís.»

428

lsabel Pujol Payet

1780 1791 1791 1791 1793-1797 1803 1803 1803 1803 1803 1803 1822 1848 1852 1870-1905 1884 1884 1884 1884 1884 1896-1898 1920 1948 1961 1970 1970 1970 1993

3

cinquillo desguince desguinzar esquinzador quinteto Música quinolear quinolillas quintador, ra quintín requintador, ra requinto quintante quinal quínola quintuplicar cinquén cinquina quina quinterna quintuplicación desquiñonar requintado, da quiniela quinielero, ra quinielista quinielístico, ca quintada , requinterón, na

DRAE (BusCon) DRAE (BusCon) DRAE (BusCon) DRAE (BusCon) CORDE DRAE (BusCon) DRAE (BusCon) DRAE (BusCon) DRAE (BusCon) DRAE (BusCon) DRAE (BusCon) DRAE (BusCon) DCECH (: s. v. cinco) DRAE (BusCon) CORDE DRAE (BusCon) DRAE (BusCon) DRAE (BusCon) DRAE (BusCon) DRAE (BusCon) DCECH (: s. v. cinco) CORDE CORDE CORDE DRAE (BusCon) CORDE DRAE (BusCon) DGILE

Conclusión

Desde un punto de vista formal, si atendemos a los parámetros básicos de la teoría de Bybee (1985; 1988), resulta que el patrón con una mayor fuerza léxica en latín - las formaciones a partir del numeral ordinal/partitivo - es el que ha generado también un mayor número de voces nuevas a lo largo de la historia del español. Por lo tanto, en este sentido, podemos decir que el léxico del español sigue las tendencias marcadas ya en el léxico latino, por lo que respecta a la selección de bases para la creación de nuevos términos. Por otra parte, en cuanto a la categoría gramatical, predominan los sustantivos, característica propia del léxico romance de origen numeral. Por lo que atañe a la transmisión, la mayoría de formaciones del español en torno al concepto de cinco encuentra su origen en el romance castellano, a la vez que se trata de voces populares. Si tenemos en cuenta las conexiones fonológicas entre las secuencias de final de palabra, destaca la

Morfología histórica: derivados en relación al concepto de «cinco»

429

formación de derivados a partir de los sufijos apreciativos [-ίλ-] y [-ón-] en su función lexicalizadora. Desde una perspectiva semántica, los términos estudiados presentan los valores característicos del léxico numeral (cf. Pujol Payet 2001); en este caso, sobresalen, por este orden, los pertenecientes al mundo del juego, las designaciones de personas y los relativos a la música. Por último, por lo que respecta a las primeras documentaciones, éstas ponen de manifiesto el crecimiento gradual del léxico en relación con cinco en la evolución del español. En la Edad Media la lengua castellana contaba con una cuarta parte de los elementos del corpus. El mayor auge de crecimiento léxico se produce en los tres últimos siglos.

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Isabel Pujol Payet

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Jan Schroten Las raíces de las palabras españolas y su categoría

Resumen Los datos españoles que se discuten en este ensayo son dos grupos de pares nombre - verbo que tienen significado de sonido o voz y de baile o danza. La cuestión morfológica es cómo se estructuran estas palabras y qué propiedades léxicas son necesarias para dar una descripción adecuada de su formación. La hipótesis que propongo es que estas palabras se componen de una base acategorial y un sufijo nominal o verbal. La sufijación se trata como un proceso de concordancia morfológica, tratamiento que es atractivo en algunas variantes de la teoría minimalista de Chomsky (1995; 1998; 1999). En esta aproximación, la base tiene rasgos conceptuales o semánticos interpretables y rasgos formales ininterpretables; los rasgos formales son los que se necesitan para determinar con qué sufijo se combina la base formando palabra. Si la base se combina con un sufijo apropiado, se elide el rasgo formal de la base, con lo que se forma una palabra legítima. Además de esto, el sufijo puede tener rasgos conceptuales, que son ininterpretables en él. Cuando el sufijo se combina con una base con los mismos rasgos conceptuales, rasgos interpretables en la base, se eliden los rasgos conceptuales ininterpretables del sufijo y se forma una palabra legítima. Algunos sufijos no tienen rasgo conceptual y pueden combinarse con cualquier tipo de base, a condición de que ésta tenga rasgo formal que se elide al combinarse con el sufijo apropiado. Así se esboza la base de una teoría morfológica de concordancia en la formación de palabras, teoría plausible en el contexto de la teoría minimalista. La ventaja de esta aproximación está en la tentativa de explicitar los procesos morfológicos que se dan tanto en la base como en el sufijo cuando se combinan formando una palabra.

1 Introducción En estudios de morfología derivacional del español se suelen usar datos lexicográficos, que son las definiciones que se hallan en los diccionarios. Así, por ejemplo, el nombre baile se define como: «[a]cción de bailar», mientras que el verbo vahar se define como «[b]ailar el

432

Jan Schroten

vals». La definición lexicográfica y el análisis morfológico que se basa en ella se resumen en(l): ( 1)

Definiciones lexicográficas y su interpretación morfológica (i) baile. Definición: «Acción de bailar.» (Moliner 1966: s. v.) Análisis morfológico: baile es deverbal, con estructura: [V:bail-] + [N: -e] (ii) valsar Definición: «Bailar el vals» (Moliner 1966: s. v.) Análisis morfológico: valsar es denominai, con estructura: [N: vals-] + [V: -ar]

Los estudios de Marchand ( 2 1969) - sobre el inglés - , de Liidtke (1978) - sobre el francés, el catalán y el castellano - y las observaciones de Rainer (1993) - sobre el español muestran que los autores no solo tienen en cuenta las definiciones lexicográficas, sino que se basan además en sus intuiciones relativas a la dirección de la derivación, o relativas a la categoría de la base. Las intuiciones que se manifiestan son intuiciones de lógica conceptual y de plausibilidad, pero no se trata de intuiciones lingüísticas del hablante nativo que forman la base de la gramática generativa. En realidad, en muchas páginas de análisis morfológico se presenta como evidente y natural la dirección de la derivación en que se basa el autor, sin que se mencionen argumentos independientes o adicionales de carácter morfológico. Un argumento que se suele mencionar en los estudios morfológicos tiene que ver con el «peso» del sufijo y la base típica que selecciona. Por ejemplo, los nombres que terminan en los sufijos -miento y -ción, que son sufijos largos o «de peso», se suelen analizar como nombres con base verbal, independientemente de la definición lexicográfica. Como se puede observar en los dos ejemplos que se presentan en (2), los diccionaristas son más cautelosos que los morfólogos, y determinan en cada caso la dirección de la definición. Los lexicógrafos se basan en intuiciones conceptuales y dan las definiciones que creen más adecuadas; los morfólogos tratan como «evidentemente» deverbales los nombres terminados en -miento y -ción, tomando en consideración el argumento formal del «peso» del sufijo: (2)

Sufijos nominales largos y su tratamiento lexicográfico y morfológico (i) Nombre: declaración Definición lexicográfica: «Acción de declarar. [Subacepción:] Cosa que se declara». (Moliner 1966: s. v.) Análisis morfológico: Nombre deverbal: [V: declar(a)-] + [N: ción] (ii) Nombre: sentimiento Definición lexicográfica: «1. Estado afectivo [...]. 2. Estado de ánimo [...]» (Moliner 1966: s. v.) Tratamiento morfológico: Nombre deverbal: [V: sent(i)-] + [N: -miento]

En los estudios sobre el español de Pena (1976; 1980; 1993), los criterios que se manejan para determinar si el verbo es denominal o si el nombre es deverbal son intuitivos, formales o históricos. Se mencionan muy pocas consideraciones conceptuales de una manera

Las raices de las palabras españolas y su categoría

433

explícita, pero algunas se pueden deducir de las conclusiones que se presentan como evidentes. Por ejemplo, el nombre abanico, que denota un instrumento o artefacto, se trata como base evidente del verbo abanicar. Y todos los nombres que refieren a artefactos, instrumentos y objetos se tratan como bases evidentes de los verbos emparentados. Un aspecto formal del análisis de Pena es su tratamiento del adjetivo alegre, el nombre alegría y el verbo alegrar que comparten la base [alegr-]. El verbo alegrar se analiza como evidentemente basado en el adjetivo alegre y no en el nombre alegría, probablemente debido a un aspecto formal: el sufijo -e del adjetivo tiene menos «peso» que el sufijo —ía del nombre, que tiene más relieve. Al derivar el verbo, es menos costoso y más plausible elidir la -e átona sufijal del adjetivo que el sufijo bisílabo con vocal acentuada -ía del nombre. Es curioso que el diccionario VOX defina alegrar como: «poner alegre» y que el de Moliner dé la definición: «dar alegría a alguien». En este estudio me propongo mostrar que la base de las palabras derivadas puede ser analizada como acategorial, o sea, desprovista de categoría léxica. El uso del sufijo nominal o verbal determina la categoría de la palabra derivada. En otras palabras, la base acategorial se convierte en una palabra derivada de la categoría nominal si el sufijo es nominal, y verbal, si el sufijo es verbal. Para mostrar esto, se estudiarán grupos de pares de nombre y verbo con sufijos nominal y verbal mínimos y contenido semántico fácil de determinar: un grupo de nombres y verbos emparentados que refieren a bailes o danzas y su ejecución y otro grupo de nombres y verbos emparentados que refieren a sonidos o voces y su emisión. En el segundo apartado, se discutirán algunos aspectos conceptuales del nombre y el verbo emparentado, con sufijo mínimo, de baile o danza (en 2.2) y de sonido o voz (en 2.3) para poder mostrar las desventajas de una base categorial y las ventajas de la hipótesis de la base acategorial. Las conclusiones provisionales de presentarán en 2.4. En el tercer apartado se verán las propiedades de algunos sufijos ejemplares y su tratamiento en el componente morfológico. Se trata de saber qué propiedades conceptuales y semánticas tiene el sufijo y cómo se obtiene la interpretación de la palabra que se compone del sufijo y la base. Se trata sobre todo de saber qué efectos tiene la incorporación de la base al sufijo (o del sufijo a la base), tanto desde el punto de vista semántico como desde el punto de vista formal. Las conclusiones se hallarán en el cuarto apartado.

2

Aspectos conceptuales de la base

2.1

Introducción

En este apartado, intentamos hallar argumentos conceptuales que nos permitan determinar propiedades de la base de un par de nombre y verbo, que tienen la misma base y en que tanto el nombre como el verbo tiene un sufijo mínimo: una vocal, -o, -a, -e nominal y la «pura desinencia» verbal. En 2.2 se discuten los nombres de bailes o danzas y los verbos emparentados. En 2.3 se discuten nombres de sonidos o voces y los verbos emparentados. En 2.4 se dan algunas conclusiones provisionales.

434 2.2

Jan Schroten

Nombres de bailes y danzas y los verbos emparentados

Consideremos el verbo bailar y el nombre baile y los conceptos que expresan. Se define el verbo bailar como «[m]over el cuerpo, los pies y los brazos en orden y a compás» (VOX 1990: s. ν.) y el nombre baile como la «[a]cción de bailar» (VOX 1990: s. v.), que sugiere que los lexicógrafos definen una base verbal y un nombre deverbal. Es usual también definir otra acepción del nombre baile de distinta manera, como «[sjucesión de mudanzas ejecutadas según un orden y ritmo determinados, que recibe un nombre particular, como vals, rigodón, polca, etc.» (VOX 1990: s. v. 3). Si se considera esta acepción del nombre como fundamental, se puede interpretar el verbo bailar como denominal, denotando la acción que produce la «sucesión de mudanzas». Comparando este par de palabras con otro similar, que es danzar y danza, vemos que surge la misma duda: ¿es denominal el verbo danzar o es deverbal el nombre danza? También es posible que haya dos procesos derivativos, uno convirtiendo el verbo en nombre de acción y otro convirtiendo el nombre, que denota la sucesión de mudanzas efectuada por los que bailan, en un verbo que se puede definir como: «ejecutar un baile o bailes o una danza o danzas». De hecho, se impone un análisis conceptual de bailar como verbo denominai si seguimos la teoría léxica de Hale / Keyser (1993). El primer paso, que es decisivo, es observar que hay una equivalencia de bailar y «ejecutar un baile». Esta equivalencia sugiere que el nombre es la base conceptual del verbo. Sigue siendo posible que el verbo, a su vez, sea la base del nombre deverbal de acción baile. Esta posibilidad se resume en (3): (3)

Derivación doble de baile. (i) bail- (base léxica nominal: «sucesión de mudanzas») > (ii) bail+ar (verbo = «ejecutar un baile (=sucesión de mudanzas») > (iii) bail+e (nombre deverbal: «acción de bailar»).

El mismo análisis podría tener danzar, que significa: «ejecutar una danza», con el nombre deverbal danza, con acepción «acción de danzar», y base nominal danza, que se define como «baile» (VOX 1990: s. v.) Nótese que hay distintos nombres para denotar distintos tipos de baile o danza, ya que son distintas «sucesiones de mudanzas» las del chotis y las del merengue. Estos dos nombres que denotan bailes típicos no tienen verbo emparentado, como lo serían: *chot(is)(e)ar, *merenguear. La construcción verbal se obtiene usando el verbo bailar con el nombre en función de complemento directo: bailar el chotis / merengue. En otros casos, hay un nombre y un verbo emparentado. Por ejemplo, hay un nombre, vals, que denota un determinado tipo de baile y un verbo valsar, hay un nombre, tango, y, según VOX (1990: s. ν.) el verbo tanguear se usa en las Antillas y en Colombia; pero no hay verbo que corresponda con la danza popular llamada jota. Si hay verbo, los diccionarios definen los verbos como denominales: tanguear = «[b]ailar el tango» (VOX 1990: s. ν.) y valsar = «[bjailar el vals» (Moliner 1966: s. v.), lo que sugiere que el nombre exprime el concepto básico. La existencia y disponibilidad del verbo derivado del nombre parece ser accidental, como se puede ver en el resumen de estos datos en (4): (4)

Pares de nombre de baile y verbo derivado (i) baile => bailar; (ii) danza => danzar; (iii) chotis => *chot(is)(e)ar;

Las raices de las palabras españolas y su categoría

435

(iv) merengue => *merenguear; (ν) vals => valsar; (vi) tango => tanguear; (vii) jota => *jotear Consideremos con mayor atención las definiciones de los verbos bailar y danzar y de los nombres baile y danza·. (5)

Definiciones de bailar y baile, danzar y danza (Moliner 1966: s. v.) bailar 1. Mover el cuerpo y los miembros con ritmo, generalmente siguiendo el compás de una música. baile 1. Acción de bailar. 2. Cada una de las formas de bailar adaptadas a un género de música. danzar 1. Moverse rítmicamente, siguiendo el compás de una música. danza 1. Acción de danzar. Escena o espectáculo de personas que danzan. 2. Conjunto de movimientos que forman una pieza completa de baile.

Nótese que las definiciones de baile y danza como acciones, que hallamos en los diccionarios, no son compatibles con el rechazo de las construcciones que se presentan en (6), de modo que se trata de definiciones no totalmente adecuadas: (6)

a. *el baile de este tango cansa mucho (cf.: ( el) bailar este tango cansa mucho) b. *la danza de este tango cansa mucho (cf.: (el) danzar este tango cansa mucho)

Teniendo esto en cuenta, podemos aventurar la hipótesis de que las acciones designadas por bailar y danzar se definen mejor como: «ejecutar un baile / una danza» y que la base es el nombre baile o danza, que designa una serie de pasos, o «sucesión de mudanzas». O sea, bailar y danzar se pueden interpretar como verbos denominales en vez de tratar como deverbales los nombres baile y danza. Los nombres de baile y danza designan conceptos que pueden interpretarse como resultados de la acción. Dicho de otra manera, los nombres designan figuras formadas por series de pasos o «sucesiones de mudanzas» y los verbos denominales designan las acciones de dibujar con los pies y los brazos las figuras representadas por el nombre. Se trata de nombres concretos, y no abstractos como sugieren los diccionarios. Siguiendo los pasos de Hale / Keyser (1993), concluimos que bailar y danzar son equivalentes léxicos de las colocaciones «ejecutar un baile» y «ejecutar una danza», con lo que se puede explicar por qué son marginales «bailar un baile» y «danzar una danza»: el complemento directo va incluido en el verbo y es superfluo, como he mostrado en Schroten (1997). Hay más: podemos explicar a qué se debe la admisibilidad de bailar y danzar con complemento directo que expresa el tipo de baile o danza: (7)

a. bailar / danzar un chotis / un vals / un tango I . . . b. ejecutar un baile / una danza que es un chotis / un vals / un tango I . . .

Obsérvese que los bailes y danzas no solo son los pasos que da el que baila o danza, sino que también hay orquestas que los tocan y, con algunos tipos de baile, cantadores que los cantan, de modo que algunos bailes o danzas se pueden ver y oír también: (7)

c. ver / oír un chotis / un vals / un tango /...

436

Jan Schroten

Los nombres que denotan tipos de danza se comportan como si especificasen un núcleo N= baile / danza. Dicho de otra manera los tipos específicos de baile tienen rasgo semántico [«baile»].

2.3

Nombres que denotan sonidos y voces y los verbos emparentados

Consideremos el nombre grito y el verbo gritar. Para determinar si el nombre es deverbal o si el verbo es denominai, no sirve ningún criterio cuantitativo, de «peso» del sufijo: el sufijo nominal -o y el sufijo verbal -ar (limitándonos a la forma del infinitivo) son igual de breves. Desde un punto de vista conceptual, el sustantivo grito se puede interpretar como nombre de acción derivado del verbo gritar, verbo con significado: «emitir un grito o gritos» (Moliner 1966: s. v.). Obsérvese que la acción tiene que ser efectuada antes de que se produzca el efecto, el grito. O sea, la prioridad de la acción, expresada por el verbo, se puede interpretar como argumento a favor de un verbo básico y un nombre derivado deverbal. Curiosamente, el extenso libro de Lüdtke (1978), que da una serie impresionante de verbos y nombres emparentados, que llama deverbales, no da ningún motivo por el que el nombre ha de considerarse como deverbal. Hay más: Lüdtke trata las vocales que son los sufijos nominales -o, -a, -e como afijos desinenciales de género que siguen a un sufijo «cero» nominal. En este ensayo, se interpretan como sufijos nominales «mínimos», que pueden alternar con sufijos mas «expresivos». Por ejemplo, en nombres que denotan sonidos o voces, se usa el sufijo mínimo -o en unos casos y el sufijo «expresivo» -ido en otros. Consideremos de nuevo el sustantivo y su relación con el verbo. Observamos que el nombre grito refiere a una cosa, aunque no tangible, sí audible y por lo tanto concreta. En la expresión «emitir un grito» es como si el grito se interpretase como una cosa concreta echada fuera de la boca; si consideramos la expresión «dar un grito o gritos» se halla la misma interpretación o se puede considerar la posibilidad de que «dar» signifique «producir» con lo que es como si el nombre grito denotase un objeto efectuado. Aunque el acto de gritar es anterior a su resultado, que es un grito o gritos, el mundo conceptual puede concebirse como un mundo poblado por distintos sonidos y voces, entre los que se hallan los gritos. El mundo conceptual de los sonidos y voces está poblado también de voces de animales, como por ejemplo el maúllo o maullido del gato, el mugido de la vaca, y de otros sonidos no producidos por el hombre como el tintineo de copas y el chirrido de goznes. Es poco probable que el concepto expresado por el verbo maullar tenga existencia conceptual anterior a la existencia del concepto expresado por el nombre maullido o maúllo o que el concepto mugir tenga existencia anterior al concepto mugido y aún menos probable sería la existencia previa del concepto chirriar a la de chirrido. Normalmente, el hablante oye el sonido y aprende su «nombre», dándose cuenta después del emisor, un animal que emite un sonido típico, como un gato que maúlla o una vaca que muge o un objeto que produce un ruido típico, como copas que tintinean o goznes que chirrían. Podemos imaginarnos - fácilmente o con muchas dificultades - vacas maullando o gatos mugiendo, copas chirriando o goznes tintineando. La sorpresa está en el evento a que

Las raíces de las palabras españolas y su categoría

437

referimos: sabemos que no hemos oído mugir a ningún gato ni maullar a ninguna vaca, ni hemos oído tintinear ningún gozne ni chirriar ninguna copa. O sea, sabemos exactamente el tipo de sonido denotado por el nombre y nos sorprende su emisor: la sorpresa no es lingüística, sino pragmática. Otros pares nombre - verbo soportan la hipótesis de que los nombres que denotan sonidos son los elementos básicos. Una pequeña selección de diez nombres tomada de Lüdtke (1978) se presenta en (8); se añaden las definiciones de VOX (1990), y, en algunos casos, entre corchetes, también las definiciones de las palabras usadas en las definiciones: (8)

(i)

alboroto = Gritería o estrépito [Gritería=Griterío. Confusión de voces altas y desentonadas.] [Estrépito. Ruido considerable, estruendo.] [ Estruendo. Ruido grande.] (ii) arrullo = Canto grave y monótono de las palomas y tórtolas. (iii) aúllo = aullido (de aullar). Voz triste y prolongada del lobo, el perro y otros animales. (iv) baladro = Grito o voz espantosa. (v) bostezo = Acción de bostezar (vi) bramo = bramido Voz del toro o de otros animales salvajes. (vii) estallo = estallido Acción de estallar (estallar = Henderse o reventar de golpe una cosa, con chasquido.) [Chasquido. Sonido o estallido hecho con el látigo o la honda cuando se sacuden en el aire violentamente] (viii) estornudo = Acción de estornudar. (estornudar = Despedir estrepitosa y violentamente el aire de los pulmones, por una espiración voluntaria y repentina.) (ix) maúllo = maullido Voz del gato. (x) murmullo = Ruido sordo y confuso.

Aunque la definición del diccionario no es criterio decisivo si queremos determinar la dirección de la derivación, podemos basarnos en ella para ver qué tipo de contenido semántico ofrece. En (9), podemos ver que hay verbos emparentados con cada uno de los diez nombres que se presentan en (8): (9)

Verbos que refieren a sonidos y voces y el nombre emparentado (i) alborotar => alboroto; (ii) arrullar => arrullo; (iii) aullar => aullido, aúllo; (iv) baladrar => baladro; (v) bostezar => bostezo; (vi) bramar => bramido; (vii) estallar => estallido; (viii) estornudar => estornudo; (ix) maullar => maúllo, maullido; (x) murmullar => murmullo.

En el libro de Lüdtke, los verbos se presentan como básicos y los nombres como deverbales, en muchos casos caracterizados como nombres que denotan el efecto de la acción significada por el verbo. Por ejemplo, la acción expresada por estornudo se define a base del verbo, estornudar. Invirtiendo los términos, podríamos considerar la posibilidad de que el nombre concreto estornudo, que denota según VOX (1990: s. v.) no solo la acción sino también el efecto de estornudar, sea la base y el verbo, la palabra derivada. Si suponemos que los nombres de sonido son concretos, el verbo tiene significado causativo: «producir un sonido tipo

438

Jan Schroten

«estornudo». El «productor» o emisor del sonido llamado estornudo es normalmente una persona, pero puede ser un animal, como un caballo, un perro o un gato. Cambiando la «dirección» de la derivación obtenemos las definiciones siguientes basadas en las de VOX (1990): (10) (i) estornudo. (a) Despedida violenta del aire de los pulmones, por una espiración voluntaria y repentina; (b) Sonido estrepitoso que suele acompañar a la despedida violenta del aire de los pulmones, por una espiración voluntaria y repentina. (ii) estornudar. (a) Despedir violentamente el aire de los pulmones, por una espiración voluntaria y repentina. (b) Producir el sonido «estornudo». El infinitivo nominalizado con el artículo definido el denota un «evento complejo», si aplicamos un test de Grimshaw (1990), ya que se permite el uso de adverbios frecuentativos como frecuentemente y continuamente; véase (10a). Como se puede ver en (10b,c), los nombres, aunque se definen en los diccionarios como acciones, no permiten el uso de los adjetivos «de frecuencia» frecuente o continuo: (11) (i) El estornudar frecuentemente / continuamente es señal de buena salud (ii) ??E1 estornudo frecuente / continuo es señal de buena salud (iii) ??Los estornudos frecuentes / continuos son señales de buena salud Hay otro test de Grimshaw (1990) que permite distinguir dos tipos de nombre de evento: los de «evento complejo» y los de «evento simple». Los nombres de «evento complejo» no se usan en plural, mientras que los de «evento simple» sí se usan en plural. Este test, que se ha aplicado en (12), demuestra también que el infinitivo sustantivado es nombre de «evento complejo» y que el nombre, aunque se define como nombre de acción derivado del verbo, es nombre de «evento simple»: (12) (i) *Los estornudares son señales de buena salud (ii) Los estornudos son señales de buena salud Concluimos que el nombre que denota un sonido y que tiene verbo emparentado no es evidente que sea un nombre deverbal. El verbo se define fácilmente de manera denominal, mediante la fórmula: «producir el sonido x» en que χ es el nombre que denota el sonido. De nuevo, concluimos que la base no es evidentemente verbal.

2.4

Sobre los nombres de evento simple y su definición

Los nombres que denotan bailes o danzas y sonidos o voces se pueden interpretar como nombres concretos o, talvez, de «evento simple», si adoptamos la terminología de Grimshaw (1990), que acabamos de introducir. De esto se sigue que la definición de «acción» que hallamos con muchos nombres en los diccionarios, definición que sugiere

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propiedades de «nombre de evento complejo», no es apropiada. En algunas definiciones, se trata del «efecto» de la acción designada por el verbo emparentado; en otras, se trata de un «evento simple» que se puede considerar como concreto. Por ejemplo, el grito se puede interpretar como el efecto de la acción de gritar o como un «evento simple», que consiste en la emisión de un sonido fuerte o en el sonido mismo llamado . No se opone nada a que se interpreten los nombres de sonido como nombres concretos ya que los sonidos son «audibles». El oído es uno de los cinco sentidos y percibe los sonidos. De la misma manera, no se opone nada a que se interpreten como concretos los bailes o danzas, ya que son figuras o series de pasos o «sucesiones de mudanzas» que se pueden percibir con los ojos. Son eventos porque tienen desarrollo temporal: el vals no se ejecuta si no hay una serie de pasos en determinado orden y ritmo. Sin embargo, se perciben, por lo que concluyo que son nombres concretos.

3

Bases acategoriales y sufij ación

3.1

Introducción

La hipótesis de que la base de los nombres y verbos que estamos discutiendo no tiene categoría léxica debe ser completada con otra hipótesis, que es que son los sufijos los que determinan la categoría léxica de las palabras. En la formación de las palabras entran, pues, bases acategoriales y sufijos categoriales. La cuestión específica que quiero señalar es que la combinación de la base y su sufijo es, en parte, arbitraria. Consideremos, por ejemplo, -miento y -ción, sufijos nominales bastante productivos y los sufijos nominales «vocálicos» -o, -a, -e a que hemos dedicado alguna atención en el segundo apartado. Si hay una base acategorial de «sonido» como arrull-, ésta debe contener información sobre qué sufijo nominal y qué sufijo verbal selecciona, si es que selecciona las dos categorías. La base debe contener información formal: el sufijo nominal es [N: -o] y el sufijo verbal es la «pura» vocal temática [V: -a-]. Es que no se forma el nombre * arrulle o * arrulla, ni *arrullamiento o *arrullación y que no se forma el verbo *arruller o *arrullir, ni *arrullecer. En el contexto de la teoría minimalista y las variantes que se hallan en Chomsky (1995; 1998; 1999) se puede escoger la aproximación siguiente: la base contiene un rasgo formal, que es la indicación del sufijo nominal que requiere. Este rasgo es formal e ininterpretabe y se elide al combinarse la base con el sufijo relevante. Si no se elide el rasgo formal de la base, porque se combina con otro sufijo nominal, el rasgo formal ininterpretable de la base causa la inaceptabilidad de la palabra formada así. Mi propuesta es, pues, que la combinación de la base y el sufijo es un proceso de concordancia. En este apartado, me propongo elaborar algunos aspectos de cómo se forman los nombres y verbos, determinando la aportación semántica y conceptual de la base y la de algunos sufijos y la necesidad de postular rasgos ininterpretables que se eliminan en la formación de palabras. En 3.2, discutiré la combinación de una base con el sufijo nominal -ido.

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En 3.3, se tratarán algunos aspectos de la combinación de una base con los sufijos nominales -miento y -ción. En 3.4, se consideran algunas propiedades de la combinación de la base con los sufijos nominales que he llamado «vocálicos»: -o, -a y -e. Al final, en 3.5, se señalarán algunos aspectos generales de la hipótesis.

3.2

El sufijo -ido y la base

El sufijo -ido es muy típico. De acuerdo con Rainer (1993: 531/2), quien se basa en Lüdtke (1978), se trata de un sufijo típico de nombres que denotan sonidos, con base generalmente verbal. Por ejemplo, chirrido tiene base verbal chirriar y refiere al sonido que pueden producir los goznes. El sufijo puede interpretarse como dotado de contenido semántico, que es el rasgo semántico [«sonido»]; la base acategorial chirri- tiene interpretación [«sonido»], con especificación más detallada sobre el tipo de sonido y su emisor usual, los goznes. En la combinación, podríamos suponer que se da una fusión del rasgo semántico del sufijo y el de la base, y que la palabra formada así tiene un solo rasgo semántico [«sonido»]. Se podría interpretar la fusión como fenómeno de rasgos interpretables, como lo es el rasgo conceptual [«sonido»]. Hay un problema, que es que el sufijo requiere, y no solo permite, base con rasgo interpretable [«sonido»]. Si se considera interpretable el rasgo [«sonido»] en el sufijo, no se explica por qué el mismo rasgo interpretable es necesario, y no solo posible, en la base. O sea, es inexplicable que no se formen palabras como *pianido con significado «sonido de un piano». La fusión de un rasgo interpretable de la base y del sufijo con que se combina formando una palabra es plausible, pero la necesidad de que haya fusión es inexplicable en la aproximación que acabamos de esbozar. La hipótesis que propongo es que el rasgo semántico del sufijo es rasgo ininterpretable, que tiene que ser elidido. Según esta hipótesis, la base determina la «quiebra» de la derivación en ciertos casos. Por ejemplo, la base pian(o) no tiene rasgo [«sonido»], por lo que *pianido es una palabra con un sufijo que tiene un rasgo semántico, pero ininterpretable en posición de sufijo, y no elidido por un rasgo idéntico, interpretable en la base. O sea, se interpreta el sufijo -ido como un elemento con propiedades desinenciales. El rechazo de *pianido se debe a esto: la presencia de un rasgo semántico, pero ininterpretable en posición de sufijo, y no eliminado por concordancia con el mismo rasgo semántico de la base, donde es interpretable. Nótese que uno podría adivinar fácilmente la interpretación [«sonido de un piano»]; sin embargo, es una interpretación inexistente. Otras bases con rasgo conceptual [«sonido»] como maullido tienen interpretación: la base tiene rasgo formal e ininterpretable [N: -ido] y el sufijo tiene rasgo semántico e ininterpretable [«sonido»]; se eliden estos rasgos ininterpretables en un proceso de concordancia que acompaña al proceso de afijación. Al sufijo nominal «vocálico» -o le falta valor conceptual de [«sonido»], pero se permite su adjunción a algunas bases con rasgo conceptual [«sonido»]. El caso más claro es maullo, palabra sinónima de maullido. En este caso, la base [maull-] tiene el rasgo formal ininterpretable [N: -o] y rasgo conceptual interpretable [«sonido»]; el sufijo no tiene rasgo

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conceptual ininterpretable [«sonido»]. El sufijo no produce «quiebra», ya que no tiene ningún rasgo conceptual que debe ser eliminado. Se sigue de esta hipótesis que el sufijo nominal -o tiene libertad de combinarse con bases con distintos tipos de rasgos conceptuales, ya que no requiere elisión de un rasgo conceptual específico.

3.3

Los sufijos nominales -miento y -ción

Según Rainer (1993), el sufijo -ción forma «nombres de acción» y el sufijo -miento, «nombres de acción» y «nombres de cualidad». En los dos casos es la base la que determina el sufijo apropiado. Supongamos que los nombres de acción se interpreten como dotados del rasgo conceptual [«proceso»], talvez en combinación con el rasgo [«causa»]; los de cualidad pueden interpretarse como dotados del rasgo conceptual [«estado»]. Siguiendo la pauta de Rainer (1993), la hipótesis que propongo es que los sufijos tienen estos rasgos conceptuales, pero ininterpretables en ellos: se combinan con bases que tienen un rasgo conceptual idéntico, capaz de eliminar el rasgo del sufijo. Así por ejemplo, la palabra reorganización se compone de la base [reorganiz-], con rasgo interpretable [«proceso»] y el sufijo -ción, con rasgo ininterpretable [«proceso»] que se elimina por concordancia. Además, la base tiene un rasgo formal [N: -ción] que se elide en el proceso de afijación, si el sufijo es -ción, de nuevo por concordancia. De la misma manera se puede intepretar el «nombre de acción» encarcelamiento como la combinación de la base [encarcel-] y el sufijo -miento, con rasgo conceptual [«proceso»]. En esta hipótesis, la inexistencia de *reorganizamiento y de * encarcelación es accidental, debido a una propiedad léxica, formal y arbitraria, de las bases. Pero es posible que se descubran rasgos conceptuales específicos que permitan explicar la distribución de estos dos sufijos.

3.4

Los sufijos nominales «vocálicos» -o, -a y -e

La hipótesis que voy a explorar es que estos sufijos son sufijos nominales «mínimos»: solo se impone la interpretación nominal de la palabra formada con estos sufijos. La hipótesis implica que tanto casa como danza tienen sufijo -a. El verbo casar no se interpreta fácilmente como emparentado con el nombre casa y el verbo danzar es evidentemente relacionado con el nombre danza. Se trata de características léxicas accidentales. Uno podría considerar la posibilidad de relacionar casar con el nombre casa por la definición: «proveer de casa», pero sería una definición poco convincente. Si el sufijo solo tiene interpretación nominal, la cuestión que surge es cómo los rasgos semánticos y conceptuales de la base se pueden caracterizar y definir, de tal manera que la interpretación nominal y la verbal se derivan. Los dos grupos de nombre y verbo emparentado se comportan de una manera fácil de interpretar: el nombre denota una cosa «concreta» y el verbo tiene significado de efectuación.

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La base [grit-] se combina con el sufijo nominal -o, formando el nombre grito y se combina con la vocal temática formando el verbo gritar. La base tiene rasgo conceptual [«sonido»] y los significados del nombre y del verbo son fáciles de dar: el nombre tiene significado [«sonido tipo »] y el verbo significa: [«producir el sonido tipo »]. El nombre baile o danza tiene significado [«cosa compuesta de una sucesión de «mudanzas»»] o [«figura formada por una sucesión regular de mudanzas»] y los verbos bailar y danzar significan: [«producir un baile o danza»]. Las bases [bail-] y [danz-] tienen rasgo conceptual [«sucesión de mudanzas»]. Es evidente que se necesita más especificación conceptual. Concluimos, pues, que los sufijos nominales vocálicos solo tienen valor nominal y no manifiestan fenómenos de concordancia semántica. La única concordancia que hay es que la base tiene rasgo formal: [N: -o], ininterpretable. Este rasgo se elide al combinarse la base con el sufijo -o.

4

Epílogo: las características de la base

En los estudios morfológicos, es usual dedicar la mayor parte de la atención a la lista de los afijos y sus propiedades. Se suelen señalar algunas propiedades de las bases con que se combinan. Lo que falta es una hipótesis general sobre cómo se efectúa la combinación de la base y el afijo. En este ensayo he intentado esbozar una aproximación minimalista, según la que la sufij ación es un fenómeno de concordancia, tanto de tipo puramente léxico y formal como de tipo semántico y conceptual. En las pocas páginas que se han podido dedicar al tema, tres tipos de sufijos han sido discutidos. En primer lugar, -ido, sufijo con valor semántico [«sonido»], pero ininterpretable en el sufijo mismo, necesita una base con el mismo rasgo conceptual. Su combinación con una base de este tipo permite la eliminación del rasgo del sufijo. En segundo lugar, los sufijos nominales -ción y -miento tienen el rasgo conceptual general [«proceso»], que se elide en combinación con una base con el mismo rasgo conceptual. La base contiene un rasgo formal que debe ser eliminado: el que expresa qué sufijo requiere la base. En tercer lugar, los sufijos nominales «vocálicos» -o, -a, -e no tienen rasgo conceptual y pueden combinarse con cualquier tipo conceptual de base, a condición de que la base tenga rasgo formal, de selección del sufijo apropiado. Los rasgos conceptuales y semánticos de la base desempeñan un papel muy importante, y se necesitan estudios en que se redactan listas de rasgos conceptuales de las bases y su repercusión en la formación de palabras. En Schroten (1997; 2000), estudios dedicados a la formación de verbos parasintéticos en español, se hallan dos muestras sobre propiedades de la base y sus repercusiones en la formación de palabras.

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Bibliografía

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El prefijo anti- en español o la oposición a las soluciones discretas en el análisis de la prefijación1

1 Introducción El análisis de las formaciones con anti- afecta a cuestiones muy diversas y, en gran medida, no exentas de interpretaciones divergentes: naturaleza prefijal o preposicional de anti-, posible valor transcategorizador de anti-, relaciones funcionales y semánticas con preposiciones cuasi-sinónimas (contra) y con prefijos de comportamiento similar {pro-), diversificación semántica de los eductos, colisiones entre análisis morfológicos y semánticos {paradojas de segmentación), discusiones sobre la caracterización categorial de algunas formaciones con anti- que acompañan a sustantivos (¿adjetivos o sustantivos en función apositiva?), caracterización morfológica de algunas de ellas (¿parasintéticas o prefijadas?), peculiar comportamiento en su aplicación sobre bases sintagmáticas, etc. El cuidadoso estudio de todas estos temas sobrepasa las lindes marcadas para esta contribución pero, en la medida en que muchos de ellos están interrelacionados, al tener que abordar algunos asumimos el riesgo de hacer referencia incompleta a ciertos problemas. Intentaré presentar mi postura con relación a algunas de las cuestiones planteadas, pero sólo en la medida en que sea necesario para avanzar en el análisis del grupo específico de formaciones con anti- que voy a estudiar y no con la intención de dar por cerradas las aún necesarias discusiones sobre aspectos relevantes que les afectan. Nuestro objetivo es confrontarnos con las dificultades de análisis que presentan determinadas formaciones con anti- del tipo de las que aparecen en los siguientes ejemplos: (1) (2) (3) (4)

Disposiciones anticontaminación Productos antirresfriado Medidas antihuelga Fiscales antimafia

Estas formaciones se caracterizan, al menos, por tres propiedades: a) Desde el punto de vista sintáctico, acompañan a un nombre sustantivo, de donde parece desprenderse que son categorialmente adjetivos. b) Desde el punto de vista derivativo, presentan el «prefijo» anti-, c) Desde el punto de vista flexivo, no respetan la concordancia formal con el sustantivo plural al que modifican.2

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Doy las gracias a Josefa Martín García, Elena Felíu Arquiola y Lamia Haouet por facilitarme la consulta de trabajos aún inéditos o en prensa en el momento de la redacción de este estudio.

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Si observamos otros ejemplos como: (5) (6) (7)

Protestas anti acciones de venganza injustificadas Declaraciones anti pruebas de acceso a la universidad Manifestaciones anti construcción de la nueva autopista

vemos otro rasgo que presenta anti-, puede modificar a una unidad sintagmática y no sólo al nombre al que precede. Algunas de estas características no son exclusivas de este prefijo: (8) Discusiones pre firma del acuerdo marco (9) Relaciones inter-ministros (10) Puesta en común pro reforma de la ley pero seleccionamos el caso de anti- ya que nos parece emblemático por dos motivos: Parece ser el prefijo más productivo en español actual en este tipo de formaciones, sobre todo en la lengua hablada y en el lenguaje publicitario y periodístico.3 En segundo lugar, anti- ofrece peculiaridades propias, específicas incluso en comparación con las de otros «prefijos» de comportamiento similar (aunque, desde luego, no idéntico).4 Este carácter nos llevará a proponer algunas interpretaciones que tal vez sean no sé si indiscretas pero, por lo menos, no discretas. Adelanto ahora dos premisas que al final reaparecerán como conclusiones básicas: a) Por un lado, las formaciones que vamos a estudiar parecen adjetivos pero no lo son o, por lo menos, no plenamente; y el formante anti- parece un prefijo pero no lo es tampoco con pleno derecho. b) Por otro lado, se asemejan a construcciones sintagmáticas preposicionales y anti- se acerca a la clase de las preposiciones, pero, ni en uno ni en otro caso, podemos decir que presenten todas las características delimitativas de los sintagmas y de las preposiciones.

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Es significativo el contraste entre la no concordancia en estos casos (minas antipersona, medicamentos antiasma) y la concordancia obligada cuando anti- se une a un adjetivo (minas antipersonales, medicamentos antiasmáticos). A veces aparece marca de plural (dispositivos antirrobos) pero que no actúa obligatoriamente como explicitación de concordancia de número con el sustantivo precedente: no estamos ante una flexión exigida por la sintaxis. Este comportamiento queda claro en otros prefijos; es así ilustrativo el caso de inter- en formaciones como asamblea interpeñas o acuerdos interestados, donde la forma plural surge de la necesidad de satisfacer el requisito de pluralidad exigido por el propio significado del prefijo inter- y no depende del número gramatical del sustantivo precedente (cf. Felíu Arquiola: 2001: 301 sgs.).

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«Salvo en el caso de anti-, donde se observa cada vez más su tendencia a funcionar también en la derivación heterogénea S > A, los demás prefijos apenas funcionan en la derivación heterogénea [...]» (Pena 1999: 4333). Los prefijos que parecen poder presentarse en este tipo de formaciones son anti-, bi-, inter-, mono-, multi-, post-, pre-, pro-, tri- y, con productividad mucho menor, extra(cf. Martín García: en prensa a; en prensa b). En el excelente estudio de Martín García (en prensa b) se trasluce el carácter peculiar de antidentro de lo que, a veces, se ha denominado grupo de prefijos transcategorizadores.

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2 Adjetivos con prefijo anti-

Tradicionalmente estas formaciones han sido catalogadas como adjetivos puesto que presentan ciertas características que marcan tal delimitación categorial. Por un parte, algunas de ellas conviven con formaciones claramente adjetivas, lo que puede permitir la equiparación de estructuras que parecen no sólo equifuncionales sino cuasi-sinónimas: (1 la)Medidas antiinflación (1 Ib) Medidas antiinflacionistas (12a) Publicidad antiaborto (12b) Publicidad antiabortista (13a) Propiedades anticáncer (13b) Propiedades anticancerosas Obsérvese, por otra parte, que acompañan a un sustantivo al que modifican, función básicamente adjetiva. En este sentido, no creo que sean, como a veces se ha propuesto, sustantivos que acompañan apositivamente a otro sustantivo.5 El que pueda no haber concordancia con el sustantivo previo, como se ha visto en algunos ejemplos, quizás apoye que no son adjetivos, pero no justifica per se que sean sustantivos apositivos. Es cierto que algunas formaciones prefijadas con anti- pueden funcionar ya sea como núcleos de un SN: (14a) Un antipartido es lo que hace falta en estos momentos en España ya sea como modificadores restrictivos de otro nombre: (14b) Declaraciones antipartido, pero son muchos los casos que no pueden operar como núcleo de un SN, lo que lleva a pensar que, si fueran sustantivos, lo serían de modo tan peculiar que no estarían capacitados para ocupar la posición propia del sustantivo, es decir, el núcleo de un SN: (15) (??) El antiaborto está de moda (16) (??) El antitabaco se está abriendo camino15 Además, en algunos casos en los que parecen actuar como núcleo de un SN, puede interpretarse simplemente que, o bien son producto de la elisión del verdadero núcleo del SN (ejemplos 17a y 18a), o bien son resultado de una transposición realizada por el artículo (ejemplos 17b y 18b): (17a) Los agricultores usaron el [cañón] antigranizo (17b) Los agricultores usaron el antigranizo (18a) Enciendo los [faros] antiniebla porque son necesarios 5 6

Véanse Martín García (1996; en prensa a; en prensa b) y Felíu Arquiola (2001). En esto se diferencian dichas formaciones con anti- de otras corradicales pero con sufijo explícito: (??) El antialcohol gana adeptos cada dia vs. El antialcoholismo gana adeptos cada día.

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(18b) Enciendo los antiniebla porque son necesarios El que existan sustantivos que modifican apositivamente a otros (cárcel modelo, problema clave, café cafe) sin que, por ello, se llegue a afirmar que son adjetivos, no parece razón suficiente para anular nuestra propuesta ya que la dudosa aceptabilidad de los ejemplos del tipo 15 y 16 sigue sin solucionarse. Es cierto que el hecho de que nuestras formaciones no puedan, a veces, aparecer como núcleo de un SN se explicaría por razones semánticas y por el carácter relacional de anti-: Así, en una formación como antirruido, con el prefijo relacional anti-, no es posible establecer una relación entre el nombre base y un hiperónimo, por lo que es necesario que aparezca un segundo nombre que comparta algún rasgo semántico con el nombre base: pantalla / campaña / protesta antirruido pero no *canción / bolígrafo / surgimiento antirruido. (Martín García: en prensa b)

Aunque nada hay que objetar a este razonamiento, nos sigue pareciendo peculiar caracterizar como sustantivo a un elemento incapaz de funcionar como núcleo de un SN. En todo caso, y adelantando una perspectiva que retomaremos más adelante, no estaríamos ante un representante prototípico de la clase nominal en español. Por otra parte, tampoco resuelve este problema considerar (cf. Martineil 1984) que en campaña antiaborto estamos ante un sustantivo compuesto de [Ν + Ν]: [ [campaña]Ν [antiaborto] Ν ]ΝΊ En relación con todas las cuestiones que estamos ahora revisando, debemos también preguntarnos por qué el formante anti suele ser caracterizado como prefijo. Efectivamente parece existir en español un prefijo anti- que opera como los otros prefijos del español, es decir, pudiendo unirse a una base X para dar una forma prefijada que conserva la categoría X: (19) cultura N > anticulturaN (20) deslizanteAdj > antideslizanteAdj Por otra parte, algunos autores que apoyan la tesis de que las formaciones que estudiamos son adjetivos, han subrayado que el prefijo anti- sería un caso (no el único) de prefijo transcategorizador : (21a) campaña antialcohol (21b)alcohol N > [ anti (alcohol^ ] Adj De ser así, nos encontraríamos con un caso de especial valor, pues estaríamos ante un prefijo que, como los sufijos, puede cambiar la categoría de la base, lo que implicaría que el prefijo sería el núcleo de la formación derivada. Ello es problemático porque anti- es prefijo que admite ser aplicado recursivamente (anti-misiles > anti-anti-misiles > anti-antianti... misiles), comportamiento que parece posible sólo en la medida en que haya que interpretarlo como modificador del núcleo al que acompaña. 8 7

8

Véase un repaso de estas dos interpretaciones (sintagmas formados por sustantivo + sustantivo apositivo / sustantivos compuestos de Ν + N) en Felíu Arquiola (2001: 322-327). «Algunos prefijos (como los que indican límites espacio-temporales o actitudes [caso de anti-]) permiten la iteración porque son modificadores, adjuntos al núcleo léxico; no así los sufijos, que

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3 ¿Adjetivos con prefijo anti-Ί Las formaciones que estamos analizando presentan ciertos comportamientos funcionales que no parecen compatibles con su caracterización como adjetivos. Como vimos, serían adjetivos que pueden no concordar en número con el sustantivo al que acompañan (vid. ejemplos 1-4) y que no marcan variaciones de género (compárense los ejemplo de 22 con los de 23): (22a) Un medicamento efectivo (22b) Una pastilla efectiva (23a) Un medicamento antiasma (23b) Una pastilla antiasma Por otra parte, serían adjetivos que no admiten grado comparativo: (24) *Este policía es más antidisturbios que el otro (25) *Estos misiles son más antibuque que los de los americanos Además, muchas de estas formaciones con anti- no parecen admitir intensificación: (26) *Motor muy anticontaminación (27) * Tratamiento muy antidroga9 A los peculiares comportamientos señalados a modo de ejemplo, podrían unirse otros que nos llevan a pensar que es discutible que estemos ante adjetivos; por lo menos, ante adjetivos que sean representantes prototípicos de tal categoría en español.10 En todo caso, si se aceptara que estas formaciones sí son adjetivos, habría que determinar cómo incide (o no) el supuesto prefijo anti- en la aparente recategorización adjetiva de una base sustantiva (véanse los ejemplos 21a y 21b). Ya indicamos más arriba por qué no aceptamos la interpretación según la cual estaríamos ante sustantivos en función apositiva (en los que el prefijo se uniría, por lo tanto, a un sustantivo para dar, como educto, otro sustantivo). Podría sostenerse, de modo bien diverso, que existe un sufijo cero responsable de la caracterización adjetiva, con lo se que deja a salvo el estatuto de anti- como prefijo no responsable de cambio categorial alguno. Como he mostrado ya en otros trabajos (Serrano-

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imponen la categoría de la base y se comportan como núcleo de la construcción léxica mayor». (Piera / Varela 1999: 4379, nota 16). Ejemplos de Martín García (en prensa a), quien advierte que en ciertas condiciones semánticocontextuales (si se denota una postura ideológica, tendencia o actitud) sí que es posible la cuantifícación: Juan es muy anticontaminación, Un gobierno muy antidroga. Martín García (en prensa a; en prensa b) destaca que estos supuestos adjetivos no pueden ser modificados por ningún adverbio, ni mediante prefijos adverbiales habitualmente utilizados con los adjetivos, no pueden tampoco coordinarse con otros adjetivos y presentan restricciones en su aparición en construcciones atributivas y en su colocación en relación con el sustantivo al que acompañan. Es claro que no son adjetivos calificativos. También señala características que los diferencian de los adjetivos relaciónales, de los que, no obstante, están más próximos.

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Dolader: 1995; 1999), no creo que recurrir al sufijo cero esté distribucionalmente justificado en muchos de estos casos. Otra interpretación, que ahora interesa subrayar, consiste en defender que, como ya se advirtió antes, hay que reconocer que el prefijo anti- es transcategorizador, es decir, permite que de una base sustantiva se genere un educto adjetivo. Intentaré mostrar ahora, de modo sucinto, lo discutible de tal caracterización de anti- como prefijo transcategorizador.11 En primer lugar, en español existirían dos diferentes prefijos anti- o, en todo caso, dos comportamientos notablemente divergentes de un mismo prefijo: (28a)anti-¡ (no transcategorizador): neutrónN > antineutrónN (28b)anti-2 (transcategorizador): buqueN > antibuque

Este desdoblamiento se acepta, sin mayores cuestionamientos, por reconocidos morfólogos: [...] la derivación se circunscribe generalmente a la derivación homogénea [...]. Ello no quiere decir que no haya algún grado de irregularidad [en esta propiedad]. Así, algunos prefijos, muy pocos [por ejemplo, anti- y bi-/bis-J alternan ocasionalmente la derivación heterogénea con la homogénea. (Pena 1999: 4333)

Por nuestra parte, pensamos que tal comportamiento sería, cuando menos, paradójico. Si para que una categoría morfológica marque la categoría de una palabra compleja, tiene que poseer ella misma esa categoría, resultaría que el prefijo anti- sólo a veces (ejemplo 28b) pertenecería a la categoría adjetiva. En segundo lugar, se produciría una asimetría, difícilmente explicable, en aquellos abundantes casos en los que se da una doble posibilidad del tipo: (29a) Remedio antigripe (29b) Remedio antigripal ya que en antigripe el cambio categorial (sustantivo > adjetivo) estaría producido por el prefijo, y en antigripal parecería derivar de la presencia del sufijo adjetivador -al.13 En tercer lugar, si se consideran estas formaciones como adjetivos con prefijo anti-, deberíamos sostener que en los ejemplos del tipo 5-7 hay un prefijo anti- y, lo que es más que discutible, unos adjetivos anti acciones de venganza injustificadas, 11

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anti pruebas

de

La defensa del carácter transcategorizador de anti- en este tipo de formaciones fue postulada, sobre todo, en trabajos sobre el francés: Corbin (1987), Voir (1982), Durand (1982). También la apoyan, para el español, Rainer (1993) y Laca (1998). Para un detallado análisis de estas cuestiones, véase Serrano-Dolader (1995: 165-177) y Martín García (en prensa a; en prensa b). Ese mismo problema de doble operatividad de un prefijo (transcategorizador y no transcategorizador) se plantea para quienes sostienen que también determinados prefijos que aparecen en verbos parasintéticos son transcategorizadores (cf. Corbin 1987), ya que si como tal se entiende, por ejemplo, el prefijo entre- en entrecomillar, hay que admitir, sin embargo, que el prefijo entre- también puede ser no transcategorizador en casos como entrecano o entrepaño. Como hemos intentado demostrar en Serrano-Dolader (1995; 1999), no creemos que haya prefijo transcategorizador en estos casos de parasíntesis verbal. «En otras palabras [si se aceptara tal análisis], un prefijo como anti- será adjetivo y núcleo de la palabra derivada cuando intervenga en la generación de términos como [champú] antigrasa y no se constituirá como núcleo (con o sin categoría adjetiva) de la formación en casos como antihéroe». (Martín García: en prensa a).

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acceso a la universidad, anti construcción de la nueva autopista, pues es evidente que el prefijo incide no sólo sobre el sustantivo que le sigue sino sobre todo el sintagma.

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Formaciones sintagmáticas preposicionales

Puesto que resulta discutible la catalogación categorial de estas formaciones como adjetivos (y tampoco parecen ser sustantivos), quizás debamos plantearnos que estamos ante agrupaciones de carácter sintáctico (no morfológico); ante sintagmas preposicionales encabezados por una preposición anti. Dicha preposición tendría, como muchas otras en español, un correlato en un prefijo anti-, que, como prefijo, no funcionaría como transcategorizador (ejemplos como los de 19 y 20). En principio, parece que es posible proponer para campaña antiaborto un análisis del siguiente tipo: (30) Campafia N

antip^

abortón

El hecho de que tradicionalmente no se reconozca estatuto preposicional a anti (a diferencia de pro, que a veces sí se incluye en la lista de preposiciones) no es por sí misma razón suficiente como para negarle tal caracterización. Dejando de lado justificaciones de tipo diacrònico (anti- procede de la preposición griega αντι, de la que hereda los valores semánticos de y ),14 anti- presenta algunas características preposicionales. Las preposiciones pueden aparecer precediendo a sintagmas nominales que ofrecen un número variable de palabras; lo que hace que estos casos sean absolutamente equiparables: (31) (32) (33) (34)

Debate Conversación Condena Movilizaciones

para entre sin anti

nombramiento de socios de honor nuevos diputados del parlamento pruebas de inculpación concluyentes construcción del nuevo túnel

Si anti es una preposición, ello tendría consecuencias para la caracterización morfológica del tipo de palabras que estamos analizando: antiaborto, antigás, etc., no serían formaciones prefijadas sino palabras complejas formadas por composición [Prep + Ν],15 Por otra parte, que se haya fijado un cierto grado de unidad gráfica entre anti y el sustantivo (fijación no exenta de vacilaciones: anti aborto, anti-aborto, antiaborto) no debe condicionar el análisis de estas formaciones. Baste con señalar que es la configuración fónica de anti la que favorece por sí misma su enganche gráfico con la palabra que le sigue: (35a)roj/blanco, petirrojo, cariancho... 14

15

Para seguir la evolución diacrònica de anti-, véase Montero Curiel (1997), donde se recogen también interesantes precisiones sobre los valores semánticos de esta partícula, al igual que en Martín García (1996) y Fradin (1997). Miranda (1994: 81) se pregunta, sin llegar a conclusión alguna, si este tipo de formaciones podrían ser compuestas. Obsérvese que este supuesto carácter preposicional también sería compartido por elementos como pro-, pre-, post- o inter-; pero no por prefijos del tipo hi-, mono- o multi-.

452

David Serrano-Dolader (3 5b) ant/alcohol, antigás, ant/fiebre...

N o obstante, veremos ahora que hay algunas razones para poner en duda la existencia de una preposición anti y para replantearse si las formaciones que analizamos son sintagmas y no unidades morfológicamente complejas.

5

¿Formaciones sintagmáticas preposicionales?

Es evidente que en español disponemos de otros prefijos que dan lugar a estructuras semejantes a las que aquí estamos estudiando {grifería menomando, vivienda biplanta, robot multiuso) y que en modo alguno pueden ser considerados preposiciones (cf. Felíu Arquiola 2001: 309). Sin entrar a dilucidar el estatuto de esos formantes (mono-, bi-, multi-), que se movería por el fluctuante camino de los denominados prefijoides (cf. Montero Curiel 1997: 326), resulta evidente que, para ser coherentes, tampoco podemos considerar preposición plena el anti- que aparece en nuestros ejemplos. En el apartado anterior vimos que anti presenta algunas características compartidas con las preposiciones; a pesar de ello, está sometido, por lo menos, a dos restricciones que no son propias de las preposiciones prototípicas del español. En primer lugar, las preposiciones relacionan dos términos (elemento inicial y término de la preposición) que pueden pertenecer a muy variadas categorías léxicas, mientras que anti básicamente limita su uso a la relación sustantivo-sustantivo (con sus posibles determinantes y/o complementos). 16 Su ámbito de subcategorización se restringe exclusivamente, y en contra del comportamiento habitual de las preposiciones plenas del español, a la categoría nominal; y además anti- sólo puede venir regido por un nombre y no por un verbo o un adjetivo, rección que sí admiten otras preposiciones. Por otra parte, las preposiciones permiten la presencia, entre ellas y su término, de artículos u otros determinativos. La capacidad funcional de anti es mucho más restringida ya que suele unirse directamente a su término (hecho que, además, la diferencia funcionalmente de la preposición plena cuasi-sinónima contra):11 (36a) Campaña antidroga (36b) Campaña contra la droga Bien es cierto que parece más posible la inclusión de un artículo tras anti si el término de la preposición va acompañado de complementos: (36c) (??) Campaña anti la droga que se reparte por discotecas los fines de semana (36d)(??) Movilizaciones anti la construcción de la nueva autopista de peaje

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No obstante, la productividad de anti- es tal que, aunque habitualmente se aplique a sustantivos, a adjetivos o a bases sintagmáticas, puede aparecer también ante otras categorías.· Se irrita por cualquier nimiedad: sus opiniones son siempre anti-esto, anti-aquello, anti-todo. Para una comparación de los valores semánticos de anti- en estas construcciones en relación con los correspondientes valores de la preposición contra, véase Martín García (1996).

El prefijo anti- en español...

453

A estas restricciones, señaladas a modo de ejemplo, pueden añadirse otros comportamientos específicos (en los que no profundizo por haber sido ya apuntados por diferentes estudiosos) que nos llevan a poner en tela de juicio el carácter preposicional de anti-. Es, pues, más que discutible que anti- sea un representante prototípico de la clase de las preposiciones.18

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Hacia una concepción no-discreta de las formaciones con anti-

De todo lo que hemos ido exponiendo se deducen, ahora como conclusiones (anticonclusiones más bien), lo que al inicio presenté como premisas de trabajo: Por un lado, las formaciones objeto de estudio presentan algunas características propias de los adjetivos pero no pueden caracterizarse claramente como tales. El formante anti se aproxima, por ello, a la clase morfológica de los prefijos pero no lo es prototípicamente. Por otro lado, las formaciones analizadas ofrecen algunas características que nos llevan a pensar que son estructuras sintagmáticas de la sintaxis, en concreto, sintagmas preposicionales. Desde este punto de vista, anti se aproxima a la clase de las preposiciones, pero tiene restricciones funcionales que lo alejan del prototipo de la preposición. En consecuencia, no puede decidirse de modo exclusivista si la generación de estas formaciones se opera en el componente morfológico-léxico o en el componente sintáctico. Algunos lingüistas defienden que otros muchos prefijos que coinciden formalmente con preposiciones (entrenervios, entre nervios; contraguerrilla, contra guerrilla...), demuestran que los prefijos son variantes ligadas de las preposiciones. Sin entrar ahora a aportar argumentos en contra,19 creo que en el caso de anti- dicha posibilidad no es planteable ya que, como vimos, no podemos fijar un estatuto preposicional pleno para este constituyente y, por ello mismo, el supuesto prefijo anti- en estas formaciones difícilmente podría ser variante ligada de una quizás inexistente preposición anti. Algunos autores han sostenido que se trata de casos de derivación en los que un prefijo, es decir, un morfema ligado, afecta a una unidad sintagmática. [...] el prefijo actúa como una preposición respecto al elemento modificado y el conjunto, a su vez, es un modificado nominal equivalente a un sintagma preposicional (Gracia 2000: 230. La cursiva es mía)

En esta línea, se podría deducir que

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19

Martín García (2001; en prensa b) presenta una razonada exposición de los diferentes argumentos que impiden caracterizar a anti (y a otros prefijos semejantes) como preposición. Además de las aquí apuntadas, la autora observa, por ejemplo, que las formaciones analizadas no pueden intervenir en determinadas estructuras escindidas: *Anti-tabaco es anti lo que es la terapia (a diferencia de las verdaderas preposiciones: Contra el tabaco es contra lo que es la terapia). En Felíu Arquiola (2001) y en Martín García (en prensa b) hay una convincente presentación de contraargumentos frente a esa postura de identificación entre prefijos y preposiciones.

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David

Serrano-Dolader

las reglas que dan cuenta de la formación de palabras y las que dan cuenta de las estructuras sintácticas no son completamente independientes y que no existe una barrera infranqueable entre los procesos morfológicos y los sintácticos (Gracia 2000: 230) 20

En mi opinión, el formante anti, en el tipo de formaciones analizadas en este estudio, estaría en una zona periférica entre las preposiciones y los prefijos. Anti es una unidad que no puede ser incluida claramente en el centro de una determinada clase predefinida (sea la de las preposiciones, sea la de los prefijos), sino que comparte características de más de una clase de elementos, al tiempo que carece de otras características que suelen considerarse propias de esas mismas clases de elementos. El hecho de que otros prefijos presenten también algunas peculiaridades parecidas a las de anti, vendría a corroborar que entre las categorías lingüísticas hay zonas periféricas que se van diluyendo progresivamente las unas en las otras, es decir, que habría unidades lingüísticas que son casos de «a gradual transition into a diffuse periphery which, again, gradually passes (infiltrates) into the peripheral domain of the next category. » (Danes 1966: 11). Tal comportamiento no es exclusivo de anti-. Baste pensar que pro- (que ha sido reconocida a veces como preposición plena en español) ofrece características parecidas: puede aparecer modificando a un sustantivo sin marcar concordancia con él, puede encabezar bases sintagmáticas, presenta cierta tendencia a admitir la intercalación de artículo antes de su término si éste va acompañado de complementos y puede aparecer como correlato de formaciones corradicales con sufijo explícito: (37) (38) (39) (40)

Ley pro-inmigrantes Declaraciones pro abolición de la pena de muerte en Estados Unidos Campaña pro la construcción de la nueva autopista Anuncio pro-aborto / proabortista

En mi opinión, nos encontramos ante un caso de unidades que sólo pueden interpretarse desde una consideración no discreta de la lingüística. En los procesos de descripción y análisis de los fenómenos lingüísticos suele seguirse, con frecuencia, un modo de proceder basado en dos pasos sucesivos que ahora resumimos. Primero, se delimitan entidades o conceptos discretos tendiendo a no multiplicar los conceptos o las entidades acotadas. Tal es el caso cuando se intenta delimitar tajantemente entre unidades morfológicamente complejas y unidades sintagmáticas-sintácticas o, del mismo modo, cuando se diferencia con cortes abruptos entre prefijos y preposiciones. En segundo lugar, y al constatar las fluctuaciones entre las entidades delimitadas, se tiende, sea a diferenciar subtipos (pensemos en las supuestas diferencias entre prefijos y prefijoides o entre preposiciones con valor semántico y preposiciones que son marcas funcionales), sea a interpretar que una oposición que se creía binaria quizás no lo sea y, en consecuencia, se intenta perfeccionar la propuesta ampliando el abanico de entidades.

20

Desde otra perspectiva, Varela / Martín García (1999: 5005-5006) sostienen que anti- no es un prefijo preposicional sino un prefijo adverbial. Martín García (1996: 134) señala: «[...] el prefijo anti- desarrolla un valor adverbial, en cambio, [el prefijo] contra- hereda los valores preposicionales de la preposición de la que procede». Haouet (2000: 414—418) dice que contra- es un prefijo de naturaleza funcional prepositiva, mientras que anti- es un prefijo de carácter léxico.

El prefijo anti- en español..

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En muchos casos, y aunque se intenten perfeccionar las propuestas, sigue siendo imposible sostener que los límites entre clases contiguas sean absolutamente discretos: en nuestro caso, entre preposiciones y prefijos. Habrá que reconocer la existencia de excepciones o de comportamientos marginales en las diversas entidades delimitadas por más que se vaya aumentando el número de subtipos dentro de cada entidad. Sólo parecen caber dos opciones: o se siguen multiplicando las subdivisiones dentro de una determinada entidad (y se diferencian subtipos de prefijos y de preposiciones), o se opta por el extremo contrario y se reducen al mínimo las características definitorias de una entidad con el supuesto fin de hacer más difícil que existan casos complicados de encuadrar en ella. La primera opción no resuelve nada puesto que, si cualquier caso dudoso nos obliga a crear un nuevo subtipo, la distinción de subclases acaba por convertirse en una mera solución ad hoc. Además, puede suceder que al aumentar el número de subtipos, cada uno de ellos esté más nítidamente definido pero a costa de aumentar también el número de zonas de difusión entre un número mayor de subtipos. La segunda opción lleva irremediablemente a tener que crear auténticas macroentidades. No nos parece que el método adecuado para dar cuenta de casos de difícil caracterización sea ampliar los límites de la determinación de las entidades hasta llegar a desvirtuarlas. El hecho de que las formaciones con anti- no encajen en una determinada clase predescrita debe imputarse a deficiencias de la teoría lingüística discreta en la que la indagación lingüística suele moverse. El caso analizado es ejemplar para potenciar una concepción no-discreta de la lingüística. Delimitar las preposiciones y los prefijos (o las unidades morfológicamente complejas y los sintagmas) de modo discreto y, a la vez, reconocer que los límites son difusos es una contradicción, al menos así lo creemos. Para superar esta inadecuación entre teoría y análisis de casos concretos, proponemos una delimitación no-discreta de las unidades, de las categorías (y de las funciones) lingüísticas. Las entidades lingüísticas deben concebirse como multidimensionales y continuas, como nociones complejas y multifactoriales, de modo que habrá ejemplares prototípicos (por ejemplo las preposiciones a, en o cori) pero también ejemplares que se sitúan en una zona de intersección (por ejemplo, el caso de anti). La prototipicidad resultará de la posesión de las características que se consideren definitorias de la entidad que se esté delimitando. La perspectiva no-discreta ha sido asumida por ámbitos cognitivistas de base prototípica, lo cual no debe ser óbice para que pueda ser utilizada en otros marcos teóricos.21 Las propuestas no-discretas no pretenden acabar con las entidades bien perfiladas, sino admitir la vaguedad sólo cuando sea necesaria. La aceptación de postulados no-discretos no trae consigo la suposición de que todos los conceptos lingüísticos deban ser no-discretos: Aunque [la gradación] posee, por definición, naturaleza continua, en tanto que alberga infinitos estadios intermedios, puede generar la tradicional oposición binaria como solución particular. (Moure 1996: 280)

Hay que reconocer la existencia de un continuum organizado de modo gradual. La dificultad de etiquetar una determinada unidad (como preposición o como prefijo) o una estructura (unidad morfológica compleja o sintagma del nivel sintáctico) no es, desde esta 21

«Pese a su aparente novedad, la categorización prototípica se reconoce incluso en la conformación estructural que, de hecho, no dedica la misma atención a todas las variantes de una categoría ni a todas las propiedades definitorias de los representantes que la conforman.» (Moure 1996: 266).

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David Serrano-Dolader

perspectiva, fruto de la incompetencia del lingüista o de la escasa fineza de los criterios delimitativos, sino de la propia condición periférica o difusa que se puede manifestar: Evitando las manifestaciones graduales de un estado de cosas se rinde flaco servicio a la investigación porque se la restringe a meras hipótesis, negándole cualquier desarrollo ulterior. [...] Muchas de las clases establecidas por la teoría lingüística son cortes discretos demasiado abruptos para recoger la naturaleza borrosa de las relaciones y las clases que consideran. (Moure 1997: 16 y 25)

Conceptos como los de gradualidad, prototipicidad o multidimensionalidad, que pueden aplicarse en la interpretación de las formaciones con anti-, no apoyan una solución ad hoc ante la falta de mejores propuestas sino que deben asentar una perspectiva de análisis ampliable a otros fenómenos. Nos parecen significativos los casos que ahora citaremos puesto que no se trata ya de preconizar la aplicación de teorías graduales al análisis de un caso concreto o peculiar sino que afectan a unidades o a conceptos (palabra, morfema, productividad) básicos en todo análisis morfológico: a) La caracterización de la palabra debe ser prototípica y gradual, sea considerada en su relación con elementos externos a ella, sea en su propia estructura interna: la cuestión de si una unidad es o no palabra no puede plantearse en términos de o , sino en términos de según cumpla un número mayor o menor de las propiedades definitorias de la unidad palabra. (Pena 1999: 4329)

b) La noción de morfema será compleja y multidimensional, reuniendo varias propiedades con diverso grado de importancia: la propiedad básica o indispensable para que una unidad gramatical mínima pueda considerarse morfema, será la de ser constituyente mórfico del significante de la palabra como signo [...]. A partir de ahí, el ejemplar de morfema será gradualmente más regular, sistemático, productivo, etc., cuantas más propiedades definitorias del morfema posea, hasta acercarse al prototipo, que es el que reúne todas las propiedades. (Pena 1999: 4321)

c) El concepto de productividad, que desempeña un importante papel en la descripción y en la argumentación morfológicas, no es tampoco un concepto absoluto sino relativo, lo cual equivale también a decir que existen grados de productividad. Creemos que nuestra pequeña contribución en el análisis de las formaciones con ¿»«ritiene fundamentalmente el valor de corroborar en un apartado muy específico las posibles aplicaciones de una concepción no-discreta de la lingüística. Tal perspectiva puede, en mi opinión, aplicarse a todas las parcelas y niveles del análisis lingüístico: es conocida la aplicación de la lógica difusa en el campo de la semántica y no dudamos de que la perspectiva no-discreta es aplicable en el análisis de la sintaxis (por ejemplo, en la delimitación de las funciones oracionales). En el fondo, no estoy proponiendo nada nuevo: Si un conjunto de fenómenos lingüísticos se presentan como intermediarios entre una clase A y una clase B, una oración como semigramatical y un concepto semántico o un campo léxico como inestable o sujeto a una posible jerarquía de relaciones internas, es evidente que necesitamos una teoría que permita formalizar elementos intermedios entre A y B, que conciba

El prefijo anti- en español..

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y opere con oraciones semigramaticales y que admita una concepción gradual de las categorías semánticas. (Bosque 1977: 174)22

Como se ve, el reconocimiento de la existencia de grados en las clasificaciones lingüísticas no es, en modo alguno, una óptica novedosa pero quizás sí insuficientemente atendida.

Bibliografía

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22

Para una primera toma de contacto con las perspectivas no-discretas en la lingüística, pueden consultarse los trabajos de Bosque (1977) y Moure (1996).

458

David Serrano-Dolader

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Shigeaki

Sugeta

La composizione: una tendenza in espansione nelle lingue romanze

1 Premessa La composizione, nel quadro della formazione delle parole, è uno dei procedimenti fondamentali per l'arricchimento del lessico e di solito si confronta con la derivazione. Ed anzi c'è sempre da discutere il rapporto fra le parole composte e quelle semplici nonché come si distinguano le parole composte dalle sequenze di parole lessicalizzate. Questa comunicazione, passando brevemente in rassegna alcuni studi interessanti su questi problemi teorici e partendo dalle mie ricerche fino ad oggi sui nomi composti in italiano, intende valutare una tendenza in espansione della composizione in questi ultimi decenni nelle lingue romanze.1 Si tratta di due tipi più produttivi, fra tanti altri, perciò sempre più diffusi ma considerati tradizionalmente deboli nelle lingue romanze. Sono: [N+N]n e [V+N] N come ciudad-jardiri, coche bomba, rascacielos, portavoz ecc. pg. lenço-papel, navio-oficina, navio-patrulha, pau-ferro, espanta-lobos, faz-tudo, guarda-costas, limpa-pratos, porta-toalhas, toca-discos sp. casatienda, coche-cama, pájaro mosca, pez espada, vagón-cisterna, guardamuebles, matamoscas, mataperros, portacontenedores, portamaletas fr. chien-loup, homme-oiseau (=parachutistej, lit-cage, poisson-chat, porte-fenêtre, garde-robe, lèche-vitrines, porte-bonheur, porte-hélicoptères, porte-manteau it. discorso fiume, donna soldato, notizia bomba, sciopero lampo, uomo talpa, apribottiglie, lavapiatti, lustrascalpe, port(a)ombrelli, scardabanchi rum. câine-lup, câine polifist, om-broascä, redactor-çef, vagón restaurant, guräcascä, papä-lapte, sparge-val, zgîrie-brînzà, zgîrie-nori

1

Inoltre a quelli citati nel testo i seguenti lavori hanno avuto una importanza fondamentale durante la preparazione del mio intervento: Ayres-Bennett et al. (2001), Benedek (1978), Benveniste (1967), Casado Velarde (1985), De Mauro (1963), Dietrich et al. (1987), Di Sciullo / Williams (1987), Ferrater (1970), Gràcia i Solé (1995), Hall (1960; 1971), Heiniman (1948), Lang (1992), Lloyd (1964), Manteca Alonso-Cortés (1987), Medici (1953), Migliorini (I960; 1962; 31963; 4 1963), Müller (1975), Pettier (1974), Prati (1931), Pratt (1980), Ruaix i Vinyet (31989), Saussure (1916), Scalise (1984; 1994), Togeby (1965), Varela Ortega (1992), Zuffi (1981).

460 2

Shigeaki Sugeta

Aspetti problematici

2.1 Per comprendere bene il ruolo della composizione nel quadro della formazione delle parole, bisognerà anzittuto confrontarla con la derivazione, procedimento più diffuso e tradizionale delle lingue romanze. È consuetudine distinguere la composizione con i suoi elementi tutti autonomi (free forms) dalla derivazione costituita con l'aggiunta di affissi (bound forms). Però troviamo spesso che i due processi si neutralizzano nelle cosidette recomposés (compositions savantes) con l'uso di confissi così chiamati da Martinet (1970), per es. thermostat, téléfilm, télecarte. (cf. prefissoidi e suffissoidi così denominati già da Migliorini, per es. íe/egiornale, giornale radio, cf. punto-ctozerve, uomo chiave). Infatti sono questi affissoidi che si trovano a metà strada fra la composizione e la derivazione, ed anzi ambedue i procedimenti hanno tratti comuni come osserva Martinet nel senso che dall'angolo diacronico sia la composizione che la derivazione possono apparire come una fase intermedia fra la giustaposizione e la parola amalgata: per es. CON LOCARE —» collocare —> coucher. Tuttavia ciò non finisce per impedire di isolare la composizione che qui vogliamo esaminare. 2.2 Dal punto di vista saussuriano dell'arbitrarietà del segno linguistico nel senso che tutte le parole composte o derivate all'origine devono essere motivate, la composizione riguarda l'arbitrarietà relativa, non assoluta. Ci sono non soltanto vari gradi fra l'arbitrarietà relativa e quella assoluta in ogni lingua, ma anche ciò ci riporta alla varietà delle lingue romanze. Per es. it. collocare: fr. coucher, it. undici·, fr. onze. 2.3 A parte tratti comuni confinanti, tenendo conto della costruzione, cioè del modo di combinazione di vari tipi di morfemi, la composizione si notetà per il suo carattere sintattico (o analitico) in contrapposizione a quello morfologico (o sintetico) della derivazione e in un certo senso mostrerà la sua fisionomia tipologicamente propria delle lingue isolanti in contrapposizione a quella della derivazione tipica invece delle lingue agglutinanti (cf. Tusón 1994: 66). 2.4 Quanto alla posizione della composizione di fronte al sintagma o al gruppo di parole lessicalizzato, il sintema invece di composto, concetto martinettiano, seguito fedelmente anche da Giurescu (1975), è tanto più significativo quanto serva a collocare un composto nel mezzo fra un monema e una serie di monemi come non-ti-scordar-di-me. 2.5 Per sviluppare il nostro studio, sarà essenziale notare la differenza fra il tipo N+N che comporta una costruzione endocéntrica e l'altro tipo V+N come quella esocentrica che non comprende la testa all'interno del composto. Inoltre, dal punto di vista cognitivo si potrà notare che il tipo N+N ha maggiore affinità con la metafora (dipende dal sottotipo di apposizione) mentre quello di V+N ha affinità con la metonimia nel senso che manca la testa che dovrebbe funzionare da agente del verbo che viene sottinteso. 2.6 La distinzione fra questi due tipi principali non si ferma qui. A livello di accentazione, mentre il tipo V+N tiene l'accento tonico solo sul secondo elemento come una parola lessicalizzata, quello N+N in genere tiene lo stesso accento su tutti e due gli elementi

La composizione: una tendenza in espansione nelle lingue romanze

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come nel caso del sintagma, ma non sempre secondo il grado di lessicalizzazione. Per es. pésce càne ~ pescecane (cf. pésce gròsso), conferènza stàmpa (cf. ing. préss

conference).

A questo punto, in italiano, contrariamente all'inglese, si può osservare che il tipo N+N è molto meno lessicalizzato rispetto al V+N. 2.7 Nell'ambito della grammatica generativa, in questi ultimi decenni, la composizione, accanto alla derivazione, ha avuto la fortuna di richiamare l'attenzione sul suo meccanismo ripetitivo nel creare un'altra parola come risultato della somma di due o più parole già esistenti, nonché sul rapporto fra la morfologia e la sintassi. L'approccio chomskiano sarà tanto apprezzabile quanto meno esauriente, direi, se non avrà superato l'orizzonte della trascategorizzazione grammaticale. 2.8 Rimane da risolvere il genere-numero del tipo [V+N]n. Mentre nel caso di [N+N]n il genere-numero del composto viene percolato da quello della testa, nel caso di [V+N]n, il composto senza testa viene lasciato senza informazione del genere-numero dai suoi componenti per cui si fa al singolare-maschile invariabile senza riguardo al numero del complemento oggetto che è per lo più al plurale (salvo quando si tratti di un nome non contabile). Per es. it. lavapiatti —> lavapiatti [inv.],

portacenere[inv.]

Cf. anche beccapesci [inv.]: beccafico —• beccafichi reggilume [inv.]: reggipetto —• reggipetti

Cf. nave-traghetto —• navi-traghetto prete-operaio —• preti operai cane-poliziotto —• cani-poliziotto ~ cani poliziotti

Inoltre quanto alla fisionomia morfologica del primo elemento verbale, vedere Sugeta (1992).

3 Stratificazione diacronica dei composti nella lingua italiana

Ora cominciamo ad esaminare la composizione nelle varie lingue romanze, comprese anche quelle meno diffuse, basandoci piuttosto sui miei dati raccolti sulla lingua italiana. Prima di tutto, dobbiamo riconoscere che la composizione era un procedimento impoverito nel latino e poi come tale ereditato anche nelle lingue romanze. Lo mostra il fatto che le grammatiche storiche dedichino scarso spazio alla composizione rispetto alla derivazione che occupa un maggiore numero di pagine: per es. Meyer-Liibke ( 1 8 9 0 - 1 9 0 6 ) 4 contro 191 pp., Rohlfs ( 1 9 6 9 ) 8 contro 128 pp., Tekavôic ( 1 9 7 2 ) 2 3 contro 174 pp., anche se, a parte Tollemache ( 1 9 4 5 ) , Dardano ( 1 9 7 8 ) con 5 4 contro 1 1 4 pp., mette in relievo l'uso crescente nella lingua del novecento.

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Shigeaki Sugeta

Lo sviluppo e l'uso crescente dei composti italiani, particolarmente nel novecento, si notano chiaramente nella tabella della stratificazione diacronica dei composti italiani nella postfazione al Grande dizionario italiano d'uso di De Mauro (1999). Stratificazione diacronica dei composti italiani secoli lemmi 154 4 XI 2 XII 15 XIII 25 XIV 112 XV 254 XVI 221 XVII 571 XVIII 6027 XIX 27983 XX 35368 totale

4

Stratificazione diacronica dei derivati italiani secoli lemmi 153 1 X 3 XI XII 65 XIII 2531 2708 XIV 6451 XV 5398 XVI 4679 XVII 4697 XVIII 16367 XIX 50250 XX 93303 totale

I due maggiori tipi di composti nelle lingue romanze

A proposito della composizione, è naturale che ci si domandi quali tipi principali esistono nelle lingue romanze. L'opera classica con il criterio convenzionale della categoria grammaticale dei componenti, specificando la categoria di partenza e quella d'arrivo è quella di Giurescu (1975) che su questo punto ha indagato contrastivamente quattro principali lingue romanze (rumeno, italiano, francese e spagnolo). Dal suo lavoro, osserviamo subito che nella composizione la categoria d'arrivo è per lo più quella dei nomi (sostantivi), il che mostra che si arricchiscono così i sostantivi, cioè quelli della lista aperta (preposizioni o congiunzioni composti sono della lista chiusa), ed inoltre che fra i vari tipi di nomi composti (cf. Giurescu 1975: 80), se escludiamo costituenti formati dalle parole funzionali, o solo dai numeri o dai verbi, tipi più diffusi e più produttivi in questi ultimi decenni in tutte e quattro lingue sono: N+N e V+N. Secondo Giurescu, in una rivista italiana del 1968, la frequenza di N+N era del 48% con quella di V+N del 21.72%. Se includiamo il 19.08% di N+Prep.+N, 88.8% della composizione dei nomi composti sarà di questi tipi. La frequenza sembra quasi la stessa sia in francese che in spagnolo. Se prendiamo come esempio in italiano, il tipo V+N con porta- come primo elemento, fra circa 140 esempi dal Dizionario di De Mauro (2000), 103 sono del novecento, fra cui 60% della seconda metà del novecento. Sembra sia dall'uso come soprannome nel medioevo in tutta la Romania (cf. Tekavöic 1972: 206-207).

La composizione: una tendenza in espansione nelle lingue romanze

463

In questa sede ci limitiamo a questi due tipi e consideriamo le loro situazioni attuali nelle lingue romanze. All'autore stesso è piaciuto raccogliere esempi di questi tipi in italiano da parecchi anni. Il tipo N+N, l'ho raggruppato sulla base del rapporto semantico fra due componenti in tre tipi maggiori (appositivo, sommativo = dvandva, attributivo) e in 7 sottotipi ed inoltre ho discusso alcuni punti problematici del tipo V+N (cf. Sugeta 1989, 1992 ecc.). Il lavoro più recente ed esauriente per il francese, quello di Mathieu-Colas (1996), raggruppa i composti francesi in 25 tipi seguendo ancora solo l'ordinamento della categoria grammaticale.

5 Varietà nelle lingue romanze

5.1 Dal momento che in quasi tutte le lingue romanze coesistono questi due tipi di nomi composti, analizzandoli secondo le etichette della categoria morfologica, possiamo constatare senza difficoltà l'unità o la situazione unitaria all'interno del dominio romanzo (cf. Giurescu 1975: 160). Possiamo senz'altro fornire alcuni esempi di completa corrispondenza (non escluso il caso di calco) fra le lingue romanze come segue: pg. cidade-estado: sp. ciudad-estado: cat. ciutat-estat: fr. cité-état: it. città-stato: rum. orasj-cetate. pg. homem-rä: sp. hombre-rana: cat. home-rana: fr. homme-grenouille: it. uomorana: rum. om broascä. pg. linguas irmäs: sp. lenguas hermanas: cat. llengües gérmanes: fr. langues soeurs: it. lingue sorelle: rum. limbi surori. pg. navio hospital: sp. barco-hospital: cat. vaixell-hospital: fr. navire hospital: it. nave ospedale: rum. nava spital. pg. vagào-restaurante: sp. coche restaurante: cat. vagó restaurant: fr. wagon restaurant: it. carrozzaiyagone) ristorante: rum. vagon restaurant. pg. arranha-ceus: sp. rascacielos: cat. gratacels: fr. gratteciel: it. grattacielo: rum. zgìrie-nori. 5.2 Ma la completa corrispondenza non è sempre riscontrabile. Più volte ci troviamo subito di fronte a discrepanze fra le lingue, cioè la situazione contraria all'unità come evidenziata dalla deviazione in carattere normale: pg. cäo-policia: sp. perro policía: cat. gos policía: fr. chien policier: it. cane poliziotto: rum. câine politisi. pg. abelha mestra: sp. abeja reina: cat. abella reina: fr. reine des abeilles: it. ape regina: rum. mafcä. pg. cor-de-laranja: sp. color naranja: cat. color taronja: fr. couleur orange: it. colore arancia: rum. culoarea portocalei. pg. porta-vos: sp. portavoz: cat. portaveu: fr. porte-parole: it. portavoce: rum. purtätor de cuvînt.

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5.3 Talvolta per es. solo l'italiano è applicabile a questi tipi di composizione, dal che si può ipotizzare che l'italiano sia all'avanguardia di tutte le lingue romanze: pg. conferéncia de imprensa: sp. rueda de prensa: cat. roda de prensa: fr. conférence de presse: it. conferenza stampa: rum. conferinfä de presa. pg. combóio de mercadoria: sp. tren de mercandias: cat. tren de cárrega: fr. trein de marchandises: it. treno merci: rum. tren de marfä. pg. sp. cat. aspirador: fr. aspirateur: it. aspirapolvere·, rum. aspirator. 5.4 Potremo aggiungere un po' di esempi dalle lingue meno diffuse. È più facile trovare casi di calchi (o prestiti): per es. srd. Manicapride (= mangiapreti) secapreda (= tagliapietra), milanese. Tirabusción (= cavatappi), ciaprarat (= acchiappatopi), portaciav (=portachiavi). Ma la peculiarità esiste: srd. Pappatilingrones (= mangiascaridi), istuttacandelas (= spegnimóccoli), brinchiacopertas (= saltatetti), buffafocu (= soffìafuoco). Un altro esempio curioso è srd. (Bitti, Nuoro) toccatoccafuste (= il picchio) con reduplicazione del verbo.

6

Conclusione

Vorremmo far notare come l'uso attuale così crescente della composizione nelle lingue romanze conduca ad una progressiva modificazione dell'equilibrio tradizionale fra la derivazione e la composizione, o al ricupero dell'elemento tipologicamente isolante che è mancato per secoli nel mondo linguistico romanico. Alla fine vorrei proporre la rilettura di Saussure (1916: 176) che dice: presque toutes les unités de la langue dépendent soit de ce qui les entoure sur la chaîne parlée, soit des parties successives dont elles se composent elles-mêmes. [...] La formation des mots suffit à le montrer.

e nello stesso momento riconoscere il ruolo della composizione come il meccanismo di creatività linguistica nel senso chomskiano. Tuttavia ciò che rende complicato lo studio della formazione delle parole è che si tratta del campo di studio all'incrocio tra la sincronia e la diacronia, ma è il campo in cui si può capire sempre più, con tutti i suoi fenomeni linguistici compresi, il meccanismo stesso del linguaggio.

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Anna M. Thornton

L'assegnazione del genere in italiano

L'assegnazione del genere è un tema che è stato affrontato sia in studi teorici sulla categoria del genere, tra cui spicca il fondamentale lavoro d'insieme di Corbett (1991), sia in studi empirici, di diseguale valore teorico, dedicati al trattamento dei prestiti in numerose lingue (si veda almeno Welna 1975). Infatti, come osserva lo stesso Corbett, «Borrowings of nouns into languages with gender systems [...] are like a continuously running experiment, which allows us to verify the assignment system in the languages in question» (Corbett 1991: 71). In questo lavoro saranno descritte alcune regole di assegnazione di genere produttive in italiano contemporaneo, e saranno discussi alcuni problemi teorici, in particolare riguardanti la possibilità di formulare restrizioni sulla natura delle regole di assegnazione di genere possibili. Una regola di assegnazione di genere è una regola formulata come un'implicazione del tipo (1), per cui sulla base di una proprietà X di un nome, è possibile predire che quel nome ha un certo genere: (1)

PROPRIETÀ

X

genere α

Corbett (1991), sulla base di un'indagine condotta su decine di lingue geneticamente e tipologicamente diverse, ha concluso che esistono tre tipi di regole di assegnazione di genere. Egli distingue innanzitutto tra regole semantiche, per le quali l'assegnazione del genere avviene in base al significato del nome, e regole formali, per le quali l'assegnazione avviene in base ad aspetti formali del nome. Nell'ambito delle regole formali, Corbett distingue ulteriormente tra regole fonologiche, per le quali l'assegnazione del genere avviene in base alla forma di base del nome, e regole morfologiche, per le quali l'assegnazione del genere avviene in base a più forme del nome. A questi tre tipi va aggiunto il caso dell'assegnazione di un genere per default, su cui torneremo. Esempi di regole dei tre tipi, tratti dal lavoro di Corbett (1991), sono dati in (2): (2)

Esempi di regole di assegnazione del genere dei tre diversi tipi regola semantica: in tamil, i nomi che indicano dei o esseri umani maschi sono maschili; regola formale fonologica: in qafar, i nomi la cui forma di citazione termina in vocale accentata sono femminili; regola formale morfologica: in russo, i nomi della IV declinazione sono neutri.

Prima di passare alla descrizione delle regole di assegnazione di genere valide in italiano, voglio sottolineare un aspetto della mia interpretazione della nozione di regola di

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assegnazione di genere. Intendo per regola di assegnazione di genere una regola che è parte della competenza del parlante nativo, ed è produttivamente utilizzata dai parlanti in situazioni nelle quali si trovano a dover effettuare accordo di genere con un nome (detto tecnicamente «controller», controllore dell'accordo) di cui fino a quel momento non conoscevano il genere. Tale eventualità si presenta, per esempio, nel caso di uso per la prima volta in un testo o discorso italiano di un nome preso a prestito, di cui si conoscono la forma e il significato, ma che, non essendo ancora parte del lessico italiano, non ha ancora acquisito un tratto di genere, che è un tratto della grammatica dell'italiano (si tenga presente che il prestito può venire da lingue con un sistema di generi non isomorfo a quello italiano, come l'inglese, il tedesco o il russo, che hanno il neutro oltre al maschile e al femminile, o addirittura da lingue nelle quali la categoria del genere non è presente). Il problema dell'assegnazione di genere può presentarsi anche con certi nomi propri, per esempio i nomi di città, che occorrono nella stragrande maggioranza dei casi in contesti che neutralizzano l'espressione del genere, come quelli in (3a), ma in alcuni contesti, come quelli in (3b), richiedono accordo:1 (3a) vado a Roma, sono di Roma, vengo da Roma (3b) Domata Arezzo [... ] Alberobello esercita una suggestione [...] nei [...] turisti che la visitano Lasciata Parigi dal lato nord-est [...] (dati da Arthur 1972) Altri casi in cui è necessario assegnare il genere sono rappresentati da nomi composti esocentrici o con testa non nominale (ad esempio, i composti preposizione-nome del tipo senzatetto e i composti verbo-nome del tipo portabandiera), e da nomi ottenuti per conversione da parole appartenenti ad altre categorie. In questo lavoro mi interessa verificare in base a quali regole o principi il genere venga assegnato dai parlanti dell'italiano in queste circostanze. Le grammatiche spesso formulano generalizzazioni del tipo «tendono a collocarsi nel genere femminile i nomi dei frutti: la banana, la mela, la noce, la pera, la pesca» (Serianni 1988: 106) o «sono femminili quasi tutti i nomi terminanti in -i: 1(a) artrosi, 1(a) ascesi, la crisi, la parafrasi, ecc.» (Serianni 1988: 110). Bisogna però verificare se e in che misura queste generalizzazioni corrispondano a regole produttivamente usate dai parlanti al momento di assegnare il genere. Per farlo, è necessario individuare dei criteri in base ai quali valutare la produttività di una regola di assegnazione di genere. Ispirandomi ai criteri per valutare la produttività delle classi di flessione proposti da Wurzel (1989) e ulteriormente elaborati da Dressler (1997), propongo di utilizzare i criteri in (4) per valutare la produttività di regole di assegnazione di genere in italiano. Una regola di assegnazione del genere è produttiva se: (4a) si applica a prestiti fonologicamente e morfologicamente non integrati (quindi, per l'italiano, a nomi terminanti in consonante, o in vocali estranee all'inventario fonematico italiano, o in -/', -w); 1

Nitrola (1998) ha calcolato che i contesti in cui un nome di città presenta accordo di genere ammontano al 2,4% nel Decameron, al 3,4% nei Promessi Sposi, e al 4,2% nel corpus del LIP (De Mauro et al. 1993).

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(4b) si applica a prestiti che presentano caratteristiche fonologiche e morfologiche uguali a quelle di parole native (quindi, per l'italiano, a nomi che terminano in -a, -e, -o); (4c) si applica a neologismi nativi (non suffissati);2 (4d) produce cambio di genere in parole già attestate. Dopo queste premesse, possiamo passare alla descrizione delle regole di assegnazione del genere produttive in italiano. Come ho argomentato in altra sede (cf. Thornton 2001), in italiano non sono proponibili regole di assegnazione di genere di tipo morfologico, cioè basate sulla classe di flessione cui un nome appartiene. Un'ipotetica regola di assegnazione di genere di tipo morfologico per l'italiano potrebbe essere la seguente: «i nomi con singolare in -a e plurale in -e sono femminili». Questa ipotetica regola non avrebbe eccezioni: effettivamente, in italiano tutti i nomi con singolare in in -a e plurale in -e sono femminili (cf. D'Achille / Thornton in stampa; Thornton 2001). Ma una tale regola sarebbe poco plausibile psicologicamente, almeno se intesa come regola effettivamente utilizzata dai parlanti per assegnare il genere a nomi che fino a un attimo prima ne erano privi. Infatti in italiano l'informazione sul genere di un nome serve per operare l'accordo con articoli, aggettivi, participi passati e pronomi, mentre l'informazione sulla classe flessiva di appartenenza serve solo per costruire il plurale. Poiché i casi in cui un nome controlla elementi che si accordano con esso sono in italiano molto più frequenti dei casi in cui un nome occorre al plurale (cf. Thornton 2001: 481^82), per un neoprestito o un neologismo la necessità di disporre dell'informazione di genere si presenta in italiano più spesso e più presto di quella di disporre dell'informazione sulla classe flessiva di appartenenza. Regole che facessero dipendere la scelta del genere dall'informazione sulla classe flessiva di appartenenza sarebbero quindi poco utilizzabili. Per l'italiano, possiamo quindi escludere che i parlanti operino l'assegnazione di genere con regole morfologiche. Resta da vedere se nell'assegnazione spontanea di genere i parlanti italiani usano regole semantiche e regole fonologiche, e quali sono queste regole. Corbett osserva che in tutte le lingue, anche quelle che fanno largo uso di regole di assegnazione del genere di tipo fonologico, c'è sempre una sottoparte di nomi che riceve il genere in base a regole di assegnazione di tipo semantico; inoltre, si è osservato che in caso di conflitto tra regole semantiche e regole formali, le regole semantiche hanno sempre la meglio, cioè il genere viene assegnato in base alla regola semantica, e non a quella formale. Pertanto, esamineremo innanzitutto le regole semantiche. Sulla base in particolare di studi riguardanti l'assegnazione di genere ai prestiti, si può ricavare la tipologia di regole semantiche in (5), dove le regole sono presentate in ordine di generalità decrescente. (5) Tipi di regole semantiche di assegnazione del genere proposte in letteratura (5a) SESSO —» genere (per nomi che si riferiscono a esseri umani) 2

Neologismi formati per suffissazione, e prestiti adattati nei quali sia stato identificato un determinato suffisso (ad esempio ted. Motion > it. mozione), non costituiscono elementi significativi per lo studio dei criteri di assegnazione del genere, dato che in italiano i suffissi nominali hanno un loro genere lessicalmente specificato, che si trasmette ai nomi di cui essi rappresentano la testa.

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(5b) CATEGORIA SEMÁNTICA Χ, Υ, Ζ genere α, β, γ (5c) GENERE DELL'IPERONIMO -> genere dell'iponimo assegnando (5d)

GENERE DI UNA PAROLA SEMANTICAMENTE AFFINE

(ma non iperonima, non traducente, non falso amico) genere dell'assegnando (5e) GENERE DI UN TRADUCENTE genere dell'assegnando (5f) GENERE DI UN «FALSO AMICO» - » genere dell'assegnando (5g) GENERE NELLA LINGUA D'ORIGINE -> genere dell'assegnando Illustreremo ora l'operare dei diversi tipi di regole semantiche in italiano, basandoci sul trattamento di prestiti e di altri tipi di nomi che possono giungere al momento dell'inserzione lessicale senza che il parlante ne conosca il genere, e che quindi richiedono assegnazione per così dire on line. (5a) è un principio fortissimo, che in lingue in cui il sistema dei generi comprende un maschile e un femminile di solito domina ogni altro principio (cf. Corbett 1991). Anche l'italiano non fa eccezione, come mostrano i dati in (6): (6a) il leader / la leader, il fan / la fan, la baby sitter / il baby sitter, il boy scout, il guru, la top model (6b) il Dalai lama, il lama tibetano, lo sherpa (6c) il rompiscatole / la rompiscatole, il senzatetto / la senzatetto (6d) il soprano > la soprano In (6a) si hanno prestiti fonologicamente non integrati cui viene assegnato il genere sulla base del sesso del referente; in (6b) si hanno prestiti in -a cui viene assegnato il genere maschile in quanto indicano esseri umani di sesso maschile (un esempio evidente di priorità della regola semantica su una regola fonologica: vedremo infatti che in italiano opera anche una regola fonologica che assegna il femminile ai nomi terminanti in -a)\ la regola semantica (5a) si applica non solo a prestiti, ma anche a composti esocentrici, come quelli in (6c), e produce anche occasionali cambi di genere, come nel caso (6d). Le regole semantiche dei tipi (5b-d) rappresentano un gruppo di principi affini e strettamente collegati, tanto che nella letteratura si discute se si debbano considerare principi separati o casi particolari di un principio unico. Qui vorrei porre in particolare il problema se sia fondato distinguere regole di tipo (5b) (CATEGORIA SEMANTICA Χ, Υ, Ζ genere α, β, γ) da regole di tipo (5c) (GENERE DELL'IPERONIMO - » genere dell'iponimo assegnando). Le grammatiche descrittive riportano numerosissime generalizzazioni che si candidano a costituire regole di assegnazione del tipo (5b). In particolare, per l'italiano, sono state proposte almeno le generalizzazioni seguenti (reperite attraverso la consultazione delle grammatiche di Battaglia / Pernicone 1954; Fogarasi 2 1983; Krenn 1988; Regula / Jernej 2 1975; Schwarze 1988; Serianni 1988; e della rassegna contenuta in Chini 1995): alberi e arbusti, elementi chimici, giorni, mesi, preghiere, venti, monti, mari, fiumi, laghi, punti cardinali FEMMINILI: frutti, automobili, navi, continenti, stati, regioni, città, isole, strade MASCHILI:

Verificheremo ora se a queste generalizzazioni corrispondono regole di assegnazione usate produttivamente dai parlanti o meno.

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Va osservato innanzitutto che alcune di queste generalizzazioni sono vacue, perché si applicano a classi chiuse di elementi, quali i metalli e i punti cardinali.3 La generalizzazione sui continenti è non solo sostanzialmente vacua (ma cf. infra), ma anche falsa, come si vede dagli esempi seguenti, nei quali Antartide è accordato al maschile: Questa catena montuosa fa da ossatura all'Antartide, tagliandolo praticamente in due l'Antartide doveva essere nel passato ben diverso dall'attuale Si stanno ormai recuperando le prime carote di sedimenti e rocce che, sperabilmente, ci diranno quando l'Antartide è divenuto un continente di ghiaccio (dai diari di Marco Taviani, un ricercatore CNR che ha trascorso periodi nella base italiana in Antartide negli anni 1997, 1998 e 1999, consultabili nel sito http://www.fiat.to/viaggi/antartide/) In realtà, il genere di Antartide oscilla: i parlanti si dividono tra chi lo accorda al maschile e chi al femminile. Questa stessa oscillazione è però sufficiente a mettere in questione l'esistenza di una ipotetica regola di assegnazione «CONTINENTE femminile». Se tale regola esistesse come parte della competenza dei parlanti italiani, non dovremmo osservare mai un uso sistematico al maschile di Antartide, che invece osserviamo in Taviani e in altri parlanti. Il discorso sui continenti va completato con due altre osservazioni. In primo luogo, per render conto del genere femminile degli altri continenti attualmente esistenti, il cui nome finisce in -a {Europa, Asia, Africa, America, Oceania), è sufficiente postulare una regola di assegnazione del femminile su base fonologica, senza ricorrere a una regola di tipo semantico. Anche dal punto di vista mnemonico, per esempio per stranieri che stiano apprendendo l'italiano come L2, una regola semantica «CONTINENTE femminile» rappresenta un inutile sovraccarico di memoria, in quanto il numero dei continenti è decisamente ridotto, e la regola fonologica per cui i nomi che terminano in -a sono femminili è indipendentemente necessaria (e di fatto precocissimamente appresa dagli apprendenti sia di LI che di L2, come documenta Chini 1995). Inoltre, se si allarga la ricerca a nomi di continenti storici, mitologici e fantastici (cf. Ursini 2001), si incontrano altri nomi di continenti di genere maschile, come Gondwana («la frattura del Gondwana si propaga verso nord...», testo reperito in Internet e citato da Ursini 2001), o alternante tra maschile e femminile, come Mu (testi da me reperiti in Internet nell'agosto 2001 contengono i seguenti sintagmi in accordo con Mu: «era popolata, era abitato, era stato sommerso, finì inghiottito»). Questo insieme di dati permette di concludere che un'ipotetica regola semantica «CONTINENTE -> femminile» non è una regola produttiva per l'assegnazione di genere in italiano.

3

Non completamente chiuse sono le classi dei giorni e dei mesi, perché si possono avere come prestiti nomi di giorni e mesi di altri calendari, quali lo shabbat e il Ramadan, che effettivamente sono maschili. Anche la classe degli elementi chimici non è necessariamente chiusa, perché possono sempre crearsi elementi transuranici; ai nostri fini però questo non èrilevante,perché i nomi di tali elementi si formano tutti con il suffisso -io (dal lat. -tum) applicato a una base che sia un toponimo o un antroponimo (cf. berkelio, rutherfordio), ed è questo suffisso, e non la semantica del derivato, che assegna il genere maschile.

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Il caso dei continenti si presta anche a discutere di un problema teorico cui abbiamo accennato sopra, cioè se le regole di assegnazione di genere del tipo (5b), basate su una classe semantica, debbano essere distinte dalle regole del tipo (5c), in cui l'assegnando eredita il genere del suo iperonimo. Questi due tipi di regole possono essere tenuti distinti solo se si verificano casi in cui l'iperonimo ha un certo genere e la regola semantica di tipo (5b) assegnerebbe agli iponimi un genere diverso. Tra le generalizzazioni formulate per l'italiano si riscontrano tre casi di discrepanza tra genere dell'iperonimo e genere ipoteticamente assegnato dalla categoria, elencati in (7): (7a) preghiera f. (7b) frutto m. (7c) continente m.

ma ipotetica regola semantica «PREGHIERA —> maschile» ma ipotetica regola semantica «FRUTTO —> femminile» ma ipotetica regola semantica «CONTINENTE —> femminile»

Se almeno una di queste generalizzazioni funzionasse come regola di assegnazione produttiva, potremmo stabilire che (5b) e (5c) costituiscono in effetti principi diversi di assegnazione di genere, che possono coesistere in uno stesso sistema. Abbiamo già visto che (7c) non è una regola produttiva. Anche (7a), ad un accurato esame, non risulta una vera regola di assegnazione di genere che sia parte della competenza dei parlanti italiani. In primo luogo, essa presenta la macroscopica eccezione di Avemaria, che è femminile. In secondo luogo, va osservato che in italiano molti nomi di preghiere sono costituiti dalla sostantivazione della prima parola o delle prime due parole del testo della preghiera stessa: il credo, il padrenostro / il pater noster, un ave / un'avemaria, un gloria / un gloria patri. Questi nomi di preghiera costituiscono un caso di quelli che Migliorini (1975) ha definito «nomi cartellino», cioè nomi formati attraverso «la sostantivazione di frasi, parole, persino lettere singole, insomma brevissime citazioni isolate dal loro contesto e trattate come se fossero incluse tra virgolette» (Migliorini 1975: 222). I nomi cartellino hanno tutte le caratteristiche di quelli che Corbett (1991) definisce «non-prototypical controllers», cioè espressioni che occupano una posizione sintattica tipica dei sintagmi nominali, e dunque possono richiedere accordo di genere, ma non sono veri nomi, e dunque non hanno un genere inerente. The range of non-prototypical controllers varies from language to language [...]. It may include clauses, infinitive phrases, nominalizations, interjections and other quoted phrases, noun phrases in particular cases (for example, subject noun phrases in an oblique case), dummy elements and certain null elements. [...] Non-prototypical controllers often have morphological and syntactic peculiarities distinguishing them from prototypical controllers (regular noun phrases). They tend to be indeclinable and to be restricted as to the configurations in which they can occur. [...] There is nevertheless a need for agreement targets to agree with such controllers (Corbett 1991: 204-205).

Per l'accordo con questi «non-prototypical controllers» le lingue possono applicare due diverse strategie: una lingua può usare un genere-target specifico, che non è usato mai in accordo con SN normali (come fa lo spagnolo, che ha pronomi e articoli cosiddetti neutri come elio, lo), oppure può accordare i «non-prototypical controllers» con uno dei generi usati anche con i nomi normali. In questo caso tale genere ha nella lingua lo statuto di genere di default (Corbett 1991: 214).

L'assegnazione del genere in italiano

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È evidente che in italiano opera la seconda strategia, e che il genere di default è il maschile, come si vede dai dati in (8): (8)

Accordo al maschile con «non-prototypical controllers» in italiano Frasi: Andare a scuola è bello /noioso /faticoso Nominalizzazioni: il bello, il perché, i se e i ma, il leggere e lo scrivere... «Nomi cartellino»: il credo, il vaglia, il proclama, il lavabo, il nulla osta,...

Da quanto abbiamo appena detto risulta evidente che non esiste una regola semantica «PREGHIERA maschile», che possa costituire un dato a favore dell'ipotesi che esistano principi di assegnazione di genere basati su classi semantiche diversi da principi basati sul genere dell'iperonimo (i due tipi (5b) e (5c) visti sopra). I nomi di preghiera ricevono il genere maschile non in base ad una regola di assegnazione semantica specifica per i nomi di preghiera, ma per default, in quanto sono «nomi cartellino», cioè casi di «nonprototypical controllers».4 Tra i tre casi visti in (7) resta da vagliare (7b), relativo ai nomi di frutto. Questo caso si presta molto bene a valutare se esista una regola semantica «FRUTTO-» femminile», perché ci sono diversi prestiti recenti indicanti frutti. I dati utili sono riportati in (9): (9a) (9b) (9c) (9d)

kiwi m., cachi m., litchi m., ananas m./f. (cf. anche l'adattamento ananasso m.) mango m., babaco m., papaia f. mapo (mandarino + pompelmo) m. arancia f. > arancio m., clementina f. > dementino m., melagrana f. > melograno m. («impropr.» per il GRADIT, De Mauro 1999)

E evidente dal quadro presentato in (9) che neanche (7b) è una vera regola utilizzata produttivamente dai parlanti per l'assegnazione di genere a nuovi nomi di frutti che entrano in uso nella lingua italiana: i prestiti (e la neoformazione acronimica (9c)) sembrano prendere il genere in base alla forma fonologica (cf. soprattutto (9b)), e nel lessico tradizionale si osservano addirittura tendenze (cf. (9d)) a un cambio di genere dal femminile al maschile, cioè nella direzione opposta a quella predetta dalla supposta regola semantica. Dunque i dati italiani esaminati finora, relativi ai casi elencati in (7), non permettono di verificare se i tipi (5b) e (5c) costituiscano principi distinti di assegnazione di genere o meno. Le altre generalizzazioni infatti riguardano casi in cui genere dell'iperonimo e genere ipoteticamente assegnato da una regola di tipo (5b) coincidono. I limiti dello spazio a disposizione non consentono di esaminare nel dettaglio e sottoporre alla verifica dei test di produttività tutte le generalizzazioni reperite nelle grammatiche. Segnalo solo che quelle riguardanti venti, mari, monti e stati sono senz'altro spurie, mentre per i fiumi e le navi non ho finora raggiunto conclusioni definite, e ritengo che siano necessarie ulteriori indagini. Senz'altro non corrisponde a una regola di assegnazione produttiva la generalizzazione relativa agli alberi, sulla quale torneremo fra

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Avemaria evidentemente ha cessato di essere percepito come nome cartellino, ed ha quindi acquisito il genere femminile in base alla regola fonologica che assegna il femminile ai nomi che terminano in -a.

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Anna M. Thornton

breve, mentre ritengo che corrispondano a regole produttive le generalizzazioni relative a automobili e città. L'esistenza di una regola semantica produttiva di assegnazione di genere «AUTOMOBILE - » femminile» è dimostrata dai dati riportati in (10): (10a) una Fiat, una Ford, una Mercedes, una Ferrari, una Maserati, una Lamborghini (10b) la Cinquecento, la Mondeo (10c) la Uno, la Tipo, la Ritmo, la Tango, la Panda, la Bravo (10a) mostra che sono femminili nomi di automobili terminanti in consonante e in -z, (mentre vedremo tra breve che ai prestiti in -i viene attualmente assegnato il genere maschile); (10b) presenta nomi di automobili femminili in -o (mentre altri nomi in -o sono normalmente maschili); (10c) elenca nomi di automobili femminili coincidenti con parole che nel lessico comune sono maschili. L'insieme di questi dati permette di concludere che esiste effettivamente una regola semantica «AUTOMOBILE —> femminile», che ha la priorità su regole fonologiche, e anche su altre regole semantiche possibili (per esempio, ipotetiche regole che assegnassero a nomi di automobili omofoni di nomi del lessico comune il genere di questi ultimi). Per quanto riguarda le automobili, è necessario però render conto anche di un altro fenomeno: alcuni parlanti di sesso maschile attribuiscono genere maschile ad alcuni nomi di automobili. Ciò induce a supporre che la regola «AUTOMOBILE —» femminile» possa essere soggetta a variazione secondo parametri sociolinguistici. Per mettere alla prova questa ipotesi ho effettuato una piccola indagine, sottoponendo otto nomi di automobili a 10 parlanti di sesso maschile e 9 di sesso femminile. Il test effettuato, somministrato per iscritto a 19 parlanti di età compresa tra i 40 e i 50 anni, equamente distribuiti per provenienza geografica da diverse aree (Nord, Toscana, Centro, Sud e isole), richiedeva ai parlanti di inserite l'articolo determinativo o indeterminativo (a loro scelta) nello spazio vuoto, in frasi del seguente formato: «Mario si è comprato BMW». I risultati ottenuti sono presentati nella Tabella I. uomini (N = 10)

donne (N = 9)

maschile femminile maschile BMW

femminile

9

K+I)

8

8



9

Ferrari

K+I) 2

Lamborghini



10



9

Land Rover

3

7(+l)

(2)

9

Maserati

1(+1)

9



9

Mercedes

3 (+2)

7

Porsche

2(+l)

8

(1) 1

Volvo

1

9



9 8 9

Tabella I: Risultati di un test di elicitazione di genere con nomi di automobili I dati riportati in Tabella I mostrano che gli uomini hanno assegnato il genere maschile ai nomi di automobili presentati nel 16,2% delle risposte, le donne solo nel 2,3% delle risposte. La differenza tra il numero di risposte con articolo maschile date da uomini e da

L'assegnazione

del genere in italiano

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donne è statisticamente significativa al test del chi-quadro.5 Dai risultati del test appare evidente che la regola «AUTOMOBILE femminile» è molto solida, ma soggetta a variazione in relazione al sesso del parlante: gli uomini presentano una tendenza, assente nelle donne, ad attribuire il genere maschile ai nomi di macchine potenti e/o prestigiose. Un'altra regola semantica di assegnazione di genere produttiva nell'italiano contemporaneo è la regola «CITTÀ femminile». I dati in (11), raccolti da Nitrola (1998), illustrano casi di accordo al femminile con nomi di città nel corpus del LIP (Ila), e di accordo al maschile con alcuni nomi di città nei Promessi Sposi (1 lb): (1 la)una Napoli capitale; questa grande Napoli; una Napoli popolare; la nostra bella Napoli; una Parigi abbastanza opaca; Torino si è fermata (LIP) (lib)quel maledetto Casale; quel povero Casale; un Milano; mezzo Milano; in quel Milano; Milano si trova ormai in tale stato, da non vedere cosa giovasse guardarlo; in questo Milano; com'è conciato Milano (Promessi Sposi) La regola «CITTÀ —> femminile» rappresenta un raro caso in cui una regola della grammatica normativa si è effettivamente imposta, divenendo una regola seguita dai parlanti: i dati in (1 lb) mostrano che ancora Manzoni (nella quarantana!) accordava i nomi di città secondo regole fonologiche (Milano è maschile perché termina in -o) o semantiche di altro tipo (Casale è maschile perché maschile è il nome comune omofono), mentre nel parlato contemporaneo, rappresentato dai dati in (1 la), i nomi di città presentano accordo al femminile. Le regole «AUTOMOBILE -» femminile» e «CITTÀ —» femminile» rappresentano dunque casi di generalizzazioni riportate dalle grammatiche che si sono rivelate corrispondere a regole semantiche effettivamente usate dai parlanti nell'assegnazione di genere on line. Altre regole semantiche che sembrano effettivamente funzionare nell'assegnazione di genere sono le regole dei tipi (5d-g), che riguardano casi in cui l'assegnazione del genere avviene sulla base dell'associazione con una singola parola modello. Presento qui di seguito un paio di esempi per ogni caso. (12) GENERE DI UNA PAROLA SEMANTICAMENTE AFFINE (ma non iperonima, non traducente, non falso amico) —> genere dell'assegnando panda m., koala m.